Hemos revisado con gran interés el manuscrito recientemente publicado por Benítez Riesco et al.1 en la revista Cirugía Española. Felicitamos a los autores por el trabajo realizado y su aportación a dar visibilidad a una lesión poco frecuente pero que en ocasiones puede ser devastadora en términos de morbimortalidad2.
La cornada envainada, también conocida como «cornada sobre sano» o «cornada interna», se define como un subtipo de traumatismo taurino penetrante, donde a pesar de mantenerse íntegra la piel, se produce una lesión de las estructuras y tejidos más profundos, pudiendo asociar eventraciones o lesiones vasculares y viscerales de mayor gravedad. Realmente, se trata de una evisceración contenida. Esta peculiaridad de los traumatismos taurinos se debe a las características de la cinemática del embiste del toro y a la alta capacidad elástica de la piel humana, manteniendo su integridad sin soluciones de continuidad (en ocasiones puede asociar leves alteraciones superficiales: equimosis o hematomas)3,4.
En la literatura, son pocos los autores que describen este tipo de traumatismos, y la práctica totalidad son descripciones de casos clínicos aislados2,4–7. Desde el departamento de Cirugía del Hospital General Universitario de Castellón, publicamos nuestra experiencia, realizando la mayor revisión de lesiones por traumatismo taurino registrada hasta la fecha8.
En nuestra serie de 572 pacientes, reportamos una incidencia de cornadas envainadas inferior al 1% (0,7%). Los 4 pacientes afectos (varones, con una edad media de 35 años) presentaban un traumatismo taurino contuso a nivel abdominal con integridad completa de la piel. Todos fueron atendidos en el servicio de Urgencias como pacientes politraumatizados, realizándose tras la evaluación primaria ATLS, una tomografía axial computarizada (TAC) y se intervinieron de manera urgente. En el 75% de los pacientes, se objetivaron lesiones viscerales asociadas (lesión renal, intestinal y mesentérica). Tras el tratamiento quirúrgico específico para cada tipo de lesión, la reparación primaria de la pared abdominal se realizó en la mitad de los casos con la colocación de malla protésica, no objetivando diferencias en cuanto a recidiva posterior o infecciones (0% en ambas técnicas). La estancia hospitalaria media fue de 8 días, ningún paciente permaneció en la unidad de cuidados intensivos, y la tasa de mortalidad fue nula.
Así pues, aunque los traumatismos taurinos son frecuentes en nuestro medio, la incidencia de cornadas envainadas es extremadamente baja. Sin embargo, es de interés conocer y sospechar este tipo de lesiones ante traumatismos contusos a nivel abdominal, realizar una evaluación primaria sistemática y una exploración física exhaustiva, asociando (siempre y cuando la estabilidad del paciente lo permita) un estudio radiológico, preferiblemente TAC, para diagnosticarlas y descartar lesiones intraabdominales asociadas. El tratamiento quirúrgico debe ser urgente y la reparación de la pared abdominal vendrá determinada por el tamaño del defecto, características de los tejidos, estabilidad hemodinámica y nivel de contaminación.




