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Vol. 18. Núm. 8.
Páginas 417-424 (noviembre 1996)
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Conocimientos y actitudes relacionados con la prevención del cáncer en la población atendida en un centro de salud
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MA. Berlanga Gonzáleza, Y. Casado Alonsoa, MD. González Cuadradoa, F. Ibáñez Péreza, JR. Aguirrezabala Jacaa, A. Olaskoaga Arratea, MR. Rebollo Palenciaa
a Centro de Salud de Rekaldeberri. Unidad Docente de Medicina Familiar y Comunitaria de Bizkaia. Bilbao.
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Objetivo. Valorar conocimientos y actitudes sobre factores de riesgo de cáncer y su prevención en la población atendida en un centro de salud.

Diseño. Estudio descriptivo transversal. Muestreo no probabilístico por cuotas. Encuesta mediante cuestionario.

Emplazamiento. Centro de Salud de Rekaldeberri (Bilbao).

Participantes. 400 personas entre 14 y 74 años que acudieron por cualquier motivo durante los meses de junio y julio de 1995.

Mediciones y resultados principales. Opinaron que el cáncer puede prevenirse 276 pacientes (69%). Los cánceres más citados como prevenibles fueron pulmón por los varones y mama por las mujeres. Relacionan cáncer con tabaco 371 individuos (93%), tomar el sol sin protección 372 (93,1%) y el exceso de alcohol 267 (66,8%). Dan a la dieta un papel protector 192 (48%). Consideran posible el diagnóstico precoz 339 (84 %); de ellos un 60,5% citan el cáncer de mama. Conocen la mamografía 222 mujeres (96,7%) y la citología 166 (79,4%). En los grupos de edad en que están indicadas estas técnicas, la primera se la habían realizado 32 mujeres (56,1%), y la segunda, 136 (76%). No fumaban 258 (64,5%), no bebían 230 (57,5%), utilizaban siempre crema protectora 156 (39%), y consumían frutas y/o verduras diaria o casi diariamente 328 (82%).

Conclusiones. La población estudiada tiene un buen conocimiento sobre factores de riesgo de cáncer y su prevención.

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Introducción

La mortalidad por cáncer ha experimentado un claro aumento en las últimas décadas, coincidiendo con una situación de envejecimiento progresivo de la población. La incidencia de cáncer se incrementa a partir de los 50 años, siendo la edad media de diagnóstico inicial los 65 años1.

El cáncer y los accidentes son las principales causas de muerte prematura (menores de 75 años) en la Unión Europea según datos publicados en 19941.

En la Comunidad Autónoma Vasca los tumores son la segunda causa de muerte (la primera en la edad media de la vida) y son además la primera causa de años potenciales de vida perdidos en las mujeres y la segunda en los varones2.

Los datos disponibles actualmente, referidos a Europa ­según los cuales el 30% de las muertes por cáncer son debidas al tabaco, un 3-10% están causadas por el consumo excesivo de alcohol y un 30% se relacionan con la alimentación­ ponen de manifiesto que alrededor de un 70% de las muertes por cáncer están directamente relacionadas con nuestros hábitos de vida y son, por tanto, potencialmente evitables1,3-7.

Dada la elevada morbimortalidad, el coste sociosanitario y la gran preocupación social que el cáncer representa, éste ha sido una de las principales prioridades de los profesionales sanitarios1,8.

Por esto, el Consejo Europeo, en 1985, decidió crear el Programa Europeo de Lucha contra el Cáncer. Se constituyó un Comité de Expertos de los diferentes países de la Unión Europea y se elaboró un programa que pasó a llamarse «Europa contra el Cáncer». En él establece un objetivo concreto y prioritario: un 15% menos de víctimas en el año 2000. Se aprobó que dicho programa contemplara: prevención del cáncer, información y educación sanitaria de la población, formación del personal sanitario e investigación básica y clínica. De los cuatro capítulos, se dio prioridad a la prevención. Una de las acciones concretas del Programa consiste en aumentar la eficacia en la difusión de los mensajes de prevención del cáncer, evaluar las acciones llevadas a cabo en este ámbito, así como promover las prácticas más adecuadas encaminadas a la prevención. Un hecho destacado fue la aprobación en 1987 del Código Europeo contra el Cáncer que consta de tres apartados, uno con recomendaciones en relación con los cánceres que pueden evitarse, otro con orientaciones generales de promoción de la salud y un tercero con una serie de normas para facilitar la detección precoz3 (tabla 1).

En una resolución de mayo del 1993 el Consejo Europeo aprobó un tercer plan de acción continuando en la misma línea de actuación, que contribuiría a la divulgación de la información existente sobre las causas del cáncer y su prevención1, apoyándose en agentes esenciales como son las asociaciones y ligas contra el cáncer y los médicos de familia5.

En un ámbito más próximo, el Plan de Salud del País Vasco de 1994 también establece como principal línea de actuación el desarrollo de medidas de prevención primaria, haciendo hincapié en la información dirigida a la población general sobre factores de riesgo2.

Una de las vías para lograr una mayor difusión de los programas de prevención y promoción de la salud, es a través de la atención primaria, ya que el 95% de la población consulta a su médico de familia en alguna ocasión en un plazo de 5 años9, ámbito en el cual también deben ponerse en marcha programas de evaluación que permitan conocer el grado de cumplimiento de las distintas recomendaciones por parte de la población.

Antes de la puesta en marcha de cualquiera de estas acciones y con el fin de una mejor planificación en el centro en relación con este problema, hemos planteado este estudio, cuyo objetivo es valorar el grado de conocimiento y actitudes de la población atendida en nuestro centro de salud sobre los factores de riesgo de cáncer y su prevención.

Material y métodos

Este estudio, de tipo descriptivo transversal, se desarrolló en el Centro de Salud de Rekaldeberri (Bilbao), que atiende a una población de 25.560 habitantes (según el registro de la Tarjeta Individual Sanitaria), con un nivel socioeconómico y cultural medio-bajo.

La población de estudio estaba constituida por los pacientes entre 14 y 74 años de edad que acudían a las consultas de demanda de 9 cupos de medicina general del centro de salud. Se adoptó un método de muestreo no probabilístico por cuotas, constando la muestra de 400 pacientes y manteniendo para las cuotas las proporciones de edad y sexo de la población de Rekaldeberri en 1993 (tabla 2). Se excluyeron del estudio aquellos pacientes que padecían cáncer o presentaban una incapacidad mental evidente.

Se realizó una encuesta con un cuestionario elaborado por los autores del estudio, el cual constaba de 28 preguntas cerradas y semicerradas e incluía tres apartados: conocimientos sobre la prevención del cáncer, conocimientos y prácticas de diagnóstico precoz y hábitos de vida. Se incluyeron algunas preguntas sobre otros factores de riesgo no relacionados con el cáncer para intentar romper la tendencia en la respuesta y buscar ideas confusas. Tras someter el cuestionario a la crítica del resto del equipo, se realizó un estudio piloto con 20 personas con el fin de valorar la comprensión de las preguntas e introducir las modificaciones oportunas. No se incluyeron en el estudio los resultados de dichas encuestas. Actuaron como encuestadores el médico o el ATS. El período de recogida de datos abarcó desde junio a julio de 1995. Se seleccionaron los pacientes mediante un método preestablecido: se realizaron dos encuestas diarias, seleccionando el quinto y el décimo pacientes que aparecían en la lista de demanda, siempre que no presentaran criterios de exclusión, fueran pacientes ya encuestados o tuvieran sexo y edad de cuotas ya completadas; en estos casos se escogía el siguiente de la lista. Las encuestas se realizaron en la propia consulta tras resolver el motivo de la visita. Al finalizar, se entregaba al paciente un folleto resumen del Código Europeo contra el Cáncer, puesto a nuestra disposición por la Junta Provincial de Bizkaia de la Asociación Española contra el Cáncer.

Para valorar las respuestas dadas por los encuestados a las preguntas semicerradas sobre cánceres prevenibles y cánceres relacionados con cada factor de riesgo, nos hemos remitido a diferentes tratados de medicina interna y al Informe del US Preventive Services Task Force 198910.

Para cuantificar el consumo de alcohol hemos utilizado como unidad de medida el Drink, que equivale a 8 g de alcohol al 100%, siguiendo los criterios del Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud (PAPPS)11.

Análisis de los datos

Análisis descriptivo. Para las variables cualitativas se realizó el recuento y la expresión porcentual. La distribución de las variables cuantitativas se estudió mediante medidas de tendencia central (media) y de dispersión (desviación estándar).

 

Estudio analítico. Para la comparación de medias se empleó el test de la t de Student-Fisher; para la comparación de proporciones, el test de ji al cuadrado, y se expresó en términos de odds ratio y su intervalo de confianza. Para el análisis de los datos se ha empleado el programa informático Epi-Info.

Resultados

Del total de 400 personas seleccionadas por el método descrito, una rechazó participar en el estudio, y fue sustituida por otra.

En relación con la creencia de si algún tipo de cáncer puede prevenirse, 276 (69%) respondieron afirmativamente, 60 (15%) negativamente y 65 (16%) no contestaron. Los tipos de cáncer más citados (tabla 3) fueron el de mama (39,1%) y el de pulmón (30,4%).

Los varones mencionaron el cáncer de pulmón con más frecuencia que las mujeres (OR=2,42 [1,41-4,16]); éstas, por su parte, citaron el cáncer de mama en más ocasiones que los varones (OR=2,97 [1,7-5,1]).

En relación con el pronóstico de la enfermedad, a la pregunta «¿Cree usted que si a una persona le detectan un cáncer se muere pronto?», 20 personas (5%) respondieron afirmativamente, mientras que 352 (88%) opinaron que no necesariamente. No respondieron o no supieron qué contestar 28 personas (7%).

Creencias sobre factores de riesgo

En relación con las creencias sobre el riesgo de determinadas exposiciones, 371 individuos (93%) afirmaron creer que el tabaco puede producir cáncer, 14 (3,5%) lo negaron y el resto no lo sabía. Los tipos de cáncer asociados al tabaco por los encuestados (tabla 4) con mayor frecuencia fueron el de pulmón (75,5%) y el de laringe (51,1%).

A la pregunta de si tener mucho colesterol» puede producir cáncer, 34 individuos (8,5%) afirmaron creer que sí, 153 (38,2%) opinaron que no tiene relación y 213 (53:3%) lo desconocían.

Tomar el sol sin protección puede favorecer la aparición de cáncer en opinión de 372 encuestados (93%), frente a doce (3%) que opinaron lo contrario. El resto no lo sabían. Un total de 348 (93,5%) sugirieron el cáncer de piel como tipo de cáncer asociado con la exposición al sol.

La falta de ejercicio puede producir cáncer en opinión de 32 individuos (8%), mientras que 250 personas (62,5%) opinaban lo contrario y el resto no sabía qué responder.

En respuesta a la pregunta de si algún tipo de alimento puede proteger frente al cáncer, 192 personas (48%) respondieron afirmativamente, 56 (14%) negativamente y 152 (38%) no supieron qué responder. Los tipos de alimento que según los encuestados pueden proteger frente al cáncer son mayoritariamente verduras y frutas (tabla 5). De los individuos que han conferido a la dieta un papel protector, 157 (81,7%) citaron uno o más de los alimentos considerados científicamente protectores frente al cáncer.

El exceso de alcohol puede producir algún tipo de cáncer en opinión de 267 encuestados (66,8%), 50 (12,5%) no lo creen así y 83 (20,7%) lo desconocen. Los tipos de cáncer que asociaron al alcohol se citan en la tabla 6. Destaca por su frecuencia el cáncer de hígado (65,2%).

Hemos estudiado la posible influencia de la edad y el sexo en estas creencias y hemos encontrado las relaciones siguientes. Los individuos que conocen la relación entre tabaco y cáncer de pulmón son más jóvenes (media: 40 años, DT: 17) que los que no creen en ella (media: 46 años, DT: 17; p=0,004). Los individuos que asocian alcohol y cáncer son mayores (media: 44 años, DT: 17) que los que no creen en esta relación (media: 38, DT: 16; p=0,02). Las personas que asocian sol y cáncer de piel son más jóvenes (media: 40 años, DT: 17) que las que no lo hacen (media: 55 años, DT: 15; p=0,0002). En ninguno de los casos citados se demostró relación con el sexo.

Encontramos que 130 encuestados (32,5%) relacionan la totalidad de los factores de riesgo estudiados (sol, tabaco, alcohol y alimentos) con la producción de cáncer, sin que existan diferencias de edad o sexo con el resto de la muestra.

Prevención secundaria

Respecto a la pregunta «¿Existe alguna forma de detectar un cáncer cuando todavía es muy pequeño?», 339 (84,7%) contestaron que sí es posible, doce (3%) respondieron que no y 49 (12,3%) no supieron qué contestar. Los cánceres que según los pacientes pueden detectarse precozmente se exponen en la tabla 7; de ellos un 60,5% citan el cáncer de mama.

En cuanto a las preguntas que se refieren al ámbito ginecológico encontramos que, de todas las mujeres entrevistadas, 222 (96,7%) habían oído hablar alguna vez de la mamografía. Cuatro mujeres no habían oído hablar nunca de citología ni de mamografía. De las 57 mujeres que en el momento de la entrevista tenían entre 50 y 65 años, 32 (56,1%) afirmaron haberse hecho alguna mamografía (27 de ellas periódicamente) frente a 25 (43,9%) que nunca se la habían hecho. Las mujeres que afirmaron conocer la existencia de la citología vaginal sumaron un total de 166 (79,4%). En la muestra había 179 mujeres con menos de 65 años, de las cuales 136 (76%) declararon haberse hecho alguna revisión ginecológica. De éstas, 108 (79,4%) afirmaron hacérselas periódicamente. La creencia de que algún tipo de cáncer puede prevenirse no se asoció en nuestras pacientes al hecho de haberse realizado mamografías o citologías, ni al de haber oído hablar de ellas.

Hábitos

Del total de individuos encuestados, 258 (64,5%) declararon no fumar, mientras que 142 (35,5%) eran fumadores en el momento de la entrevista, siendo más frecuente el hábito entre los jóvenes y entre los varones. Los fumadores sugirieron la relación entre tabaco y cáncer de pulmón con mayor frecuencia que los no fumadores (OR=2,4 [1,4-4,3]).

A la pregunta «¿Consume usted bebidas que contengan alcohol?» más de la mitad de los encuestados, 230 (57,5%) niegan hacerlo, frente a 170 (42,5%) que declaran consumirlas, siendo la mayoría de éstos bebedores leves-moderados y preferentemente varones.

En relación con la pregunta «¿Suele utilizar alguna crema protectora cuando está al sol?», 156 (39%) respondieron que lo hacían siempre, 122 (30,5%) dijeron que la utilizan algunas veces, y 122 (30,5%), nunca. La utilización de crema solar es más frecuente entre los individuos que asocian sol y cáncer de piel que entre los que no lo hacen (OR=5,14 [1,95-13,96]).

La mayoría de los encuestados, 328 (82%), consumen frutas o verduras con una frecuencia diaria o casi diaria (4-7 días/semana), mientras que 58 (14,5%) lo hacen de forma ocasional; 14 (3,5%) refieren pasar alguna semana sin consumir estos alimentos.

Existe una relación próxima a la significación estadística (p=0,08) entre el hecho de consumir frutas o verduras regularmente (4-7 días/ semana) y el pensar que hay alimentos que protegen frente al cáncer.

Discusión

Este trabajo recoge los conocimientos y los hábitos sobre la prevención del cáncer en la población atendida en nuestro centro de salud. Los datos que presentamos se refieren a la población demandante, de donde se ha extraído la muestra. Se estima que alrededor de un 95% de la población asignada consulta en el centro de salud, por lo que podemos afirmar que son extrapolables a la población adscrita. Una amenaza a la validez del estudio deriva del tipo de muestreo, no probabilístico, aunque consideramos que el criterio de selección adoptado ha podido reducir al máximo el sesgo. Tampoco creemos que el período de recogida de datos influya sobre la representatividad de la muestra, debido a que la demanda media de esos meses, según el registro del centro de salud, no difiere de la del resto del año.

Hemos encontrado dificultades a la hora de comparar nuestros resultados con otros estudios al ser muy escasos los trabajos publicados sobre el tema o por no referirse a poblaciones comparables12-15.

El porcentaje de encuestados que cree que el cáncer puede prevenirse (69%) se asemeja al de la población general europea (67%), según datos extraídos del Eurobarómetro de la primavera de 199516, lo que puede ser reflejo de la difusión de información sobre el tema a través de los medios de comunicación. Se encuentran porcentajes más bajos en el estudio de Bostick et al realizado en EE.UU., donde sólo un 45% cree en la posibilidad de prevención14. Llama la atención la elevada frecuencia con que se citan como prevenibles tanto el cáncer de mama como el de pulmón, destacando cómo los varones, más susceptibles de padecer cáncer de pulmón, mencionan éste con más frecuencia, mientras que las mujeres citan más el cáncer de mama.

En el apartado de conocimientos sobre factores de riesgo, la relación entre tabaco y cáncer es identificada por un porcentaje elevado (93%), similar al de la población europea (94%)16. Es superior al encontrado en un trabajo de Cotugna et al (88,1%)15, que recoge datos del National Health Interview Survey (NHIS, 1987), y al del otro estudio norteamericano antes citado (80,2%)14.

En cuanto a la relación entre exposición al sol y cáncer, la proporción (93%) es algo superior a la de la población europea (88%), a la de otro estudio realizado en Guadalajara (81,4%)17 y a la del artículo de Cotugna (75,3%)15. Destaca que en el otro estudio americano sólo un 14% creía en esa relación14. En el caso del alcohol, su relación con el cáncer es referida tanto en nuestro estudio como en el europeo con menores frecuencias (66,8% y 60%, respectivamente), inferiores ambas a la observada en otro estudio realizado en nuestro país (75,9%)17, aunque superiores comparadas con los resultados del NHIS de 1987 (40,5%)15 y del estudio de Bostick et al (10,6%)14. En nuestro estudio se contempla más que en el europeo la dieta como factor protector frente al cáncer (48% y 21%, respectivamente), quizás debido a que últimamente en nuestro país se ha hecho hincapié en la llamada «dieta mediterránea», forma de alimentación establecida tradicionalmente en nuestro ámbito. La relación entre dieta y cáncer, con la excepción del efecto protector de frutas y verduras, está mal definida y, en algunos casos, la información es contradictoria. Por eso está ya en marcha el más amplio y detallado estudio sobre dieta y cáncer (The European Prospective Investigation of Cancer: EPIC), que incluye a la población española y cuyos resultados no se conocerán hasta dentro de al menos 10 años para evaluar resultados7,18. Por sus implicaciones en la prevención del cáncer y de otros problemas de salud, así como la escasa atención recibida hasta ahora, la formación en nutrición de los profesionales de atención primaria es un área de las más importantes para desarrollar en los programas de formación continuada19.

En nuestro estudio un 8% de los encuestados contestó que la falta de ejercicio físico podía producir cáncer y en el europeo un 36% identificó la falta de ejercicio como factor de riesgo de cáncer; estas diferencias son llamativas y pensamos que pueden ser atribuidas a la mayor promoción en otros países europeos del ejercicio físico como hábito de vida saludable.

Destaca que más del 60% de los encuestados no supieran qué contestar o dieran una respuesta afirmativa a la pregunta sobre si tener mucho colesterol puede producir cáncer. Esto puede explicarse porque al ser la hipercolesterolemia un factor perjudicial para la salud, con una amplia difusión en los medios de comunicación, el paciente puede relacionarlo con un posible efecto cancerígeno y, por otro lado, al ser incluido en el estudio junto a otros factores de riesgo puede inducir una respuesta que se cree la esperada.

En el estudio europeo16, el tabaco ha sido identificado más frecuentemente como factor de riesgo de cáncer por la población más joven, disminuyendo el grado de conocimiento a medida que aumenta la edad; en nuestro estudio no encontramos esta relación, apareciendo dos intervalos de edad (15-29 años y 44-65 años) que relacionan con mayor frecuencia tabaco y cáncer que el resto, sin que encontremos ninguna explicación a este hecho.

Hemos constatado que los individuos que relacionan los distintos factores de riesgo con el cáncer, a excepción del alcohol, son de menor edad que los que no lo hacen. Pensamos que esto puede ser debido, no tanto a la edad como al nivel de escolarización, en nuestro medio inferior en los mayores. Esta opinión es compartida por otros autores15,16.

Además de la prevención, el otro aspecto fundamental en el abordaje del cáncer es la detección precoz. Nos parece destacable el alto porcentaje de respuestas afirmativas a la posibilidad de detección precoz (84,7%). Una inmensa mayoría cita el cáncer de mama. Resulta también llamativo el alto número de mujeres (96,7%) que han oído hablar de la mamografía, muy superior al de las mujeres españolas (80%) y al del conjunto de las europeas (77%)16. En nuestra comunidad este porcentaje es del 85% según datos de la Encuesta de Salud de la Comunidad Autónoma Vasca de 1992 (ESCAV-92)20. Nuestra hipótesis al respecto es que las mujeres de nuestro centro de salud se beneficiaron de una iniciativa local propuesta por la dirección del centro y compartida y consensuada con el servicio de radiología del hospital de referencia (Hospital de Basurto), para iniciar la realización de mamografías como método de detección a las mujeres del intervalo de edad preestablecido que acudían a las consultas de ginecología y cirugía. Entre las mujeres de nuestro estudio, la mamografía es más conocida que la citología. Refiriéndonos a los 2 grupos de edad en que cada una de estas exploraciones está indicada, encontramos que hay más mujeres que se han realizado revisiones ginecológicas que mamografías. Hay que tener en cuenta que en la encuesta interrogamos sobre la realización de revisiones ginecológicas y no específicamente sobre citologías, en un intento de no perder a aquellas mujeres que habiéndosela realizado, no lo supieran por desconocimiento del término. La diferencia en la frecuencia de la realización de ambas exploraciones podríamos explicarla porque la citología forma parte de una revisión ginecológica rutinaria, mientras que hasta ahora no ha habido un programa de detección precoz del cáncer de mama para la población femenina.

Podría pensarse que el conocimiento o el haberse realizado alguna mamografía o citología, iría acompañado de la creencia de que el cáncer puede prevenirse; no obstante, al igual que en el estudio europeo, no hemos constatado esta relación. Esto puede tener como explicación, por un lado, no considerar la detección precoz como un método de prevención y, por otro, la existencia de un miedo frente a la enfermedad y desconfianza de la efectividad del diagnóstico precoz como paso previo a la curación.

Resulta de particular interés la comparación cruzada del hábito de fumar con la creencia de la relación entre tabaco y cáncer de pulmón, resultando llamativo que sean los fumadores los que con más frecuencia sugieren dicha relación. Parece evidente que el estar informado no es suficiente para modificar el hábito, incluso entre los propios profesionales de la salud13,21. La presión que induce al consumo es probablemente superior a la de las campañas en su contra y utiliza técnicas y recursos más sofisticados.

En cuanto al uso de crema solar y el consumo de frutas y verduras de forma regular, sí existe relación positiva entre conocimientos y actitudes. El consumo de frutas y/o verduras diario o casi diario (82%) es, a nuestro entender, bastante elevado, aunque hemos encontrado cifras superiores (97%) en otro estudio consultado17.

Destacamos un probable sesgo de información en lo relativo al consumo de bebidas que contienen alcohol; creemos que el porcentaje de bebedores es mayor que el obtenido en nuestra encuesta (42,5%), ya que habría bebedores ocasionales y/o de pequeñas cantidades de alcohol que se incluirían en la categoría de leves-moderados y que niegan su consumo. Este supuesto está apoyado por los datos recogidos en la ESCAV-92 donde el total de los bebedores supone un 76%, siendo los bebedores ocasionales y moderados un 61% del total20.

Podemos concluir que la población estudiada tiene un buen conocimiento sobre los factores de riesgo del cáncer y su prevención, aunque aún hay un pequeño porcentaje de ella que tiene ideas erróneas. Presentan una visión optimista sobre la posibilidad de prevención y del pronóstico a corto y medio plazo. En general, tienen hábitos saludables, como podemos ver por la elevada frecuencia de exploraciones ginecológicas realizadas, el alto consumo de frutas y/o verduras, etc., si bien llama la atención la discordancia existente entre algunos conocimientos y actitudes.

No cabe duda de que los medios de comunicación son una de las fuentes prioritarias de obtención de información sobre el cáncer por parte de la población. En las campañas dirigidas a la población general, en las mejores condiciones, el 15% del público recibe el mensaje transmitido en el primer año, el 30% en el segundo y un 60% en el tercero3. El papel de dichos medios en la difusión de información es altamente positivo, sobre todo por la influencia de ciertos mensajes sobre hábitos saludables en la población más joven, que en general se acerca poco al medio sanitario. Sin embargo, en ocasiones la información emitida es confusa e incluso contradictoria, pudiendo crear en la población gran ansiedad, falsas expectativas e incluso conceptos erróneos.

Han de adoptarse otras medidas que promuevan cambios en los estilos de vida de la población; algunas de estas medidas pasan por la escuela, que tiene un enorme potencial para el desarrollo de conocimientos, actitudes y hábitos favorables para el cuidado de la salud6,14,22. Otras medidas pasan por la atención primaria, cuyo papel es fundamental para llevar a cabo una educación sanitaria de la población. Esto se ve reforzado por un reciente estudio que concluye que la fuente preferida de obtención de información sobre el cáncer es el profesional sanitario23. No obstante, existen diferentes barreras para el desarrollo de actividades preventivas desde la atención primaria ampliamente descritas en diversos estudios: falta de tiempo, falta de feed-back positivo, etc.24-27. Han de idearse nuevas estrategias, como son: adoptar protocolos de prevención, formar a los profesionales en las estrategias de probado valor en prevención y los conocimientos técnicos para desarrollarlas, seducir al paciente para implicarle en su propia salud e institucionalizar la prevención, dedicando tiempo y recursos para la práctica preventiva19,25,26,28,29. En definitiva, el mayor reto para la prevención del cáncer en la atención primaria es persuadir a la población para que adopte estilos de vida saludables30,31, por ejemplo promoviendo actividades preventivas, como de hecho ya se viene realizando en algunos centros con la incorporación al PAPPS27,32 impulsado por la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFyC).

Agradecimientos

Queremos mostrar nuestro agradecimiento al personal médico y de enfermería del Centro de Salud de Rekaldeberri que nos ha ayudado en la recopilación de datos, así como en la revisión crítica del estudio.

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