En primer lugar, quisiera agradecer la oportunidad para escribir unas líneas en memoria de la profesora María Castellano Arroyo. Detrás de las cifras, las fechas y de una trayectoria vital, hay una historia; y dentro de cada historia, hay una persona y un mensaje construido con las palabras y las acciones. Intentaré hablar desde el recuerdo, para traer a la memoria un reflejo, donde emociones y hechos construyen una realidad, que no es totalmente objetiva, pero sí define a la protagonista del relato.
Mi primer contacto con María Castellano fue en el curso 1973–1974, cuando siendo estudiante del último año de Medicina, ella me dio la práctica de los documentos médico-legales. Después, al incorporarme en 1975 a la Cátedra de Medicina Legal de Granada para realizar la tesina de licenciatura, pude compartir tiempo, espacio e inquietudes, hasta que la profesora Castellano obtuvo la Cátedra de Medicina Legal en Zaragoza. Desde entonces, mantuvimos una amistad, hasta que nos dejó este año, su camino lo recorrió con entusiasmo, afrontando las adversidades con entereza. Decía Aristóteles que «La esperanza es el sueño del hombre despierto». María siempre supo mantener la esperanza.
Tuvimos la oportunidad de publicar juntos varios trabajos durante nuestra estancia en Granada: Castellano, Rodrigo, Villanueva y Luna (1976)1; Luna, Céspedes, Castellano y Villanueva (1978)2; Céspedes, Castellano, Rodrigo, Luna y Villanueva (1979)3; Castellano y Luna (1981)4; Luna, Villanueva, Castellano y Jiménez (1981)5; y quisiera citar la última publicación con la profesora Castellano y nuestro maestro: Villanueva Cañadas, Castellano Arroyo y Luna Maldonado (2018)6.
Su trayectoria científica y profesional es impecable; hablo en presente porque la memoria siempre es actual. Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada en 1972, Doctora en Medicina por la Universidad de Granada en 1977, con una tesis sobre la aplicación de parámetros bioquímicos para la estimación de la data de restos óseos, bajo la dirección de nuestro maestro, el profesor Villanueva Cañadas. De esta tesis se publicaron varios trabajos: Villanueva, Girela y Castellano (1976)7; Castellano, Rodrigo, Villanueva y Luna (1976)1; Castellano, Villanueva y Von Frenckel (1984)8. Y supuso un avance en la metodología a aplicar en este problema.
Especialista en Medicina Legal y Forense, en Medicina del Trabajo y en Análisis Clínico, profesora adjunta en Granada en 1978, médico-forense por oposición en 1978, catedrática de Zaragoza 1980-1996, fue la primera mujer catedrática de Medicina de España, en Granada 1996 y de Alcalá de Henares. Académica de número de la Real Academia de Medicina de Zaragoza desde 1986, académica de número de la Real Academia de Medicina de Granada 2007. Desde 2012, ha sido académica de la Real Academia Nacional de Medicina. Ha formado parte de las Comisiones de Ética y Deontología Médica de los colegios médicos de Zaragoza (1983-1996) y de Granada (1997-2010), y ha sido vocal de la Comisión Central de Deontología, de la Organización Médica Colegial desde 2010 hasta 2014.
Entre sus méritos y reconocimientos están: La Cruz de Primera Clase de San Raimundo de Peñafort, por su colaboración con la Administración de Justicia, en 1983; la Medalla al Mérito Policial, con distintivo blanco, por su colaboración en la formación de la Policía Judicial Española; Doctorado honoris causa por la Universidad de Extremadura en 2018; Doctorado honoris causa por la Universidad de Jaén en 2021; la Medalla de Andalucía en 2020.
Ha publicado más de 300 artículos en las diversas áreas de la medicina legal y forense, y más de 50 capítulos de libros especializados en medicina legal, toxicología forense, derecho sanitario, ética y deontología médica, y medicina del trabajo y salud laboral. Ha sido autora de más de 300 ponencias e intervenciones en congresos nacionales e internacionales. Ha dirigido 33 tesis doctorales. Sus principales líneas de investigación han sido la violencia en el medio familiar, la psiquiatría forense (valoración del daño psíquico y valoración de la peligrosidad) y el derecho sanitario. Solo como ejemplos, valga la publicación de los criterios para la evaluación de la responsabilidad profesional, Ferrara, Baccino, Bajanowski, et al. (2013)9, o sus reflexiones sobre la construcción de la medicina legal, tema de su discurso de ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina, Castellano Arroyo (2012)10.
Su compromiso con la universidad y con la medicina forense, ha definido su camino, nunca olvidó su condición de médico-forense y estuvo siempre dispuesta a colaborar con entusiasmo y eficacia a la dignificación del trabajo de los médicos forenses.
Su último trabajo ha sido la coordinación de la última edición del Tratado de Medicina Legal y Toxicología Gisbert Calabuig, Villanueva Cañadas. Su octava edición, donde puso su esfuerzo, capacidad de trabajo y conocimientos al servicio de un proyecto con una historia y trayectoria que comenzó el profesor Gisbert, y que el profesor Villanueva Cañadas, maestro común del que escribe estas líneas y la profesora Castellano, le dio continuidad. La profesora Castellano colaboró como autora de diferentes capítulos en la 4.ª edición (1991)11, 5.ª edición (1998)12, 6.ª edición (2004)13, 7.ª edición (2019)14 y en la 8ª edición (2024)15.
Detrás de los números y los datos hay una persona con gran capacidad de trabajo, tenacidad y compromiso con sus ideas, alguien que ha sabido transmitir la necesidad de afrontar los retos del presente con una visión del futuro, creía en lo que hacía, lo que le confería la convicción de luchar hasta el final. Deja una escuela con una catedrática, la profesora Martínez Jarreta, que ocupa la plaza de Zaragoza, y multitud de profesionales que han bebido sus enseñanzas, transmitidas con entusiasmo. Dice una conocida frase de Tennyson: «Yo soy una parte de todo aquello que he encontrado en mi camino». María Castellano Arroyo supo escoger lo mejor de su camino, no siempre libre de adversidades, y administrar sus éxitos y honores hasta el final, donde demostró que su fe profunda era una realidad.
Decía al principio que dentro de cada historia hay una persona y un mensaje construido con las palabras y las acciones; el mensaje de la profesora Castellano Arroyo es el del trabajo como compromiso que nos hace ser mejores y la fidelidad a unas ideas, que impiden que uno olvide el sentido del camino.
Decía Antonio Gala: «No conozco mejor inmortalidad que la de ser recordado, con afecto y respeto, por quienes nos sucedan»; María, has conseguido este objetivo: te recordaré, y te recordaremos todos, con respeto y afecto.
FinanciaciónEl autor declara no tener fuentes de financiación.
Conflicto de interesesEl autor declara no tener ningún conflicto de intereses.