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Vol. 24. Núm. 10.
Páginas 589-593 (Diciembre 1999)
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Conocimiento y aplicación de las normativas sobre tabaquismo en centros de enseñanza secundaria
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M. Ballestína, N. Boschb, M. Nebota
a Servei de Promoció de la Salut. Institut Municipal de la Salut. Barcelona.
b Institut de Salut Pública de Catalunya.
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Objetivos. A pesar del creciente desarrollo normativo limitando la publicidad, venta y consumo de tabaco en centros públicos, existen algunas evidencias de que la legislación se incumple con elevada frecuencia. En el presente estudio se aborda el grado de conocimiento y aplicación de la normativa en los centros de enseñanza secundaria.

Diseño. Estudio transversal, observacional. Se realizó una encuesta telefónica.

Participantes. Muestra de directores o jefes de estudios de 100 centros de enseñanza secundaria de Barcelona.

Mediciones. En el cuestionario se abordaban el conocimiento de la ley, la señalización sobre el tabaco y la permisividad hacia su consumo por parte de alumnos y profesores.

Resultados principales. La existencia de la ley es conocida por virtualmente todos los directores (98,8%), pero únicamente en el 74,4% de los casos existe señalización específica. El consumo de tabaco por parte de los profesores es permitido en las salas de profesores en un 61,6% de casos. En los espacios comunes como el patio, un 4,7% de los centros declara que se permite fumar a los profesores, mientras que un 18,6% permite fumar a los alumnos. La permisividad es mayor en los centros públicos que en los privados o concertados.

Conclusiones. Los centros de enseñanza secundaria conocen la normativa y en general limitan el consumo público de tabaco en los centros. Sin embargo, algunos aspectos como la señalización, el consumo en espacios comunes y en general el tabaquismo de los profesores deberían ser objeto de intervenciones específicas.

Palabras clave:
Tabaquismo
Escuelas
Legislación
Encuesta
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Introducción

Aunque hoy día nadie pone en duda que el tabaquismo constituye en los países industrializados la primera causa prevenible de muerte prematura, invalidez y enfermedad1, la persistencia masiva del hábito2 y la dificultad en conseguir la restricción de su consumo en lugares públicos3 muestran su enorme poder adictivo4. Pese al aumento de abandonos precoces observado en nuestro medio, especialmente entre los varones de nivel socioeconómico medio y alto5, difícilmente puede esperarse un cambio radical en la situación si no se consigue frenar la incorporación de jóvenes al hábito tabáquico. Entre las estrategias dirigidas a alcanzar este objetivo se encuentra, junto a los programas educativos explícitos, integrados en el currículo o mediante programas específicos, lo que se conoce como el «currículo oculto»6,7. En este sentido, se ha destacado que los mensajes no explícitos que se transmiten a los escolares en relación con el tabaquismo (como el consumo de tabaco en los centros por parte del personal o la permisividad hacia el consumo por parte de los alumnos o de otros adultos) tienen potencialmente un enorme impacto en la formación de opinión de los alumnos7. Desde esta perspectiva, la Organización Mundial de la Salud ha recomendado el establecimiento y vigilancia de las normativas sobre el tabaquismo en las escuelas, como uno de los ámbitos privilegiados en el desarrollo y formación de los jóvenes8.

En nuestro medio se han desarrollado en los últimos años, tanto en el ámbito estatal como en algunas comunidades autónomas, diversas normativas legales que en general evitan la exposición involuntaria al humo de tabaco y restringen su publicidad y venta en determinados espacios, entre los que se encuentran los centros sanitarios, educativos y deportivos, entre otros9. Sin embargo, existen pocos estudios que hayan explorado el grado de sensibilización y aplicación de las normativas vigentes. En el medio escolar, un estudio realizado durante el curso 1990-1991 en las escuelas primarias demostró que una proporción elevada (88,8%) abordaban el tabaquismo en su normativa interna, aunque la proporción de centros en los que existía una clara delimitación de responsabilidad para el seguimiento de su cumplimiento era menor (66,3%), y sólo una minoría de centros (9,2%) disponía de señalización explícita al respecto10. En los centros de enseñanza secundaria un estudio previo demostró una situación preocupante, dado que en dos tercios de los centros (67%) se permite fumar a los profesores en las salas de profesores, en un 26,4% se permite fumar a los profesores en los patios y en un 34,1% se permite fumar a los alumnos en este espacio11. Con la finalidad de obtener datos relativos a la situación en los centros de enseñanza secundaria, en los primeros años de aplicación de la LOGSE, se ha diseñado el presente estudio, que tiene como objetivo determinar el grado de conocimiento y aplicación de las normativas relativas al consumo de tabaco en estos centros.

Métodos

Para la realización del estudio se seleccionaron al azar 100 centros educativos entre los 320 que el curso 1996-1997 impartían algún tipo de enseñanza secundaria en la ciudad de Barcelona. El tamaño muestral fue determinado por las cargas estimadas de trabajo y teniendo en cuenta el tamaño relativamente pequeño del universo de estudio (total de centros), del que la muestra representaba una fracción de muestreo del 31,2%. Se realizó un muestreo aleatorio y estratificado, utilizando como variables de estratificación el tipo de centro (público, concertado o privado) y la modalidad de estudios (ESO y bachillerato o formación profesional). La recogida de datos se hizo mediante un cuestionario telefónico estructurado, con preguntas cerradas de respuesta dicotómica o de elección múltiple. La encuesta era realizada por alumnos del Instituto de Salud Pública, bajo la supervisión directa de los investigadores responsables del estudio y debía ser contestada por el director o jefe de estudios del centro.

El cuestionario incluía preguntas relativas al conocimiento y aplicación de las normas vigentes sobre tabaco, existencia de señalización, regulación de zonas para fumadores y percepción por parte del informante sobre tendencias de consumo de tabaco en el centro. Previamente al inicio del trabajo de campo se realizó una prueba piloto en 8 centros de las mismas características que las de la muestra, pero que no formaban parte de la misma, para identificar problemas de comprensión y realizar las modificaciones oportunas. Se confeccionó un guión estructurado con la doble finalidad de minimizar el sesgo atribuible al encuestador y facilitar el mayor número de respuestas posible.

Resultados

De los 100 centros seleccionados, 4 habían dejado de ofrecer enseñanza secundaria debido a la reforma del sistema educativo o habían cerrado completamente; 2 centros se negaron a responder, y en 8 casos no se obtuvo respuesta al cuestionario después de varios intentos. Entre las 86 respuestas válidas, prácticamente todos los centros consultados (98,8%) declararon conocer la legislación vigente, y una gran mayoría (91,9%) manifiesta tener normativas explícitamente referidas al consumo de tabaco en los centros, aunque únicamente dos tercios prevén algún tipo de medida disciplinaria en caso de incumplimiento de estas normas (tabla 1). En relación a la señalización, casi tres cuartas partes de las respuestas (74,4%) declaran tener señalización acerca de la prohibición de fumar, mientras que únicamente un 11,9% tiene señalizadas las áreas para fumadores, y un 79,1% permite fumar en algunas zonas. La autorización explícita para fumar es reconocida en una proporción mayor de centros de bachillerato, diferencia estadísticamente significativa.

En la tabla 2 se muestran las zonas donde se permite fumar a los profesores, según el tipo de centro. La mayoría de centros admiten el consumo de tabaco en las salas de profesores (61,6%), mientras que es muy baja la proporción de centros donde se permite fumar a los profesores en zonas de uso común, como patio (4,7%), pasillos (3,5%) o cafetería (7%). La proporción de centros públicos que permiten fumar en pasillos y departamentos es estadísticamente superior a la de los centros privados y concertados.

Las áreas donde se permite el consumo de tabaco a los alumnos se describen en la tabla 3. Un 52,2% de centros públicos declara que les permiten fumar en el patio, y el 26,1% de los mismos centros indica que permiten fumar en la cafetería, proporciones significativamente superiores a las observadas en los centros privados y concertados.

Con relación a la situación en 1994 (fig. 1), se observa una importante disminución en la proporción de centros que declaran permitir fumar en el patio, proporción que pasa del 30,9 al 18,6% para los alumnos y del 23,7 al 4,7% para los profesores, siendo esta última diferencia estadísticamente significativa.

Discusión

Los resultados del estudio muestran, en consonancia con estudios anteriores realizados en el ámbito de la enseñanza primaria10, que la práctica totalidad de los centros declara conocer los aspectos legales relativos al consumo de tabaco en centros de enseñanza, lo que no se traduce en la práctica en una vigilancia activa de su cumplimiento, especialmente en algunos aspectos como la señalización o la restricción del consumo en el interior de los centros. En algunos aspectos la situación parece haber mejorado en el período 1994-1997, coincidiendo con la puesta en marcha de la reforma del sistema educativo, lo que podría implicar una mayor sensibilización y un cierto esfuerzo de adaptación a la nueva situación por parte de los centros docentes.

Entre las limitaciones del estudio hay que destacar, entre las amenazas a la validez interna, el potencial sesgo de información, al tratarse de una encuesta telefónica, en la que los directores de los centros podrían infravalorar los problemas existentes. Sin poder descartar este sesgo, hay que señalar que en una encuesta anterior realizada en centros educativos se encontró una elevada correspondencia entre la situación declarada y los hallazgos de observadores externos10. En todo caso, aun en el caso de un sesgo de información sistemático, no hay razones para suponer que se trate de un sesgo que haya variado en este período, por lo que parece razonable suponer que la encuesta permitiría estimar la evolución temporal de los indicadores estudiados. En relación con la validez externa del estudio, no tenemos razones para pensar que la situación pueda ser muy diferente en otras localidades o comunidades autónomas, aunque esto debería ser confirmado o descartado por otros estudios.

La elección del cuestionario telefónico como método de recogida de los datos se debe fundamentalmente a su simplicidad y bajo coste, lo que lo convierte en una técnica habitual en investigación, en marketing y para evaluar políticas12,13. La fiabilidad de los datos obtenidos por este sistema es razonablemente elevada, especialmente cuando no se pregunta por temas sensibles y la encuesta es realizada por una institución fiable13. Para la elección del instrumento se valoró además la relativa facilidad y bajo coste respecto a otras formas de recogida de datos, el poder recoger la información en un espacio corto de tiempo, la obtención de un mayor número de respuestas respecto a los cuestionarios enviados por correo y la disponibilidad de una persona entrenada en este tipo de técnica.

La situación descrita es básicamente similar a la observada en una muestra de centros de enseñanza primaria en 1992, en los que un 98% de los directores declaraba conocer la legislación, pero sólo un 58% de los centros manifestaba vigilar activamente el cumplimiento de la ley. Sin embargo, en los centros de enseñanza primaria no se detecta la permisividad en relación al consumo de tabaco en el centro que se ha observado en los centros de secundaria, diferencia que también ha sido descrita en otros países como Estados Unidos, donde las normativas de control del tabaquismo son en general más restrictivas14. Parece razonable que en los centros de enseñanza primaria el control sea mucho más estricto, lo que también explicaría las diferencias entre 1994 y 1997, período en el que, con la introducción de la reforma de la enseñanza, el inicio de la educación secundaria se ha adelantado en 2 años. Ante el riesgo de que con este cambio los adolescentes puedan verse influidos más precozmente por normas de comportamiento de riesgo, parece al menos esperanzador que el cambio suscite una mayor vigilancia en los centros para evitar el inicio precoz de comportamientos como el tabaquismo.

En cualquier caso, la situación parece ser mucho mejor que en el conjunto de espacios públicos, ya que en un estudio anterior realizado en Sabadell se observaron signos directos del consumo de tabaco en un 61,5% de los espacios públicos en los que la ley establece la prohibición de fumar15. En otro estudio realizado por la Organización de Consumidores en una muestra de 131 espacios públicos en el País Vasco, Navarra y Cantabria, se pudo constatar consumo de tabaco en la casi totalidad de ellos, incluyendo gasolineras y autobuses urbanos3. En general, el incumplimiento era más frecuente entre usuarios que entre el personal, y en ambos estudios tanto la señalización como el cumplimiento de las normativas eran más frecuentes en los centros sanitarios que en el conjunto de los espacios visitados. En todo caso, la situación actual continúa siendo preocupante, y debería ser objeto de intervenciones específicas, ya que se ha demostrado que las medidas activas de sensibilización y vigilancia del cumplimiento de las normativas estimulan avances en esta dirección7,16,17. En nuestro medio, y en el ámbito de los centros de enseñanza, algunas lagunas importantes deberían ser abordadas en el futuro (señalización, vigilancia activa del cumplimiento de la ley, consumo de tabaco en espacios de uso común), si esperamos avanzar en el control del tabaquismo en este ámbito.

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