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Revista Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología
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Vol. 43. Núm. 2.
Páginas 81-83 (Marzo 1999)
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El impacto (y su factor) de la Cirugía Ortopédica
EDITORIAL
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F. Forriol Campos
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REVISTA DE ORTOPEDIA Y TRAUMATOLOGIA

Volumen 43, p 81-83


Editorial

El impacto (y su factor) de la Cirugía Ortopédica

Las políticas sobre la investigación priorizan líneas de trabajo muy concretas que suelen ser similares en todos los países occidentales. Buscar fuentes de financiación públicas no resulta fácil para quien como nosotros nos dedicamos al estudio del hueso y del cartílago aunque sean aspectos que despiertan gran interés en la industria y es ampliamente conocido que inciden muy directamente en la calidad de vida de muchas personas.

Es cierto que el cáncer, el SIDA, el infarto de miocardio o el Alzheimer, por poner ejemplos bien conocidos, son problemas que pesan sobre toda la sociedad y empujan a las instituciones públicas y privadas a buscar soluciones válidas para ellos. Pero también lo es que la artrosis, las lumbalgias o los accidentes de tráfico cuestionan seriamente la salud y el bienestar de gran parte de la población. Por otro lado, hay muchas enfermedades que parece haber dejado de preocupar a la sociedad, al menos en el grado de desarrollar campañas específicas contra ellas o aportar recursos para investigar su eliminación. Así sucede con la malaria, la tuberculosis, el tracoma, la lepra, y, sin embargo, son responsables de una elevada morbilidad y mortalidad en los  países subdesarrollados. Los temas sobre los que se concentra la investigación tienen diferentes niveles de impacto: social, de prestigio, en los medios de comunicación, en los poderes económicos, etc. Descubrir hoy una vacuna contra la lepra no parece que sea prioritario para los gobiernos occidentales, pues no reporta prestigio ni dinero, ni tiene mucho interés para los medios de comunicación aunque beneficie a muchos millones de personas. La noticia de un nuevo tratamiento frente a un determinado tumor cuya eficacia aún no está demostrada es recogido por los informativos de todos los países occidentales con un interés que muchas veces parece desmedido.

Parajódicamente, en una sociedad como la nuestra, inmersa en la busca de una mejora en la calidad de vida, se olvidan con frecuencia las afecciones que producen mayor morbilidad y ocasionan grandes pérdidas económicas con importantes repercusiones sociales. No es extraño que ante esta situación un grupo de cirujanos e investigadores con mayor o menor relación con la biología del sistema musculoesquelético se reunieran en Lund (Suecia) en Abril de 1998 para solicitar que la década 2000-2010 se dedique al hueso y a las articulaciones. El objetivo es prevenir y tratar las enfermedades osteoarticulares (ver Acta Orthopaedica Scandinavica, suplemento 281) que inciden en la salud y la calidad de vida, especialmente de las personas de edad, pero también de los jóvenes y adultos en edad laboral. Recordemos que en Europa en el año 2010, por primera vez en la historia, será mayor el número de personas que superen los 60 años que el de los menores de 20, y se cuenta con que en el año 2020 los ancianos representarán el 25% de la población. El grupo reunido en Lund propuso concentrar los esfuerzos investigadores en cuatro áreas: las enfermedades articulares, la osteoporosis, la columna vertebral y los traumatismos. Las dos primeras tienen una gran incidencia en la población de edad avanzada; las otras son más frecuentes entre la población laboral, sin olvidar que entre los traumatismos los accidentes de circulación son una de las principales causas de mortalidad en Occidente.

La marginación que sufren las afecciones tratadas por los cirujanos ortopedas, su bajo impacto, es paralela al impacto que tienen los trabajos y publicaciones dedicados al sistema osteoarticular. Por desgracia, la importancia que se concede hoy a una revista se mide por un índice bibliométrico conocido como factor de impacto, que no es otra cosa que el número de veces que aparece citado el artículo en los 2 años precedentes en otras revistas analizadas por el SCI (Science Citation Index). Las mejores revistas de Cirugía Ortopédica y Traumatología tienen un factor de impacto que oscila entre 1 y 2, mientras que las de cirugía general, por ejemplo, están entre 2 y 4 y las de medicina interna entre 4 y 10. Individualmente, el Lancet y el New England Journal of Medicine tienen un factor de impacto de 20 y revistas como Cell, Nature o Science entre 20 y 40.

Se ha extendido la idea de que el índice de impacto convierte los artículos en tanto mejores cuantas más veces son citados. La afirmación precedente puede ser cierta sólo en algún caso (Seglen, 1991), pues una cita es ante todo una medida de utilidad, no de calidad. Si se toman las referencias como unidad de medida de la calidad de una revista habría que partir de la base de que los autores utilizaban la bibliografía según la calidad de los artículos, y esto no es siempre así. La bibliografía que recogen los artículos identifica más la utilidad que la calidad, y a veces incluso la cita sirve para mostrar disconformidad sin tener en cuenta el elevado número de autocitaciones que existe en algunos artículos y la tendencia a preferir citar a los compañeros o a los amigos. Pero desgraciadamente el factor de impacto no sólo indica la utilidad de una revista o el interés del autor por determinados colegas, se utiliza abusivamente para valorar la calidad de los trabajos presentados por un investigador o cirujano en su currículum e incide directamente en la concesión de becas y ayudas, que se suelen otorgar en función de las publicaciones. El factor de impacto, tan socorrido y generalizado, explica por qué los temas ortopédicos son de menor interés que los de otras áreas y que un cirujano ortopédico con trabajos publicados en las mejores revistas de nuestra especialidad nunca verá reconocido el nivel científico de un internista que publique en el New England.

Ya señalé que el factor de impacto es muy diferente en unas áreas y en otras. Los artículos básicos son citados en más ocasiones que los trabajos clínicos, y en este hecho influye la misma dinámica de la ciencia, ya que un campo científico de rápida expansión presenta un mayor número de citas que otro que sea más estable. Las áreas de investigación nunca deberían ser comparadas por medio del factor de impacto de las revistas respectivas. Las disciplinas que utilizan muchas citas, como la bioquímica, tendrán mayor índice de impacto que las que utilizan menos, como las matemáticas o la cirugía. También las áreas que se sirven de otras presentan menor factor de impacto. Es frecuente que las ciencias clínicas se apoyen en trabajos básicos, mientras que resulta muy raro que suceda el caso contrario. No es correcto catalogar un artículo concreto por el factor de impacto de la revista en que se ha publicado, ya que ese indicador mide la penetración de la revista, no la de los artículos singulares que se publican en ella. Y como hemos señalado, el factor de impacto depende más del área de investigación al que corresponde que a la revista en que se publica. Para Seglen8 resulta absurda la idea de evaluar un proyecto o trabajo científico por el impacto de las revistas en las cuales son publicados los resultados, pues no se puede asignar idéntico factor de impacto a todos los trabajos de una revista.

Algunos autores2,8 han llamado la atención sobre los sesgos que provoca el factor de impacto. En primer lugar este índice se obtiene a partir de los datos obtenidos de una pequeña muestra de las revistas publicadas (2%), siendo el porcentaje diferente según la especialidad, variando según el año y no se contabilizan las citas que se recogen en los libros. Como señala Gonzalo,3 a pesar de que todo índice lleva en sí mismo un componente objetivo que siempre es importante a la hora de comparar el trabajo científico de varias personas, las revistas con mayor índice de impacto son las que publican mayoritariamente artículos de revisión frente a las que presentan trabajos de investigación originales. También hay que tener en cuenta que el índice de impacto del SCI está sometido a problemas administrativos derivados de la dificultad de hacer las búsquedas, de la pérdida de información al transcribir a las bases de datos (el retraso de publicación, los errores propios de la adquisición de datos, la misma referencia encontrada con sinónimos diferentes o los distintos errores que aparecen con un nombre único al que le corresponden cientos de artículos anuales). Se afirma que en las bases de datos hay un 25% de pérdida de citas que hacen que se reduzcan los datos al 50%.4,5

Si permanece el efecto perverso del índice de impacto se producirá una desaparición gradual de las revistas con factor de impacto cero en las que el idioma desempeña un papel tal vez demasiado importante en su baja valoración. La colonización idiomática está haciendo desaparecer muchas revistas de reconocido prestigio y ha obligado a que otras sean publicadas en inglés, pues el índice muestra una clara preferencia sobre las revistas publicadas en esa lengua, olvidándose de publicaciones relevantes redactadas en otros idiomas. Si se revisa la bibliografía de las revistas europeas de nuestra especialidad es fácil comprobar que los autores citan revistas de diferentes lenguas de un lado a otro del Atlántico. Sin embargo, cuando se contabiliza la bibliografía del Journal of Bone and Joint Surgery (americano) llama la atención el bajo número de referencias de revistas europeas.

Los autores, a la hora de publicar hemos de pensar en nuestros colegas a los que queremos transmitir la experiencia o nuevos descubrimientos y elegir las revistas no porque tengan mayor índice de impacto, sino porque son las que encierran trabajos de verdadero interés, por la difusión que ofrecen a nuestras aportaciones, por los lectores que las frecuentan, por las garantías que nos da el comité editorial y por los temas elegidos. No hay que olvidar que la superespecialización ha llevado a la publicación de revistas de alto coste y poca difusión que, sin embargo, pueden ser vitales para un grupo de lectores entre los que nos encontramos.


Bibliografía

1 Dewitt, T; Nicholson, RS, y Wilson, MK: Science citation index and chemistry. Scientometrics, 2: 265-275, 1980.

2. Easterbrokk, PJ; Berlin, JA; Gopalan, R, y Matthews, DR. Publication bias in clinical research. Lancet, 337: 867-872, 1991.

3. Gonzalo, LM: Índice de impacto: Pros y contras. Rev Med Univ Navarra, 4: 184-185, 1995.

4. MacRoberts, MH, y MacRoberts BR: Problems of citation analysis: A critical review. J Am Soc Inform Sci, 40: 342-349, 1989.

5. Moed, HF; Burger, WJM; Frankfort, JG, y Van Raan, AFJ:On the Measurement of Research Performance: The Use of Bibliometric Indicators, 4.a ed. Leiden. Science Studies Unit. Lisbon-Institute. University of Leiden, 1987, 1-199.

6. Moir, JS; Sutherland, AG, y Maffulli, N: International orthopaedic journals: A 15-year review. J Bone Joint Surg, 80B: 6-7, 1998.

7. Seglen, PO: Citation rates and journal impact factors are not suitable for evaluation of research. Acta Orthop Scand, 69: 224-229, 1998.

8. Seglen, PO: From bad to worse: Evaluation by journal impact. Trends Biochem Sci, 14: 326-327, 1989.

Dr. Forriol Campos

Secretario de Redacción

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