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Vol. 19. Núm. 3.
Páginas 30-33 (Marzo 2005)
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El valor del dinero en el tiempo yla evaluación de las inversiones (III)
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CARLOS MARÍNa
a Responsable de contenidos de Planificación Jurídica-Centro de Documentación.
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Comenzamos este capítulo analizando, básicamente, los dos métodos dinámicos mayoritariamente utilizados para la selección de proyectos de inversión: el valor actual neto (VAN) y la tasa interna de rentabilidad (TIR). Existen, no obstante, otros de carácter estático, es decir, que no tienen en cuenta el factor tiempo a la hora de valorar los movimientos de caja que de la inversión se pudieran derivar (tanto cobros como pagos), como son los flujos netos de caja (sin actualizarlos en el tiempo en que se producen) y el llamado pay back o plazo de recuperación de la inversión. No consideramos aquí estos métodos estáticos, tanto por su simplicidad respecto a los cálculos matemáticos necesarios (sumas y restas de cobros y pagos), como por sus limitaciones, ya que no incorporan el valor temporal del dinero, pilar fundamental de cualquier valoración concerniente tanto a proyectos de inversión como a operaciones financieras en general.

El valor actual neto

El valor actual de una cantidad a cobrar o pagar en el futuro es la conversión a euros de hoy de estas cantidades en euros futuros. Por tanto, lo que se trata es de trasladar, al momento de tiempo actual (t0), cierta cantidad en unidades monetarias del momento de tiempo futuro (t1, t2,..., tn).

Hemos visto en los apartados anteriores que el dinero tiene un valor temporal y que éste viene recogido en el interés. Pues bien, ahora de lo que se trata es, en vez de proyectar a futuro y, por tanto, aplicar un interés a cierta cantidad de dinero, de descontarla. Para ello necesitamos aplicar la tasa de actualización. Ya veremos más adelante qué tipo aplicar. Veamos ahora un sencillo ejemplo que nos ayudará a entender el significado de la actualización:





El valor actual neto de una inversión es el valor actualizado de todos los cobros menos el valor actualizado de todos los pagos

En primer lugar, cabe señalar que no existe el tipo de actualización como tal, es decir, podemos aplicar tantos tipos como queramos, porque no existe un œnico nœmero para los infinitos supuestos que se nos pueden presentar. A la hora de elegir qué tipo aplicar, debemos tener en cuenta el entorno y, en definitiva, qué factor actualizador afecta al importe a actualizar. Por ejemplo, parece lógico que un posible tipo de actualización fuera el factor actualizador de los precios (IPC). Utilizando éste, lo que conseguiríamos es traer al momento actual una cantidad que crece en función del IPC. Por tanto, habríamos conseguido aislar el efecto inflación, pero Àexisten más factores que han afectado o pueden afectar a ese valor futuro? La respuesta es que probablemente sean muchos. En consecuencia, lo lógico es que para proyectos de inversión utilicemos aquel tipo que no implique riesgo (por ejemplo, el tipo de interés de la renta fija a largo plazo) y le sumemos una prima de riesgo que contemple la rentabilidad adicional que el inversor exige al proyecto, dado el riesgo implícito de una operación con resultado incierto.

Una vez definido lo que es el valor actual y el elemento fundamental para su cálculo -el tipo de actualización-, estamos preparados para abordar lo que se conoce como el valor actual neto.

El valor actual neto de una inversión es el valor actualizado de todos los cobros menos el valor actualizado de todos los pagos.

VAN = valor actual de todos los cobros - valor actual de todos los pagos

De aquí podemos intuir ya que una inversión será recomendable, en principio, cuando su VAN sea mayor que cero, ya que el valor actual de los cobros será superior al valor actual de los pagos y, consecuentemente, se obtendrá un resultado positivo. Si el VAN es igual a cero, la inversión mostrará un resultado de indiferencia. Igualmente, de varias alternativas de inversión, nos quedaremos con aquella que tenga un VAN mayor.

Veamos un supuesto que nos ilustre lo expuesto hasta ahora.

Rentabilidad real financiero-fiscal

Hoy día, cualquier operación mercantil, financiera, etc. se encuentra sujeta a tributación, bien en origen (cuando se realiza) o bien cuando procede su declaración a Hacienda. Cuando hablamos de rentabilidad financiero-fiscal, nos estamos refiriendo al efecto conjunto que provoca la rentabilidad financiera y sus connotaciones fiscales en el cómputo global de la rentabilidad de una operación. En definitiva, de lo que se trata es de computar como gasto las cantidades pagadas y/o a pagar en concepto de impuestos. Tener en cuenta a la hora de realizar una operación financiera el efecto impositivo que ésta provoca y/o provocará, en función de nuestro tipo impositivo en IRPF/Patrimonio/Impuesto de Sociedades, sin lugar a dudas nos enriquecerá en el conocimiento de su resultado final.

Veamos unos supuestos que nos ayudarán a comprender mejor el significado de este epígrafe.

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