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Vol. 37. Núm. 8.
Páginas 363-369 (Abril 2001)
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Los nuevos tratamientos en la deshabituación tabáquica
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S. Morchóna, JA. Blascoa, A. Roviraa, CN. Ariasa, JM. Ramona, J. Oromía
a Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública. Ciutat Sanitària i Universitària de Bellvitge. L'Hospitalet de Llobregat. Barcelona.
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El propósito de este artículo es recopilar las terapias clásicas de deshabituación tabáquica más importantes, incluyendo los nuevos métodos de reciente aparición, a fin de dar una idea global de todas las herramientas que están a disposición del médico para reducir la proporción de fumadores entre sus pacientes.
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Fumar continúa siendo en España una actividad que realiza casi el 40% de la población adulta1, a pesar de que poca gente desconoce sus peligros. El tabaco es la causa evitable más importante de muerte prematura. Se estima que el tabaco causará alrededor de 450 millones de muertes en los próximos 50 años. Reducir el núme ro de fumadores en un 50% puede evitar entre 20 y 30 millones de muertes prematuras en el próximo cuarto de siglo, y alrededor de 150 millones en el siguiente cuarto2. Por ello, los profesionales de la salud hemos de conocer las técnicas de deshabituación tabáquica, su efectividad y su funcionamiento.

En los últimos años ha habido un gran auge en la investigación sobre el tabaquismo, lo que ha propiciado el desarrollo de nuevas terapias para dejar de fumar. La reciente aparición del bupropión, primer fármaco no nicotínico aprobado por la Food and Drug Administration americana para dejar de fumar, obliga a revisar las terapias existentes hasta la fecha comparándolas, dentro de lo posible, con las de nueva aparición.

La identificación sistemática de los fumadores constituye el primer paso para iniciar la deshabituación tabáquica. Podemos realizarlo de una manera rápida y eficaz en la consulta del médico de cabecera: el simple hecho de preguntar durante la anamnesis si el paciente fuma da pie al profesional a iniciar una conversación sobre una posible deshabituación. La evaluación del grado de adicción en estos pacientes mediante el test de dependencia nicotínica de Fagerström3 (tabla 1) nos servirá para valorar la conveniencia de iniciar una terapia sustitutiva de nicotina en pacientes con una alta adicción.

 

Materiales de autoayuda

Los materiales de autoayuda para la deshabituación se presentan en forma de folletos, manuales, casetes, vídeos o programas de ordenador, entre otros. Este tipo de materiales no ha demostrado un claro beneficio con respecto a la ayuda personalizada, pero puede alcanzar a un mayor número de fumadores que las intervenciones personales. Por este motivo, estos materiales han de ser una ayuda suplementaria a la visita personal, sobre todo en fumadores que estén intentando activamente la deshabituación4. Una manera de aumentar la efectividad de estos programas es personalizarlos o mediante un seguimiento telefónico.

Consejo médico

Es uno de los métodos que más ampliamente se han analizado. Estudios en los que han participado un gran número de sujetos han demostrado una proporción de abstinencia por encima del 10% únicamente mediante una charla con el médico de atención primaria de menos de 5 min5. Recientes metaanálisis, por el contrario, han constatado una baja efectividad en estas medidas, con poca ganancia en resultados comparando la intervención intensa con el consejo normal6. De todas ma neras, el seguimiento de estos pacientes puede incrementar el éxito hasta el doble. Algunos estudios han demostrado que la personalización del mensaje por parte del médico, subrayando los factores de riesgo del

paciente que se asocien al hábito tabáquico y haciendo hincapié en los beneficios que obtendría al dejar de fumar, también puede doblar la proporción de abstinentes7.

La tendencia actual es añadir la terapia farmacológica al consejo médico para obtener unas proporciones de abstinencia significativas. De todas maneras, se recomienda a los médicos de atención primaria tener en cuenta estos cuatro puntos: a) preguntar por el hábito tabáquico; b) aconsejar que dejen de fumar; c) ayudar con algún programa de cesación tabáquica, y d) organizar el seguimiento.

Terapia conductual

Tanto el consejo individual como la terapia de grupo consiguen incrementar la proporción de abstinentes. Se ha observado que la terapia de grupo es más efectiva que los materiales de autoayuda, pero menos que otras intervenciones donde existe un contacto más personalizado8,9.

Podemos utilizar multitud de técnicas psicológicas que han sido evaluadas en estudios, generalmente de pequeño tamaño muestral, que utilizan los estímulos aversivos para dejar de fumar. Estas técnicas generalmente presentan una efectividad reducida. Existe un método farmacológico de estimulación aversiva, el acetato de plata, que hace que su combinación con el tabaco tenga un sabor desagradable, pero su eficacia no ha sido demostrada10.

Otras terapias no farmacológicas

Acupuntura

Revisiones de la organización Cochrane compararon 20 ensayos clínicos donde se investigaba la acupuntura como terapia, concluyendo que la acupuntura es mejor que no hacer nada, pero que seguramente es debido al efecto placebo11.

Hipnoterapia

La hipnoterapia no ha demostrado obtener mayores beneficios que las terapias conductuales. Es difícil de analizar porque no existe ninguna técnica que pueda ser utilizada como placebo.

Sustitutos de la nicotina

Este tratamiento intenta reemplazar la nicotina que se obtiene del tabaco para reducir la clínica de la abstinencia cuando se deja de fumar. Los sustitutos de nicotina se pueden encontrar en forma de parche transdérmico, chicle, espray nasal, inhalador o comprimido sublingual. De manera conjunta, la terapia sustitutiva de nicotina produce proporciones de abandono del hábito entre 1,5 y 2 veces superiores al consejo habitual, dependiendo del soporte adicional. No existe una evidencia clara de que un sistema sea más eficaz que otro, por lo que la elección se basa generalmente en criterios de preferencia o de individualización del tratamiento12.

Parche de nicotina

La nicotina puede absorberse a través de la piel, man teniendo valores sanguíneos constantes similares a los encontrados en los fumadores. Muchos estudios han confirmado que este tipo de terapia sustitutiva dobla las cifras de abstinencia basales, independientemente de otros factores coadyuvantes, como el consejo conductual13 (fig. 1).

Fig. 1. Odds ratio para los diferentes métodos de deshabituación.

 

Los parches transdérmicos de nicotina presentan pocos efectos secundarios, que son los causantes de solamente un 6% del cese del tratamiento. Los más frecuentes son la irritación dérmica (30-50%), que se puede solucionar fácilmente con la rotación del lugar de colocación del parche, y el insomnio, que podemos subsanar retirando el parche por la noche.

Algunos ensayos clínicos han utilizado una terapia corta, de 4 a 6 semanas con altas dosis de parche, seguidas de unas dos semanas más de reducción de dosis. Otros estudios recomiendan de 8 a 12 semanas de tratamiento, incluyendo la fase de reducción de dosis. Se ha demostrado que las terapias de más de 8 semanas no aportan beneficios al tratamiento14. Se acepta que la reduc ción progresiva de la dosis del parche, cada dos a 4 semanas, durante el tratamiento, es efectiva.

El uso de elevadas dosis de nicotina no parece beneficiar a los fumadores en general, pero sí que puede aumentar la proporción de abstinentes en pacientes que presenten una elevada adicción a la nicotina sin causar efectos secundarios significativos, pero el coste económico de los parches puede ser el factor limitante.

Algunos estudios subrayan que el uso del parche sin ningún tipo de soporte conductual no es más efectivo que el placebo, por lo que este tipo de tratamiento ha de ser administrado dentro de un marco conductual personalizado15.

Chicle de nicotina

Es la presentación más antigua de los sustitutos de la nicotina. La absorción se realiza en la mucosa bucal, y su inconveniente más importante es su notable metabolismo hepático de primer paso, por lo que los valores sanguíneos son bajos. Presenta, como efectos secundarios más relevantes, una producción excesiva de saliva y molestias gastrointestinales.

Existen chicles de 2 y 4 mg de nicotina. Los de 4 mg son más efectivos que los de 2, sobre todo en fumadores de más de 15 cigarrillos al día. Por lo general se inicia la terapia con 10 a 15 chicles diarios, y luego esta dosis se reduce paulatinamente16.

Los chicles de nicotina pueden ser útiles en pacientes con unos niveles bajos de adicción nicotínica (test de Fagerström inferior a 6), o en pacientes que necesiten suplementos puntuales de nicotina a pesar de realizar el tratamiento con parches.

Espray nasal

Administra nicotina gracias a una absorción en la mucosa nasal. Cada administración libera 0,5 mg de nicotina, y la dosis se considera una aplicación en cada orificio nasal. Es la forma más rápida de absorción de la nicotina. En principio, se permite al paciente utilizar el espray a demanda, sin sobrepasar las 40 dosis al día. Los efectos secundarios más frecuentes son irritación faríngea, tos, sinusitis y náuseas. Con este método se consiguen tasas anuales de abandono del hábito del 15 al 25%, más elevadas incluso que con los parches o con los chicles17, pero su uso, al igual que el de los chicles, estaría más dirigido hacia fumadores con baja dependencia nicotínica (tabla 2).

 

Inhalador de nicotina

El inhalador de nicotina aún no se comercializa en nuestras farmacias. Consiste en una boquilla que incorpora un cartucho impregnado en nicotina. Cada inhalación libera unos 13 µg de nicotina, por lo que el fumador ha de realizar unas 80 inhalaciones para obtener la nicotina de un cigarrillo. Se necesitan, entonces, unos 4 inhaladores al día, ya que de cada uno se pueden extraer unas 500 inhalaciones. Se obtuvieron tasas anuales de deshabituación entre el 11 y el 18%18. Una de las ventajas de este método es que puede ser útil para aquellas personas que necesiten tener algo en las manos mientras fuman (tabla 2).

Comprimido sublingual

Existen comprimidos sublinguales de 2 mg de nicotina, que se absorbe, de la misma manera que el chicle, por la mucosa bucal. Existen pocos estudios que utilicen esta forma de terapia sustitutiva, y de hecho no parece aportar nada nuevo a las terapias existentes.

Antidepresivos

Existen dos razones para pensar que los antidepresivos pueden ser útiles para dejar de fumar. En primer lugar, la depresión puede ser un síntoma de la abstinencia nicotínica y, en segundo lugar, el hábito tabáquico parece estar ligado, en parte, a un déficit de dopamina, serotonina y noradrenalina, y los antidepresivos incrementan dichos valores.

Bupropión

Es el primer fármaco que ha sido aprobado para la deshabituación tabáquica sin contener nicotina. Es un antidepresivo no tricíclico que actúa fundamentalmente en los sistemas de la dopamina y de la noradrenalina. Para la deshabituación tabáquica se utilizan dosis menores que para el tratamiento de la depresión: 300 mg diarios entre 7 y 9 semanas.

Existen aún pocos estudios que avalen la efectividad de este fármaco, que podría tener una eficacia de más de dos veces y media superior al placebo19. El estudio inicial de Hurt et al20 presenta unas cifras de abstinencia a las 6 semanas del 24,4%, y de abstinencia puntual (no haber fumado en la semana anterior a la visita) del 23,1% a los 12 meses, significativamente mayor que el placebo. Posteriormente Jorenby et al21 compararon el bupropión con los parches de nicotina, además de la combinación de ambos, y obtuvieron unas cifras de abstinencia continuada al año del 9,8% con parches de nicotina, del 18,2% con el bupropión y del 22,5% con bupropión más parches. Hay que tener en cuenta que en estos estudios no se proporcionó ninguna ayuda conductual suplementaria.

Existen algunas contraindicaciones para el uso del bupropión, como convulsiones, historia de anorexia o bulimia, o hipertensión incontrolada. Los efectos secundarios más frecuentes fueron el insominio y la sequedad de boca; en el grupo de pacientes a los que se les administraron bupropión y parches aparecieron pocos casos de empeoramiento de su hipertensión.

Nortriptilina

Existen dos estudios que señalan que la nortriptilina, un antidepresivo tricíclico, puede ser efectiva para dejar de fumar22,23. Los pacientes que se incluyeron en los estudios no tenían depresión ni antecedentes de ella, por lo que este efecto no parece estar relacionado con la depresión secundaria a dejar de fumar. Su mecanismo de acción aún no se ha aclarado.

Otros: la fluoxetina

La fluoxetina es un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina. Existe algún estudio que avala su eficacia, pero son necesarios más ensayos que avalen esta afirmación24.

Otros fármacos

Ansiolíticos

Los ansiolíticos se utilizan en el tratamiento de la deshabituación tabáquica como medida adyuvante a otros tratamientos. Ayudan a combatir la ansiedad que provoca dejar de fumar, e incluso pueden contener los posibles ataques bulímicos que se presentan durante el tratamiento, pero no han demostrado una efectividad suficiente por sí mismos como para ser el tratamiento principal de fumadores altamente adictos a la nicotina19.

Clonidina

La clonidina, a pesar de ser inicialmente un tratamiento antihipertensivo, comparte algunos efectos farmacológicos con el bupropión y los antidepresivos tricíclicos. Presenta una efectividad casi dos veces superior al placebo, pero su uso está limitado debido a la sedación y a la hipotensión postural que provoca25.

Lobelina

La lobelina es un agonista parcial de la nicotina, que se ha utilizado de manera casera para el tratamiento de la abstinencia nicotínica. Recientemente, Canadá ha aprobado la utilización de un fármaco que contiene lobelina como adyuvante de la deshabituación, pero no hay estudios que superen los 6 meses de seguimiento.

Mecamilamina

La mecamilamina es un antagonista nicotínico que, en principio, bloquea el efecto placentero del tabaco en los fumadores. Existen dos pequeños estudios que demuestran que la combinación de los parches de nicotina con la mecamilamina presenta mayor proporción de éxito26, pero serían necesarios estudios mayores para confirmarlo. No está aprobado su uso para la deshabituación tabáquica.

Conclusiones

Existen muchos métodos que ayudan a dejar de fumar, pero muchos de ellos no han demostrado su efectividad. El profesional tendría que basarse fundamentalmente en aquellos que realmente fueran eficaces.

Está claro que la estrategia a seguir por parte del médico que quiere intervenir de una manera activa para que sus pacientes dejen de fumar es la de personalizar el mensaje; la reiteración del mensaje de peligrosidad, haciendo hincapié en los factores de riesgo presentes en

el paciente en cada visita médica, puede motivar con el tiempo un deseo de deshabituación por parte del fumador. Llegados a este punto, podremos elegir un tratamiento de acuerdo con las características particulares del paciente.

Parece demostrado que para los fumadores con una elevada adicción física la terapia sustitutiva de nicotina, acompañada del consejo individualizado y de los materiales de autoayuda individualizados, es el método más eficaz de que disponemos hasta la fecha. Podemos incrementar la proporción de abstinentes añadiendo tratamiento ansiolítico en determinados pacientes. En fumadores con una baja adicción nicotínica podemos emplear la terapia sustitutiva nicotínica en forma de chicles o espray nasal. Las ventajas e inconvenientes de las ayudas farmacológicas se presentan en la tabla 3.

 

El nuevo tratamiento de deshabituación tabáquica mediante bupropión parece efectivo a corto plazo, pero aún ha de demostrar su eficacia a medio y a largo plazo, y no parece aportar beneficios con respecto a los tratamientos clásicos mediante nicotina. Puede ser una buena terapia para aquellos pacientes que, por sus problemas cardíacos, no se puedan beneficiar del tratamiento con nicotina. De todas maneras, hemos de esperar la aparición de nuevos estudios sobre el bupropión.

Un segundo escalón de atención que podría beneficiar al paciente son los centros hospitalarios especializados en la deshabituación tabáquica, que pueden seguir de manera más intensa a los fumadores cuyo hábito no ha sido suprimido por el médico de atención primaria, o los casos de inicio de deshabituación durante el ingreso hospitalario, que es un buen momento para dejar de fumar.

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