Sr. Director de Radiología:
Hace 27 años aproximadamente, cuando los radiólogos introdujimos la ecografía en nuestros Servicios de Radiología, ya existían especialidades médicas que la utilizaban como medio diagnóstico. La Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM) se preocupó entonces de que los radiólogos no perdiésemos el tren y programó un curso de formación rotatorio por hospitales de Madrid, y de allí surgimos los pioneros de dicha técnica.
¿Qué sucede ahora y adónde vamos, después de este largo y fructífero periodo donde hemos producido e introducido importantes avances asistenciales y científicos en nuestros hospitales mediante esta técnica? La respuesta es algo incierta. Es evidente que la Radiología ha evolucionado de forma muy significativa durante estos últimos años con la incorporación de nuevas técnicas diagnósticas, como la tomografía computarizada (TC) multidetector, la resonancia magnética (RM) o la TC/tomografía por emisión de positrones (PET), quedando la ecografía en nuestros Servicios como la "niña pobre", a pesar de la gran demanda que sigue teniendo.
El radiólogo del siglo XXI, y de forma coyuntural en las circunstancias actuales con déficit de médicos generales y especialistas, se encuentra con una gama amplia de técnicas de imagen a realizar, decantándose por aquellas más sofisticadas, probablemente con más seguridad diagnóstica, mayor salida profesional y sin duda con más repercusión económica (el precio de una ecografía es tres veces inferior a una TC o RM).
Ante este panorama, en mi opinión, nos encontramos desde hace unos años con el siguiente dilema: en los Servicios públicos hospitalarios de Radiología los radiólogos no quieren, por regla general, realizar la ecografía, pero a su vez no desean perderla. Como propuesta, no del todo estructurada y de poca solidez, apoyada por algunos miembros de la SERAM y la Sociedad Española de Ultrasonidos (SEUS), se ha sugerido que la ecografía la hagan los técnicos y que los radiólogos la supervisen y la informen. Yo me pregunto a qué técnicos se refieren, a los que importemos de EE.UU. o Inglaterra con título reconocido como sonografistas, o a los que tenemos actualmente en nuestros Servicios, que son de Radiología, pero sin preparación ni reconocimiento estatal para realizar dicha técnica.
Si creemos que por las circunstancias actuales debemos formar sonografistas, como existen en otros países, con tres años de formación, digámoslo al Ministerio y participemos de forma oficial en su formación. Mientras tanto, decir que los técnicos en Radiología actuales nos pueden echar una mano en la presión asistencial no es una postura correcta. La calidad de las exploraciones irá disminuyendo y los clínicos empezarán a desconfiar de nuestros informes. El futuro de la ecografía va a depender mucho de las medidas que tomemos de inmediato todos los implicados.
La historia final será, si no se toma una medida seria y eficaz, que la ecografía quedará en manos de quien más se preocupe y la realice mejor. Mucho me temo que no seamos los radiólogos, de seguir con esta apatía y sin rumbo claro; ésta es la impresión actual que tengo, visto el poco interés que muestran las nuevas generaciones de residentes y algunas direcciones de los Servicios de Radiología.
