Adiós al director de publicaciones de la SERAM 2006–2010. Impresiones del editor jefe de RADIOLOGÍA

Salvador Pedraza deja la dirección de publicaciones de la SERAM al transcurrir los cuatro años que estipulan los estatutos de la sociedad para ese cargo. Durante este tiempo se ha encargado de definir la estrategia de su dirección y de coordinar las diferentes publicaciones de la SERAM. Después de meditarlo, creo que no está de más que, en mi condición de editor jefe de RADIOLOGÍA, añada yo a su editorial este breve texto, cuya existencia él desconocía, si es que no desconoce todavía. No podía ser de otro modo. De conocerlo lo hubiese rechazado. Porque, como otros antes, estoy seguro de que también él piensa que el deber cumplido no exige reconocimiento. Tampoco querrá reconocerlo y por eso lo hago yo: Salvador Pedraza es hombre de enormes virtudes. Nos conocíamos superficialmente antes de embarcarnos en este proyecto. No tenía compromisos conmigo, pero me ofreció la dirección de RADIOLOGÍA. Le pedí las razones, pero sigue sin contestar a esa pregunta. Nada le obligaba a restarse protagonismo, pero lo hizo. Se quedó en el mostrador y a mí me regaló el escaparate. Aunque se equivocó al decirme que mantenerlo costaba poco. Tal vez por eso, o tal vez no, le dedicó un tiempo que no tenía, apoyó incondicionalmente, transmitió un entusiasmo sin límites, y, en muchas ocasiones, pareció quedar al margen de lo que también eran obras suyas. En su carácter no me consta que exista soberbia ni engreimiento. Muy al contrario, nunca le vi presumir de nada. Nunca pensó en lo individual sino en lo colectivo. Apostaba siempre por la unión, detestaba las fronteras. Ante los reveses nunca se dio por vencido. Más bien cambió sus estrategias en función de las circunstancias. No parecía dar nada por imposible. Pero jamás impuso una idea. Criticaba mi labor por delante y me respaldó sin fisuras. Nunca se enfrentó a mis decisiones. Respetó mi independencia como editor de RADIOLOGÍA. Atendía paciente a mis quejas a la vez que, relativizando, procuraba apaciguar mis reacciones extemporáneas. Pero, más tarde, pasaba a la primera línea para parar los golpes. No quise que se fuera en silencio. Le propuse que se despidiese con un editorial sobre sí mismo y su actividad durante estos cuatro años, y lo hace con un texto en el que, con su estilo inconfundible, habla bien de los demás, ensalza el trabajo colectivo frente al individualismo y agradece la oportunidad que la SERAM le dio. A lo que él dice ahí quiero añadir que Salvador Pedraza ha marcado una pauta de comportamiento y ha sido un ejemplo para los que habitualmente pensamos más en los créditos personales de nuestro esfuerzo que en los beneficios que el esfuerzo rinde para el conjunto. Más en el ornamento de nuestros «enormes méritos» que en el anonimato eficaz del trabajo en equipo. Sé que en estos cuatro años en RADIOLOGÍA he perdido algunas cosas importantes, pero he tenido experiencias de un gran valor personal y profesional, antes impensables, que han sido y pueden ser luego invertidas. Y he ganado en capacidad crítica que, de vez en cuando, me permite relativizar y relativizarme. Ya que RADIOLOGÍA (que somos todos) tiene aun que aguantarme, tal vez lo que he ganado sea igualmente bueno para ella en el tiempo que todavía me queda por delante. Por eso, si al final fuese así, habrá que atribuir una parte muy importante del éxito a la ayuda decisiva de Salvador Pedraza. Estas son, brevemente, mis impresiones al terminar estos cuatro años en los que hemos trabajado juntos. Pero ahora le toca marcharse. Como si nada.