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Vol. 18. Núm. 7.
Páginas 404-405 (Octubre 1996)
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Acerca de la denominación y formación de médico de familia
On the denomination and training of family doctors
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J. Simó Miñanaa
a Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. EAP del Centro de Salud Altabix. Elche.
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Sres. Directores: Tras leer la interesante carta de Villar Gil1 en la que hace referencia al también interesante editorial de Soler Torroja2, he creído necesario comentar alguna de las afirmaciones que se vierten en ésta. En primer lugar, hemos de felicitarnos todos por el hecho de que la única vía reconocida oficialmente en España para la formación de los futuros médicos que van a desarrollar su labor profesional en el ámbito de la atención primaria sea la vía MIR en la especialidad de medicina familiar y comunitaria (MFyC). Este es un hecho que sin duda va a dignificar la figura del futuro médico de cabecera español si, como hasta ahora ha ocurrido, proporciona una formación de calidad a todos aquellos que accedan a ella.

El mantenimiento de la calidad en la formación que adquieren los residentes de medicina familiar puede ponerse en peligro si el número de plazas ofertadas supera la capacidad docente de las unidades docentes de MFyC, hospitales y centros de salud acreditados para docencia y, también, si para el acceso a una de estas plazas no se exige, al menos, lo mismo que se exige para el acceso a las además especialidades; es decir la superación de un mismo examen MIR. Lo ocurrido en la última convocatoria, con la existencia de un examen MIR ligth para el acceso a MFyC, y otro MIR «de verdad» para el acceso al resto de especialidades, amenaza desprestigio, infravaloración y franca desmotivación para los futuros residentes de medicina familiar y supone una importante devaluación para la misma especialidad.

Es cierto, como afirma Villar Gil en su carta, que la vía MIR ha estado abierta a todos y no ha sido elitista; sin embargo, y ésta es la primera matización, en la última convocatoria se ha impedido (por primera vez en la corta historia del examen MIR) que un colectivo nada despreciable de médicos (licenciados antes de 1995) pudieran presentarse a ese primer examen light del MIR para el acceso a MFyC. Entre este colectivo se encuentra un considerable número de médicos generales que actualmente ejercen como interinos en atención primaria y que muchos de ellos aspiran y confían que algún día puedan acceder al título de especialista en MFyC a través de algún curso de nivelación o perfeccionamiento. Resulta, al menos, paradójico que, por un lado, se impida que se presenten al primer examen MIR a estos interinos de atención primaria y, por otro, sea tan sumamente (descaradamente) fácil para un recién licenciado acceder a una plaza vía MIR de la especialidad de MFyC, sobre todo cuando estamos hablando de una plaza que proporciona formación de calidad para trabajar precisamente en atención primaria. Es bastante incomprensible ver cómo a muchos médicos que sirven con su trabajo diario al Servicio Nacional de Salud, este mismo sea quien, a través del Ministerio de Sanidad, les dificulte acceder a una formación de calidad para seguir desarrollando su trabajo en un futuro.

No cabe duda de que, durante los últimos años, la posesión de cualquier titulación de especialista vía MIR ha significado, en España, una muy superior ventaja en el mercado de trabajo para los titulados especialistas. Esta ventaja, en general, se correspondía con una mayor calidad en la formación que estos titulados habían recibido y ésta se reflejaba en su actividad clínica diaria. Esta ventaja y esta formación no pueden «regalarse» a nadie que no las haya ganado en leal competencia. Es incomprensible el «regalo» de tres años de trabajo ininterrumpido, formación de calidad acreditada y todo lo que comporta el acceso a una especialidad médica, que se ha dado a algunos recién licenciados a los que no se les ha exigido como a otros se nos exigió, ya que, al no haber tenido la competencia de otros muchos médicos generales, han podido conseguir plaza con puntuaciones extremadamente bajas.

No es deseable la existencia de una examen MIR light y de «segunda división» para los futuros médicos de cabecera, pero puestos a compartimentar el examen MIR, una parte de las plazas acreditadas para la formación de médicos de familia podría destinarse a aquellos interinos sin formación especializada que acrediten un número mínimo de años trabajados en atención primaria y el resto (la mayoría) ser destinadas a los recién licenciados. No parece muy lógico que se arbitren varias vías para acceder al título de especialista en medicina familiar y comunitaria (vía MIR y vía curso de nivelación o perfeccionamiento), sobre todo cuando existe un número tan elevado de plazas vía MIR acreditadas para esta formación y cuando el Real Decreto 931/1955 del 9 de junio de 1995 consolida la norma de que la formación obligada para el ejercicio de la medicina en atención primaria dentro del Sistema Nacional de Salud en nuestro Estado es la obtenida durante un período de residencia MIR en MFyC de tres años de duración.

Sin embargo, y esta es la segunda matización, todo ello no impide, tal y como sugiere Soler Torroja2, que la única denominación de los médicos que trabajamos en atención primaria sea la de médico de familia. Tras este primer paso, nada impide, sino todo lo contrario, es aconsejable y se hace casi imprescindible, que se desarrolle un modelo consensuado de carrera profesional en el ámbito de la atención primaria donde se evalúe, demuestre, motive y recompense la calidad profesional. El elemento clave de ésta debe ser la demostración de poseer la adecuada formación y competencia profesional para el desempeño de las funciones y tareas propias del primer nivel asistencial (asistencia, docencia e investigación), tareas a las que estamos llamados todos los médicos de familia, especialistas o no vía MIR. El primer paso para ello es acordar una única denominación, la de médico de familia, para todos los médicos que trabajamos en atención primaria de salud y, tras ello, una participación decidida de la semFYC y de sus sociedades federadas en el diseño de este modelo de carrera profesional.

Bibliografía
[1]
Villar Gil J..
Sobre la denominación de «médico de familia»..
Aten Primaria, 17 (1996), pp. 303
[2]
Soler Torroja M..
Futuro de la medicina general/de familia en España y posible papel de la semFYC..
Aten Primaria, 16 (1995), pp. 305-308
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