Recientemente, Plataforma 10, entidad que agrupa a las principales organizaciones médicas de atención primaria, ha publicado un artículo en el que se analiza el «déficit sanitario» desde la perspectiva de la política sanitaria de nuestros país en los últimos años. Me ha parecido interesantísimo y en este editorial quiero destacar algunos de los puntos analizados, porque la cuestión ha tenido también un impacto indudable en nuestro ejercicio profesional en farmacia comunitaria, en cuanto que hemos sufrido las consecuencias de las políticas de «más por menos» y «todo para todos, gratis y de máxima calidad».
Respecto a la cantidad de dinero que se dedica a sanidad en nuestro país, los articulistas aseguran que en 2002 se situó 11 puntos por debajo de nuestra renta y que, comparados con Europa llevamos más de 25 años gastando entre 7 y 16 puntos por debajo de lo que nos hubiera permitido nuestra renta. En este contexto no es de extrañar que continuamente oigamos hablar de «déficit sanitario».
Por lo que hace al análisis del gasto sanitario en sí, los articulistas desagregan este montante en sus tres grandes componentes --hospital, fármacos y atención ambulatoria-- y observan que, comparado con el empleo, nuestro gasto hospitalario se ajusta al nivel de renta desde 1995; nuestra factura farmacéutica pública supera en una media de 20 a 30 puntos nuestro nivel de renta desde hace más de 20 años y, en tercer lugar, nuestro gasto sanitario ambulatorio es, desde 1985, inferior en 20-35 puntos a nuestro nivel de renta.
En términos del gasto sobre el PIB, los tres componentes muestran un comportamiento bien distinto y así, el gasto hospitalario público se encuentra en la media europea desde principios de los 90; nuestro gasto público en medicamentos supera en 20-35 puntos el promedio europeo desde 1990 y el gasto público en atención ambulatoria no ha hecho otra cosa que descender respecto a la media europea desde 1985, situándose en cifras entre 25 y 45 puntos inferiores a ella. Ante esta realidad, los articulistas aseveran que los políticos tienen una visión equivocada de lo que debe ser un sistema sanitario efectivo, eficiente, equitativo y humano, y que sin una buena y potente atención primaria es imposible alcanzar este objetivo. Los políticos, según Plataforma 10, se centran más en la enfermedad y su curación que en la salud y la prevención.
Desde la farmacia española venimos afirmando desde hace años que el excesivo gasto en medicamentos no se debe a un uso fraudulento de las recetas, ni a una incitación de los farmacéuticos al consumo de fármacos, ni siquiera a un abusivo consumo por parte de los usuarios, sino a una deficiente política de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, así como a una falta patente de recursos en atención primaria.
Conseguir que la atención primaria fuera de calidad haría posible que la población estuviera bien atendida y que el «gasto» en medicamentos no creciera exponencialmente como mecanismo para paliar esta falta de atención. En consecuencia, los farmacéuticos de oficina de farmacia no nos veríamos siempre en la cuerda floja, utilizados invariablemente como recurso para aplacar ese «déficit sanitario» que nosotros no contribuimos en absoluto a generar, sino todo lo contrario.
