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Vol. 23. Núm. 5.
Páginas 26-27 (Septiembre 2009)
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Recursos humanos en tiempos de crisis
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Josep Maria Galía
a Socio director de Axis Marketing Consultants y profesor de ESADE.
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En este artículo el autor reflexiona sobre las lecciones que, a su juicio, cabe extraer de la actual coyuntura de crisis en el terreno de la gestión de los recursos humanos, tal vez el ámbito en el que se están dejando sentir con más dureza sus consecuencias.

Dicen que de las crisis se suele salir reforzado, pero yo no sé si esto es cierto siempre. Para ser francos creo que es, sencillamente, falso. No pienso que de todas las crisis se salga reforzado. Solamente de algunas y sospecho que son la minoría. La gran mayoría de las personas que he conocido que han atravesado crisis duras no sólo no han salido reforzadas de ellas sino que lo han hecho bastante debilitadas. Otra cosa es que «salir, se sale», y normalmente el que sale, ya no es el mismo que entró. Es diferente, aunque sólo sea más débil, pero diferente. Y algunas veces muestra diferencias cualitativas en planteamientos poco meditados que sustentaban su sistema de vida hasta la irrupción de la crisis. Los economistas suelen describir la crisis como una caída de la actividad económica y, si hay menos actividad económica, queda más tiempo para la actividad intelectual, a saber, por ejemplo: para pensar un poco. Es lo que lleva a tantas personas a valorar las situaciones de crisis como oportunidades para recobrar un cierto realismo acerca de nuestra actividad social y económica. Pero lo cierto es que el realismo empieza de golpe, cuando se acaba el crédito.

Atraso ideológico

Actualmente en España tenemos casi cuatro millones de parados y no es disparatado pensar que la tasa pueda ir al alza. Personalmente, como cualquier persona con un mínimo sentido ético, me pregunto cómo podemos compaginar la economía de mercado con el pleno empleo. Algunos parece que se dan más traza para conseguirlo que otros. Los alemanes, por ejemplo, con sus planteamientos económicos, que por la izquierda son socialdemócratas, por la derecha, liberales y por el centro «sociales de mercado», consiguen unos resultados a los que ya nos gustaría acercarnos. El problema que tenemos en este país es que el atraso ideológico de la clase política y la incapacidad de estructurar unos principios de funcionamiento económico compartidos por todos nos harán retroceder aún más que lo que se prevé -tiempo al tiempo-.

El atraso ideológico de nuestros políticos consiste en la incapacidad de asumir en el mismo ideario cosas que la ideología nos dice que son opuestas pero que en la práctica funcionan. Veamos.

Protección

Este es un país de cárteles y de sobrerregulación protectora de intereses creados, principalmente en el sector servicios. Que los honorarios de un arquitecto los cobre el colegio es un abuso de poder bajo la excusa de la seguridad y no sé cuantas monsergas más sobre el bien común. No me lo creo.

También es un país de apriorismos indiscutidos. Por ejemplo, que la autonomía municipal es buena para el ciudadano teóricamente es cierto, pero en la práctica ha sido más el origen de nidos de corrupción que de beneficios sociales.

Probablemente es necesario incrementar la protección a los que de verdad la necesitan, que son la gente que queda fuera del sistema de producción y generación de renta, y a la vez, desproteger a otros colectivos que viven en situaciones de completo privilegio como, por ejemplo, los funcionarios públicos. Conviene liberalizar, por un lado, pero regular y proteger a las personas débiles por el otro. Y, sobre todo, ser capaces de aplicar un criterio ético sobre lo que debe ser objeto de regulación y lo que debe ser objeto de liberalización. Hilar un poco más fino. Trabajar con un poco más de detalle y de sutileza la acción política y económica sobre la sociedad.

Este país está encorsetado por un sistema de relaciones laborales obsoleto, prisionero de ideologías disfuncionales, en el que al amparo de los presupuestos de todos, viven algunos agentes sociales que han dejado de ser motor de cambio

Paradojas

En esta etapa de despidos masivos los consultores solemos vivir situaciones paradójicas, como la del empresario que está feliz por haber obtenido un ICO... para hacer un despido preventivo de trabajadores... y acto seguido advierte que no puede dar servicio. ¡El miedo! O vivimos con asombro el parón de muchos proyectos empresariales que no avanzan por miedo a acumular «pasivo laboral».

Nos preguntamos a menudo qué sistema de regulación de las relaciones laborales puede acabar con lo del «pasivo laboral». Porque todas las políticas bien-intencionadas de Recursos Humanos se desmoronan de manera brutal en tiempos de crisis cuando el realismo se impone a golpe de talonario de despidos. En este país se ha avanzado mucho en aspectos importantes de las relaciones laborales pero no en algunos que son esenciales, como la creación de un marco laboral que funcione (que permita la creación de empresas no especulativas).

Se ha avanzado en conciliación, en protección, pero no se han sentado las bases para que los empresarios dejen de mirar con temor la nueva contratación y sigan considerando el personal como un pasivo porque la ley así lo dispone. La pregunta que hoy día un empresario hace a otro cuando se encuentran es más «¿Cuánta gente tienes?» que «¿Cómo te va la empresa?»... «Yo he tenido que echar a veinte.» «Pues yo a la mitad», responden. Y puedo afirmar que no he conocido jamás a ningún empresario que disfrute echando gente a la calle.

Este país está encorsetado por un sistema de relaciones laborales obsoleto, prisionero de ideologías disfuncionales, en el que al amparo de los presupuestos de todos, viven algunos agentes sociales que han dejado de ser motor de cambio. Y en el que el director de orquesta, además, les dice a los violines y a las trompas que entren cuando les apetezca entrar, aunque el resultado sea que en lugar de sonar una sinfonía suene una olla de grillos. Y así vamos.

Aprendizaje y humildad

Decía que de las crisis no se sale reforzado, pero a veces sí algo más sabio. A ver si aprovechamos la que está cayendo -y la que está por caer en 2010- para pensar un poco cómo salimos de esta, y aprendemos algo con humildad de los países vecinos, antes de que se acaben escapando en el pelotón de los inalcanzables.

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