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Vol. 29. Núm. 7.
Páginas 438-442 (Abril 2002)
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Inmunización: saltos al futuro. Vacunaciones: información, precauciones y técnica
Vaccination: information, precautions and technique
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MA. Mayer, F. Blanco Urzáiz, S. Martín Martín, ML. Morató
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Información vacunal a la población

Los profesionales de la salud tenemos el deber de proporcionar a nuestros pacientes la máxima información posible sobre aquellos diagnósticos, tratamientos y medidas preventivas que se apliquen siempre de una forma prudente y comprensible, así como adaptada a las necesidades de la persona. En el caso concreto de las vacunas, debemos explicar el claro beneficio de su aplicación, siguiendo las recomendaciones establecidas, frente a las reacciones adversas que se pueden presentar. Por otro lado, el paciente tiene el derecho a recibir esta información de forma continua y en cantidad suficiente. Además esta información puede tener un efecto preventivo sobre posibles demandas judiciales1-4.

Por tanto, la información proporcionada se considera fundamental, y podemos recomendar su realización en dos situaciones diferentes:

 

1. En el acto vacunal por parte del profesional sanitario que aplica la vacuna. Durante la visita para la administración de las vacunas debe darse la información que incluya los siguientes aspectos:

­ La enfermedad de la que se pretende realizar prevención con cada vacuna y sus beneficios.

­ Información básica sobre el tipo de vacuna, así como su vía y lugar de administración.

­ Reacciones adversas y contraindicaciones de la vacuna.

­ Orientación sobre las medidas a adoptar ante posibles reacciones adversas (acudir al centro de salud, antitérmicos, etc.).

2. Educación sanitaria. El conocimiento por parte de la población de la utilidad y el beneficio de la vacunación, así como de los calendarios vacunales y su correcta aplicación podría contribuir a mejorar las coberturas vacunales y la decisión espontánea y voluntaria de vacunarse. Esta información puede ser tarea tanto de los profesionales sanitarios desde la atención primaria como desde los centros vacunales y en el ámbito hospitalario, así como de las instituciones sanitarias autonómicas y del Ministerio de Sanidad, a través de folletos informativos, comunicados de radio, sesiones informativas, etc.5,6.

Anamnesis prevacunal

Al igual que en cualquier acto médico, es necesario disponer de la información clínica necesaria del paciente para una correcta decisión por parte de los profesionales de cuál es la actuación más indicada en cada caso; por ello es necesario conocer los siguientes datos7:

1. Determinar cuál es la situación actual de la persona respecto a las vacunas recibidas y adecuarlo a las indicaciones vacunales recomendadas en su autonomía, así como registrar estos datos en la historia clínica y en el carnet vacunal.

2. Determinar la existencia de contraindicaciones de cada persona respecto a las vacunas que se le han de aplicar (antecedentes personales y patológicos, historia de alergia, enfermedades que presenta, tratamiento que está realizando y que pueden interferir a las vacunas, etc.). Las preguntas que constan en la tabla 1 pueden servir de orientación8-10.

 

Deberemos valorar en cada caso y de forma individual cuál es la actuación más correcta teniendo en cuenta las respuestas a las anteriores preguntas, y determinar si debemos retrasar o contraindicar su aplicación y si es necesario aclarar más detenidamente algún otro aspecto que pueda tener influencia en nuestra decisión.

Efectos secundarios:

¿qué hacer y dónde declararlos?

Aun cuando las vacunas son muy seguras, siempre existe el riesgo de reacciones adversas, en general benignas, de escasa transcendencia clínica y siempre muy inferiores a las que puede ocasionar la propia enfermedad11,12. Es importante advertir sobre este riesgo a los que van a ser vacunados o a sus padres, en el caso de los niños, a la vez que sobre las ventajas y habitual inocuidad de las vacunas para mantener su confianza13.

La relación temporal entre la vacunación y el efecto adverso no implica necesariamente una relación causal, debiendo distinguir entre ésta y la que ocurre por azar tras la vacunación. Su relación etiológica es sugerida sobre todo por una prevalencia significativamente mayor de estos trastornos tras la vacunación, respecto a grupos control de las mismas edades y condiciones. El Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (IOM) ha desarrollado criterios estrictos para definir la causalidad entre una reacción adversa y una vacuna14,15.

Es importante conocer las reacciones adversas más frecuentes para su identificación precoz y la adopción de medidas oportunas. En general, se pueden clasificar en16:

Reacciones locales habituales

Sin duda son las más frecuentes, ocurren en las primeras 48 horas y ceden espontáneamente en 1-2 días. Algunos pacientes pueden presentar una reacción local más intensa e inespecífica, sin que ello contraindique la vacunación ni la reducción de dosis. Los antecedentes de reacciones locales a las dosis anteriores de una vacuna pueden prever una reacción a esta dosis siempre que se trate de la misma vacuna. A estos pacientes se les puede prescribir de forma preventiva un antitérmico o antihistamínico antes o inmediatamente después de la vacunación.

Reacciones locales menos frecuentes

Secundarias a técnica deficiente o contaminación del preparado, queloide y reacciones de hipersensibilidad tipo III y IV.

Reacciones sistémicas habituales

No son frecuentes y generalmente tienen un carácter benigno.

Reacciones sistémicas menos frecuentes

Infecciones por el agente vacunal (en raras ocasiones, por vacunas de virus vivos atenuados y en pacientes inmunodeprimidos), reacciones de hipersensibilidad tipo I o anafiláctica (rara, pero la más importante clínicamente y la puede provocar cualquier vacuna parenteral) y trastornos neurológicos, que constituyen el motivo de mayor preocupación sobre la seguridad de las vacunas (convulsiones, encefalopatía, encefalitis, hipotonía, polineuropatía y síndrome del grito persistente). En cuanto a la posible asociación entre la muerte súbita y la vacuna contra la tos ferina, el IOM considera que hay suficiente evidencia científica para rechazar una asociación causal y que la coexistencia de factores personales (entre ellos la edad, puesto que durante la lactancia su incidencia es máxima) o psicosociales, no siempre conocidos, explicarían la posible coincidencia12.

Las afirmaciones de posible causalidad entre un efecto adverso y la vacunación deben evaluarse a fondo. Los profesionales sanitarios implicados en su manejo deben registrar toda reacción adversa en la historia clínica del paciente y en su cartilla de vacunación, así como notificar, como con el resto de los medicamentos, cualquier sospecha de reacción adversa al Sistema Español de Farmacovigilancia mediante una tarjeta amarilla, donde se recoge toda la información necesaria para su análisis. Es importante comunicar:

­ Reacciones graves. Para las vacunas de reciente comercialización (3-5 años) deben comunicarse todas las sospechas de reacciones adversas, independientemente de la gravedad.

­ Reacciones adversas que no se hallen descritas.

­ Reacciones adversas que hayan dado lugar a malformaciones congénitas17.

Precauciones con la inmunización

A la hora de conseguir una mayor efectividad, así como menores efectos adversos con las vacunaciones, es importante tener en cuenta una serie de precauciones en las distintas fases de su manipulación, así como sus posibles interacciones y contraindicaciones. Los modernos medios técnicos posibilitan preparados vacunales cada vez más purificados y específicos y, por tanto, menos reactógenos y mejor tolerados, siempre y cuando se cumplan estrictamente las pautas recomendadas para su aplicación (edad de administración, dosis, intervalos entre ellas y estado de salud previo)18.

Interacciones de preparados vacunales

Hoy día están en auge las asociaciones de varios productos vacunales en una misma jeringa o la administración simultánea de más de una vacuna el mismo día. En general, la mayoría de las vacunas disponibles se pueden administrar de forma simultánea sin que disminuya su eficacia ni aumenten las reacciones adversas. La administración de la vacuna contra la fiebre tifoidea y el cólera no debe hacerse a la vez9.

Los preparados con inmunoglobulinas no se deben administrar simultáneamente con vacunas de virus vivos, excepto con vacunas de la polio oral, fiebre amarilla y fiebre tifoidea Ty2Ia, mientras no existen inconvenientes con vacunas de microorganismos muertos y toxoides. El intervalo entre una vacuna de virus vivos y una posterior Ig es de 2 semanas, y en caso de administrar primero una Ig el intervalo depende del virus y la dosis9,18.

Dentro de las interacciones con antimicrobianos cabe destacar: la vacuna oral de la fiebre tifoidea y el antipalúdico mefloquina (intervalo mínimo de 24 horas), y la disminución de eficacia de la vacuna de la varicela si se administra simultáneamente con aciclovir19.

Contraindicaciones

Uno de los principales motivos por los que las tasas de vacunación son incomprensiblemente bajas es considerar como contraindicaciones situaciones que en realidad no lo son («falsas» contraindicaciones) (tabla 2). Las «verdaderas» contraindicaciones de las vacunas son escasas y aún menor el número de personas a las que son aplicables20 (tabla 3). Por tanto, es conveniente reforzar dicha información, ya que el desconocimiento, o la mala interpretación sobre este tema de gran parte de la población y de muchos profesionales sanitarios, puede retrasar o impedir la vacunación, con el riesgo consiguiente para ese individuo y su comunidad.

Una vacuna está contraindicada cuando el riesgo de complicaciones es mayor que el de presentar la enfermedad contra la que protege, o bien cuando, por la edad o el estado del paciente, se prevé que la respuesta inmunológica será nula o muy pobre.

Por último, parece fundamental difundir unas recomendaciones y formar al personal de enfermería, que es el que, en definitiva, está en íntimo contacto con esta actividad (tabla 4).

Bibliograf¿a
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Use of vaccines and immune globulins for persons with altered immunocompetence (ACIP). MMWR 1993;42:1-18.
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Gobierno vasco. Manual de vacunaciones. Vitoria-Gasteiz: Eusko Jaurlaritza, 1994.
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[15]
Vigilancia epidemiológica de eventos adversos después de la vacunación. En: Campins Martí M, Moraga Llop FA, editores. Vacunas, 1997. Barcelona: Prous Science, 1997; p. 197-207.
[16]
Efectos secundarios de las vacunas. En: Salleras Ll, editor. Vacunaciones preventivas, principios y aplicaciones. Barcelona: Masson, 1998; p. 523-30.
[17]
Guía práctica de vacunaciones 2000. Madrid: Llorens, 2000.
[18]
Vaccine safety and contraindications. En: Peter G, editor. Red book: report of the Committe on Infectious Diseases. 24th ed. Elk Grove Village: 1997; p. 26-36.
[19]
Compatibilidad de vacunas. An Esp Pediatr 1998;49:107-8.
[20]
Contraindicaciones de las vacunas. En: Salleras Ll, editor. Vacunaciones preventivas. Principios y aplicaciones. Barcelona: Masson, 1998; p. 531-41.
[21]
The importance of injecting vaccines into muscle. BMJ 2000;321:1237-8.
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