Desde estas líneas quiero expresar mi más sentido pésame a la familia y amigos del Dr. Claudio Faulí Trillo, catedrático de Farmacia Galénica y Biofarmacia de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, que el mes pasado nos dejó para siempre. Las promociones de farmacéuticos a quienes como profesor ha tenido a bien enseñar han quedado marcadas por su carácter, porque desde su hacer cotidiano demostraba amar lo que hacía. Del mismo modo como persona, y sólo en el terreno que tuve el honor de compartir, puedo afirmar que sin él Farmacia Profesional no estaría hoy en tus manos. Claudio Faulí fue uno de los primeros profesionales en apoyar nuestra revista y, sobre todo, a su primer director, Enrique Medrano, quien dio forma y contenido a la publicación y a quien este mes también quiero rendirle un sentido homenaje, pues hace ya 5 años que nos dejó.
El recuerdo de Claudio Faulí, Enrique Medrano y los comienzos de Farmacia Profesional me han llevado a recordar otro inicio, el de las prácticas tuteladas, formación académica y humana que muchos tildaron de inútil y que los años se han encargado de poner en el sitio que les corresponde. Las prácticas han puesto de manifiesto la importancia de acercar a los estudiantes al mundo, a la realidad cotidiana de la farmacia hospitalaria, de la industria y de la atención primaria o comunitaria, con las ventajas e inconvenientes que este acercamiento conlleva. Hoy las nuevas promociones dan por hecho que el inicio de esta forma de enseñar fue bien acogida; pero la realidad fue bien distinta, ya que desde todos los ámbitos se tuvo que luchar por limar asperezas tanto entre los docentes, que creían que los farmacéuticos establecidos no disponían de elementos suficientes para enseñar, como desde el punto de vista de estos últimos, que eran reticentes a abrir las puertas de su ejercicio profesional a personas que desde algún punto de vista podían cuestionar su manera de hacer las cosas.
Con el paso de los años, tanto unos como otros han sabido aprovechar la oportunidad que les brinda tener un nexo de unión, los estudiantes, que ofrecen a los docentes la experiencia real del contacto con el mundo de los pacientes, y a los farmacéuticos la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos y nuevas formas de ejercer la profesión.
Desde mi punto de vista puedo decir que la experiencia ha sido enriquecedora, sobre todo, con aquellos alumnos que no sólo hacen prácticas para cubrir el expediente, sino para aprender y compartir.
A ellos mis mejores deseos de futuro.