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Vol. 11. Núm. 2.
Páginas 161-165 (Julio - Diciembre 2016)
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María de Lourdes de León Pasquel. La llegada del alma: lenguaje, infancia y socialización entre los mayas de Zinacantán. México: ciesas-inah, 2005: 396 pp.
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Barbara Pfeiler
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La obra La llegada del alma: lenguaje, infancia y socialización entre los mayas de Zinacantán resalta por ser una aportación transdisciplinaria que puede servir como modelo para futuras investigaciones y para atender temas de infancia indígena y de aprendizaje del lenguaje.

Esta investigación sobre adquisición del lenguaje tiene como marco de referencia el conocimiento de la lengua tzotzil en su variante dialectal de Zinacantán, así como del habla adulta en el contexto de la adquisición y de la socialización temprana, y del contexto etnográfico en el que está inmerso el niño. En este sentido, trabajar con la variante dialectal de Zinacantán es conveniente porque ésta ha sido descrita de manera amplia a nivel lingüístico. Esta descripción sirve como base de estudio para el habla adulta que los padres de familia utilizan al dirigirse a los niños.

La investigación sobre adquisición de lenguas no europeas, y en especial sobre las lenguas habladas por grupos de sociedades a pequeña escala, es muy escasa. En este sentido, la presente obra abarca una base de datos relativamente amplia del lenguaje infantil en la edad temprana.

En el contexto mesoamericano, la investigación sobre la adquisición de la lengua materna se reduce a unas pocas lenguas, en su mayoría, de la familia maya. Se han hecho investigaciones en huichol, otomí, zapoteco y náhuatl. En el área de lenguas mayas se ha trabajado aparte del tzotzil, el k’iché, el tzeltal, el maya yucateco y el chol. Estos trabajos se han llevado a cabo con niños en la etapa de la adquisición temprana y han cubierto áreas de estudio del léxico, de la semántica temprana y del desarrollo del verbo. Sin embargo, el aspecto sociocultural durante el desarrollo del lenguaje es mucho menos entendido. Para las culturas indígenas de México no conocemos por ejemplo, los conceptos infantiles de afecto, ni cómo esos conceptos se relacionan con el lenguaje de los pequeños. Este volumen explora las maneras en las cuales los niños y los adultos tzotziles representan eventos, actividades y objetos a través del lenguaje. El principal sustento de este libro yace en el hecho de que la interpretación y el significado están necesariamente encajados en los sistemas culturales de entendimiento. Si la lengua es un sistema para crear significado y si hablar y escuchar son actividades para producir significado, entonces las manifestaciones de este fenómeno en algún punto deben diseñarse a través de los acercamientos de la sociedad y de la cultura. Así, los estudios realizados sobre la adquisición del tzotzil se concentran en el seguimiento de varios temas de la gramática y de la socialización infantil desde el nacimiento hasta los cinco años.

Desde la antropología lingüística, la autora incluye estudios de socialización mediante los cuales expresa su preocupación por entender, en particular, la socialización infantil como conducida por el lenguaje, tal como lo hicieron en las décadas de 1980 y 1990 Ochs y Schieffelin en contextos culturales de niños samoanos y kalulis. En este sentido la autora destaca la noción de práctica o actividad como un concepto central de una teoría integrada de la adquisición del lenguaje. Destaca el papel que juegan las actividades en tanto que mediadoras de conocimiento lingüístico y sociocultural. A lo largo de la obra podemos ver que las actividades del lenguaje son al mismo tiempo fenómenos lingüísticos y socioculturales, y que están estructuradas por principios lingüísticos y socioculturales. Los contextos socioculturales, que se ven reflejados en las actividades del lenguaje, llegan a ser parte del significado pragmático o social de estructuras lingüísticas particulares. Estas ideas están enraizadas en Vygotsky, Leontyev y Wittgenstein, quien enfatizó que el lenguaje es una forma de vida, que hablar es parte de una actividad (“juego” del lenguaje), y que los significados de las palabras consisten en sus usos en estos contextos de actividad. El efecto de este juego es que los niños están adquiriendo conocimiento lingüístico y sociocultural a la vez que asumen varios papeles comunicativos y sociales en las actividades del lenguaje. El niño se desarrolla en un ambiente lingüístico y socioculturalmente estructurado y estos dos campos son determinantes para entender cómo adquiere la competencia lingüística y sociocultural. El conocimiento lingüístico se proyecta en el conocimiento sociocultural de varias maneras. En el acercamiento sociocultural, el conocimiento del discurso involucra no sólo saber qué tipo de lenguaje representa o qué contextos señala, sino de qué manera las estructuras del lenguaje son también herramientas para crear contextos. A través de la participación en interacciones conversacionales los niños pequeños adquieren el conocimiento tácito de cómo apuntalar y crear contextos.

Lourdes de León nos muestra en este libro la importancia de los sistemas sociales y culturales en el desarrollo del lenguaje en que la actuación de los niños es organizada no sólo por procesos biológicos, sino también por procesos socioculturales. Para dar cuenta de cómo se adquiere el lenguaje y entender lo que es adquirido necesitamos mirar a los niños como organismos y también como seres sociales porque, como se ha señalado, están adquiriendo el lenguaje en ambientes social y culturalmente organizados.

La investigación de la adquisición nos ofrece una amplia perspectiva de cómo los niños perciben y conceptualizan eventos, estados y objetos (incluyendo personas) en el mundo y cómo proyectan esta información hacia estructuras léxicas, gramaticales y discursivas. Podemos encontrar en este libro un modo para comprender cómo los niños tzotziles organizan la información en términos de escenas conceptuales o de estructuras. Como resultado de una investigación de corte lingüístico-descriptivo sobre la adquisición de los evidenciales, de León refuta la idea en apariencia universal de que este tipo de estructuras es adquirido tardíamente; esto se explica en vista de la clase de exposición que los niños tienen de estas formas.

Otros resultados lingüísticos de la adquisición del tzotzil de Zinacantán que tampoco caben en las presuposiciones universales son los referidos a la adquisición temprana de los verbos en contraste con los nombres, específicamente al desarrollo de los verbos semánticamente específicos, como “comer algo crujiente”, “comer algo blando”, etc. Otro punto lingüístico que llama la atención en la adquisición del tzotzil es el aprendizaje temprano de los marcadores metalingüísticos, en este caso de los evidenciales y habla reportada (dice, dicen… que…), en comparación con niños que aprenden inglés, quienes a los 4 años todavía no distinguen entre el habla narrativa y habla narrada. La autora relaciona esta evidencia con el aprendizaje gramatical anterior al aprendizaje léxico, postulado por la investigadora Ursula Stephany (1986).

Otro punto importante en la obra de Lourdes de León es que demuestra que el concepto de niñez varía a través de las culturas y cambia a través del tiempo. Dar por supuesta la relación diádica entre madre y niño, y el discurso dirigido es simplista. Entre los tzotziles, las pláticas son principalmente multipartitas y no predomina el habla dirigida a niños pequeños. En esta sociedad las madres biológicas atienden primordialmente las necesidades de alimentación de sus hijos y adoptan un papel temprano de monitoreo a través del cual evalúan las responsabilidades de cuidado de los hermanos mayores, quienes gradualmente van tomando la responsabilidad del infante. El desarrollo infantil temprano tzotzil sucede en hogares de familias extensas, en compañía estrecha y constante de más de dos hermanos y parientes, infantes y adolescentes, de edades mayores y diversas. Aquí notamos una diferencia con otras culturas en las cuales los niños pueden recibir instrucción explícita en el uso de los rasgos lingüísticos y construcciones apropiadas a situaciones particulares. Los miembros de la sociedad por medio de sus actitudes muestran preferencias hacia varias estructuras lingüísticas dada una situación particular. Los niños adquieren un rango de expectativas sobre qué es requerido, qué es preferido, qué es posible pero inusual. Este conocimiento provee al niño pequeño con una base para entender el significado social (referirse al contexto social de uso) de las expresiones que escuchan.

Las investigaciones de kaluli (Schieffelin 1990, Schieffelin y Ochs 1986), samoano (Ochs 1982), kwara’ae (Peters & Boggs 1986; Watson-Gegeo & Gegeo 1986), hawaiano (Boggs 1985; Watson-Gegeo & Boggs 1977), mexico-estadounidense (Eisenberg 1982), estadounidense de clase media (Greif & Gleason 1980), y estadounidense de clase trabajadora (Heath 1983), indican que los cuidadores dirán al niño qué decir y cómo decirlo, expresión por expresión, turno por turno. Estas secuencias de instrucción son por sí mismas marcadas lingüísticamente (por ejemplo prosódicamente). Un importante rasgo del ambiente de socialización temprana de los niños tzotziles es la constante presencia física de muchas personas de diferentes edades. Los niños pequeños están expuestos e inmersos en interacciones multipartitas con mucho más frecuencia que en interacciones diádicas. En estas interacciones, cada participante puede desplegar identidades sociales múltiples, dependiendo de las identidades sociales de otros co-presentes. Estas interacciones contienen abundante información social que les facilitan a los niños la adquisición de un entendimiento tácito de quién puede decir qué a quién. De esta manera, los niños tzotziles son socializados desde el nacimiento hasta que adquieren la noción de persona con un número de lados sociales que emergen (de un momento a otro) del flujo de actividad social en cualquier tiempo y lugar.

¿QUÉ ES UNA PERSPECTIVA SOCIOCULTURAL DE LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE?

Necesitamos entender cómo el conocimiento sociocultural, el conocimiento lingüístico y los procesos de socialización y de adquisición del lenguaje impactan entre sí. La adquisición del conocimiento lingüístico y la adquisición del conocimiento sociocultural son interdependientes. En esta obra, de León cumple con la tarea básica de quien adquiere el lenguaje en el sentido de que explica tanto la relación entre las formas lingüísticas como la relación de las mismas con sus significados y funciones referenciales y no referenciales.

Dado que los significados y las funciones están en gran parte organizados socioculturalmente, el conocimiento lingüístico se encaja en el conocimiento sociocultural. Por otra parte, los entendimientos de la organización social de la vida cotidiana, ideologías culturales, valores morales, creencias, y estructuras de conocimiento e interpretación son en gran parte adquiridos a través del medio del lenguaje. A este proceso lo conocemos como socialización del lenguaje (Schieffelin & Ochs 1986), e incluye la socialización a través del lenguaje y la socialización para usar lenguaje. Los niños desarrollan conceptos de un universo estructurado socioculturalmente a través de su participación en actividades de la lengua. En este sentido, sustentamos una versión de la hipótesis Sapir-Whorf y sostenemos que no sólo las prácticas del lenguaje están organizadas por las visiones del mundo, sino que ellas también crean las visiones del mundo para que los usuarios del lenguaje lleven a cabo a estas prácticas.

Desde el enfoque transdisciplinario nos interesa la metodología que sigue la autora. Sus métodos provienen de diferentes disciplinas, como la psicolingüística, la sociolingüística, y la lingüística antropológica. Las muestras de la autora son longitudinales e iluminan el uso del lenguaje a través de los establecimientos sociales, además de la observación y relación del comportamiento de habla con otras prácticas sociales y de entendimientos culturales subyacentes a aquellas prácticas.

A manera de resumen, la metodología que emplea de León es conocer la adquisición del tzotzil en las situaciones espontáneas y naturales en las que ocurre. Procede entonces a capturar estos aspectos de la realidad del fenómeno observado partiendo del supuesto de que no será posible conocerlo en todos sus contextos sino solo en algunos de ellos. Sistematiza el material recabado para conocer qué aspectos ofreció la colección y sobre ellos proceder al análisis. Los parámetros por los cuales examinó el fenómeno son precisamente aquellos que provienen de sus manifestaciones espontáneas y cotidianas, por lo que decidió emplear las técnicas de video y audio-grabación en situaciones de interacción entre niños y cuidadores correspondientes a las habituales como la estadía en el campo, el trabajo de casa de las mujeres, los juegos, el baño, la comida, etc. De allí se derivan los criterios de selección del material de análisis como son el hecho de que las producciones infantiles sean claras y coherentes con el contexto situacional y también que sean espontáneas y con pocas imitaciones inmediatas del lenguaje adulto, o sea, que no sean repeticiones. De esta manera se construye un objeto de estudio cercano a la realidad, aunque la autora es consciente de que sus interpretaciones deben ir limitadas en la medida en que la presencia de ella como investigadora altera de alguna manera las situaciones, por muy cotidianas que sean.

Esta obra es ejemplar en los estudios de la adquisición del lenguaje y la socialización temprana en el contexto científico de México en general y de las culturas indígenas en particular.

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