Traditionally, organ transplantation has relied on donation after brain death (DBD). However, the growing demand for organs has driven the search for alternatives to expand the donor pool. In this context, donation after the circulatory determination of death (DCD) has experienced significant growth throughout the current century, particularly in cases of death following the withdrawal of life-sustaining treatments (Maastricht type III donation). Although still limited to a small number of countries, the volume of DCD in Spain is similar to that of DBD, and it is the only country that has successfully transplanted all types of organs from this type of donor. Living organ donation also makes a meaningful contribution to overall transplant activity, and it must be firmly grounded in comprehensive donor protection. In Spain, 10% of kidney transplants are performed using organs from living donors.
Tradicionalmente, el trasplante de órganos ha dependido de la donación en muerte encefálica (DME). No obstante, la creciente demanda de órganos ha impulsado la búsqueda de alternativas que permitan ampliar el número de donantes. En este contexto, la donación en asistolia ha experimentado un notable crecimiento a lo largo del presente siglo, especialmente en los casos de fallecimiento tras la limitación de tratamientos de soporte vital (donación tipo III de Maastricht). Aunque aún está limitada a un reducido número de países, en España el volumen de la donación en asistolia es similar al de la DME, y es el único país que ha logrado trasplantar con éxito todo tipo de órganos procedentes de este tipo de donantes. Respecto a la donación de órganos en vida, también representa una contribución a la actividad trasplantadora global, y debe apoyarse firmemente en la protección integral del donante. En España, el 10% de los trasplantes renales se realizan de donantes vivos.








