Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
K. Kavafis. Ítaca
A modo de justificaciónLuis Ros Mendoza, editor jefe de Radiología, me pide un editorial sobre las radiólogas españolas. Supongo que por tres motivos: porque soy una de ellas, porque en 2005 publiqué un libro sobre nosotras y, por último, porque poseo, como tantas pioneras de la radiología en España, la experiencia de una ex: exjefa del Servicio de Radiología del Hospital Gregorio Marañón y exsecretaria de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM) y de su Fundación. He aceptado porque siento respeto, orgullo y cariño hacia las radiólogas que he tratado a lo largo de mi carrera.
La feminización de la radiología españolaEn 2005 se decía en el libro “Sobre las radiólogas españolas”: Teniendo en cuenta la jubilación de los mayores, en donde predominan los varones, y si se proyecta un futuro con la misma tendencia, es muy probable que, dentro de pocos años, se alcance el 50/50, y quizá llegue algún día a contabilizarse más radiólogas que radiólogos en el país. Ese día llegó y está aquí.
Según la Secretaría de la SERAM, a 24 de febrero de 2021, el número de socios inscritos es de 5528. Número de radiólogos varones: 2742. Número de radiólogas: 3086, lo que representa el 53% de la totalidad. En una estadística propia del año 2005, el porcentaje de radiólogas era del 42%. La Sociedad crece cada año en número de socios debido, entre otros motivos, al mayor porcentaje de mujeres inscritas.
Por filiales, el mayor porcentaje, es decir, donde más predominan las radiólogas, lo obtienen Galicia, Asturias y Euskadi, con un 60%. Canarias obtiene el menor porcentaje: un 42%.
Por secciones, los porcentajes son dispares, teniendo en cuenta a las secciones de reciente creación o a las transversales y, por otra parte, al interés compartido con varias secciones. Algunas conclusiones son posibles. La pediatría (SERPE), la mama (SEDIM), el abdomen (SEDIA) y el tórax (SEICAT) son las preferidas por las radiólogas. Llama la atención el incremento porcentual de las radiólogas en neurorradiología y en intervencionismo, secciones marcadamente masculinas.
En las radiólogas españolas hay una explosión de fuerza suficiente para romper el techo de cristal. ¿Es el siglo xxi el siglo de las mujeres? ¿El futuro es de las radiólogas?
Las radiólogas son noticiaLa búsqueda de la huella de alguna radióloga española en las primeras décadas del siglo xx se resume en una sola palabra: ninguna. Tal vez hubo algunas radiógrafas-radiólogas anónimas que buscaron su profesión en un campo en desarrollo, el de los rayos X. Todas, como otras profesionales, tuvieron que soportar el peso de dos cromosomas X.
1966. En España, las mujeres se incorporaron tarde a la medicina y mucho más tarde a la radiología. Aparece por primera vez el nombre de una mujer el 18 de mayo de 1966, cuando se da de alta a la primera radióloga inscrita en la Sociedad Española de Radiología, Electrología Médicas y de Medicina Nuclear: Encarnación Ramírez. Para las radiólogas pioneras fueron años vertiginosos, ilusionantes; eran mujeres jóvenes que descubrían la belleza intelectual del diagnóstico radiológico. Les parecía un mundo nuevo.
El jurista Antonio López Pina, en su prólogo al libro mencionado, opina: “Las radiólogas españolas ponen, con su trabajo y su vida cotidianos, patas arriba el escenario español convencional. En tal sentido, me parecen subversivas”.
Dos radiólogos recuerdan aquellos inicios: “A principios de los setenta, fue una suerte que a los servicios de radiología llegaran las radiólogas porque se suavizaron las tensiones y nos enseñaron que no todo era ambición por llegar a ser jefe de servicio”. “La llegada del mundo femenino a los servicios hizo disminuir las tensiones y los enfrentamientos abiertos, lo que ha cambiado el clima laboral, que es ahora más amable, lo que me parece un logro importante”.
1971. M.ª Teresa Llorente Santos, primera radióloga que publica en Radiología.
1974. La primera mujer que formó parte de una junta directiva fue Pilar Gallar, el 11 de julio de 1974. Los presidentes de la Sociedad en el periodo en que permaneció como secretaria fueron José Bonmatí (1974-77) y César Pedrosa (1977-81). A partir de entonces, y hasta la actualidad, ha habido 48 participaciones de mujeres en las sucesivas juntas directivas frente a 180 masculinas.
1981-90. Radiólogas en filiales y secciones de la SERAM. Si las filiales indican ámbito geográfico, las secciones expresan áreas radiológicas de dedicación exclusiva, preferente o de especial interés. Las primeras radiólogas que formaron parte de una junta directiva presidida por José Marcos Robles (1981-86) fueron Ángeles Seguí, como vocal 3.° junior, y Encarnación Ramírez como presidenta de la filial Centro. Y en la siguiente junta, que preside Juan Ramón Jiménez (1986-90), figura Purificación López como presidenta de la Sección de Pediatría.
1986. En el Comité de Redacción de la revista Radiología (Director: José Cáceres), por primera vez dos radiólogas: Amparo Ramos García y Carmen Pérez Martínez.
1990. Nieves Gómez León, vicesecretario general y Araceli Muñoz, vocal 3.° en la junta directiva que preside José Manrique (1990-94).
1994-97. Este periodo supone un punto de inflexión. Durante la presidencia de Rafael Casanova, las júnior aterrizan con ímpetu en la Sociedad. Por primera vez, las 209 mujeres inscritas superan a los varones inscritos; representan el 56% de la totalidad. Con suavidad, pero con contundencia, la presencia de las radiólogas cambia la comunidad radiológica, que nos conoce y reconoce; aunque la identidad lingüística no llegó hasta 1992: la Real Academia registra, en la edición del Diccionario de 1992, el término “radióloga” como mujer especialista en radiología. Las radiólogas se habían identificado mucho antes, a principios de los setenta.
1996. Carmen Martínez Serrano es la primera radióloga en presidir un congreso nacional de la SERAM, el de Palma de Mallorca.
2002. Arantxa de Orbe es la primera radióloga en recibir la Medalla de Oro de la SERAM. La Medalla de Oro es la máxima distinción que concede la SERAM, por decisión unánime de la Junta Directiva. Habían comenzado a otorgarse en 1988.
2002. El cargo de más alto rango lo ocupa, en la junta directiva presidida por Lluís Donoso (2002-2006), Laura Oleaga Zufiria, vicepresidenta, acompañada de otras radiólogas de la junta: Roser Ysamat, vicesecretaria; Lourdes del Campo, tesorera y Alejandra Vilaplana, vocal 3.° junior. Las radiólogas afirman su presencia, su realidad y su gran potencial.
2004. Pilar Gallar, Medalla de Oro de la SERAM.
2005. Nuevos Estatutos de la SERAM. Se crea la vía presidencial y los nuevos cargos de la junta directiva que preside Francisco Tardáguila (2006-08). Entre los siete responsables de áreas específicas, predominan las radiólogas: Ángeles Franco, responsable de finanzas. Laura Oleaga, responsable científica. Roser Ysamat, responsable estratégica y Rafaela Soler, responsable de asuntos sociales.
2005. La presentación en el Colegio de Médicos de Madrid del libro “Sobre las radiólogas españolas” y su posterior distribución creó entre nosotras lo que hoy llamamos sororidad, una relación de solidaridad, especialmente en su lucha por el empoderamiento, no excluyente de los radiólogos varones.
2006. Nieves Gómez León es la primera radióloga presidenta de la Comisión Nacional de Radiodiagnóstico (con Lourdes del Campo como vicepresidenta) y miembro del Consejo Nacional de Especialidades, desde 2006 a 2012. También es la primera radióloga acreditada por ANECA como profesora titular en 2009.
2006. Rafaela Soler, primera presidenta del comité científico de un congreso nacional de la SERAM, el de Zaragoza.
2008. Con Luis Martí Bonmatí de presidente, dos radiólogas en la junta: Carmen Martínez Serrano, responsable de comunicaciones y Rafaela Soler, responsable de asuntos sociales.
2008. Rafaela Soler y Teresa Berrocal son las primeras radiólogas que reciben el Premio SERAM a la Profesión, distinción que se otorga por haber contribuido al desarrollo e implantación de un área específica de la radiología.
2010. Eduardo Fraile preside la SERAM (2010-12). Por segunda vez, una radióloga es vicepresidenta, Carmen Ayuso. Junto con Dulce Gómez Santos, responsable de finanzas y, de nuevo, Carmen Martínez Serrano, responsable de comunicaciones. La responsabilidad de asuntos sociales corre a cargo de Yolanda Pallardó y de Marina Álvarez Benito.
2011. Luisa Ceres, Premio SERAM a la Profesión.
2012. Pilar García Peña, Premio SERAM a la Profesión.
2012. Rafaela Soler, Medalla de Oro de la SERAM.
2012. Carmen Ayuso es la primera radióloga presidente de la SERAM. En la Junta Directiva se estrena, como secretaria general, Fátima Matute. Repiten en sus anteriores cargos: Dulce Gómez Santos, responsable de finanzas y Marina Álvarez Benito, responsable de asuntos sociales.
Con este importante hito de “las radiólogas que fueron las primeras en…” culmina la primera etapa del viaje, pero el viaje continúa. Las noticias sobre radiólogas son cada vez más frecuentes; se hace difícil su selección porque sería tan abrumador, como un listín telefónico, reseñar su participación en la revista Radiología, en congresos nacionales, en becas y premios de la Sociedad y de su Fundación…
2014. La Sociedad crea InfoRadiología (Información para el público). La encargada de llevarla a cabo es Milagros Otero-García.
2014. La Real Academia Nacional de Medicina invita a la SERAM a participar en el homenaje a Joaquín Decref, fisioterapeuta, radiólogo pionero y el primer presidente (1916-1917) de nuestra Sociedad. Colaboran la presidenta, Carmen Ayuso y Pilar Gallar.
2014. Con José Luis del Cura de presidente (2014-16) y Carmen Ayuso de presidente saliente, repite Fátima Matute como secretaria general y, por primera vez, una radióloga responsable de asuntos profesionales, Gloria Gómez Mardones.
2014. Isabel González Álvarez, Medalla de Oro de la SERAM.
2014. Rosa Bouzas, Premio SERAM a la Profesión.
2015. Isabel González Álvarez, jefa de Servicio de Radiología del Hospital San Juan de Alicante, nombrada gerente de su hospital.
2015. Laura Oleaga, presidenta del Comité de Educación de la Sociedad Europea de Radiología (ESR).
2015. El premio a la viguesa más destacada durante el año 2015ha recaído en Rosa Mallo Alonso, coordinadora de la Unidad de Patología de Mama del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo.
2015. Paloma Largo Flores, elegida representante de residentes en la Comisión de Formación de la SERAM.
2016. Carmen Martínez Serrano, Medalla de Oro de la SERAM.
2016. Se celebra el Año Centenario de la SERAM con notable participación de las radiólogas. El presidente es Ángel Gayete (2016-2018). Repiten en sus cargos Fátima Matute como secretaria general y Gloria Gómez Mardones como responsable de asuntos profesionales.
2016. Julia Camps es elegida vicepresidenta de la Sociedad Europea de Radiología Mamaria.
2017. Con motivo del Año Centenario de la SERAM, el 18 de mayo tuvo lugar la audiencia del Rey Felipe VI a la Junta Directiva y al presidente de la Fundación. Se le hizo entrega a S. M. del Libro del Centenario. Entre los asistentes, dos radiólogas: Fátima Matute y Gloria Gómez Mardones.
2017. Pilar García Peña nombrada Miembro de Honor de la Sociedad Europea de Radiología Pediátrica.
2017. Marina Álvarez Benito, nueva consejera de Salud de Andalucía.
2018. Bajo la presidencia de Pablo Valdés (2018-20), tres radiólogas en la junta directiva: Milagros Martí de Gracia, vicepresidenta; Fátima Matute como secretaria general y Alfonsa Friera como responsable de asuntos profesionales.
2019. Irene Vicente Zapata, del Hospital General Universitario José María Morales Meseguer de Murcia, ha sido una de las pocas radiólogas becadas para un programa para radiólogos jóvenes organizado por la ESR, ESOR y Bracco.
2020. Laura Oleaga nombrada Most effective Radiolology Educator, una de las categorías de los Premios EuroMinnie.
2020. Fátima Matute, designada miembro del Quality, Safety & Standards Committee de la ESR y vicepresidenta del Regional Committee for Europe de la Sociedad Norteamericana de Radiología (RSNA).
2020. Año de la pandemia COVID 19. Gloria Gómez Mardones y Laura Oleaga reciben online el Premio a la Profesión.
2020. Actual Junta Directiva a 10 de diciembre 2020. Presidente, como segunda vez en la historia de la SERAM, una radióloga, Milagros Martí de Gracia. Otras radiólogas de la junta: Asunción Torregrosa, vicepresidente; María Ángeles Fernández Gil, secretario general; Alfonsa Friera, responsable de asuntos profesionales y Elena Parlorio, responsable estratégica.
2020. Núria Bargalló Alabart, ha sido elegida Quality, Safety, and Standards Committee Chair en las recientes elecciones de la ESR.
2020. Tres radiólogas propuestas para la Medalla de Oro de la SERAM en el próximo Congreso: Carmen Ayuso, Gloria Gómez Mardones y Laura Oleaga.
2020-2021. Gloria Gómez Mardones, mejor médica radióloga según la revista Forbes.
2021. Fátima Matute, directora de la Comisión de Educación del Colegio Interamericano de Radiología (CIR).
2021. En mayo se celebrará el 35 Congreso Nacional en edición virtual. Entre las radiólogas del Comité Científico se reseñan a Andrea Alcalá Galiano como secretaria y a otras vocales de áreas de conocimiento: Fátima Matute, Sara Romero, Ana Isabel García Díaz, Cristina Bravo, Mar Pérez-Peña, Aurea Díez y Mercedes Pérez-Lafuente.
2021. Milagros Otero García, nueva presidenta de la European Society of Urogenital Radiology (ESUR).
2021. Ana Blanco Barrio, nueva vicepresidenta de la European Society of Emergency Radiology (ESER). Ocupará el cargo durante dos años, para después asumir la presidencia de la ESER.
Actitudes de las radiólogasLa actitud es el estado del ánimo que se expresa de una cierta manera. Es una forma de ser, de comportarse y de afrontar las vicisitudes de la vida personal y profesional. Surgen las preguntas: ¿En qué se diferencian las radiólogas de los radiólogos? ¿En qué actitud ante la vida o ante la profesión sobresalen ellas más o menos que los radiólogos varones?
Para intentar contestar a las preguntas se siguen dos caminos: 1) revisar las entrevistas que se realizaron a 27 radiólogas en el año 2005 y 2) solicitar a numerosos radiólogos y radiólogas de prestigio, jubilados o en activo, que aporten generosamente sus ideas y a quienes la autora agradece su colaboración. Con todo el material recogido, se estructuran respuestas, opinables por supuesto, porque siempre habrá casos que se aparten de la regla, ya que cada uno somos únicos.
Partimos de la evidencia: la persona especialista en radiología no es un neutro. Mujeres y hombres son dos mundos diferentes. Son equivalentes, pero nunca iguales. La percepción de la vida, los deseos, las emociones, las ambiciones, la relación con el mundo… ¡Todo es distinto!
Primera pregunta: ¿En qué se diferencian las radiólogas de los radiólogos? En lo fundamental, en nada relacionado con su género. Puede haber diferencias puramente personales en cuanto a preparación, conocimientos o compromiso profesional, que son aspectos trasversales no relacionados con el género. Además, como grupos y con el paso del tiempo, las diferencias son cada vez menores, como ocurre con la conciliación familiar o con la ambición profesional; o son diferencias que han desaparecido casi por completo, como la solapada discriminación de las radiólogas por el hecho de ser mujer.
Una pregunta que surge como un paréntesis entre las preguntas iniciales: ¿Se sienten discriminadas las radiólogas?
Tras un viaje generacional de 50 años, donde a algunas las trataban con condescendencia y a veces con superioridad, las jóvenes radiólogas actuales proclaman con rotundidad: “Nunca me he sentido discriminada, ni como mujer ni como profesional”. “En radiología, no veo que haya distinciones en el nivel que hemos alcanzado las mujeres, tanto en puestos a pie de cañón como en puestos de responsabilidad”.
Los que han tenido capacidad de seleccionar o contratar no han tenido en consideración el género. Tenían en cuenta si era buen profesional y buena persona. “Si es Pepe o Pepa, me parece secundario”, asegura un radiólogo.
Las radiólogas son ya una parte fundamental de la especialidad, desde la residencia hasta la jefatura y, por suerte, ya no se puede decir que existan diferencias importantes que puedan significar algún tipo de discriminación. Así lo confirma una tutora de residentes con 25 años de experiencia.
Pero aún persiste un machismo soterrado y silencioso que impide que mujeres mucho más preparadas puedan ascender a determinados puestos; que para que reconozcan a una radióloga, deba ser superior a la media de los radiólogos y que, aun siendo así, ciertos directivos elijan al hombre.
“También nosotras, las radiólogas, tenemos una cultura de machismo. Creo que somos más conscientes de nuestras limitaciones, más exigentes, y tienes la falsa creencia de que no estás capacitada para un puesto directivo. Pienso que los hombres, en general, se exigen menos y creen que pueden asumir cualquier puesto”.
Es también una sutil discriminación el sobreesfuerzo de la radióloga para lograr su promoción.
Una experta radióloga considera que la valoración social de la mujer como profesional sigue siendo pobre. “A mí me ha ocurrido más de una vez que el paciente me ignorara mientras se dirigía con respeto al residente varón que estaba a mi lado”.
Para responder a la segunda pregunta: ¿En qué actitud ante la vida o ante la profesión sobresalen ellas más o menos que los radiólogos varones? Hay que cuestionarse antes si hay diferencias o si son matices diferenciales.
La actitud de las radiólogas varía según las etapas que se considere; no es la misma cuando se empieza el viaje en los años setenta, que en el momento actual. Creo que es novedosa esa visión temporal, robada a un radiólogo, en que van disminuyendo las diferencias hasta convertirse en matices.
La radiología no es subjetiva, es muy neutra, en ella no se implica el modelo masculino-femenino. En lo que sí somos diferentes es en el mundo de la percepción, el sentimiento, la vivencia. Y por eso hay matices diferentes en la forma de entender la profesión e integrarla en la vida, en la docencia, en la relación con el paciente y con otros profesionales.
Hay más diferencias asociadas a la edad, la formación, la experiencia vital y la personalidad que las asociadas al género. Las radiólogas están al mismo nivel de dedicación, científico y profesional que sus compañeros varones.
Un maestro de la radiología subraya: “Estoy convencido que somos dos mundos totalmente diferentes… pero el trabajo no depende del género, está más en función de las personas, de su rigor, de sus conocimientos y de su dedicación. En esto sí que creo que hombres y mujeres somos iguales”.
“Me niego a aceptar el hecho de que profesionalmente pueda haber diferencias. Puede haber matices”, manifiesta una radióloga.
¿Qué matices diferenciales?Los matices son esos rasgos poco perceptibles, pero patentes si uno se fija con atención y tiene la perspicacia de los radiólogos y radiólogas encuestados.
La mirada de la radióloga. Mientras que la orientación espacial es superior en los hombres, la capacidad de observación es muy superior en las mujeres. Son buenas detectoras de lesiones y signos, de percepción rápida, intuitivas en el diagnóstico. Además, ven más allá de las cosas objetivas. “No vemos imágenes de pacientes, vemos pacientes”.
Trabajo en equipo. La respuesta es unánime: a las radiólogas les gusta trabajar en equipo con radiólogos y otros clínicos. Consideran que un equipo coordinado y motivado favorece al paciente. Valoran mucho el compañerismo y el buen ambiente. Si son ellas las que lideran el equipo, son generosas compartiendo sus conocimientos y el éxito alcanzado.
Colaboración. Tienen capacidad para establecer buenas relaciones de trabajo y colaboración. Se han ganado su papel como integrante de todo el proceso clínico, no solo como consultora de la prueba radiológica más idónea. “Hemos nacido colaboradores de todo el hospital, pero colaboración entre iguales”, exige una radióloga.
Orden. Las radiólogas, además de tener una gran capacidad de trabajo, se organizan muy bien. Son más previsoras y ordenadas con su tiempo porque son multitareas. Se expone una idea de un gran líder de la radiología: “Con los avances tecnológicos, el trabajo se ha vuelto más racional, organizado y ordenado. Las radiólogas, entre sus variadas aptitudes, apuestan por el orden”.
Responsabilidad, entendida como orientación hacia el paciente y la institución sanitaria a la que pertenece. “El hospital era mi empresa”, dice una radióloga jubilada. Otra afirma: “Cuando sentimos que es nuestro momento y decidimos ir a por ello, vamos con toda la energía, con toda la responsabilidad. Si nos metemos en las cosas es para hacerlo bien, para conseguir el propósito”. La radióloga se compromete más. Un ejemplo de compromiso con la radiología y los radiólogos es postularse para la Junta Directiva de la SERAM. Una joven radióloga explica su motivación: “Trabajar para los demás conjuntamente con las secciones y filiales, de las que siempre se aprende, ya que juntos sumamos”.
Empatía. Las radiólogas tienen una actitud de acercamiento y respeto hacia el paciente. Le hablan con un lenguaje directo. Le escuchan. Tienen ese “sentir con”, esa empatía. Solucionan aquellos problemas no asistenciales que puedan repercutir en su asistencia. Velan por la seguridad y confort de los pacientes.
Economía. La brecha de género (gender gap) no existe en el salario público, pero sí en el ámbito doméstico. En general, al llevar el peso de la familia, las radiólogas tienen una doble jornada, eso sí, que compaginan alegremente. Su trabajo o el dinero no son el centro de su vida. Las radiólogas que trabajan en la sanidad pública no suelen hacerlo en clínicas privadas de forma complementaria, mientras que, en el caso de los radiólogos, muchos tienen otro trabajo a tiempo parcial, ya sea fuera o dentro de su servicio (las llamadas peonadas). Se dice que muchas radiólogas ambicionan más el ser que el tener.
Otras brechas (o no todo es de color de rosa). Denuncian varias radiólogas: “Se mantiene la brecha en la diferencia de publicaciones científicas y en la presencia como docentes en las facultades de medicina”. “Las radiólogas no suelen formar parte de redes de contacto o conocimiento y eso limita su desarrollo profesional. Los radiólogos son los que mejor se mueven en temas informáticos”.
Otros matices diferenciales ante la vida. En este apartado, las radiólogas han aportado ideas, pero también vivencias porque, como mujeres, son el prototipo de la inteligencia emocional. Es cierto que ser mujer condiciona las actitudes ante la vida en lo personal y en lo profesional.
“Las mujeres que se han formado con nosotros han tenido carácter definido y criterio propio”, aprecia una tutora.
Las radiólogas tienen una visión global de la vida, miran con perspectiva, dan importancia a las pequeñas cosas, a los detalles.
El hombre es más soberbio y tiene más miedo a equivocarse; tal vez las radiólogas aceptan mejor sus errores.
Las radiólogas se ocupan más, prestan más atención y se forman en aspectos que tienen que ver con la seguridad y calidad asistencial o con la protección del niño y de la embarazada, aspectos que benefician al paciente, pero que no suelen dar brillo ni prestigio.
Creativas y eficaces en medio de la marabunta, la falta de medios, o cuando todo el mundo pierde los papeles. Capaces de sacar mucho partido con medios muy escasos.
En general son más valientes y les cuesta menos tomar decisiones rápidas. Son más resilientes y con mayor capacidad de aguantar el estrés.
Las radiólogas tienen mayor conciencia de la repercusión de sus decisiones en relación con la distribución de los recursos.
“La responsabilidad familiar como la maternidad, y la atención a los hijos menores, nos crea a veces un cierto sentimiento de culpabilidad, de ser malas madres”, se excusa una radióloga. Añade otra: “La solución es compartir con tu pareja, no renunciar”. Un joven radiólogo puntualiza: “Esa sobrecarga de las radiólogas hace aún más meritoria su actividad profesional”.
También expresan su opinión algunos radiólogos: “A las radiólogas les cuesta menos salir de la zona de confort. Son más flexibles, se adaptan y aceptan mejor los cambios. No es que sean conformistas, es que son más prácticas y lo hacen todo más fácil. No crean conflictos cuando se llevan a cabo los obligados cambios”. “Creo que las mujeres están más inclinadas a la consecución de un trabajo eficiente y rentable. Se dice que son más obedientes a la hora de seguir los protocolos, frente al individualismo masculino rampante. Los recursos emocionales de la mujer superan a los del hombre y contribuyen de una manera determinante a la armonía y buen funcionamiento de un servicio de radiología”.
“Si tuviera que volver hacia atrás e iniciar de nuevo mi camino profesional, elegiría sin duda, trabajar con equipos mixtos, ya que radiólogos y radiólogas se complementan (añadir) y compensan (equilibrar) consiguiendo un resultado que redunda en beneficio de todos”, confiesa un radiólogo jubilado.
La clave puede estar en el respeto a la igualdad y en la aceptación recíproca de la evidente diferencia radiólogo-radióloga. Que la igualdad conseguida, y la que queda por conseguir, no impida considerar las ventajas de la diferencia.
Reconocen y agradecen. Las radiólogas reconocen la ayuda prestada: “En los papeles salimos unos cuantos pero en la trinchera están un montón”. Recuerdan a los autores cuyos escritos, científicos o de opinión, les han ayudado en su carrera. Las radiólogas muestran agradecimiento a sus maestros y tutores.
Satisfacciones de las radiólogas en su profesión. “Cuando recuerdo, desde la comodidad de mi situación de jubilada, mis años de trabajo como radióloga lo hago con una enorme satisfacción. Hasta el último día disfruté trabajando”. “No dejaría mi trabajo por nada. La satisfacción del deber cumplido, el caso clínico bien visto, la exploración bien hecha, es comparable a pocas cosas”. Esto refieren muchas radiólogas en activo y alguna añade: “Lo que más me satisface es que mi trabajo sea positivo para los pacientes”.
La radióloga se muestra apasionada en su trabajo. Y concluye la sabia jubilada: “La radiología siempre consiguió mantener mi curiosidad despierta, siempre fue un reto. El trabajo nunca fue monótono o aburrido”.
Docencia. Residentes. Las radiólogas están tomando cada vez más protagonismo en un asunto tan importante como es la tutoría de residentes, los que serán los futuros radiólogos del país. Además de dotes de gestión, tienen vocación docente. Comparten sus conocimientos. Valoran la docencia del día a día, en las distancias cortas, integrando la asistencia con la docencia de una forma continua, como algo global.
“Saber transmitir y entusiasmar es un arte. Es fundamental comunicar lo que hay de verdad; pocas verdades, pero las hay”, manifiesta una radióloga. Otra, con amplio historial docente, confiesa: “Hasta que no soy capaz de explicar claramente algo, es que no lo sé”.
Las radiólogas son generosas con los residentes. Empatizan con sus vivencias personales, les cuidan tanto a nivel profesional como humano. Les ayudan a organizar la cabeza a la hora de enfrentarse con los problemas. Les insisten en que usen el sentido común. Les forman, con el ejemplo, en actitudes y conductas.
Promoción de la radióloga. Hace años, el paso a jefe de sección estaba prácticamente reservado a los hombres; en cuanto al puesto de jefe de servicio, ni se planteaba entre las radiólogas. Faltaba una cultura femenina en la profesión.
Las primeras que hicieron el largo viaje hacia las jefaturas fueron subversivas porque cambiaron el orden jerárquico establecido.
Un radiólogo comenta: “Es inaudito que una gran mayoría de las radiólogas sean mujeres y, sin embargo, en proporción, haya pocas jefas de servicio”.
Sigue en vigor la gráfica tijera. Y es que se da, por parte de las radiólogas, una cierta autoexclusión. Varias son las razones que argumentan: “Nosotras renunciamos. Somos menos ambiciosas. Primamos otras cosas”. “Seguimos aceptando el techo de cristal y no nos presentamos a puestos directivos”. “El concepto de éxito profesional no se percibe de la misma manera”. “En general, los hombres siempre han creído que llegar cuanto más alto es lo mejor. Es un asunto de ambición. La mujer piensa en otros valores y puede renunciar a ciertos puestos por otras prioridades”.
Algunas radiólogas se infravaloran y limitan sus expectativas profesionales por considerar que no están suficientemente preparadas. Creen que no son lo suficientemente buenas para aceptar una responsabilidad de mayor rango. En los varones es más inusual que se cuestionen su liderazgo.
Lo mejor que la autora ha oído no es frase de Groucho Marx, es de una inteligente radióloga: “Yo no he querido hacer currículum, no vaya a ser que se equivoquen y me asciendan”.
Hay otro escenario donde actúan las radiólogas porque no es cierta la falta de ambición femenina, ni es verdad el tópico de su desinterés por alcanzar puestos de poder. Como muchos de sus colegas varones, la radióloga desea ascender, pero no a cualquier precio. Tiene cualidades de las que tradicionalmente se han apropiado los hombres: racionalidad, autoridad y decisión. Una radióloga apunta: “Creo firmemente que las mujeres podemos dirigir un servicio tan bien y, en muchos casos, mucho mejor que algunos compañeros masculinos”.
Los radiólogos también opinan sobre la promoción de sus colegas, las radiólogas. “Ahora hay muchas más en los puestos de mayor responsabilidad. Estoy convencido de que esto está contribuyendo a un tipo diferente de liderazgo. Le llamaría un liderazgo tranquilo, menos agresivo”. “Mi teoría es que hay una especie de selección artificial: como el mundo les pone más trabas, solo las mujeres más brillantes, más inquietas, más dinámicas o más ambiciosas pueden con todo. Algunas de estas mujeres son increíbles”. “El futuro es de las radiólogas, cabe esperar una expansión todavía mayor de su buen quehacer. Veo muy positivamente esta expansión que progresivamente va avanzando también en cuanto a los puestos directivos y de gestión”.
Y con estos buenos deseos de un feliz viaje…
Cómo es (o debería llegar a ser) la jefa de servicio. Desde un principio es consciente de la selección a la que ha sido sometida y que desde ahora está en el punto de mira y debe demostrar todos los días que vale para ese puesto. Refuerza sus conocimientos en gestión y comunicación. Comienza a perfilar sus planes y recuerda la entrevista que se hizo hace quince años a una jefa de servicio:
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Características de una jefa de servicio: brillantez, buen currículum, inteligencia, sociabilidad. ¿A cuál darías mayor puntuación?
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A la inteligencia práctica.
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¿Y entre capacidad organizadora, disponibilidad de horario, dotes de dirección y saber trabajar en equipo?
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Saber trabajar en equipo, seguido muy de cerca por la capacidad organizadora.
Esas características siguen vigentes. En aquellos años, alguna utópica añadió: “Acepté como una misión, no como una ambición”.
En la actualidad, las radiólogas ofrecen, en la encuesta abierta, una gran riqueza de opiniones sobre cómo es, o cómo debería llegar a ser, la jefa de servicio.
Con capacidad de integrar equipos de trabajo, lo que requiere un gran respeto a las personas. Siempre tiene en cuenta al equipo. Tiende a rodearse de excelentes profesionales; algo distinto se observa en los colegas varones por temor a que les hagan sombra.
Sus formas de comunicación son más conciliadoras y menos agresivas o estresantes. Da una mayor información de sus planes al equipo. Transmite mayor estímulo para emprender nuevos estudios o trabajos.
Son más amantes del orden y más constantes, además de ser bastante inmunes a la adulación.
Facilita la formación y el trabajo de los demás. Les apoya, reconoce y valora el trabajo bien hecho.
Mantiene una actitud proactiva, toma la iniciativa y se anticipa al futuro.
No suele mezclar su vida personal con la profesional.
Para concluir, la autora se permite una opinión. En este viaje de las radiólogas, la ansiada normalidad se conseguirá cuando haya tantas radiólogas de referencia, por su trabajo asistencial, docente, investigador o de gestión, como muchos radiólogos son referentes para nosotras. Ese será nuestro índice de impacto.
La ONU ha señalado que el 70% de los puestos sanitarios del mundo durante la pandemia los han copado las mujeres (El País, 8 de marzo de 2021). Sirva este escrito como homenaje a todas ellas; porque en sanidad, en radiología, el ser mujer es un valor añadido.
AutoríaResponsable del estudio: Pilar Gallar.
Obtención de datos: Secretaría y web SERAM.
Aportaciones intelectualmente relevantes de las radiólogas entrevistadas en 2005 y de los 39 radiólogos y radiólogas que han contestado a la encuesta abierta: M.ª Mercedes Acebal, Nerea Álava, Marina Álvarez Benito, Pedro Borrego, José Cáceres, Luisa Ceres, Enrique De Miguel, Lourdes Del Campo, Carmen Fernández Álvarez, Pilar García Peña, Ángel Gayete, Nieves Gómez León, Gloria Gómez Mardones, Dulce Gómez Santos, Isabel González Álvarez, Isabel Gordillo, Juan Guzmán de Villoria, Javier Lafuente, Ginés Madrid, Luis Martí Bonmatí, Milagros Martí de Gracia, Carmen Martínez Serrano, Laura Oleaga, Milagros Otero-García, Elena Parlorio, César Pedrosa, Víctor Pérez Candela, María Pérez Díaz, Carmen Pérez Martínez, Gracia Rodríguez Rosales, Javier Rodríguez Recio, Luis Ros, M.ª Antonia Sánchez Nistal, Rafaela Soler, Francisco Tardáguila, Asunción Torregrosa, Pablo Valdés Solís, José Vilar y Roser Ysamat.
Conflicto de interesesLa autora declara no tener conflicto con los radiólogos varones.




