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Vol. 90. Núm. 6.
Páginas 412-413 (Junio - Julio 2012)
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Vaya con el Profesor Sitges…
Farewell Professor Sitges…
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Javier Escrig-Sos
Autor para correspondencia
javierescrig@telefonica.net

Autor para correspondencia.
, David Martinez-Ramos
Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo, Hospital General de Castellón, Castellón, España
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Sr. Director:

Parece que Profesor Sitges se ha puesto de parte del lado oscuro de la innovación quirúrgica1. Siempre existe un lado oscuro de las cosas y en la innovación quirúrgica este lado es muy real. Por ello, el Profesor Sitges tiene parte de razón. Siempre habrá detractores de cualquier avance científico y no es malo que los haya, pues contrarrestan a los entusiastas, que no se caracterizan precisamente por buscar el equilibrio. Sin embargo, los detractores siempre te dejan la sensación de catastrofismo y casi nunca aportan soluciones. Son difíciles de rebatir porque subrayan aspectos verdaderos y tienen, además, el peligro de convencer a los que detentan el poder, con nefastas consecuencias.

En innovación quirúrgica creemos que hay un camino que se aproxima a este dilema. Por un lado, los cirujanos tienen la obsesión de beneficiar a sus pacientes evitándoles problemas y, por otro, son gente muy práctica, que huyen de florituras que les compliquen la vida. Nuestra parte oscura, aunque lo neguemos, es que suelen importarnos poco los costes económicos.

Por eso, ante cualquier tecnología novedosa, basta con mirar su implantación en la comunidad quirúrgica, y su persistencia con el paso del tiempo. Por más que insista el Profesor Sitges en el lado oscuro de la colecistectomía laparoscópica —o de otras implantadas—, se trata de técnicas que cumplen con estas premisas.

En el ámbito quirúrgico, los pasos habituales para implantar una técnica suelen ser estos: hay algo nuevo, pido el material (que suele ser caro), lo hago y veo qué pasa. Si la bibliografía dice que es eficaz, lo sigo haciendo. Efectividad y eficiencia están poco representadas, mientras que la eficacia está hipertrofiada. Si el Profesor Sitges se refería a esto, entonces está en lo cierto.

Donde no tiene razón el Profesor Sitges es en que si existen aspectos oscuros, la investigación debe cesar. La investigación debe proseguir y el tiempo dará sus resultados. Bien es verdad que antes debería hablar la evaluación tecnológica.

La evaluación de la tecnología quirúrgica es un problema en sí mismo. El ensayo clínico quirúrgico es dificilísimo2 y, aparte, queda el lado realmente oscuro del tema, al que se refirió Mills, y es que torturando estadísticamente los datos, estos acabarán por decirnos lo que nosotros queremos3.

Quizá la única alternativa válida a este problema de la evaluación tecnológica esté en las grandes bases de datos poblacionales que permitan conocer con inmediatez y claridad la implantación de una tecnología quirúrgica, así como los problemas derivados. Es posible que, más que abogar por restricciones en la práctica quirúrgica, se debiera potenciar este tipo de evaluación, para restringir después lo que realmente sea poco útil, caro, poco accesible o de escaso uso.

Bibliografía
[1]
A. Sitges-Serra.
Tecnología o tecnolatría: ¿a dónde van los cirujanos?.
[2]
F. Farrokhyar, P.J. Karanicolas, A. Thoma, M. Simunovic, M. Bhandari, P.J. Devereaux.
Randomized controlled trials of surgical interventions.
Ann Surg, 251 (2010), pp. 409-416
[3]
J.L. Mills.
Data torturing.
N Engl J Med, 329 (1993), pp. 1196-1199
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