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Vol. 34. Núm. 1.
Páginas 13-14 (Junio 2004)
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Comentario: Algo se está moviendo
Commentary: Something is moving
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R. Altisenta
a Centro de Salud Actur Sur. Instituto de Bioética y Ciencias de la Salud. Área de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de Zaragoza. Zaragoza. España.
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Grup d'Ética Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitaria*
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El presente estudio sobre la ética en la relación con la industria farmacéutica (IF), realizado por el Grupo de Ética de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (SCMFiC), ofrece resultados relevantes y reveladores a la vez. Son datos relevantes porque apenas se disponía de información fiable en nuestro medio sobre el estado de opinión de los médicos ante la relación con la IF. Es revelador, por otro lado, comprobar que entre los médicos está tomando cuerpo la necesidad de abordar cambios y debatir abiertamente estas cuestiones, lo cual es un exponente de que, en este delicado asunto, por fin algo se está moviendo en la dirección adecuada.

En 1998 participé en la organización de una mesa redonda para debatir cuestiones éticas en torno a la relación del médico con la IF. En aquellos momentos era una iniciativa ciertamente pionera y su propia gestación constituyó una experiencia digna de estudio por las reacciones que originó entre los diferentes sectores convocados. Hubo resistencias, temores, interpretaciones recelosas, dudas sobre la conveniencia de la actividad («se escaparían muchos matices» ­se decía­), etc. De todas estas actitudes, la que nos resultó más inquietante fue la llamada a la «sensatez» de bastantes médicos que aconsejaban no remover el asunto: «... No estiremos el rabo al tigre...». Es evidente quién era el tigre que, por cierto, se acabó sentando a la mesa redonda sin demasiados problemas para discutir abiertamente la cuestión.

Los autores señalan de manera inequívoca las limitaciones de su estudio para establecer deducciones representativas del conjunto del colectivo de socios de la SCMFiC. Sin embargo, el valor del conocimiento aportado es muy estimable de cara al debate que se avecina.

Es mayoritaria la opinión entre los encuestados de quienes no ven objeciones a recibir material publicitario. Esto es concordante con la aceptación social del concepto de publicidad que existe en todos los sectores del consumo; es decir, no se ven objeciones para recibir información más o menos adornada, suministrada directamente por parte del vendedor de medicamentos en una pugna honesta con los demás competidores. El medicamento se ha introducido en la cultura consumista y quizá por ello deberíamos profundizar en lo que significa que un fármaco esté financiado por el sistema público. Es evidente que una cosa es la libertad de prescripción y otra diferente la financiación de la prescripción, pero hay que evitar que el médico se vea sometido a presiones inadecuadas en una materia tan sensible. Resulta desconcertante que la Administración sanitaria (AS) desincentive la prescripción de algunos fármacos de baja utilidad terapéutica en lugar de retirarles la financiación, sometiendo la relación médico-paciente a unas tensiones que los políticos no desean afrontar de manera directa y responsable.

La IF desea, legítimamente, seguir haciendo buenos negocios, y esto facilita el desarrollo de la vista, el olfato y el sentido de la anticipación. En la opinión pública está calando la idea de que los médicos mantenemos unas relaciones con la IF que no siempre son del todo claras. Sea cual fuere la motivación, en España, la IF está dando algunos pasos firmes, como es la reciente creación por Farmaindustria de una oficina de inspección con la voluntad de que el nuevo Código Español de Buenas Prácticas para la Promoción de Medicamentos no quede en papel mojado. Esto es una buena noticia y esperemos que no ocurra lo mismo que con las normas de la Ley del Medicamento de 1990, que en la práctica están siendo ignoradas por la AS, a quien tampoco le ha gustado tirar del rabo al felino, al menos de manera directa, optando últimamente por tácticas de bajo perfil como son las directivas de algunas autonomías sobre la visita médica, poco realistas y basadas en la imposición, una estrategia que nunca será eficaz con el colectivo médico.

Entre los encuestados se refleja el convencimiento mayoritario de que es éticamente correcto recibir los ofrecimientos de la IF relacionados con la profesionalidad. Constituye un interesante tema de investigación ética analizar este punto, delimitando bien en qué condiciones sería moralmente aceptable admitir los diferentes tipos de ofrecimientos, aunque sea con buenos fines. También es dominante la opinión de que la aceptación de estas ofertas no influye en la prescripción, lo cual se puede considerar como una percepción tan internacional como divertida.

Los comentarios libres de los médicos que responden a esta encuesta son muy suculentos y significativos, y probablemente reflejan el estado de opinión de amplios sectores, aunque bien es cierto que parecen ser los más sensibilizados y críticos con el status quo. Ya se nos advierte que los respondedores son algo más veteranos que la media de socios de la SCMFiC, lo cual podría restar representatividad; sin embargo, el hecho de que el grupo de socios conectados por correo electrónico sea probablemente la porción con mayor dinamismo y liderazgo confiere un especial valor al estudio de cara a futuros desarrollos en este campo.

Aunque no es posible extenderse ahora, merece la pena reseñar los comentarios de algunos médicos en los que subyace el sentimiento, e incluso el resentimiento, por la escasa implicación de la AS en la formación continuada, dejándola en manos de la IF, con expresiones no exentas de cierto dramatismo: «... Hay cosas que creo que no son éticas y que hago. Es difícil mantener una conducta ética dentro de esta empresa...».

En fin, en este asunto hay de todo y para todos, en cualquiera de los tres sectores originalmente implicados: médicos, IF y AS. Con toda seguridad son injustas las generalizaciones, pero es patente la necesidad de una reforma estructural que debe ser el resultado de un pacto en el que sería muy conveniente incorporar también al «cuarto agente»: el ciudadano. En las altas esferas institucionales hay pleno acuerdo en la necesidad de abordar esta reforma pactada, pero es desalentador ver cómo pasan los años sin que nadie tome la iniciativa.

Quizá sea el momento de someter a estudio propuestas innovadoras sobre la reducción de una parte del 30-40% de margen sobre el coste del medicamento que la IF destina a fines comerciales, sin que esto suponga un detrimento significativo de su rentabilidad empresarial. Ciertamente, hay dos cuestiones básicas a resolver previamente:

 

1. La financiación de la formación médica continuada con toda su industria circundante, teniendo en cuenta que el médico español recibe uno de los salarios más bajos en Europa.

2. La importante red de ventas de la IF que exigiría una reconversión respetuosa con los puestos de trabajo.

 

Corresponde a la ciencia económica y política realizar el estudio de la viabilidad, las repercusiones y los efectos secundarios de una reforma de estas características, pero el saldo de beneficios sociales sería, probablemente, muy positivo.

Es posible que estas ideas suenen a economía-ficción en el actual contexto de globalización, pero se supone que el arte de la política debería abordar estos retos. Mientras lo vamos madurando, a corto plazo nos podríamos contentar con adoptar medidas de máxima transparencia en la relación con la IF.

La conciencia profesional de los médicos en este poliédrico asunto se está movilizando sin lugar a dudas. Hay que felicitar a la SCMFiC por su enfoque valiente y ejemplar de la cuestión, tanto con este estudio como con sus anteriores iniciativas: recomendaciones, declaración de intereses, estilo del reciente Congreso Nacional de Medicina de Familia en Barcelona... Un motivo de orgullo para sus socios.

Puntos clave

* Es necesaria una reforma estructural que debe ser el resultado de un pacto entre los médicos, la industria farmacéutica y la administración sanitaria, en el que sería muy conveniente incorporar también al «cuarto agente»: el ciudadano.

* Quizá sea el momento de someter a estudio propuestas innovadoras sobre la reducción de una parte del 30-40% de margen sobre el coste del medicamento que la industria farmacéutica destina a fines comerciales, sin que esto suponga un detrimento significativo de su rentabilidad empresarial.

* La conciencia profesional de los médicos en este poliédrico asunto se está movilizando sin lugar a dudas. Hay que felicitar a la SCMFiC por su enfoque valiente

y ejemplar de la cuestión.

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