En un reciente trabajo publicado, Madueño-Caro et al. identifican una problemática actual vinculada al incremento sostenido en la prescripción de antidepresivos (AD) y su uso prolongado1, y plantean una necesidad de intervención para optimizar los tratamientos, la duración y el seguimiento de los pacientes a largo plazo, considerando excesiva la prescripción prolongada. Asà mismo, también abordan el tema de los efectos secundarios, destacando el sÃndrome de retirada, frecuentemente asociado a los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina1.
De acuerdo con la American Psychological Association (APA)2, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina continúan siendo una opción terapéutica válida para los pacientes con trastornos depresivos graves o recurrentes, considerando el tratamiento farmacológico a largo plazo necesario para evitar una recaÃda. De manera similar, se respalda esta idea en la revisión sistemática de Cochrane realizada por Wiles et al.3.
Los autores mencionan la importancia de priorizar enfoques no farmacológicos con el objetivo de adecuar las prescripciones y reducir los efectos adversos. No obstante, esta recomendación también podrÃa suponer una limitación significativa en el estudio, dado que esta variable no fue registrada en los pacientes incluidos, lo que podrÃa haber influido considerablemente en los resultados1.
En la guÃa APA y la revisión de Cochrane se enfatiza la importancia de un abordaje terapéutico inicial que puede incluir el uso de AD o terapias psicológicas, destacando entre estas, por su mayor eficacia, la terapia cognitivo-conductual y la psicoterapia interpersonal2,3. A pesar de que la evidencia sobre los efectos a largo plazo del tratamiento AD aún es limitada –como señala la guÃa APA–, diversos estudios han documentado los beneficios sostenidos de la psicoterapia a largo plazo2.
Si bien las intervenciones psicológicas han demostrado ser fundamentales en la reducción de recaÃdas, la combinación de estas con la farmacoterapia resulta más eficaz en pacientes con episodios graves o en los no respondedores. Este enfoque integral podrÃa optimizar las tasas de remisión y reducir el riesgo de recaÃdas, al tiempo que contribuye a reducir la necesidad de AD a largo plazo y sus efectos adversos2,3.
En el artÃculo también destaca el papel de la atención primaria en la prescripción de AD, siendo esta el origen de la mayor parte de las prescripciones de su estudio1. Esta situación pone de manifiesto diversas limitaciones estructurales en el sistema de salud, ya que los equipos de atención primaria se enfrentan a una creciente sobrecarga derivada del aumento de los trastornos de salud mental. En este contexto, la falta de tiempo clÃnico y de herramientas especÃficas hace que la capacidad del sistema para proporcionar una atención y seguimiento adecuados parezca insuficiente.
La guÃa APA destaca la necesidad de un enfoque colaborativo en el manejo de trastornos depresivos, señalando como principal reto su integración en el ámbito de la atención primaria. Esto implicarÃa la implementación de programas de salud mental dirigidos por profesionales con experiencia en trastornos depresivos, la realización de un seguimiento estrecho o la formación continua de los especialistas2. En la misma lÃnea, la revisión de Cochrane respalda este modelo, señalando que el enfoque multidisciplinar se asocia a mejores resultados clÃnicos3.
En conclusión, aunque coincidimos con las preocupaciones planteadas en el estudio sobre la prescripción prolongada de AD1, el manejo y el seguimiento a largo plazo de estos pacientes presenta un desafÃo clÃnico que requiere de un enfoque individualizado. La implementación de programas de seguimiento con una orientación multidisciplinar, liderados por profesionales especializados en salud mental, resulta fundamental para garantizar un tratamiento eficaz y personalizado. No obstante, consideramos que la viabilidad de este modelo aún presenta importantes limitaciones en nuestro contexto asistencial.
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