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Vol. 24. Núm. 6.
Páginas 382-384 (Octubre 1999)
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Carta a un tribunal
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J. Simó Miñanaa
a Médico de familia interino del Centro de Salud Altabix (Elche). Alicante.
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A la atención del presidente del tribunal del concurso-oposición de puestos de médico de medicina general para el SNS-Osasunbidea.

(24-VI-1999)

 

Distinguidos señores:

 

Con la presente les remito algunas referencias bibliográficas que ponen en duda las respuestas dadas como válidas por ese tribunal a algunas de las preguntas del último examen para médicos de atención primaria del SNS-Osasunbidea que se celebró en Pamplona el pasado 20 de junio. Aprovecho la oportunidad para hacerles llegar algunas reflexiones personales consecuencia de conocer que sólo 6 profesionales superaron la primera prueba.

1. Vaya por delante mi convencimiento de la competencia profesional y científica de todos los miembros de ese tribunal y de la transparencia en la ejecución de la prueba y corrección de los ejercicios.

2. Sin ninguna duda, las preguntas del examen fueron «trabajadas» y diseñadas con el ánimo de seleccionar a los mejores profesionales. No tengo la menor duda. Pero también es cierto que habían algunas demasiado «rebuscadas», por preguntar sobre lo «raro» o lo «infrecuente». Particularmente, pienso que un médico de familia no es aquel «experto» en lo raro e infrecuente. También habían algunas preguntas que escapaban a la competencia de un médico de familia. Es posible, aunque dificultoso, diseñar preguntas que exploren de manera fiable y válida los conocimientos de los profesionales del primer nivel asistencial. Pienso que es siempre preferible diseñar y enfrentarse a preguntas «difíciles» e «inteligentes» que diseñar preguntas «rebuscadas». Al menos, prefiero que me suspendan en un examen «difícil» pero adecuado que en uno «rebuscado» e inadecuado. Desde mi punto de vista, que ustedes puede que no compartan, sobraban algunas preguntas «rebuscadas», que se podrían haber sustituido por preguntas «difíciles» relacionadas con algunas áreas del conocimiento de la medicina de familia que se echaron en falta o estaban muy escasamente representadas (bioética, economía de la salud, educación para la salud, entrevista clínica, epidemiología clínica, control del embarazo normal, cirugía menor, salud mental, por citar algunos ejemplos). Pero en general, puede afirmarse que la prueba exploraba suficientes parcelas del conocimiento de la medicina de familia y de la práctica clínica del médico de atención primaria de modo bastante adecuado. Es evidente que todo se puede mejorar, y el tipo y diseño de las preguntas de este examen no es una excepción: las preguntas «fáciles», aquellas «que todo el mundo sabe» (de éstas, afortunadamente, habían pocas en este examen, por no decir ninguna), no discriminan entre los que «saben» y los que «no saben». Pero las «rebuscadas» tampoco lo hacen porque «nadie las sabe» y se aciertan por suerte, aunque ésta se pretenda eliminar restando un 75% del valor de un acierto, como se pretendió en este examen. La suerte, el azar, está siempre presente en la vida y no va a faltar en un examen, sobre todo si es tipo test. Todo depende del número de candidatos que se presenten: cuantos más acudan al examen más probable será que surjan 4 o 5 que «se la jueguen» y «ganen». Si uno se la juega y falla, perderá mucho en un examen como éste. Pero también ganará mucho si se la juega y acierta, y si además ha estudiado mucho, como no dudo que haya ocurrido con los 6 aprobados, se apartará de la media y se convertirá en un outlier muy extremo. La suerte y su contrario (la mala suerte) nunca se podrán eliminar en un examen tipo test, ya que son consustanciales al mismo.

3. Al igual que estoy convencido de la competencia profesional y científica de todos los miembros del tribunal, estoy igualmente convencido de la competencia profesional y científica de algunos de los médicos (seguro que más de 6) que se presentaron a la prueba. Cuesta mucho creer que tan pocos candidatos poseyeran «el mínimo» suficiente de conocimientos para pasar a la segunda prueba oral. El sentido común parecía indicar que el objetivo de esta primera prueba no era darle el Premio Nobel a nadie, sino pasar un primer cribado que tuviera la suficiente sensibilidad y especificidad para seleccionar a un puñado de buenos profesionales para seguir examinándoles mediante prueba oral y, finalmente, analizar su currículo personal. Evidentemente, el listón se puso demasiado alto en la primera prueba.

4. Consecuencia de lo anterior, es la pésima imagen que se ofrece a la opinión pública sobre la calidad profesional y científica de los médicos de familia del país. ¿Cuántos profesionales del conjunto de las otras especialidades han superado o superarán las pruebas de selección en sus respectivas oposiciones?: ¿menos del 1%?; ¿tendrán razón aquellos que dicen que si el sistema no funciona es porque los médicos de primaria no somos buenos profesionales y que la ciencia y la inteligencia médicas sólo habitan en los hospitales?; ¿somos tan acientíficos (es lo más suave que se me ocurre) como se desprende de los resultados de esta prueba?

5. Un examen es algo importante, pero no es más que eso: un examen. El tiempo dedicado a su preparación es tan decisivo como la forma de estudio empleada. Superarlo significa mucho o no tanto, según se mire. Pero lo que parece claro es que sólo se olvida aquello que expresamente se aprende. La formación continuada es imprescindible y a nadie se nos escapa que profesional y científicamente no se puede «vivir de rentas» y que los conocimientos, sobre todo aquellos aprendidos en maratonianas sesiones de estudio, se fugan por algunas grietas que nuestro cerebro tiene y es incapaz de retener durante mucho tiempo. Todos sabemos dónde tenemos ahora «el germen más frecuente que», «la causa más frecuente de» o «lo más raro asociado a», etc. que nos estudiamos y aprendimos para superar un examen MIR, hace ya, en mi caso, 10 años. Un examen MIR que selecciona fundamentalmente entre recién licenciados, prácticamente entre estudiantes. Y esa distinción es importante: un buen profesional es más, y por tanto distinto, que un buen estudiante. Un buen profesional no es sólo aquel capaz de retener muchos datos de este tipo para utilizarlos en un examen tipo MIR. Probablemente, un examen tipo MIR sea el sistema «menos malo» de seleccionar entre recién licenciados, pero para seleccionar entre profesionales podría no ser el más adecuado. Ustedes tenían diseñado esta vez, a mi parecer, un mejor sistema para seleccionar entre profesionales: primero cribado mediante test, luego examen oral y posteriormente análisis del currículo personal. Sin embargo, acaban de perder la oportunidad de seleccionar a unos cuantos buenos profesionales e incorporarlos definitivamente al sistema. No tengo la menor duda de que existen, que son más de 6, que en su momento fueron buenos estudiantes, que lo demostraron superando un MIR, que ahora son buenos profesionales y que acudieron a la prueba. A ellos, a esos buenos profesionales, les cuesta ahora mucho dar explicaciones a sus familias, amigos y pacientes que no entienden cómo es posible que sólo hayan superado el primer cribado menos del 1% de los casi 700 presentados (más de 1.000 inscritos), que no entienden cómo es posible que queden vacantes casi todas las plazas ofertadas (55) y que no entienden cómo es posible que después de estudiar tantas personas durante tanto tiempo no les haya servido para nada, ni tan siquiera a medio centenar de buenos profesionales. Los demás, los malos profesionales, tampoco lo entendemos. A lo mejor, la explicación es que no existe vida médica inteligente fuera de los hospitales y algunos pensábamos que sí. Y si no..., ¿por qué ocurre esto?

Sin otro particular, y agradeciéndoles su atención, reciban un cordial saludo.

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