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Vol. 31. Núm. 3.
Páginas 20-27 (Mayo - Junio 2014)
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Colleen R. Walsh
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LA SEÑORA C., DE 72 AÑOS, PASEABA a su perro con correa cuando el animal arremetió súbitamente contra una ardilla. La señora C. salió desplazada hacia delante, tropezó con la acera desnivelada y se cayó. Instintivamente, extendió el brazo derecho hacia fuera para evitar la caída y cayó apoyando el talón (la base) de la mano. Inmediatamente experimentó un dolor intenso en la muñeca derecha y no se pudo levantar. Un vecino que vio la caída corrió a ayudarla. Al observar que la muñeca de la señora C. presentaba una deformidad importante, el vecino avisó al 112. La ambulancia llegó varios minutos después.

La señora C. se mantenía conscientey orientada. Sus signos vitales eran los siguientes: pulso, regular y con una frecuencia de 112; frecuencia respiratoria, 22 resp./min, y presión arterial, 156/90mmHg. No tenía fiebre y valoró su dolor con una puntuación de 9 en una escala de valoración de la intensidad del dolor de 0 a 10, en la que 0 es la ausencia de dolor y 10 el dolor más intenso imaginable. Los técnicos en emergencias observaron que la paciente presentaba un rango de movimientos (ROM, range of motion) limitado en la muñeca derecha y en los dedos de la mano derecha. Le colocaron una férula de muñeca y trasladaron a la paciente al hospital más cercano. La fractura de la muñeca es una lesión frecuente y potencialmente grave, especialmente en personas de edad avanzada. En este artículo veremos el caso de la señora C., revisaremos los tipos de fractura de muñeca y detallaremos la valoración y las intervenciones que deben llevar a cabo las enfermeras en aquellos pacientes que son intervenidos quirúrgicamente como tratamiento de un traumatismo en la muñeca. (En el cuadro Anatomía de la muñeca hay una revisión de las estructuras anatómicas normales.)

Deformidad en «tenedor»

En la exploración física efectuada en el servicio de urgencias, la paciente, una mujer mayor de raza blanca, mostraba un aspecto de debilidad, tenía un peso corporal bajo y presentaba signos de ansiedad, además de una deformidad en «tenedor» en la muñeca derecha. La evaluación del ROM en la muñeca y los dedos de la mano fue difícil debido al dolor. Se obtuvo fácilmente el acceso venoso periférico en la mano izquierda de la señora C. y se administró morfina por vía intravenosa. La mano derecha mostraba un aumento de la temperatura y una coloración rosada, y la amplitud del pulso radial derecho era similar a la del izquierdo. La señora C. se quejaba de pérdida de la sensibilidad en la palma de la mano y en el dedo medio.

Las radiografías posteroanteriores revelaron una fractura en la parte distal del radio (FDR) y en una proyección lateral se observó el desplazamiento dorsal del fragmento distal. Tras evaluar a la señora C., el traumatólogo estableció un diagnóstico de fractura de Colles derecha, es decir, una fractura del radio distal con desplazamiento dorsal del fragmento distal del radio, lo que da lugar a una deformidad característica que tiene una configuración similar a la de un tenedor1.

Dado que la señora C. tenía antecedentes médicos de hipertensión arterial, diabetes mellitus de tipo 2 y enfermedad pulmonar obstructiva crónica de grado moderado, el cirujano decidió llevar a cabo una reducción cerrada de la fractura en el servicio de urgencias.

Se aplicaron una sedación moderada y una analgesia con midazolam y morfina. El cirujano colocó unidos entre sí los dedos pulgar, índice y medio de la mano derecha, manteniendo el codo en flexión de 90° y el antebrazo en rotación neutra. De esta manera fue posible la tracción en dirección distal con aplicación de pesos en la parte distal del húmero durante al menos 5min, antes de la reducción manual. La tracción tiene utilidad para la relajación de los músculos y para la separación de los fragmentos de la fractura, lo que hace que el radio recupere una longitud muy similar a la que tenía antes1.

En las radiografías efectuadas tras la reducción se observó una alineación apropiada con una angulación dorsal de aproximadamente 5°. La muñeca se colocó en una férula volar con vendaje elástico y la paciente fue ingresada en la unidad de traumatología general para observación y control del dolor.

La señora C. siguió experimentando pérdida de la sensibilidad en la palma de la mano y en el dedo medio, al tiempo que su dolor no desaparecía por completo con la administración de oxicodona y paracetamol por vía oral. La enfermera obtuvo del cirujano una prescripción para la administración de sulfato de morfina por vía intravenosa cada 2h, si lo precisara para el alivio del dolor. La intensidad del dolor de la señora C. se redujo desde 7/10 hasta 4/10, pero la paciente seguía quejandose de pérdida de la sensibilidad en la palma de la mano y en el dedo medio. El cirujano evaluó de nuevo a la paciente y comentó a la enfermera que creía que la pérdida de la sensibilidad se debía a la presencia de un cierto edema alrededor del nervio mediano y que esta alteración de la sensibilidad desaparecería una vez que remitiera dicho edema.

A la mañana siguiente se efectuaron radiografías posteroanteriores y laterales de la muñeca derecha antes del alta de la paciente, que pusieron de manifiesto una pérdida de la reducción de la fractura. El cirujano decidió entonces llevar a cabo procedimientos de reducción abierta con fijación interna (RAFI).

Así, la señora C. fue trasladada al quirófano, donde el anestesista efectuó un bloqueo de Bier tras la eliminación de la sangre del brazo mediante la aplicación de un vendaje elástico. Se colocó un torniquete neumático alrededor de la zona correspondiente a la porción media de la diáfisis del húmero derecho.

El cirujano realizó una incisión volar para explorar la fractura y el túnel carpiano, y observó que el nervio mediano estaba comprimido. Tras comprobar la presencia de una fractura sin desplazamiento de la apófi estiloides del cúbito que no había sido detectada previamente, llevó a cabo un procedimiento de liberación del túnel carpiano, aplicó una placa volar con tornillos en la FDR y colocó clavos en la fractura de la apófiestiloides del cúbito.

En las radiografías efectuadas después del procedimiento de RAFI se observó que tanto la reducción como la alineación eran adecuadas, de manera que se volvió a colocar una férula posterior con vendaje elástico. Tras la recuperación sin complicaciones en la unidad de cuidados postanestésicos, la señora C. fue trasladada a la planta de traumatología. El dolor en la muñeca pudo ser controlado adecuadamente mediante el uso de una bomba de analgesia controlada por el paciente (PCA, patient-controlled analgesia). Tras la consulta a los servicios sociales, la señora C. recibió el alta hacia su domicilio, a cargo de su hermana, 3 días después de la caída.

Cuidados continuados

Al médico de atención primaria de la señora se le notificó la hospitalización de la paciente. Como parte del seguimiento, la paciente fue evaluada mediante densitometría ósea, en la que se obtuvo una puntuación T de –2,6. Se estableció un diagnóstico de osteoporosis y se inició la administración de un bisfosfonato por vía oral. Se consultó al terapeuta ocupacional para la fabricación de una férula volar a medida que debería aplicarse tras la resolución del edema en la mano y la muñeca.

Las férulas suelen aplicarse para disminuir los movimientos y conseguir un soporte cómodo durante el período de estabilización de una lesión en uno o varios huesos, antes de consultar al especialista o al cirujano. Generalmente, las férulas son preferibles a las escayolas en el contexto del servicio de urgencias debido a que el edema puede progresar todavía en esa fase del tratamiento. Los pacientes tratados mediante la aplicación de una férula deben ser remitidos al especialista para que los evalúe en el transcurso de los 2-7 días siguientes2.

En las radiografías efectuadas a las 4 y a las 12 semanas no se observó pérdida de la reducción, y a los 6 meses las fracturas se habían consolidado. Dado que la placa metálica no causaba dolor, la señora C. prefirió que no se eliminara el material metálico de osteosíntesis. También señaló que la fractura de la muñeca no había reducido su capacidad para cuidar de sí misma, de manera que pudo seguir viviendo de forma independiente en lo relativo a todas las actividades cotidianas.

Anatomía de la muñeca

La muñeca (es decir, el carpo) está constituida por ocho huesos carpianos, los extremos distales del radio y el cúbito, y las porciones proximales de los cinco metacarpianos. En conjunto, todos estos huesos forman la muñeca, que es considerada una articulación artrodial39.

La muñeca presenta un rango de movimientos amplio. El radio es más corto que el cúbito y se localiza en el lado de la muñeca correspondiente al dedo pulgar. El radio rota alrededor del cúbito, lo que ofrece flexibilidad a la mano al tiempo que le permite rotar40.

La articulación entre los extremos distales del radio y el cúbito se denomina articulación radiocubital. Los dos huesos que la constituyen se mantienen unidos por el efecto de múltiples ligamentos de los que los principales son los ligamentos radiocubitales anular, anterior y posterior, así como el ligamento cuerda oblicua (de Weitbrecht). La membrana interósea es una lámina fina de tejido fibroso que une el radio y el cúbito en varios puntos, además de servir para la inserción de otros ligamentos41.

Los ocho huesos del carpo se disponen en dos filas. La fila proximal de los huesos del carpo está constituida por el escafoides, el semilunar, el piramidal y el pisiforme, mientras que la fila distal está formada por los huesos trapecio, trapezoide, grande y ganchoso42,43. Los huesos del carpo permiten que la muñeca describa un arco amplio.

La discusión de los aspectos relativos a la muñeca no puede estar completa sin la consideración del codo. Los extremos proximales del radio y el cúbito también se articulan entre sí en el codo, al tiempo que muestran articulación con el extremo distal del húmero formando la articulación del codo propiamente dicha40. Muchas fracturas de la muñeca se deben a las fuerzas que también dan lugar a la fractura o la luxación de la articulación del codo, de manera que el cirujano debe evaluar siempre el codo en este tipo de traumatismos.

Personas en riesgo de fractura de la muñeca

El factor de riesgo principal para la fractura de la muñeca en la población geriátrica es la osteoporosis, y en los distintos estudios de investigación realizados al respecto se ha demostrado con toda claridad que las fracturas osteoporóticas de la muñeca se asocian a fracturas osteoporóticas en otras localizaciones1,3. En los niños y los adolescentes la mayor parte de las fracturas de la muñeca se deben a la práctica de deportes como el snowboard y a los accidentes con vehículos de motor4.

Las FDR, que representan el tipo de fractura de la muñeca más frecuente en Estados Unidos, tienen una incidencia anual de aproximadamente 125 casos por cada 10.000 benefide Medicare5. Estas fracturas muestran una distribución bimodal. Las FDR osteoporóticas se observan característicamente en mujeres de 60 a 70 años de edad y habitualmente se deben a una caída desde la posición de bipedestación, motivo por el cual se consideran fracturas con nivel de energía bajo1,6. Los adolescentes y los adultos jóvenes que presentan FDR sufren habitualmente lesiones con nivel elevado de energía debido a percances como los correspondientes a accidentes con vehículos de motor7.

El mecanismo de lesión más frecuente en todos los tipos de fractura de muñeca es la caída con la mano en extensión máxima (FOOSH, falling on an outstretched hand)1. La muñeca está en extensión máxima y el punto de impacto hace que las fuerzas de la energía atraviesen la parte distal del radio, lo que da lugar a diversos tipos de fractura8,9. El peso corporal del paciente, el grado de desviación del radio y el cúbito, y el grado de flexión dorsal en el momento del impacto determinan el patrón de la fractura10. En un pequeño grupo de pacientes también se puede fracturar el escafoides (un hueso del carpo) en el momento del impacto11.

A través del análisis de los datos del National Electronic Injury Surveillance System All Injury Program, Orces y Martinez observaron que la incidencia de las fracturas de muñeca y antebrazo relacionadas con caídas y que afectan a la mujer muestran un aumento gradual de su incidencia con la edad, que comienza a los 50 años. En los hombres, la incidencia de las fracturas se mantiene en niveles bajos hasta edades mucho más avanzadas12. En este estudio se demostraron las importantes diferencias que existen entre ambos sexos y se señaló que los programas de prevención de las caídas pueden tener una gran utilidad en las mujeres en riesgo, especialmente en las que muestran una disminución de la densidad mineral ósea12.

Las fracturas de la muñeca pueden clasificomo fracturas de los huesos del carpo y fracturas del radio, el cúbito o ambos13. El mecanismo de lesión puede ayudar al cirujano a evaluar las fracturas de la muñeca. Se utilizan muchos sistemas de clasifi distintos para describir las diferentes fracturas, pero la exposición de dichos sistemas queda fuera del objetivo de este artículo.

Un estudio más detallado de las fracturas del carpo

Las fracturas del carpo son las siguientes:

  • La fractura del escafoides es la fractura más frecuente de los huesos del carpo13,14. El mecanismo de lesión es la FOOSH y la intensidad de la lesión depende de la integridad de los huesos y ligamentos, de la posición de la muñeca y la mano en el momento de la caída, de la duración de la compresión y de la dirección de las fuerzas que definen del patrón de la fractura14,15. La hiperextensión de la muñeca hace que la apófisis estiloides del radio comprima el escafoides, lo que da lugar a su fractura14.

  • La fractura del semilunar es relativamente infrecuente y el mecanismo de lesión es la FOOSH13.

  • La fractura del piramidal es una fractura frecuente de los huesos del carpo y ocupa el segundo lugar en la incidencia de este tipo de fracturas secundarias a lesiones deportivas16. La hiperextensión y la desviación cubital en el momento de la caída representan el mecanismo de lesión más frecuente. A menudo, las fuerzas de energía elevada que se originan en este contexto dan lugar a la fractura de otros huesos adicionales del carpo13.

  • Las fracturas del hueso grande se deben a menudo a un golpe directo en la parte dorsal de la muñeca, con un mecanismo de lesión FOOSH13. El grande (o capitado) es el hueso del carpo que tiene un tamaño mayor y, por otra parte, muestra una vascularización sanguínea limitada13.

  • La fractura del ganchoso, que es infrecuente, se debe generalmente a que en el momento del traumatismo la muñeca está en una posición de flexión dorsal y con una cierta desviación cubital. Generalmente, se produce cuando una persona sostiene un bate, un palo de golf o una raqueta que describe un movimiento de arco y que golpea un objeto fijo13.

  • La fractura del trapecio es infrecuente y tiene lugar cuando se produce una desviación radial forzada del dedo pulgar13.

  • La fractura del trapezoide es muy infrecuente y tiene lugar cuando se produce una carga axial durante la FOOSH13.

  • La fractura del pisiforme se produce en el pequeño hueso sesamoideo que se localiza bajo un tendón (similar a la rótula). El mecanismo de lesión habitual es la FOOSH13.

Los huesos del carpo también pueden presentar un problema de separación entre el escafoides y el semilunar, y un problema de luxación del semilunar y el perisemilunar. En estos casos, el problema se debe a la flexión o extensión extremas de la muñeca y a menudo dan lugar a inestabilidad o rotura de los ligamentos13,16,17. Son lesiones potencialmente graves que en muchas ocasiones no se descubren en la evaluación inicial. Es fundamental que el médico considere con detalle todas las posibles lesiones de la muñeca y de las estructuras de sostén a la hora de evaluar los traumatismos de la muñeca18.

Fracturas del radio y el cúbito: epónimos

Muchas FDR se denominan con epónimos que indican la localización de la fractura y la dirección del desplazamiento del fragmento distal8. Estos epónimos suelen hacer referencia a los médicos que describieron originalmente dichas fracturas19. Por otra parte, las fracturas que tienen lugar más a menudo en personas que realizan ciertas actividades laborales también son incluidas en la nomenclatura de las fracturas20.

Las luxaciones o fracturas del radio, el cúbito o ambos son las siguientes:

  • La fractura de Colles es una fractura del radio distal con angulación y desplazamiento dorsales del fragmento distal. Da lugar a la clásica deformidad «en tenedor»9,19,20. La muñeca se dobla en dirección superior. (Véase el cuadro Comparación de dos fracturas.)

  • La fractura de Smith se denomina a menudo fractura de Colles invertida debido a que el extremo distal del radio se desplaza en dirección volar. En esa fractura, que es frecuente en los jóvenes que sufren un traumatismo con velocidad elevada, la muñeca se dobla en dirección inferior20.

  • La fractura de Barton de tipo volar es una fractura-luxación del borde volar del radio y es más frecuente que la fractura de Barton de tipo dorsal20.

  • La fractura de Barton de tipo dorsal es una fractura-luxación del borde dorsal del radio20.

  • La fractura del chófer es una fractura aislada de la apófisis estiloides del radio (también se denomina fractura de Hutchinson) y a menudo se asocia a fracturas más complejas de la muñeca20.

  • La fractura de Galeazzi afecta a la diáfisis del radio y se asocia a una luxación de la articulación radiocubital distal. Esta fractura, cuyo mecanismo de lesión es la FOOSH, debe ser tratada habitualmente mediante cirugía para la estabilización de la muñeca21.

  • La fractura de Monteggia es una luxación de la articulación radiocubital proximal asociada a una fractura del tercio distal del cúbito. Esta fractura infrecuente representa menos del 5% de todas las fracturas del antebrazo22,23.

Tratamiento

Las intervenciones que se llevan a cabo en las fracturas de muñeca incluyen la alineación anatómica de la fractura, el diagnóstico preciso del tipo de fractura, la inmovilización de la fractura hasta que tiene lugar la consolidación, y la preservación de la función1,6,9,24,25. La mayor parte de estas fracturas pueden diagnosticarse mediante radiografías simples con proyecciones posteroanteriores y laterales, pero algunas de ellas –especialmente las de los huesos del carpo– pueden requerir estudios de imagen adicionales mediante tomografía computarizada o resonancia magnética, sobre todo cuando se sospecha una lesión de los ligamentos13.

Comparación de dos fracturas

La fotografía superior muestra una fractura de Colles; se puede observar su configuración similar a la de un tenedor. En el dibujo de la parte inferior, que ilustra una fractura de Smith, la muñeca muestra hundimiento.

Muchas fracturas pueden ser reducidas manualmente por el cirujano, que después de ello coloca una férula; sin embargo, en otras fracturas es necesario el tratamiento quirúrgico. Cuando se aplica una férula sobre la fractura, el cirujano debe confila férula para que proporcione el soporte anatómico necesario respecto al tipo concreto de fractura, mientras tiene lugar su consolidación16,17. Las férulas se fabrican a medida y también deben utilizarse de manera individualizada en cada paciente. El tratamiento quirúrgico de las fracturas de la muñeca incluye el uso de placas metálicas y tornillos, clavos percutáneos, tornillos canulados y métodos de fiexterna1,3,4,6,9,13.

Las fracturas del escafoides ofrecen difiimportantes al cirujano. Por desgracia, estas fracturas pueden ser pasadas por alto y, por tanto, en algunos casos no son reducidas, una situación que puede dar lugar a la falta de consolidación o a una necrosis avascular del escafoides26–29.

La reducción anatómica con posible fijación mediante clavos o tornillos, junto con la aplicación de una férula, es clave para la consolidación adecuada de la propia fractura. Para la inmovilización del dedo pulgar y de la muñeca durante el proceso de consolidación se utilizan una escayola o una ortesis de sostén para el pulgar28.

Cuidados iniciales en el servicio de urgencias

Mientras un paciente está siendo evaluado y sometido a estudios de imagen en el servicio de urgencias antes de la reducción, debe ser tratado con los analgésicos prescritos lo antes posible. La enfermera tiene que valorar la mano del paciente para comprobar la circulación sanguínea y las funciones sensitiva y motora; después, aplica una férula sobre la mano hasta el codo, coloca un cabestrillo de brazo y aplica una bolsa de hielo.

Estas intervenciones son útiles para inmovilizar la fractura y reducir el dolor y la infl Tras la colocación de la férula, la enfermera tiene que volver a evaluar la mano respecto a la circulación sanguínea y a las funciones sensitiva y motora.

Cuidados preoperatorios

En los pacientes en los que se va a llevar a cabo la reparación quirúrgica de una fractura en la muñeca son necesarios una evaluación y un tratamiento preoperatorios rutinarios. Entre las circunstancias especiales están la de los pacientes con politraumatismo y la de los pacientes que presentan una fractura abierta.

La comunicación entre los miembros del equipo es fundamental para la planificación y ejecución del procedimiento adecuado. La valoración neurovascular preoperatoria de la mano debe quedar documentada30,31. El nervio mediano muestra atrapamiento con frecuencia y ello obliga a la realización de un procedimiento de liberación del túnel carpiano en el momento de la fijación quirúrgica de la fractura32.

El tratamiento quirúrgico de una fractura de la muñeca requiere a menudo el uso de un torniquete neumático para conseguir un campo quirúrgico sin sangre. La anestesia se lleva a cabo habitualmente mediante bloqueos regionales.

Detección de las complicaciones

Tal como ya se ha señalado antes, el atrapamiento del nervio mediano es frecuente en las fracturas de Colles y en esta situación muchos cirujanos llevan a cabo un procedimiento de liberación del túnel carpiano en el momento de la RAFI4,13,17,32.

Las complicaciones tempranas durante la fase de tratamiento son la consolidación anómala de las fracturas y la rigidez y el dolor en la mano y la muñeca32. También se pueden producir cuadros de ausencia de consolidación de las fracturas, especialmente en lo que se refi e al escafoides (debido a su limitada vascularización sanguínea)13,14. Las FDR no suelen experimentar problemas de falta de consolidación debido a la excelente vascularización sanguínea existente en la zona. El síndrome doloroso regional complejo (SDRC; anteriormente denominado distrofi simpática refl puede aparecer al poco tiempo de la fractura32. A menudo, el SDRC se inicia tras un traumatismo, una intervención quirúrgica, un accidente cerebrovascular o cualquier otro problema de tipo vascular. El SDRC cursa con dolor, edema, alteraciones cutáneas, disminución del ROM, inestabilidad vasomotora y desmineralización ósea parcheada con afectación de una zona concreta del cuerpo, como las extremidades33.

Muchos adultos de edad avanzada que sufren fracturas osteoporóticas de la muñeca experimentan una morbilidad continuada a consecuencia de la osteoporosis3,5. Los pacientes que experimentan una fractura osteoporótica muestran una probabilidad doble de presentar una fractura en alguna otra localización3. Los médicos que atienden a ancianos que han sufrido fracturas de la muñeca deben llevar a cabo una densitometría ósea y aplicar el tratamiento de la osteoporosis, según lo indicado34.

Las lesiones vasculares representan una complicación importante de las fracturas de muñeca. La fuerza del impacto inicial puede dar lugar a una fractura conminuta, lo que causa laceraciones o compresión de las arterias radial y cubital13. La detección rápida de las lesiones vasculares puede prevenir la necrosis y la pérdida subsiguiente de la mano lesionada.

Entre las complicaciones asociadas al procedimiento quirúrgico en sí están la lesión de los tendones o ligamentos por efecto de los tornillos y la interferencia de la vascularización sanguínea por efecto de los clavos35,36.

Durante la fase postoperatoria es necesario valorar la función neurovascular de la mano. Cuando la mano está cubierta por una férula y por un vendaje, se debe retirar este último para evaluar los pulsos radial y cubital. El paciente debe mantener el brazo elevado por encima del nivel del corazón y hay que aplicar bolsas de hielo o dispositivos de enfriamiento para prevenir el edema.

Es frecuente el dolor en el postoperatorio. Las enfermeras deben determinar el grado de intensidad del dolor para aplicar el tratamiento medicamentoso apropiado.

Muchos pacientes salen del quirófano con una bomba de PCA. Siempre hay que seguir los protocolos del hospital en lo que se refiere a la monitorización y vigilancia de los pacientes.

Volvemos al caso de la señora C.

La señora C. tuvo la suerte de que un vecino viera su caída y solicitara ayuda de manera inmediata. Muchos ancianos presentan fracturas mientras están en su hogar, y cuando no pueden solicitar ayuda, permanecen sin recibir tratamiento durante varias horas o días37. La aplicación rápida del tratamiento de la fractura de la señora C. tuvo una gran utilidad para su recuperación completa.

El nervio mediano de la señora C. estaba afectado, pero el procedimiento de liberación del túnel carpiano en el momento de la aplicación de la placa metálica volar impidió su lesión permanente.

Muchas fracturas de la muñeca pierden la reducción anatómica tras intentar la reducción cerrada, tal como ocurrió en la señora C. En esta paciente, la aplicación quirúrgica de una placa metálica y de clavos facilitó la movilidad temprana de su mano al tiempo que permitió conservar un grado mayor de función. La terapia ocupacional aplicada en la fase inicial del período de recuperación de la señora C. tuvo utilidad en lo relativo a la férula y a los ejercicios.

El médico de atención primaria de la señora C. también prescribió la realización de una densitometría ósea e inició de manera inmediata el tratamiento de la osteoporosis recién diagnosticada. La reversión de la pérdida de la densidad ósea puede ser útil para prevenir las fracturas osteoporóticas adicionales.

Los resultados obtenidos en varios estudios de investigación indican la idoneidad de un período de espera de varios meses para comenzar el tratamiento con un bisfosfonato tras una fractura osteoporótica38. Dado que los bisfosfonatos inhiben la formación y la reabsorción del hueso, el uso de estos medicamentos inmediatamente después de una fractura o de la reparación quirúrgica de una fractura podría dar lugar –teóricamente– a una situación de ausencia de consolidación de la fractura. El médico de atención primaria debe revisar con todo detalle los posibles riesgos y los efectos benefide este tipo de tratamiento, y comentarlos con la paciente.

Las enfermeras son importantes para que el resultado sea óptimo

Las fracturas de muñeca constituyen un reto para los clínicos. La valoración y la comunicación precisas y a tiempo con todos los miembros del equipo de cuidados tiene una gran utilidad para que en los pacientes que sufren este tipo de fracturas se consiga un resultado óptimo. ■

Colleen R. Walsh es profesora asociada en enfermería graduada en la University of Southern Indiana College of Nursing and Health Professions, en Evansville, Ind. La Dra. Walsh también es secretaria de la National Association of Orthopaedic Nurses.

Este artículo es una adaptación y actualización de un artículo que se publicó originalmente en OR Nurse. 2012;6(3):28-37.

La autora y los editores declaran que no existen conflictos de interés económicos relacionados con este artículo.

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