Buscar en
Revista Médica de Homeopatía
Toda la web
Inicio Revista Médica de Homeopatía Un caso de enfermedad de Werlhoff
Información de la revista
Vol. 6. Núm. 3.
Páginas 107-111 (Septiembre - Diciembre 2013)
Compartir
Compartir
Descargar PDF
Más opciones de artículo
Visitas
2306
Vol. 6. Núm. 3.
Páginas 107-111 (Septiembre - Diciembre 2013)
CLÍNICA
Acceso a texto completo
Un caso de enfermedad de Werlhoff
A case of Werlhoff's disease
Visitas
2306
Giacomo Merialdo
Autor para correspondencia
gmerialdo@tiscalinet.it

Autor para correspondencia.
Director de la Escuela de Homeopatía Clásica Kaos, Génova, Italia
Este artículo ha recibido
Información del artículo
Resumen
Texto completo
Descargar PDF
Estadísticas
Resumen

Es un caso de púrpura trombocitopénica idiopática o enfermedad de Werlhoff en una adoles- cente de 16 años, que presenta numerosos temas que pertenecen al grupo de los remedios- serpientes: abandono, soledad afectiva, seducción, persecución, hemorragias.

Palabras clave:
Púrpura trombocitopénica
Hemorragias
Abandono afectivo
Seducción
Persecución
Abstract

A case of idiopathic thrombocytopenic purpura or Werlhoff's disease in a 16-year-old girl, presenting many topics belonging to snake-remedies group: forsaken feeling, loneliness, seduction, persecution and haemorrhages.

Keywords:
Thrombocytopenic purpura
Hemorrhages
Forsaken feeling
Seduction
Persecution
Texto completo

Un día durante el verano de 1994 recibo una llamada tele- fónica de una señora que habla con un acento muy pro- nunciado de la región de la Toscana. Ella me pide si podía atender a su sobrina, que es hija de su hermana y que está enferma de trombocitopenia. Le pido explicaciones en modo sintético del caso y la señora me pide antes una cita para ella, para poder así explicarme bien el carácter de la muchacha y el ambiente familiar en el que vive. Acepto con mucho gusto y la veo tan pronto como puedo: la señora acude acompañada de su esposo; es muy simpática, locuaz, alegre, se percibe enseguida que está preocupada por la salud de su sobrina y por eso está tan inquieta, así como lo explica ella: “mucho más que mi hermana, que es una tacaña y no quiere que nadie visite a su hija pero ella segu- ramente aprobará traerla aquí, porque la visita la pago yo”. Le pido que me explique cómo es la situación: “Mire, mi sobrina ahora tiene 16 años. Nunca tuvo problemas, hasta los 14 años cuando tuvo por primera vez la mens- truación. Fueron siempre muy copiosas, pero hasta aquí todo bien, Sara. (un nombre imaginario que doy a la muchacha). no se quejaba por ningún trastorno. Un buen día del año pasado, se despierta y se encuentra con las piernas llenas de pequeños puntos rojos, luego nos dijeron que se trataba de una púrpura hemorrágica. Cuando hizo los análisis clínicos de la sangre descubren que tenía las plaquetas muy bajas, la primera vez estaban a 59.000, luego llegaron hasta 29.000. Ahora. desde entonces con toda la cortisona que le dieron, las plaquetas subieron hasta 130.000, pero al cabo de 6 meses precipitaron hasta 31.000. Entonces volvieron a darle cortisona pero esta vez más fuerte y de esta manera han subido otra vez. En el último control que se hizo estaban a 80.000. Los médicos han dicho que se llama morbo o enfermedad de Werlhoff y no existe otro tratamiento que la cortisona, o bien extir- par el bazo. Pero quisiéramos intentar otro tratamiento, no queremos que Sara se atiborre de cortisona y hay que evitar absolutamente la operación. Ahora le explico la situación. Es una niña muy celosa y envidiosa. Se parece mucho a su madre, a mi hermana lo único que le interesa es el dinero y pensar que económicamente están bien, su marido es un profesional y se gana bien la vida, viven en Florencia, están en el centro, tienen una casa hermosa. pero ella tuvo siempre delirios de grandeza. La escuela de la hija tenía que ser la mejor escuela privada, ella tiene que estar siempre a punto, ir bien vestida, todo esto es solo para aparentar, siempre tiene que demostrar que es una persona rica, importante. Mi hermana ya la orienta para su futuro, tiene que encontrar un esposo y un matri- monio que valga la pena. Pero al mismo tiempo no quiere gastar, sobre todo si es para curar a su hija. El marido no tiene peso para nada, él es el que se ocupa de traer el dinero en casa y nada más.

Sara es hija única, y por tanto muy mal criada, está siempre nerviosa. Iba a una escuela de monjas porque era la escuela más prestigiosa del lugar y cuando tenía 7 años tuvo una crisis de nervios. Pero siempre iba bien en la escuela. Su madre tuvo una diabetes gravídica, entonces tuvo que tomar mucha insulina durante el embarazo, no sé si esto tiene algo que ver.”.

Le pregunto si Sara ha tenido alguna vez problemas hemorrágicos, epistaxis, sangrado de las encías, morato- nes o equimosis sin ninguna causa aparente: “No, que yo sepa, siempre estuvo bien, nunca tuvo nada. Lo único fue, cuando tuvo las menstruaciones muy abundantes, esto desde que empezaron”.

Le pido si sabe cómo es el flujo menstrual de Sara, y en esto la señora me demuestra que está realmente informada. Presiento que hay mucha confianza entre la sobrina y la tía: “Me ha dicho que la sangre es siempre muy oscura, con muchos grumos de sangre oscura y que le duele un poco. Ella tiene un carácter terrible, tiene celos de todo, hasta del perro, que le pega patadas por- que está con la tía, o sea conmigo, aunque lo adora. Hay que decir que para sus padres no es el blanco de todas las miradas, en mi opinión. ella quisiera estar siempre con sus padres, pero ellos tienen siempre muchas cosas que hacer. Su madre es una maníaca de la limpieza y de los microbios, así que nada de cine ni de autobús. Se tiene que lavar las manos todo el tiempo. Cuando estudiaba, la madre la ayudó de manera constante hasta el tercer año del ciclo de EGB. Luego cuando empezó el liceo, la madre la descuidaba un poco y la chica empezó a salir con chicos, a ensuciarse las manos, por ejemplo con el helado y la madre seguía todavía menos las cosas de la escuela. Todo esto pasó en octubre de 1992 y en febrero de 1993 empezó la enfermedad. Hay que decir que mi hermana tenía que diplomarse en esa época y tenía que estudiar mucho, por eso había descuidado a su hija”.

La invito a que siga hablándome del carácter de Sara: “Tiene muchísima imaginación, se inventa cosas, dice que muchos la cortejan. Cuenta que tiene cosas bonitas y cos- tosas, que tiene un chalet con piscina, pero no es verdad. Como su madre no estaba casi nunca en la casa, la niña fue educada por la abuela, la cual es una persona extre- mamente celosa, envidiosa con manías de grandeza. Los padres nunca estuvieron muy presentes, no vivió una vida de familia, ellos no estaban nunca. Fue siempre muy mal- criada, tuvo todos los juegos que quiso, pero nunca tuvo un padre y una madre, los padres salían siempre por la noche y dejaban a la niña con los parientes, por lo general la dejaban en casa de la abuela, porque la canguro cos- taba dinero”.

Le pregunto si recuerda qué tipo de “crisis de nervios” tuvo a los 7 años: “Decía todo el tiempo que se ahogaba, tenía crisis de asfixia y siempre buscaba a sus padres. Ella tiene una transpiración con un olor muy fuerte, huele mal, es una sudoración ácida muy maloliente, sobre todo en las axilas. Además no soporta el calor, es muy calurosa. Es muy coqueta, quiere seducir a todo el mundo. Es muy celosa y eso la enloquece. Tiene pánico de quedarse sol- tera. Ahora está con un chico, pero ya tuvo muchos otros, está con este chico para hacer ver que está con alguien. Le gusta vestirse de manera provocativa, minifaldas, vesti- dos ceñidos, blusas abiertas. y cuando se enfada es una furia, da portazos. Le repito: la cuestión del estatus social y de su imaginación es muy probable que haya sido indu- cida por las ideas de su madre, la cual siempre quiso un ambiente de prestigio para su hija”.

Me informo si conoce los miedos de Sara: “Oh, sí. Tiene miedo de las enfermedades, influenciada por la madre. También tiene miedo de los perros, pero ahora menos que cuando era pequeña. De las serpientes, no soporta ni siquiera cuando las menciona, tiene tablas. Tiene miedo de la oscuridad, no va a dormir nunca sola, ni siquiera ahora. También le asustan los ladrones, pero esto es una cosa inculcada por la familia. Padece de claustrofobia, también inculcada por la madre”.

Le hago otras preguntas, para obtener la mayor cantidad de información posible: “Estudia en el Liceo Clásico, no podía ir a otro, por las ambiciones de la familia. Cuando sea mayor sé que le gustaría ser periodista, doctora o veterina- ria. Tuvo siempre una buena salud, solo tuvo una operación por una hernia inguinal o crural a la derecha, esto cuando era recién nacida, tenía solamente 34 días y luego le vino una bronconeumonía, pero aparte de esto estuvo siempre bien. Los análisis y las pruebas están en el hospital, está todo allí y no nos dan las copias. Ni hablar de hacer los aná- lisis de forma privada, cuesta ¿y para qué sirve? Sé que los análisis son positivos, no sé decirle nada más”.

Al cabo de 2 semanas logro conocer a Sara. Es muy agra- dable, tiene los rasgos delicados, tiene un poco de temor al inicio de la visita, pero luego se encuentra más cómoda. Se viste muy elegante, maquillada, con la minifalda muy corta como ya me había dicho su tía. La mirada es sen- sual, pero al mismo tiempo es muy triste, percibo que quiere mantener un tono a cualquier precio. Su estatura es mediana y tiene un físico normal; tiene el cabello largo y de color castaño oscuro y parece teñido. La acompañan sus padres: la madre es pequeña, delgada y seca, no me parece severa pero es más bien dura, árida; homeopá- ticamente me evoca una sal de Arsenicum. A juzgar por lo poco que lo dejaron expresar las 2 mujeres durante la visita, el padre me parece más agradable, más interesado por los problemas de la hija. Apenas logra hablar percibo su preocupación, aunque la impresión general es de una persona sobre todo centrada y entregada al trabajo y que dedica poco tiempo a la familia. La madre empieza, contándome todos los precedentes patológicos que ya conozco, y por eso no los voy a transcribir. El último recuento de plaquetas es de 68.000, siempre tratada con cortisona. Nunca estuvo presente la esplenomegalia. Me informa de que el año pasado, justo antes del diagnóstico, se le practicó una punción esternal que me entrega (es el único parte médico que posee): “megacariocitosis con numerosas formas inmaduras y signos de vacuolización”, típico de enfermedad de Werlhoff. Me especifica que, además de la púrpura hemorrágica, habían aparecido moretones en las piernas, del tamaño de una moneda de color marrón azulado. Esto representaba una novedad, porque la piel de Sara nunca había sido sensible a los gol- pes. Me ratifica que nunca había tenido episodios de epis- taxis, ni otras formas de hemorragias. Recuerda que tuvo una cistitis en enero de 1993, por la cual tomó Velamox® y al cabo de poco tiempo aparecieron los síntomas, pero le resulta difícil atribuir la responsabilidad al antibiótico, porque ya lo había tomado antes y porque los médicos lo descartaron de forma categórica.

Me dirijo ahora a Sara, que se había quedado en silen- cio todo el rato interesada en observarme y decido, por ahora, hacerle preguntas generales que no sean muy com- plicadas, para tomar un poco de confianza. Le pregunto si antes había sido más o menos delgada, qué es lo que come y qué es lo que le gusta etc.: “Fui muy delgada hasta los 10 años, luego empecé a engordar un poco, ¡ahora me gustaría mucho adelgazar! Soy de buen comer y no quiero comer tanto. la sed es normal. Me gustan las cosas saladas: pan, pasta, focaccia (similar a la base de la pizza), las cosas picantes. No hay nada que no me guste, tal vez la cebolla. Digiero bien. Siempre he ido estreñida, desde que era pequeña, también ahora”.

La interrumpe la madre precisando que sus heces han tenido siempre mal olor, un olor muy fuerte, provocando una clara contrariedad por parte de la hija.

Le pido que continúe, preguntándole a qué tipo de escuela va, cómo van los estudios, si logra dormir lo suficiente, qué tipo de sueños tiene (en todo sentido): “Voy al Liceo Clásico, pero hubiera preferido ir al Liceo Lingüístico, porque me gusta dar vueltas por el mundo. En la escuela me encuentro bien, menos cuando me enfado. Tengo ganas de estudiar un poco a veces y otras veces no, depende de si tengo otras cosas que hacer. Tengo siem- pre somnolencia, por la mañana no me levantaría nunca, pero si duermo la siesta es peor aún, me quedo aturdida durante horas. Duermo bien por la noche, pero no iría nunca a dormir, desde que era pequeña quería estar siem- pre despierta, solo que ellos no me dejaban nunca… ahora quisiera salir siempre. En la cama tengo siempre calor (en las piernas, los pies y los brazos) y me destapo. Sueño que quisiera viajar, dar la vuelta al mundo y ver muchas cosas. Los sueños que tengo cuando duermo… sueño con la escuela, el primer día con los ejercicios de griego. Por lo general con los amigos, con la pandilla”.

Le pregunto por sus ciclos menstruales: “Son más bien irregulares. Por ejemplo ahora hace 2 meses que no la tengo. Duele un poco el primer día, pero yo soy una persona que soporta mucho el dolor (los padres están de acuerdo). Son abundantes, lo fueron siempre y me duran 7 días, los últimos días son menos abundantes”.

Le pregunto qué es lo que hace que se enfade, en la escuela y en general: “Me enfado a menudo. Por las prohi- biciones. O si no me consideran”.

La interrumpe la madre: “Para que la consideren cuenta muchas mentiras o exagera las cosas”.

Sara: “Lo hago para acercarme a los otros, para sentir que formo parte de la pandilla, del grupo. ¡Qué quieres que exagere!”.

La madre: “Por ejemplo cuenta que la tía tiene un cha- let, con piscina y campo de tenis”.

Sara: “No lo hago para hacer ver algo que no tengo. Lo hago para poder entrar en la relación”.

Le pregunto qué es lo que le emociona: “Cuando estoy sola, no me gusta quedarme sola absolutamente. En cam- bio cuando era pequeña prefería jugar sola más que jugar con los demás. Me identificaba con los juegos, por ejem- plo en la tienda, en que hacía todos los roles… pero eran juegos muy realistas, con dinero de verdad y los objetos también eran verdaderos. Actúo muy bien. Cuando me enfado, lo saco afuera, quiero que los otros se den cuenta, quiero lanzar un mensaje. Me siento bien con los amigos, pero tienen que ser divertidos, algo fuera de lo normal. Me gusta divertirme”.

Vuelvo a ver toda la información que tengo y no tengo duda con Lachesis y les aconsejo reducir a la mitad la cor- tisona. Prescribo Lachesis 200 CH, una monodosis al día durante 3 días, luego placebo. Nos volvemos a ver al cabo de 2 meses, durante los cuales sus padres me han llamado por teléfono un par de veces informándome acerca del recuento de plaquetas (66.000 y al mes siguiente 64.000).

Ha venido como siempre acompañada de sus padres, pero esta vez hago entrar en la consulta solo a Sara (lo cual es aceptado por todos sin problemas). La veo más relajada respecto a la otra visita, tal vez por el hecho de estar sola o bien porque ahora tenemos más confianza. Le pregunto cómo va: “Estoy muy nerviosa, tengo siempre arrebatos vio- lentos. Las menstruaciones llegan siempre con retraso, de 7-10 días, o incluso más. Me pongo nerviosa esperando que me llegue, antes de que me llegue estoy siempre mal. Me pongo histérica, lloro mucho durante ese período, por cual- quier emoción (sea agradable o no) y el llanto no me hace estar mejor, al contrario, luego estoy peor. Tengo siempre miedo que el mundo esté aliado en contra mío.”.

Le pido que se explique mejor: “Tengo siempre miedo que los demás hablen mal de mí porque yo he hablado muchas veces mal de los demás. Necesito siempre que alguien me ayude, tendría que vivir pegada a alguien. Res- pecto a mi pareja, si encuentro otro mejor, lo cambio sin pensarlo mucho. De él, quiero lealtad, pero muchas veces yo no la doy. Con las amigas, al contrario, soy más fiel y constante. Pienso que cuando sea mayor me gustaría estu- diar psicología o medicina, para ser una profesional, tener contacto directo con las personas, me gusta gestionar las cosas por mi cuenta., o no., sé que lo decidiré al final, me parezco a mi padre que siempre hace las cosas en el último momento. No tengo muchas ganas de estudiar, estoy nerviosa, lloro una hora todos los días No me gusta mi clase. son todos unos esnobs, dan valor al chalet más grande, al coche más largo y a mí esto me fastidia, así que me quedo siempre sola. No saben divertirse, a mí me gusta divertirme de forma sana y espontánea. Mi pareja es muy aburrida y muy celosa. Mi carácter ha empeorado mucho desde que tomo cortisona: cuando tomaba más, nadie podía estar cerca de mí. Tengo un miedo terrible a las enfermedades, apenas siento algo pienso enseguida: ‘quizás, esto será algo’. Ya era así cuando era una niña, pero ahora es peor. Tengo miedo también del sexo, aun- que parezca tan desinhibida. pienso siempre que me quieren violar, hacer de todo y yo estoy ahí inerte, algu- nas veces hasta lo he soñado. Una amiga mía que su madre es psicóloga dice que es evidente que en mi subconsciente quiero que me violen, pero yo no sé si es verdad. me siento siempre incómoda cuando estoy en esa situación con un chico”.

Le pregunto si recuerda otros sueños: “Siempre con personas conocidas: amigos y enemigos, en este momento sobre todo enemigos. Sueño siempre cosas feas, como que mi abuelo está en el hospital, que está mal. El diablo. Ladrones, yo estoy en casa y entran los ladrones, es un sueño que tengo bastante seguido, llegan porque quieren matar o robar. Otro sueño que tengo seguido, es que hay siempre alguien detrás que me persigue y me quiere hacer daño. si todo va bien, es solo robar, sino me quiere siem- pre violar y luego matar”.

Le agradezco, interiormente, haberme dado toda esta valiosa información. Pienso obviamente en Cenchris, el remedio (serpiente que mayormente ha elaborado este tipo especial de sentido de persecución: la sexualidad, justamente). También veo en la materia médica que el remedio desarrolla un tipo especial de sudoración con un olor particularmente ácido, como me ha referido Sara, más otros síntomas presentes en la paciente. Lo prescribo, obviamente, en la dilución que es más fácil encontrar en el momento y luego, al entrar los padres, les aconsejo interrumpir completamente la cortisona. Prescribo Cen- chris contortrix 30 CH, durante 2 semanas todos los días y luego solamente 1 día por semana, durante 4 semanas. La visita siguiente es al cabo de 2 meses, durante los cuales recibo varias llamadas telefónicas, ya sea por parte de los padres o de la tía, que se muestra entusiasmada y no para de llenarme de agradecimientos, puesto que los análisis siguientes de las plaquetas resultan ser siempre valores óptimos: 180.000, 213.000 y sin tomar más cortisona. Les aconsejo no dejarse llevar por el entusiasmo fácil, pero la tía me dice que es su espíritu toscano puro, que es así

Vuelvo a ver a Sara, también esta vez a solas: “Estoy contenta, porque las plaquetas van bien y no tomo más por- querías. en efecto, ¡he bajado una talla! Me siento mejor. También la menstruación ha sido más regular, siempre con un poco de atraso, pero solo de unos pocos días, ahora la tuve después de 32 días. Es más fluida, antes era siempre con grumos oscuros y me dolía, ahora es más clara, roja y menos abundante respecto a cómo era antes”.

Le pregunto si ha notado algo más: “Tuve una gripe con placas grandes en la garganta, se me olvidó llamar por teléfono y entonces me dieron antibióticos. yo estaba preocupada por las plaquetas, pero cuando hice el control todo estaba bien. ¡menos mal! Tuve un principio de cisti- tis pero desapareció enseguida de forma espontánea.”.

Me informo de si ya había tenido episodios de cistitis: “Los tuve 2 veces, me han dicho que el primero fue en los primeros años de vida. luego el otro a los 15 años, me acuerdo de que en esa ocasión me dieron muchos antibió- ticos”.

Le pregunto cómo se siente en general: “Estoy siempre un poco enfadada, no quisiera ir más a esa escuela. Lo mismo ocurre con mi pareja, pero no puedo dejarlo, porque me quedo sola. También tengo miedo de que él me deje, sufro mucho si alguien me deja, es para mí algo dramático”.

Respecto a los últimos sueños: “No tuve más pesadillas, sueño siempre con mis compañeros de la escuela que me hacen enfadar, sueño que me pego.”.

Hago entrar a los padres y les pregunto cómo ven a la chica. Ambos están de acuerdo en decir que han notado que está más tranquila, equilibrada y con menos arrebatos. El padre me refiere que ha notado en ella una actitud dife- rente en la escuela y con las demás personas. También la madre ve a Sara más tranquila: “un poco más contenta”.

Prescribo siempre Cenchris 30 CH, 1 vez por semana durante 2 meses. En los meses siguientes, hasta la próxima visita, recibo las habituales llamadas telefónicas para informarme de que el recuento de plaquetas sigue bien (los valores de trombocitos están entre 190.000 y 220.000) y para pedirme consejo respecto a las pequeñas patologías ocasionales de Sara, fiebre o dolor de garganta (después de reprocharles por no haberme llamado la vez que tuvo la faringitis aguda y haber corrido un cierto riesgo con los antibióticos). Prescribo, siempre por teléfono, placebo o unos gránulos del remedio con inmediata desaparición de los síntomas. Vuelvo a ver nuevamente a la tía durante este período, quien mientras tanto está en tratamiento conmigo: tanto ella como su marido. Me informa de que a Sara se la ve cada vez mejor, es mucho menos envidiosa que antes, más tranquila y también un poco menos celosa: seguramente sin esos arrebatos histéricos de rabia. No pierde oportunidad para subrayar la avaricia de su her- mana: “¡Se imagina…, le hace pagar todo a Sara, sus visi- tas y también las del hematólogo!”.

A mí me parece un poco exagerado, pero no puedo veri- ficarlo. Cuando la vuelvo a ver noto en seguida que su ropa es mucho más simple, menos provocativa, no está maqui- llada, veo por fin una chica que demuestra la edad que tiene, sin esos esfuerzos de “mujer provocativa y fatal”. También su mirada es vital, no podría decir alegre, pero seguramente es espontánea, a veces hasta parece infan- til: “Estoy muy bien, también la escuela la vivo un poco mejor. A esta altura no podría cambiar para empezar todo de nuevo y entonces me he resignado, es mejor tomarse las cosas bien. Me siento un poco deprimida, porque mi pareja me ha dejado y también otro chico me ha dejado. pero no tuve crisis histéricas, me lo he tomado con filosofía. Me siento más serena, pero tengo muchas ganas de crecer, de que pase el tiempo para terminar la escuela y empezar a trabajar para poder irme de mi casa. Esta vez he soñado de nuevo, aunque no fueron gran cosa: gente que me per- seguía para hacerme daño, para violarme. En otro sueño yo estaba en una fiesta y estaba sola, mientras todas mis amigas estaban con sus chicos. Por lo general me siento un poco cansada, a veces me duele la garganta, pero es verdad que cuando estoy dando vueltas por ahí, llevo solo una camiseta. pero cuando estoy fuera estoy muy bien… Es cuando vuelvo a mi casa, que me siento cansada. Por la mañana me despierto cansada. como si tuviera fiebre, pero me tomo la temperatura y no tengo fiebre, el can- sancio desaparece cuando salgo y me vuelve por la tarde cuando regreso, pero mientras estoy fuera, no tengo nada. No me siento bien en casa, no soporto más a mis padres, además quisiera cambiar los muebles de mi habitación, pero ocurre igual que con los chicos, aunque ya no me gus- ten tengo demasiado miedo para cambiar, ni siquiera los muebles, aunque soy muy desordenada y lo pierdo todo”.

En este punto, empieza con reproches contra el chico que acaba de dejarla, enumerando decenas y decenas de chismes sobre su familia. ¡Fue una visita, que recordaré!

Prescribo Cenchris 200 CH en gotas, durante 3 días (más placebo) y en caso de necesidad.

Al cabo de 6 meses de esta visita, por fin tengo el “honor” de observar un hematocrito, junto al parte médico de una nueva punción esternal, que esta vez es absolutamente normal.

Sara está bien y el recuento de plaquetas todavía ha subido más, los valores son alrededor de 230.000. Esto pasó durante el otoño de 1995, y mientras escribo ya han pasado más de 5 años. Durante estos años he vuelto a ver a Sara pero de manera más esporádica, con una media de 1 vez al año, más que nada para mantener el contacto conmigo (así me dijo ella). Tuve también ocasión de tener noticias suyas a través de la omnipresente tía, que viene periódicamente con su marido para visitarse.

Sara (ahora escribo en el año 2000) está casada desde hace 2 años (para irse de su casa, me dijo que ¡no aguan- taba más!) aunque parece que no es un matrimonio muy feliz. Estudia idiomas, es lo que siempre deseó, si bien los padres hubieran preferido otra carrera, como derecho. No tomó nunca más cortisona ni antibióticos, ni ha tenido episodios hemorrágicos. El recuento de plaquetas se ha mantenido a nivel óptimo, también ha resultado negativa otra punción esternal realizada en 1998.

1Nota breve:

Este caso fue transcrito en el año 2000: desde enton- ces han pasado otros 12 años, durante los cuales Sara se sometió a varios controles regulares que siempre han dado resultados negativos; hasta tal punto que los propios hematólogos le han dado el alta y solo le han aconsejado volver en caso de notar alguna recidiva.

Opciones de artículo
Herramientas