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Vol. 40. Núm. 3.
Páginas 166-177 (Mayo 2005)
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Los componentes de la experiencia amorosa en la vejez: personas mayores y relaciones de pareja de larga duración
Components of loving experience in old age: older people and long-term relationships
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F. Villara, DJ. Villamizarb, S. López-Chivrallc
a Departament de Psicologia Evolutiva i de l'Educació. Universitat de Barcelona. Barcelona. España.
b Facultad de Artes y Humanidades. Programa de Psicología. Universidad de Pamplona. Pamplona. Colombia.
c Departament de Psicologia. Universitat Rovira i Virgili. Tarragona. España.
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Tablas (4)
Tabla 1. Escala de Sternberg
Tabla 2. Intercorrelaciones entre las subescalas construidas a partir del análisis de componentes principales
Tabla 3. Resultados del análisis de regresión para las 4 subescalas
Tabla 4. Resultados del análisis de regresión para las medidas de satisfacción marital obtenidas mediante la escala de Hendrick
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Figuras (1)
Introducción: el objetivo del estudio es examinar la estructura de la experiencia amorosa en relaciones de larga duración mantenidas por personas mayores y estudiar algunos de sus factores determinantes. Sujetos y método: se recogió una muestra de 144 participantes > 65 años (con una media de 73 años) y con relaciones de pareja ≥ 30 años de duración (46,6 años de media). Los participantes completaron, además de un cuestionario previo de datos demográficos, 2 instrumentos: la versión en castellano de la escala de Sternberg para evaluar la experiencia amorosa y la escala de satisfacción marital de Hendrick. Resultados y conclusiones: de nuestro estudio parece derivarse que la estructura de la experiencia amorosa en personas mayores con parejas de larga duración es similar, pero no idéntica, a la que se encuentra en personas jóvenes o con relaciones más recientes. Los altos niveles de compromiso y sentido de responsabilidad y ayuda hacia la pareja, además de unos niveles comparativamente menores de pasión, parecen ser los aspectos más característicos de estas relaciones. El género parece tener un efecto determinante y las mujeres muestran menor cercanía emocional y pasión hacia sus parejas que los varones. En la satisfacción marital, las diferencias también son significativas y van en el mismo sentido.
Palabras clave:
Relaciones de pareja de larga duración
Amor
Satisfacción marital
Intimidad
Pasión
Compromiso
Introduction: this study aimed to examine the structure of loving experience in long-term marital relationships among the elderly, as well as to identify some of the factors that may influence such an experience. Subjects and method: our sample was composed of 144 participants aged more than 65 years old (mean age, 73 years) who were involved in a long-term relationship (30 years or more, mean length 46.6). The participants completed a questionnaire on demographic data and two further instruments: the Spanish version of Sternberg's Scale to assess loving experience and Hendrick's Marital Satisfaction Scale. Results and conclusions: our study suggests that the structure of loving experience in older people in long-term relationships is similar, but not equal, to that found in younger people or in people involved in shorter relationships. The most characteristic features of these long-term relationships were the high level of commitment and the sense of responsibility and of providing support to the spouse, as well as a comparatively lower level of passion. Gender seems to have a determining effect on the relationship: women show less emotional closeness and less passion towards their spouse than men. Similar and statistically significant differences were found in marital satisfaction.
Keywords:
Long-term couple relationships
Love
Marital satisfaction
Intimacy
Passion
Commitment
Texto completo

*La profesora Diana J. Villamizar Carrillo ha participado en el trabajo durante una estancia de investigación en el Departament de Psicologia de la Universitat Rovira i Virgili financiada por la Universidad de Pamplona. Colombia.

INTRODUCCIÓN

La presencia de vínculos emocionales con una pareja es un factor que contribuye a una adaptación óptima de la persona durante toda vida adulta. Estos beneficios se extienden, por supuesto, también a las últimas décadas de la vida. Las personas mayores que poseen este tipo de vínculo disfrutan, en general, de una mejor salud física y mental, una mejor situación económica, menores probabilidades de tener hábitos perjudiciales para la salud y, sobre todo, disponen de un elemento fundamental de apoyo instrumental y emocional1, lo que a su vez se relaciona con unos mayores niveles de bienestar psicológico2.

Desde un punto de vista evolutivo, la satisfacción con la relación de pareja parece seguir un patrón en forma de «U». En los inicios la relación es altamente satisfactoria para ambos miembros de la pareja. Sin embargo, a medida que la relación avanza y especialmente a partir del nacimiento de los hijos (todavía hoy una tarea evolutiva esperada para las parejas estables) y los desafíos que implica su crianza, la satisfacción marital promedio decrece y suelen aumentar los conflictos. En las parejas de larga duración que han sobrevivido ≥ 3 décadas a la aparición de esos conflictos y que han sabido resolverlos, la satisfacción marital vuelve a ser muy alta3,4. Pese a ello, y con independencia de la edad, los beneficios de la vida en pareja parece que son mayores para los varones que para las mujeres. No sólo la satisfacción marital de los varones suele ser más alta que la de las mujeres, sino que mientras los varones casados manifiestan mayor satisfacción vital que los solteros, en las mujeres este efecto no aparece o es justo el contrario5,6.

Otro cambio importante que experimentan las parejas a medida que avanzan en su relación tiene que ver con el ámbito sexual. Ciertamente, una mayoría de las parejas mayores continúa manteniendo este tipo de relaciones y su cese, cuando se produce, parece estar vinculado más con la aparición de ciertos cambios no deseados (típicamente enfermedades graves en uno u otro miembro de la pareja) que con el desinterés o la desmotivación sexual, aunque también parece cierto que la frecuencia de las relaciones sexuales tiende a disminuir con el paso de los años7-9.

Al hilo de cambios como éste, algunas investigaciones sugieren que, más allá de los niveles cuantitativos de satisfacción marital, la relación de pareja se transforma cualitativamente a medida que pasa el tiempo. Las parejas mayores se caracterizan, de esta manera, por unos niveles de compromiso mutuo, de implicación emocional y de confianza mayores que los que muestran las parejas más jóvenes. Esta tendencia coincide con los resultados de algunas líneas de investigación, que parecen indicar que las personas mayores valoran más que las jóvenes los aspectos afectivos y emocionales de la vida y de las relaciones personales y, al mismo tiempo, son capaces de regular las propias emociones de manera más eficiente10. Esto contribuiría a la presencia de mayores emociones positivas en los matrimonios de larga duración, protagonizados por personas mayores con 3, 4 y aún más décadas de vida en común11.

Una propuesta que puede ser útil en esta diferenciación en componentes de la relación amorosa es la que propone Sternberg. Su modelo, denominado «teoría triárquica del amor», es uno de los más populares en el estudio de las relaciones amorosas desde la psicología social y plantea que la experiencia amorosa está configurada por 3 grandes factores: la intimidad, el compromiso y la pasión12,13.

Sternberg define la intimidad como el sentimiento de tener un vínculo afectivo especial con la persona amada. Implica promover el bienestar del otro, la comprensión mutua, una comunicación fluida, la compenetración con el otro y el hecho de compartir emociones, valores, gustos o actividades. Para Sternberg, la intimidad es el componente emocional del amor. El segundo componente, la pasión, haría referencia a la experiencia de necesitar al otro y sentir deseo de él o ella, un deseo que implica una activación fisiológica y, en el caso del amor de pareja, en buena parte un aspecto sexual. La pasión sería el componente motivacional y energético del amor. Por último, el compromiso se refiere a la decisión de mantener la relación con la otra persona, tanto a corto como a largo plazo. Es la disposición a sostener la relación en el tiempo a pesar de las dificultades que se puedan presentar. Sería, para Sternberg, el componente cognitivo del amor.

Esta estructura en 3 factores ha sido apoyada en lo fundamental por la investigación empírica realizada hasta el momento, ya sea llevada a cabo por el propio Sternberg13,14 o por otros investigadores15,16. En nuestro país, la utilidad del modelo ha sido demostrada en investigaciones como la de Serrano et al17 o Yela18. Sin embargo, en los estudios anglosajones y en los realizados en nuestro país las muestras utilizadas no corresponden a personas mayores. En la práctica totalidad de ellos se trabaja con muestras de estudiantes o, en todo caso, con personas entre los 20 y los 30 años de edad14.

Sin embargo, ya desde su propuesta inicial, Sternberg planteó que las relaciones amorosas podían cambiar con el tiempo y que, en concreto, la trayectoria temporal de cada componente podría ser diferente. En las primeras fases de la relación, el componente de pasión tendería a ser el más importante, para luego declinar de manera muy significativa. En contraste, los componentes de intimidad y compromiso tenderían, partiendo de un nivel inferior, a crecer de manera marcada durante los primeros años (especialmente el componente de intimidad), para luego mantenerse en niveles altos durante el resto de la relación. Estas diferencias de los componentes en función de la duración de la relación han sido confirmadas por un estudio realizado en nuestro país por Yela19, aunque según sus datos, la dimensión pasional del amor se desvía algo de lo inicialmente propuesto por Sternberg, creciendo menos abruptamente al principio y después descendiendo de manera más suave de lo esperado hasta llegar a una cierta estabilidad. Yela explica esta discrepancia argumentando que en el cuestionario original de Sternberg, junto con elementos de pasión claramente eróticos, nítidamente vinculados con la motivación sexual, se encuentran también otros de carácter más romántico (idealización del otro, creencia de la omnipotencia del amor, etc.) que serían los que amortiguan la caída de la dimensión pasional a medida que avanza la relación. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que, en este estudio de Yela, la media de edad de los participantes apenas alcanza los 23 años, con un promedio de 2,9 años de duración en su relación de pareja.

Así, en resumen, ninguno de estos estudios se centra en parejas mayores con relaciones de muy larga duración. Además, cuando tienen en cuenta grupos de personas con diferentes duraciones de su relación de pareja, son muy raros los casos con relaciones que superan los 10 o 15 años y se asume que tras esos años la estabilidad es la norma. La cuestión de qué pasa más allá, y en especial en la vejez, cuando las relaciones es probable que sean muy duraderas, permanece en gran medida sin respuesta.

Precisamente, el objetivo general del presente trabajo es ayudar a aumentar nuestro conocimiento de estas parejas mayores de larga duración, prestando atención a la experiencia amorosa de los implicados en ellas. De manera más específica, se pretende, por una parte, evaluar el funcionamiento de la escala de Sternberg en una muestra de personas con relaciones de pareja de muy larga duración y, por otra, examinar el efecto que algunas variables podrían tener en la relación amorosa que experimentan este tipo de personas.

Aunque el objetivo fundamental es de carácter exploratorio, estudios previos comentados en párrafos anteriores nos permiten plantear una serie de hipótesis que verificaremos empíricamente. Entre ellas, destacan las siguientes:

-- Si los 3 componentes de Sternberg presentan patrones distintos de evolución temporal, en las relaciones amorosas de larga duración encontraremos diferencias entre sus puntuaciones. En concreto, la intimidad y el compromiso mantendrán niveles altos, mientras que la pasión presentará puntuaciones significativamente menores.

-- Las mujeres presentarán puntuaciones ligeramente menores que las de los varones en las medidas de satisfacción marital, y puntuaciones también menores que éstos en los componentes de la experiencia amorosa diferenciados por Sternberg.

-- Si tras una serie de años (típicamente 10 o 15) la experiencia amorosa se estabiliza, no habrá efectos asociados con la edad en las medidas de la experiencia amorosa obtenidas en una muestra de personas mayores implicadas en relaciones de larga duración.

SUJETOS Y MÉTODO

Participantes

En nuestro estudio se contó con los datos proporcionados por 144 personas voluntarias, todas ellas > 65 años, que vivían en la ciudad de Tarragona y su área de influencia.

El muestreo fue intencional y se tuvieron en cuenta 2 criterios de selección, además de la edad. En primer lugar, únicamente podían formar parte de la muestra personas que estuviesen conviviendo con la misma pareja desde hacía al menos 30 años. En segundo lugar, y dado que el sexo era una de las principales variables a estudiar, intentamos que la proporción de varones y mujeres participantes fuera similar para garantizar la posterior comparación entre ambos grupos. Obviamente, esta forma de obtener la muestra hace que no sea representativa, lo que tendrá consecuencias para la generalización de nuestros resultados que comentaremos en posteriores apartados del artículo. Adicionalmente, la repetida incomprensión de diferentes preguntas por parte de determinado entrevistado aconsejaba también no tomar en consideración sus respuestas. Este hecho motivó la eliminación de 2 personas de la muestra definitiva.

De las 144 personas que formaron parte de esta muestra definitiva, 75 fueron varones (52,1%) y 69 mujeres (47,9%). La edad media ± desviación estándar (DE) de los participantes fue de 73,06 ± 4,29 años y las mujeres (71,9 ± 4,24 años) eran ligeramente más jóvenes como promedio que los varones (74,1 ± 3,86 años). La duración media de la relación de pareja era de 46,6 ± 6,73 años (30 años en el menor de los casos y 58 años la relación más duradera). El número de relaciones anteriores antes de iniciar la de larga duración era, como media, de 1,08 ± 1,37. El 52% de la muestra no tenía ninguna experiencia de pareja previa antes de iniciar la relación de larga duración.

La gran mayoría de participantes estaba casada (95,8%) y vivía únicamente con la pareja, sin hijos u otra familia (86,1%). Por lo que respecta al nivel educativo de la muestra, el 22,9% manifestó no haber acabado los estudios primarios, mientras que el 50% disponía únicamente de estos estudios básicos. Por el contrario, el 18,8% de los participantes tenía estudios secundarios y el restante 8,3% estudios universitarios. Respecto al nivel económico, el 7% manifestó que los ingresos de su unidad familiar (sumando los propios y los de la pareja únicamente) no superaban los 600 €. Los siguientes 3 intervalos considerados (600-900, 900-1.200 y 1.200-1500 €) constituyeron cada uno de ellos el 25,7% de la muestra. Por último, el 14,2% de los participantes mencionó disponer de ingresos > 1.500 € mensuales.

Variables

El estudio contó como variables criterio con los componentes de la experiencia amorosa, tal y como es concebida y medida desde el modelo propuesto por Sternberg. Adicionalmente, también se incluyó como criterio variable la satisfacción marital, evaluada mediante la escala de Hendrick20.

Las 3 principales variables predictoras, de acuerdo con lo expuesto en la introducción (tal y como se concreta en la segunda y tercera hipótesis) fueron el género, la edad de los participantes y la duración de su relación de pareja. El género se categorizó con 2 valores, 0 (varón) y 1 (mujer), mientras para la edad y la duración se utilizó el valor directo en años que proporcionó el participante.

Adicionalmente, se contemplaron otras variables, como el número de relaciones de pareja estables anteriores, el nivel de estudios (con 4 intervalos de respuesta: sin estudios, primarios, secundarios, universitarios, a los que se asignaron valores de 0 a 3), los ingresos de la unidad familiar (con 5 intervalos de respuesta: < 600, 600-900, 900-1.200, 1.200-1.500 y > 1.500 €, a los que se asignaron valores de 0 a 4), la percepción del grado de religiosidad (con 4 categorías de respuesta: de nada religioso, calificado con un valor 0, a muy religioso, categoría a la que se asignó el valor 3), la percepción de frecuencia de discusiones (con valores que iban desde 0 para «nunca» a 4 para «muy frecuentemente»), quién inicia las discusiones (yo, mi pareja, los dos, ninguno de los dos) y cómo se solucionan (cedo yo, cede mi pareja, cedemos los dos, no cede nadie). En estos últimos 2 casos, los valores se codificaron con números de 0 a 3.

Materiales y procedimiento

Para evaluar la experiencia amorosa se utilizó la escala de Sternberg10. Esta escala está compuesta por 45 ítems con un formato de respuesta tipo Likert de 5 alternativas (de totalmente en desacuerdo a totalmente de acuerdo). La escala tiene, ordenados de manera aleatoria, 15 ítems que miden cada uno de los 3 componentes del amor descritos por el autor (intimidad, pasión y compromiso). Todos están formulados de manera positiva, por lo que para calcular la puntuación de un componente únicamente se han de sumar las puntuaciones de sus ítems.

En nuestro estudio, y con el fin de facilitar la respuesta, el entrevistador leía el ítem y al mismo tiempo presentaba una lámina con una línea graduada de 5 puntos (cada uno con la etiqueta de la alternativa correspondiente). El participante tenía que señalar el punto de la línea graduada que mejor se ajustaba a su respuesta. Este procedimiento resultó especialmente útil con nuestros participantes, que en su mayoría estaban poco acostumbrados a responder a cuestionarios de esta naturaleza. Por otra parte, esta forma de respuesta facilitaba que el entrevistador pudiera detectar sesgos, como el de aquiescencia (e insistir en el ítem si era necesario), que pueden aparecer en escalas con todos los ítems redactados en positivo.

Para finalizar se aplicó la Escala de Satisfacción Marital de Hendrick20,21. Debido a que la versión en español de la escala, efectuada por la propia Hendrick, había sido realizada en México, fue necesario adaptar ligeramente algunas expresiones para adecuarla al español de España. En cualquier caso, la escala consta de 7 ítems de 5 alternativas de respuesta cada uno de ellos. En este caso, la escala contiene 5 ítems positivos (p. ej., «¿hasta qué punto su pareja satisface sus necesidades?») y 2 negativos (p. ej., «¿con qué frecuencia se arrepiente de estar con su pareja?»). Para la corrección, las puntuaciones de los ítems negativos se invirtieron de manera que, en la puntación global, los valores altos correspondieran a una alta satisfacción marital. El procedimiento de aplicación de la escala fue idéntico al descrito para la escala de Sternberg.

Para recoger la muestra se seleccionaron de manera intencional, como hemos comentado, potenciales candidatos para participar en la investigación. Este contacto se realizó en 2 tipos de lugares públicos. El 72,9% de los participantes fue seleccionado en 3 centros de mayores de la ciudad de Tarragona, cuya titularidad correspondía, en los 3 casos, a una entidad financiera. El uso de estos centros era libre, con los únicos requisitos de ser jubilado o pensionista y pagar una cuota anual simbólica (entre 3 y 6 €, según el centro). Para facilitar el contacto con los asistentes se contactó con el director del centro, quien se encargaba de informar y obtener el consentimiento de las personas susceptibles de formar parte de la muestra. Un total de 60 varones y 53 mujeres asistentes a estos centros proporcionaron datos válidos que fueron incluidos en el análisis. Para completar la muestra se recogieron también datos de 39 personas más, con las que se estableció contacto en parques (15 varones y 16 mujeres). Antes de comenzar a aplicar los instrumentos de recogida de datos, el entrevistador explicaba el objeto y los fines de la investigación y volvía a solicitar el consentimiento explícito para participar, en el caso de que se cumpliesen los requisitos (recordemos: tener una edad > 65 años y una relación de pareja ≥ 30 años). Los instrumentos se aplicaron en una única sesión con una duración aproximada de 1 h.

Una vez elaborada la base de datos se procedió a realizar los análisis estadísticos pertinentes, para lo que se utilizó el paquete SPSS para Windows versión 11.0.

RESULTADOS

Análisis de la escala de Sternberg

Uno de los objetivos del trabajo era analizar las propiedades de la escala de Sternberg en una muestra de personas mayores mediante la evaluación de relaciones de larga duración.

Una primera cuestión es validar la estructura en 3 factores que, como hemos comentado en la introducción, aparecen en los estudios del propio Sternberg y también en algunos otros. En este sentido, los índices de Kaiser-Meyer-Olkin de adecuación de la muestra (KMO = 0,904) y el test de esfericidad de Bartlett (B = 5189,27; p < 0,0001) indicaban que el modelo factorial era adecuado para analizar los datos.

En primer lugar se realizó un análisis de los componentes principales respecto a las respuestas de la escala y posteriormente se aplicó el método de rotación varimax con Kaiser a la solución obtenida. Con este tipo de rotación ortogonal se tiende a encontrar relativamente pocos factores e independientes entre sí, y fue el método elegido para garantizar la comparabilidad de nuestros resultados con los originales de Sternberg13 y otros autores que han trabajado con su escala15, quienes aplican este mismo método de rotación. Como parecía lógico, en primera instancia se extrajeron 3 componentes, que se supone que corresponderían a los 3 señalados por Sternberg. Esta solución, que explicaba un 54% de la varianza total, no parecía ajustarse, sin embargo, a su propuesta: el primer componente agrupaba a prácticamente todos los ítems de las dimensiones «intimidad» y «pasión». El segundo componente, en términos generales, sí correspondía a la dimensión «compromiso» y el tercero de los componentes no era ninguno de los contemplados por Sternberg. Agrupaba únicamente 3 ítems que indicaban la voluntad de ayuda y apoyo a la pareja.

Dejando de lado esta extracción a priori de 3 componentes, volvimos a aplicar en nuestros datos el mismo método de extracción (componentes principales) y de rotación (varimax con Kaiser), considerando esta vez como componentes independientes aquellos cuyos valores propios eran > 1 y que agrupaban claramente al menos 3 ítems. Se establecieron 2 criterios de adscripción de un ítem en un determinado componente: bien cuando saturaba en él con un valor > 0,50 y en el resto con valores < 0,35, bien cuando saturaba en él con valores entre 0,30 y 0,50 y en el resto con valores < 0,20.

En este caso, la solución obtenida conseguía un 50,7% de la varianza explicada, un nivel algo menor del 60% que consiguen Serrano et al17 o Hendrick et al15. Pese a ello, esta solución parecía más cercana a la propuesta de Sternberg. El primer componente, que agrupaba la gran mayoría de ítems de la dimensión «intimidad», más otros de las dimensiones «pasión» y «compromiso», explicaba un 21,3% de la varianza. El segundo componente, que agrupaba ítems principalmente pertenecientes a la dimensión «pasión», explicaba un 13,5% de la varianza. El tercero, compuesto de ítems exclusivamente procedentes de la dimensión «compromiso», explicaba el 8,6%. El cuarto y último, virtualmente idéntico al que en el párrafo anterior identificábamos como «ofrecer ayuda y apoyo a la pareja», daba cuenta del 7,2% de la varianza. En la tabla 1 podemos observar los ítems concretos que forman parte de cada componente y sus saturaciones.

Los ítem señalados en la tabla no se adscribían con claridad a ninguno de los componentes, bien porque presentaban saturaciones muy bajas (< 0,20) en todos ellos (recordemos que el valor de saturación es una medida de la relación entre el ítem en el componente: saturaciones altas indican que el ítem es un buen representante del componente), bien porque saturaban alto (con valores > 0,35) en más de un componente y, por tanto, no podían adscribirse con claridad únicamente a uno. Estos ítems se han eliminado de los análisis posteriores.

Si consideramos cada componente y sus respectivos ítems como una subescala, los índices de fiabilidad obtenidos son aceptables. Así, el valor alfa de Cronbach para la subescala «intimidad» era de 0,95, mientras que para las subescalas «pasión», «compromiso» y «ayuda» los valores alfa se situaron en 0,90, 0,81 y 0,76, respectivamente. Estos valores son algo más bajos que los recogidos en otros estudios similares17, quizá debido a la eliminación de ítems dudosos, lo que implica que cada subescala cuente con un menor número de ítems.

Por último, en la tabla 2 podemos observar las intercorrelaciones entre las 4 subescalas que se derivan del análisis de componentes principales antes presentado. Las subescalas «intimidad» y «pasión» resultan las más relacionadas entre sí, como podíamos ya inferir de la tabla 1, en la que bastantes ítems de ambas dimensiones presentan también saturaciones en la otra. Sin embargo, las intercorrelaciones de las otras 2 subescalas, aunque sean estadísticamente significativas, son de una magnitud mucho menor, lo que indica que se ha logrado una mayor independencia entre las dimensiones de la que muestra la escala original de Sternberg.

De hecho, si tomamos las 3 dimensiones originales de 15 ítems y calculamos las intercorrelaciones entre ellas con nuestros datos, la magnitud de la relación entre dimensiones es sensiblemente superior (r = 0,82 entre «intimidad-pasión»; r = 0,73 entre «intimidad-compromiso», y r = 0,71 entre «pasión-compromiso»). Estas altas intercorrelaciones también aparecían en estudios anteriores en los que se utilizaban las dimensiones originales de Sternberg. Por ejemplo, en Serrano et al17, el valor promedio de estas intercorrelaciones es de 0,75.

Las intercorrelaciones presentes en nuestra solución de 4 componentes llevaron a plantearnos la realización de un nuevo análisis de componentes principales, esta vez empleando una rotación oblicua con Kaiser. La aplicación de los mismos criterios para tomar en cuenta componentes (valores propios > 1 y agrupación clara de al menos 3 ítems, con saturación alta en ese factor y baja en el resto) resultaba en una solución con 3 componentes que explicaba el 55,4% de la varianza total. Estos componentes eran virtualmente idénticos (primer componente que incluye ítems de «intimidad» y «pasión», segundo componente con ítems de «compromiso» y tercer componente con ítems que indican «prestación de ayuda y apoyo») a la primera de las soluciones comentadas en este apartado (la solución con rotación varimax de 3 componentes).

Pese a ello, optamos por la segunda de las soluciones comentadas, la solución de 4 componentes obtenida a partir de una rotación varimax con Kaiser, y será ésta a la que aludiremos en el resto del trabajo. La razón fundamental es que esta solución permite comparar nuestros resultados con las propuestas teóricas de Sternberg y con los trabajos posteriores realizados a partir de ellas (incluidos los realizados con la escala traducida al castellano y muestras obtenidas en nuestro país), al recoger las 3 dimensiones originales. Además, desde un punto de vista de los procedimientos estadísticos, hemos de recordar que en toda la bibliografía revisada se utilizan las rotaciones ortogonales y no las oblicuas, lo que refuerza esa posibilidad de comparación con nuestra solución. Pese a ello, hemos de tener muy presente la gran relación que en nuestros datos parecen tener las dimensiones «intimidad» y «pasión», relación que se evidencia tanto en la solución escogida por nosotros (recordemos las elevadas intercorrelaciones entre esos componentes) como en la obtenida a partir de una rotación oblicua (ambas dimensiones aparecen incluidas en un mismo componente).

La correlación de las dimensiones obtenidas en nuestro análisis con la satisfacción marital, medida a partir de la escala de Hendrick, también sigue un patrón esperable. Aunque todas las correlaciones son significativas, la dimensión «intimidad» es la que más se correlaciona con la satisfacción marital (r = 0,821), seguida de la dimensión «pasión» (r = 0,691). La dimensión «ayuda» mostraba una relación bastante menos estrecha (r = 0,517) pero, aun así, mucho mayor que la que mantenía la satisfacción marital con la dimensión «compromiso» (r = 0,228). Esta ordenación de las correlaciones con la satisfacción marital es la misma que la que se obtiene al tomar las puntuaciones de las dimensiones originales de 15 ítems, si bien en este caso las correlaciones tienden a ser mayores y menos diferenciadas entre sí. Así, la relación entre satisfacción marital e «intimidad» alcanzaba un valor r = 0,841, pero la relación con el «compromiso» alcanzaba también un valor muy alto, en concreto r = 0,671.

Influencias en la experiencia amorosa y la satisfacción marital

Las puntuaciones promedio de las diferentes dimensiones extraídas de nuestro análisis eran, en general, muy elevadas. En una escala de 0 a 4, en la que 4 representa la máxima intensidad de la dimensión, el «compromiso» tenía la media más alta, con un valor de 3,86 ± 0,27, seguida por la «ayuda» (3,78 ± 0,47) y la «intimidad» (3,29 ± 0,68). La dimensión «pasión», sin embargo, se alejaba sensiblemente de estos valores elevados, con una media de 2,14 ± 0,96, apenas superior al punto medio de la escala.

Estos resultados, sin embargo, se ven matizados por el efecto de diversas variables. En este sentido, una variable que parece tener un especial efecto es el sexo. Como vemos en la figura 1, al aplicar la prueba de diferencia de medias de la t de Student, los varones no sólo obtienen unas puntuaciones significativamente más altas en satisfacción marital que las mujeres, sino que estas diferencias se repiten para 3 de los 4 componentes que hemos diferenciado en el análisis de la escala de Sternberg. Sólo las puntuaciones en el «compromiso» no son estadísticamente diferentes en varones y mujeres. Entre las diferencias destacan, por su magnitud, las encontradas en la «pasión», que en las mujeres no llegaban siquiera a la puntuación media de la escala.

Figura 1.Puntuaciones medias de los sujetos en función del género en cada uno de los componentes de la escala de Sternberg y en la Escala de Satisfacción Marital de Hendrick.

En coherencia con estos resultados, entre los participantes que contestaron que no volverían a empezar la relación si tuvieran oportunidad (30 de los 144), la mayoría eran mujeres (21 de los 30). Respecto los 112 participantes que contestaron afirmativamente a la pregunta, los efectos de género, utilizando la t de Student, se mantenían para la satisfacción marital (t = 4,624; p < 0,0001), intimidad (4,742; p < 0,0001) y pasión (t = 4,999; p < 0,0001), todos ellos con mayores puntuaciones en los varones, mientras en los componentes compromiso y ayuda las puntuaciones eran estadísticamente indiferenciables en varones y mujeres.

Para evaluar el efecto de otras variables (edad del participante, diferencia de edad con la pareja, años de convivencia, número de relaciones anteriores, frecuencia de discusiones, nivel educativo, nivel económico y grado de religiosidad) tanto en la experiencia amorosa como en la satisfacción marital, se procedió a realizar un análisis de regresión, para lo que se utilizó un modelo de pasos sucesivos con el método de introducción (con el criterio F para entrar con p ≤ 0,050 y F para salir con p ≥ 0,100).

Sin embargo, con anterioridad se verificó mediante la prueba de Kolmogorov-Smirnov que 3 de las 4 variables generadas a partir del análisis de componentes principales no presentaban una distribución normal. En concreto, estas variables fueron «compromiso» (Z = 3,78; p < 0,0001), «intimidad» (Z = 2,08; p < 0,0001) y «ayuda» (Z = 3,95; p < 0,0001). Las 3 fueron sometidas a una transformación logarítmica antes de realizar los análisis de regresión lineal.

Por otra parte, se ha de tener en cuenta que algunas de estas variables mostraban diferencias en función del género. En concreto, al aplicar la prueba de diferencia de medias de la t de Student comprobamos que las mujeres de nuestra muestra tenían un menor nivel educativo que los varones (t = 7,433; p = 0,0001), manifestaban un grado mayor de sentimiento religioso (t = ­3,698; p = 0,0001), reconocían haber tenido menos relaciones amorosas anteriores a la actual (t = 8,560; p = 0,0001) y mencionaban discutir con más frecuencia con su pareja que los varones (t = 3,636; p = 0,0001). Por ello, y para evitar que los efectos de estas variables se confundiesen con el efecto del género, que ya hemos visto que es muy importante en algunos componentes, se llevaron a cabo análisis de regresión lineal separados para varones y mujeres.

En la tabla 3 podemos observar el resultado de estos análisis. Como vemos, el efecto de las variables antes mencionadas en general no es muy elevado. En las mujeres, los valores en el componente «intimidad» parecen estar ligeramente afectados tanto por la diferencia de edad como, especialmente, por la frecuencia estimada de discusiones (explica más de un 30% de la varianza), mientras que estas variables no son significativas a la hora de predecir los valores de «intimidad» en los varones y sí lo es, ligeramente, el número de relaciones anteriores. Con respecto a la «pasión», en las mujeres se encuentra significativamente influida por las discusiones, la diferencia de edad y los años de convivencia. En los varones, sólo el número de relaciones anteriores parece tener alguna influencia.

Respecto al «compromiso», en los varones el nivel educativo parece influir algo, mientras que en las mujeres ninguna variable era significativa. Una situación similar tenemos con el componente «ayuda»: en las mujeres ninguna variable aparece como un predictor estadísticamente significativo y en los varones sólo, y de manera muy ligera, la edad y la frecuencia subjetiva de discusiones.

El mismo análisis (análisis de regresión lineal siguiendo el método de pasos sucesivos con idénticos criterios a los descritos con anterioridad) se aplicó también a las puntaciones en satisfacción marital medidas con la escala de Hendrick. También en este caso, debido a su falta de normalidad (en la prueba de Kolmogorov-Smirnov se obtuvo un valor Z = 2,08; p < 0,001), las puntuaciones se transformaron logarítmicamente. Los resultados de la regresión se exponen en la tabla 4. Como vemos, para las mujeres, el porcentaje de varianza explicada fue mayor, gracias al impacto sobre la satisfacción marital que tiene la frecuencia subjetiva de discusiones (explicaba el 30% de la varianza total en satisfacción marital). En los varones, a esta variable se añadió también el nivel educativo, aunque entre las 2 alcanzaban un nivel de varianza explicada inferior al señalado para las mujeres.

DISCUSIÓN

Como mencionábamos en la introducción, uno de los objetivos principales del presente trabajo se centra en comprobar el funcionamiento de la escala de Sternberg en una muestra de personas mayores con relaciones de pareja de larga duración. En este sentido, los 3 componentes del amor que señala Sternberg parecen estar presentes también en nuestros datos, aunque con algunas matizaciones importantes respecto al modelo originalmente propuesto por ese autor y estudios posteriores realizados principalmente con jóvenes.

En concreto, en nuestros datos obtenidos con parejeas se aprecia una desproporción entre la importancia de las diferentes dimensiones. El componente «intimidad», que ya aparece como el más central en investigaciones anteriores, en nuestro caso reafirma aún más si cabe esta centralidad y es el que da cuenta de la mayor proporción de varianza. Esta dimensión, además, parece especialmente vinculada con el componente «pasión». Esta relación no sólo se evidencia a partir de la alta intercorrelación entre ambas, sino por el hecho de que, si tomamos otras soluciones alternativas (con 3 componentes, ya sea con rotación ortogonal u oblicua), ambos se fusionan en uno solo que da cuenta de la gran mayoría de la varianza explicada.

De hecho, para que ambas dimensiones se diferenciasen y, de esta manera, aparecieran los 3 componentes definidos por Sternberg, fue necesario incluir un cuarto componente, ausente en la perspectiva original de este autor y referido a un sentimiento de responsabilidad y ayuda respecto a la pareja. Quizá no sea extraño que este aspecto de la relación amorosa aparezca de manera diferenciada en personas mayores y relaciones de tanta duración, cuando de alguna manera la integridad y el bienestar de la pareja pueden estar menos amenazados por algunos de los cambios, especialmente los físicos y de salud, vinculados al envejecimiento. Es entonces cuando el hecho de comprometerse a ayudar al otro puede aparecer como un elemento importante y diferenciado en la experiencia amorosa de estas personas.

Esta estructura en 4 componentes, en la que se han eliminado algunos ítems que presentan pesos similares en varios componentes o muy pequeños para todos ellos, parece ser bastante sólida desde un punto de vista psicométrico. Así lo indican los niveles de fiabilidad (altos en todos los casos), la relativa independencia entre componentes (que únicamente alcanza valores elevados, como hemos visto, en el caso de la relación entre «intimidad» y «pasión») y las correlaciones diferenciales con criterios externos, como la satisfacción marital, que se correlaciona más con el componente más relacionado a priori, la «intimidad», que con los demás. En el caso de estos 2 últimos indicadores, la solución tetrafactorial escogida parece funcionar mejor incluso que la propuesta original de Sternberg, en la que las dimensiones presentan límites más difusos entre ellas.

Más allá de estas valoraciones psicométricas, la experiencia amorosa de las personas de nuestra muestra parece ajustarse a lo esperado de acuerdo con la concepción de cada uno de los componentes. Así, los valores de los componentes «intimidad» y, sobre todo, «compromiso» y «ayuda», son muy elevados. En estas 2 últimas, el promedio se sitúa cerca del punto máximo de la escala (3,86 y 3,78 sobre 4, respectivamente). De manera alternativa, también podríamos preguntarnos si en estas elevadas puntuaciones no está influyendo un sesgo de aquiescencia o deseabilidad social a la hora de contestar. Aunque, obviamente, no podemos saberlo a partir de nuestros datos, estos sesgos (y sobre todo el de aquiesciencia) parecen menos probables si tenemos en cuenta que, en contraste con las 2 anteriores, la «pasión» apenas supera el punto medio de la escala (2,14 sobre 4), lo que implica que muchos de sus ítems han obtenido respuestas que implican una falta de acuerdo.

En cualquier caso, estos niveles, especialmente por lo que hace referencia a los componentes «intimidad» y, sobre todo, «compromiso», son bastante más elevados en nuestra muestra de personas mayores de lo que lo son en otros estudios que evalúan muestras de estudiantes o, en general, de jóvenes. Esta diferencia era esperable de acuerdo con la concepción original de Sternberg y confirma los resultados obtenidos por otros autores en parejas de diferente duración19, que apuntaban hacia una mayor importancia de estos componentes a medida que la relación avanza con el tiempo. De hecho, nuestros resultados son comparables a los obtenidos por parejas con 10 años de relación en estos estudios, lo que también es coherente con una visión en la que, una vez superados los 10 o 15 primeros años (examinados por los estudios anteriores), no sólo la «intimidad» y el «compromiso» permanecen en niveles elevados, sino que los niveles de «pasión» tienden a estabilizarse y no descienden o lo hacen muy ligeramente, aun cuando la pareja alcanza una duración mucho mayor (≥ 30 años, como en nuestro estudio). Aún más interesante es, como ya hemos comentado, la aparición en nuestros resultados de un nuevo componente que no aparecía en ninguno de los estudios anteriores llevados a cabo con jóvenes, componente que hemos llamado «ayuda» y cuyas medias son también muy elevadas.

En suma, nuestros resultados parecen sugerir que, en edades avanzadas y relaciones muy duraderas, el nivel de compromiso con la relación y el sentido de responsabilidad y ayuda hacia el otro son extraordinariamente altos, y que son las características que marca la relación. En contraste, la pasión es menos importante y tiende a diluirse en un componente más genérico de intimidad. De esta manera, las diferencias entre nuestros resultados y los encontrados con muestras más jóvenes son cuantitativas, pero también cualitativas: aparecen nuevos componentes y otros tienden a estar más estrechamente relacionados. Es evidente que estas conclusiones están sometidas a los límites de nuestro estudio (especialmente por lo que hace referencia al muestreo) y abiertas, en todo caso, a su apoyo por otros estudios futuros.

En cuanto al segundo de nuestros objetivos y las hipótesis que se generan a partir de él, cabe destacar las importantes diferencias entre varones y mujeres, diferencias hipotetizadas pero que se muestran incluso mayores de lo que se encuentra en otros estudios. En concreto, las mujeres parecen tener una visión menos optimista de su relación amorosa y presentan niveles significativamente menores en las dimensiones «intimidad» y, sobre todo, «pasión». Mientras que en los varones la «intimidad» se sitúa en niveles parecidos a otros componentes de la relación, en las mujeres su nivel es muy inferior, como lo es también el nivel en «pasión», que en ellas se sitúa claramente por debajo del punto medio de la escala. Estas 2 dimensiones (sobre todo la primera) establecen la calidad emocional de la relación, que parece ser significativamente menor en las mujeres. Pese a ello, en componentes como «compromiso» y «ayuda», que son más cognitivos que emocionales, representan el carácter «racional» de la relación y dependen más de una decisión consciente respecto a su futuro, las mujeres sostienen unos niveles similares a los de los varones. Esta menor implicación emocional de las mujeres la encontramos incluso en las que volverían a establecer esa relación amorosa y se corresponde, además, con unos menores niveles de satisfacción marital.

La interpretación de un resultado como éste es, sin embargo, discutible. En nuestra opinión (y dado el escaso o nulo efecto de la edad, que abordaremos a continuación), lo más probable es que, al menos en parte, las diferencias estén provocadas por ciertos factores generacionales. Hemos de recordar que la generación de mayores actuales conoció a sus parejas hace más de 3 décadas. Quizá, las expectativas y las motivaciones para iniciar y mantener la relación fueron diferentes en los varones y en las mujeres. Esta desigualdad, que se puede manifestar en tareas y responsabilidades diferentes y en expectativas no igualitarias sobre lo que uno debe hacer y esperar del otro, puede implicar que hayan sido los varones los más beneficiados de la relación, quedando más alejados del espíritu de sacrificio y entrega al otro que quizá sea superior en las mujeres mayores. Ese mismo espíritu es quizá el que las inclina a mantener el compromiso, aunque la experiencia amorosa no sea tan positiva para ellas desde el punto de vista emocional. Esta interpretación queda también abierta, sin embargo, a nuevos estudios que la confirmen, en los que se podrían examinar las creencias que subyacen a la relación de pareja y su evolución con el tiempo en parejas mayores y jóvenes de diferentes duraciones.

Como ya hemos adelantado, la edad parece ejercer poca influencia en la experiencia amorosa y en la satisfacción marital. Únicamente encontramos para los varones un pequeño efecto significativo positivo respecto al componente «ayuda». De manera similar, los años de convivencia parecen no ejercer un gran impacto ni en un aspecto ni en otro, sólo en las mujeres aparece un efecto negativo de pequeña magnitud, aunque significativo, respecto al componente «pasión». En términos generales, estos resultados parecen apoyar la idea de que, tras 30 años de relación, cabe esperar pocos cambios en la experiencia amorosa de años posteriores. La nota general parece ser de estabilidad, no de cambio o evolución aunque, obviamente, necesitamos estudios longitudinales, y no transversales como el nuestro, que confirmen esta conclusión.

Entre el resto de las influencias, cabe destacar que la frecuencia subjetiva de discusiones es el factor que contribuye de manera significativa a más componentes del amor y consistentemente siempre de forma negativa. En las mujeres su influencia se deja notar en los componentes de «intimidad» y «pasión», pero no en los de «compromiso» y «ayuda». En los varones, sin embargo, su efecto sólo es significativo, y de manera muy moderada, en el componente «ayuda». También la frecuencia subjetiva de discusiones es el factor, entre los considerados, más predictivo de satisfacción marital y explica algo más de un 10% de la varianza en los varones y casi el 30% en las mujeres. Todo ello nos habla de la relativa importancia de este indicador, las discusiones, como elemento relevante, tanto en la calidad de la experiencia amorosa como de la relación de pareja, muy especialmente para las mujeres. En ellas, el efecto aparece en los componentes que implican más carga afectiva (intimidad y pasión), mientras que no lo hace en los que implican más carga cognitiva y dependen de la decisión consciente de la persona (compromiso y ayuda).

Otras variables consideradas en el estudio, como el nivel educativo, los ingresos y la religiosidad, tenían escaso o ningún efecto sobre los componentes del amor. Únicamente los ingresos parecían predecir de manera muy ligera (y positiva) el compromiso en los varones, mientras que el efecto era también de muy pequeña magnitud, pero contrario, para su satisfacción marital.

En conclusión, de nuestro estudio parece derivarse que la estructura de la experiencia amorosa en personas mayores con parejas de larga duración es similar, pero no idéntica, a la que se encuentra en personas jóvenes o con relaciones más recientes. Los altos niveles de compromiso y sentido de responsabilidad y ayuda hacia la pareja, además de unos niveles comparativamente menores de pasión, son quizá los aspectos que más caracterizan a este tipo de relaciones de larga duración.

Respecto a los demás aspectos, el género parece tener un efecto importante. Las mujeres manifiestan que sienten una menor cercanía emocional y una menor pasión hacia sus parejas que los varones. En la satisfacción marital, las diferencias también son muy significativas y van en el mismo sentido.

En definitiva, creemos que nuestro estudio aporta valiosos datos sobre un fenómeno, el amor en la vejez en las relaciones de larga duración, sobre el que conocemos relativamente pocas cosas. Sin embargo, estos datos y conclusiones, como hemos señalado, deben ser tomados con precaución. Somos conscientes tanto del relativamente escaso número de participantes en nuestro estudio como, sobre todo, de su falta de representatividad, al haberse realizado la selección de la muestra de manera intencional. Este hecho, sin duda, merma el grado de generalización de nuestros resultados y podría estar debajo de alguno de los efectos comentados. Respecto a los efectos evolutivos (o a la falta de efectos en este caso), la naturaleza transversal de nuestro estudio también puede dificultar su valoración. Por otra parte, no hemos de olvidar tampoco que las variables tenidas en cuenta en nuestra investigación son limitadas y que podría haber otras que influyesen también en la experiencia amorosa y sus componentes. Por ejemplo, el estado de salud o, en casos extremos, el grado de dependencia y cuidados requeridos por un cónyuge respecto al otro podrían afectar al nivel y peso relativo de cada uno de los componentes. La toma en consideración de estas situaciones desde el estudio de la experiencia amorosa abre una línea de investigación interesante a nuestro juicio, especialmente si queremos ir más allá de los aspectos negativos de carga para el cuidador, que han sido hasta el momento los más tratados.

Así, es necesario llevar a cabo nuevas investigaciones, tanto para apoyar los resultados que se presentan, para valorar la hipótesis de que los efectos de género encontrados se deban a las diferentes expectativas de los varones y las mujeres mayores hacia su relación de pareja, como para ampliar los resultados teniendo en cuenta otros factores no estudiados por nosotros. También hemos de tener en cuenta que la investigación con una muestra de parejas, y no tanto con una muestra de varones y mujeres, puede aportar muchos elementos a las investigaciones sobre el amor y es el único medio de saber si las discrepancias entre varones y mujeres, tal y como aparecen en nuestro estudio, se replican dentro de una misma pareja. Precisamente, éste es el trabajo en la que se encuentra implicado nuestro grupo de investigación en la actualidad.

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