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Vol. 9. Núm. 2.
Páginas 45-53 (Noviembre 2017)
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Deseo sexual en jóvenes de la Ciudad de México: amor vs. placer
Sexual desire in young people in Mexico City: Love vs pleasure
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Alejandra Echeverría-Lozano
Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, México
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Tablas (4)
Tabla 1. Guía de entrevista
Tabla 2. Mujeres
Tabla 3. Hombres
Tabla 4. Naturalidad del género: deseo sexual y amor. Creencias sobre cómo lo experimentan hombres y mujeres
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Resumen

El objetivo del presente estudio fue explorar la forma en que las y los jóvenes identifican e interpretan el deseo sexual con relación al placer y al amor. Son considerandos el construccionismo y la perspectiva de género como referentes teórico-epistemológicos y para el análisis de la información. La muestra estuvo constituida por 4hombres y 6mujeres de 18 a 22 años de edad, estudiantes de bachillerato o licenciatura de la Ciudad de México. De acuerdo con la revisión teórica sobre el deseo sexual, fue abordado como una experiencia subjetiva; se trabajó por medio de entrevistas semiestructuradas a modo de relatos de vida. Por medio de esta herramienta cualitativa se obtuvieron datos acerca de cómo las y los jóvenes experimentan e interpretan la vivencia del deseo sexual a partir del reconocimiento de sus sensaciones corporales y la masturbación como una opción. Los resultados obtenidos muestran percepciones diferentes entre hombres y mujeres con relación a la vivencia del deseo sexual y su relación con el amor, así como la relación que tienen con su propio cuerpo.

Palabras clave:
Jóvenes
Deseo
Amor
Género
Masturbación
Cuerpo
Abstract

The aim of this study was to explore the way young people identify and interpret sexual desire in relation to pleasure and love. Consideration is given to Construccionism and the gender perspective as theoretical-epistemological references and for the analysis of information. The sample consisted of 4men and 6women from 18 to 22 years of age, studying at high school and university in Mexico City. According to the theoretical review on sexual desire was approached as a subjective experience, we worked through semi-structured interviews as life stories. Through this qualitative tool we obtained data about how young people experience and interpret the experience of sexual desire from the recognition of their bodily sensations and masturbation as an option. The results obtained show different perceptions between men and women in relation to the experience of sexual desire and its relationship with love, as well as the relationship they have with their own body.

Keywords:
Young
Desire
Love
Sex
Masturbation
Body
Texto completo
Introducción

Los jóvenes reciben múltiples mensajes a lo largo de su socialización y son bombardeados con mensajes sobre su sexualidad que pueden confundir y contradecir lo que se espera de ellos en los diferentes escenarios sociales en que se desenvuelven. Es también durante la adolescencia que deben hacerse responsables de la toma de decisiones con respecto a su sexualidad, pero también son castigados por actuar sus propios deseos sexuales (Tolman, 1994). Estos deseos sexuales no son del todo reconocidos por ellos, lo que dificulta, por ende, tomar las decisiones correctas acerca de lo que es más conveniente para vivir su sexualidad de forma sana y plena, lo cual acarrea problemas en su salud sexual y reproductiva con consecuencias, como son la adquisición de enfermedades de transmisión sexual o embarazos no planeados. Los jóvenes de entre 15 y 19 años en cuanto a embarazo adolescente (INEGI, 2009) y entre 15 y 29 años de edad son la población más afectada en cuanto a infecciones por el VIH y otras ITS se refiere (CENSIDA, 2009; Encuesta Nacional de Juventud, 2005). Entre los adolescentes de 12 a 19 años de edad, los datos para el Distrito Federal (ENSANUT, 2006) señalan que 90.5% de ellos conoce o ha oído hablar de algún método para evitar el embarazo, situación que ubica a los adolescentes del Distrito Federal con un mayor conocimiento respecto de lo reportado en el país (81.8%). Observamos una población joven activa sexualmente a muy temprana edad que, aunque cuenta mayormente con información sobre métodos anticonceptivos, se sigue manteniendo con un riesgo latente de no hacer un uso adecuado de su sexualidad. De haber otro tipo de información sobre sexualidad, esta se adquiere de manera informal principalmente en la familia, con los amigos o, en su mayoría, por los medios de comunicación, dejando pocas probabilidades para adquirirla de manera formal en las escuelas (Trejo y Díaz-Loving, 2010). Lo anterior expone a los jóvenes a información sobre temas de sexualidad basada en mitos llenos de prejuicios que, en lugar de educar, confunde (Ayala, 1999). Los conocimientos inadecuados sobre sexualidad tienden a perpetuar actitudes sociales que se reflejan en papeles rígidos y estereotipados en ambos sexos (Alvarez-Gayou, 1998). Muchos de los factores que influyen en el proceso de construcción de identidad durante la adolescencia se presentan dentro del ámbito familiar, que es determinante en la vida de estos (Gómez, 2008). La libertad con que son tratados los temas sobre sexualidad con los padres parece tener un impacto importante en la forma en que los adolescentes asumen su sexualidad y se responsabilizan de su salud sexual y reproductiva. Al asumir la sexualidad como parte de sí mismos, los jóvenes tienen mayor posibilidad de reconocer en ellos el placer como algo a lo que ellos tienen derecho y, por consecuencia, la capacidad de desarrollar habilidades para el cuidado de la misma, como es el uso de condón. El contexto desempeña un papel fundamental en cómo las/los jóvenes construyen su deseo sexual y experimentan su sexualidad, así como la forma en que los sentimientos emergen en ellos influyendo en sus habilidades sociales y prácticas sexuales, e impactando a lo largo de los años en su forma de hacerse cargo de su salud sexual y reproductiva. Por su parte, el amor ha sido tema de estudio y reflexión en la historia de la humanidad y hoy en día es considerado una parte intrínseca del proceso de construcción de las relaciones de género que será importante abordar; dado que el amor se establece como parte de nuestra ideología cultural, pero también como configurador de prácticas sociales e individuales (Esteban Galarza, Medina Domenech y Tavora Rivera, 2005), las cuales se presentan con mayor efervescencia durante la adolescencia. Para los seres humanos, el amor crea percepciones sobre sí mismos, su cuerpo y la manera de vivir su cuerpo en la intimidad, por lo que su reflexión dentro del presente estudio es relevante, dada la importancia que le dan en los relatos tanto hombres como mujeres en las entrevistas que se realizaron. En este sentido, las mujeres son animadas continuamente en nuestra sociedad a crear y mantener afiliaciones y relaciones de forma que las necesidades de apego se convierten en las principales motivaciones por las que las mujeres organizan sus vidas (Esteban Galarza et al., 2005). En el amor, la corporeidad es crucial y esta, a su vez, sería la base material física, performativa de la conformación de identidad de género, una identidad múltiple, diversa en interacción estrecha con la experiencia. Esta conformación de la subjetividad de las mujeres promueve el desarrollo de un sistema de valores: la creación del ideal maternal como ideal constitutivo de su subjetividad y deseo fundante de la feminidad, apareciendo un poder legitimado: el poder de los afectos, que llevaría a las mujeres a establecer un tipo de relaciones íntimas que construirán su identidad donde el interés de las mujeres no giraría en torno de sus propias emociones, necesidades o intereses, sino en el descubrimiento de las necesidades de los otros, creyendo que en la medida que atienda las necesidades de los otros tendrá garantizado su amor (Dio Bleichmar, 2000). Por otro lado, si bien este deseo sexual forma parte importante en nuestro desarrollo sexual, es en la adolescencia/juventud donde se manifiesta con mayor intensidad (Bejar, 2006; Kaplan, 1996) y donde para algunos autores (Levine, 1988, 1992; Bowlby, 1969; Frijda y Mesquita, 1994; Gómez Zapiain, 1995) la búsqueda del amor y el descubrimiento del sexo son parte fundamental. El reconocimiento preciso de lo que pasa en el cuerpo de los jóvenes envuelve ineludiblemente a la conducta sexual y con ella el deseo (impulso, pulsión) sexual (genital, carnal) como componente básico. Para Gómez Zapiain (1995) la conducta sexual en los jóvenes no puede reducirse solamente a la aparición y el desarrollo de los comportamientos sexuales en esta etapa, sino al modo de integrase en el mundo en tanto que hombre o mujer y los procesos implicados en ello. La posibilidad de interpretación e integración, aunque puede ser mediada por variables individuales, está fuertemente influida por el discurso social. La manera en que el deseo sexual es vivido por los jóvenes dentro del despertar de su sexualidad ha dado lugar a una serie de reflexiones en tanto al papel que el género desempeña en esta configuración. Para Caricote (2006) el género es una construcción simbólica que estereotipa, reglamenta y condiciona la conducta tanto objetiva como subjetiva de los individuos, y es mediante esta construcción de género que la sociedad clasifica, nombra y produce las ideas dominantes de lo que deben ser y actuar hombres y mujeres, por tanto, es hablar de feminidad y masculinidad. En este sentido, mientras el sexo es una condición biológica «natural», el género es una construcción «cultural» que se expresa en los valores, las normas, las instituciones, las creencias, los usos y las costumbres en torno al rol sexual femenino y masculino que presenta una cultura y que la sociedad utiliza como el referente principal para la formación del cuerpo (Toro-Alfonso, 2007). Desde el nacimiento, la sociedad establece los parámetros de la construcción del cuerpo sexuado: el proceso de socialización de los hijos e hijas dentro del núcleo familiar, la comunicación que se establece entre los miembros, la forma en que se dicen las cosas, la manera en que se demuestran los sentimientos, el clima de comprensión y confianza entre ellos, etc. (Carrasco, 2010). En tanto la sexualidad es nombrada (o silenciada), resulta el lenguaje un medio idóneo para conocer cómo hombres y mujeres construyen la realidad que describen. Al respecto, Lagarde (1996) menciona cómo el lenguaje es su código genético cultural que transmite valores, mandatos y realidades. El lenguaje sexista establece la norma creando además el lenguaje emocional que transita en los cuerpos genéricos y «naturaliza» la desigualdad de género. El contexto influye de manera directa en la forma que experimentamos el mundo y actuamos en consecuencia. La forma en que somos educados influye en la creación de roles desiguales, donde el papel asignado a hombres y mujeres tiene un «lugar», ciertas emociones permitidas, así como sensaciones prohibidas. De tal forma que hombres y mujeres hemos de cumplir con aquellos estereotipos, roles que nos colocan en el «lugar asignado». Desde el nacimiento, los colores de nuestras vestimentas, juegos, juguetes, chistes, dichos, cuentos, películas, así como todo aquello que no es nombrado pero sí actuado representa el orden simbólico que establece lo que se espera de hombres y mujeres, y de manera más rígida en el área sexual. De las mujeres es esperado el cuidado del «otro», la sensibilidad, el amor, la fragilidad, la sumisión y los valores de la feminidad hechos para «sostener», donde se configuran nuestros vínculos emocionales y el cuidado de nuestra salud (sexual y reproductiva) dejando de un lado el placer, el gozo del propio cuerpo y la responsabilidad de este. La representación social de la sexualidad de la mujer, en la que todavía predomina la idea de la virginidad o el silencio frente al sexo, coloca a las jóvenes en situaciones de alta vulnerabilidad no solo frente a la percepción de riesgo frente a las ITS, sino también en gran medida a la vulnerabilidad emocional ante los juicios. De los hombres se espera la fuerza, el control, la respuesta adecuada, donde el goce es el lugar para que crezca su masculinidad y su virilidad. La representación social de una sexualidad masculina activa, poseedora del conocimiento, perpetúa situaciones de riesgo dado que dificulta la obtención de asesoramiento acerca de los riesgos en torno al VIH y otras ITS, así como una adecuada configuración de vínculos emocionales. Estas desigualdades entre hombres y mujeres han condicionado la manera en que se obtiene o tiene acceso a información (formal o informal) con respecto a su salud sexual y reproductiva, y por ende, en la toma de decisiones al respecto. La desigualdad de poder en las relaciones heterosexuales restringe la autonomía sexual de las mujeres y expande la libertad sexual de los hombres, aumentando en ambos la vulnerabilidad frente al VIH (Lagarde, 1996) y las ITS, así como a los embarazos no deseados. Si bien existe investigación sobre la forma en que el placer ha impactado la forma de vivirse en el cuerpo y las relaciones de las mujeres, se ha dejado de lado lo que sucede en los hombres y durante la adolescencia, por lo que es de vital importancia en este estudio dar voz también a los hombres y dentro de una población no estudiada en nuestra población mexicana. Por tanto, el objetivo del presente estudio es comprender y analizar la forma en que las y los jóvenes identifican e interpretan el deseo sexual con relación al placer y al amor; cómo es que el contexto contribuye haciendo visibles las diferencias percibidas, en el trato y los mensajes recibidos vinculados al género y a la edad.

Método

Considerar la metodología cualitativa como una forma de acercarse al objeto de estudio resulta pertinente, dado que supone una forma suave de adentrarse en el mundo de los jóvenes y su sexualidad. De acuerdo con Gergen (2007), la importancia de construir el conocimiento del deseo sexual a través del lenguaje lleva a considerar el construccionismo como el referente epistemológico y teórico adecuado y la perspectiva de género como fundamentos para la investigación y el análisis de la información en el desarrollo del presente estudio.

Participantes

Se trabajó con 6 mujeres y 4 hombres, que pudieran de alguna manera compartir su experiencia de cómo han o no descubierto su deseo sexual, sus vivencias personales y aquellas que experimentan con su entorno. La selección de la muestra se realizó mediante la técnica de «bola de nieve» (Cornejo, Mendoza y Rojas, 2008). Los criterios de inclusión: que fueran mayores de 18 años y menores de 22 años, y que vivieran y dependieran económicamente de sus padres, radicaran en la Ciudad de México y decidieran participar de manera voluntaria en la investigación, no importando si estos habían o no iniciado su vida sexual. El criterio para determinar el número de relatos se inscribe en lo que Bertaux-Wiame, 1979 propone como «paradigma índice», el cual orienta a realizar análisis en profundidad, que permitan develar más bien las irregularidades que lo recurrente; más los detalles que las miradas globalizadoras, más los quiebres que las continuidades (citado en Sharim, 2005). Desde esta perspectiva, se decidió recoger un número suficientemente reducido de relatos, de modo de hacer viable un estudio en profundidad, pero al mismo tiempo con una cantidad suficiente de relatos que permitieran observar la diversidad de experiencias. Se fijó así un número de 10 relatos con base en las categorías propuestas para la entrevista y la diversidad en términos de respuesta que pudieron enriquecer la investigación.

Instrumento

Se trabajó por medio de entrevistas semiestructuradas a modo de trayectorias de vida, las cuales se basaron en una guía de entrevista con los indicadores subjetivos (los cuales se obtuvieron a través del discurso de los participantes) y objetivos (los cuales se obtuvieron por medio de una ficha de identificación) considerados para la investigación (véase la tabla 1).

Tabla 1.

Guía de entrevista

Indicadores objetivos  Indicadores subjetivos 
1. Edad (en años cumplidos)  1. Deseo sexual: definición de deseo sexual, definición de calentura, sensaciones corporales, besos, amor y deseo sexual, fantasías sexuales, cómo surge el deseo sexual, y lo que antecede el deseo sexual 
2. Escolaridad (años de estudios)  2. Creencias sobre el deseo sexual: dichos y consignas, creencias sobre las relaciones sexuales, uso de alcohol, uso de anticonceptivos, 1.a vez y creencias sobre cómo debe ser la educación sexual 
3. Sexo (hombre/mujer)  3. Satisfacción del deseo sexual: relaciones sexuales, masturbación, abstinencia-virginidad y faje 
4. Prácticas sexuales (inicio o no a la vida sexual, edad de inicio a la vida sexual, uso del condón en las relaciones sexuales)  4. Influencia directa o indirecta del contexto: padres, amigos, escuela, religión y medios de comunicación vinculadas con el reconocimiento, la experimentación o la vivencia del deseo sexual, así como transmisión de información a familiares 
5. Colonia en la que vive (nivel socio-económico)  5. El deseo sexual y su papel en la práctica sexual 
6. Preferencia sexual   
7. Número de parejas sexuales   
8. Uso de anticonceptivos   
9. Religión   

La reconstrucción de la experiencia biográfica a través del relato de vida permite reconocer, como lo señala Villers (1989, en Pineau, 1992), 2vertientes de la historia. La primera, haciendo referencia a los hechos objetivos que han sucedido y en los cuales el individuo ha estado inmerso. Y la segunda corresponde a la vivencia personal, a la historia interior, al mundo de sensaciones, emociones y representaciones, la cual implica reconocer la capacidad de autorreflexión del individuo, susceptible de traducirse de acuerdo con los códigos simbólicos de su contexto social. Los relatos de vida, de acuerdo con Cornejo et al. (2008), permitirán ilustrar los procesos de construcción del autoconocimiento del deseo sexual y las relaciones establecidas con el contexto particular en que se encuentren los jóvenes.

Procedimiento

Una vez que los/as jóvenes aceptaron participar, acordamos la primera cita para realizar la entrevista, informándoles acerca de la importancia que esta sea grabada para su posterior transcripción y solicitando su consentimiento informado por escrito. Se realizaron 2entrevistas en promedio por participante, de aproximadamente 1 h 15min cada encuentro. Las entrevistas se audiograbaron y transcribieron en su totalidad, para posteriormente analizarse bajo la metodología propuesta por Sharim (2005). Con esta metodología se realiza una reconstrucción del relato retomando los aspectos más relevantes para su análisis e interpretación, tanto para una visión de caso en profundidad como para una mirada transversal de todos los relatos. Se codificó una lista de temáticas elaborada a partir de los relatos de vida realizados. Las temáticas fueron las siguientes: deseo sexual, creencias, satisfacción del deseo sexual y contexto. Para el presente estudio se consideraron con mayor importancia aquellas relacionadas directamente con el deseo sexual (sensaciones corporales y su relación con el amor) y la satisfacción sexual (masturbación).

Análisis de resultados

Con base en el análisis realizado, los resultados indican que las percepciones difieren entre hombres y mujeres con relación a la vivencia del deseo sexual y su relación con el amor, así como la relación que tienen con su propio cuerpo. En este apartado, se presentan los testimonios de los y las entrevistadas, los cruces en el sentir el deseo sexual, a través, por un lado, del reconocimiento de las sensaciones corporales y, por otro, de la experimentación de la masturbación. De acuerdo con Kaplan (1996), el momento de la adolescencia es un parteaguas en donde hombres y mujeres intentarán cumplir con las conductas sexuales esperadas según el contexto social en el que vivan, mezclado con el momento de la experimentación de cambios físicos y fisiológicos, que conllevan la urgencia de un cuerpo sexuado diferenciado por ser hombre o mujer joven. Las sensaciones corporales se viven de manera diferenciada para hombres y mujeres coincidiendo con lo que menciona Sanz (1999), donde para las jóvenes —hayan tenido o no relaciones sexuales— se evidencia una gran sensibilidad corporal y poca o nula en algunos casos sensibilidad genital. El hablar de los genitales con la naturalidad que lo hacen los chicos no es usual en el caso de las mujeres; de ellas se espera que hablen y expresen sus emociones. Es esta quizá una de las razones que aleja a las jóvenes de su propio cuerpo y las aleja también de experimentar el placer a temprana edad, como pueden hacerlo los varones. Incluso para algunas de ellas es más evidente la necesidad de cercanía vs. coito. En el caso de V. (véase la tabla 2), es claro que ella tiene conciencia de la excitación que le produce la cercanía; sin embargo, en su relato, ella intenta, a través de sus pensamientos, alejarse de sus sensaciones corporales como una forma de salvaguardar la imagen que se espera de ella como mujer, como si no le estuviera permitido o no fuera permitido experimentar el placer. A pesar de ser evidentes las sensaciones corporales, en algunos casos hay un desconocimiento del placer o negación del mismo, como se puede observar en el relato de S., quien comenta durante la entrevista cómo en sus primeros años la educación que recibió fue totalmente «tradicional» (refiriéndose a asistir a misa cada domingo y conservar ciertas costumbres sobre cómo comportarse) hasta que se separaron sus papás y es hasta hace unos años que ella empieza a explorarse y darse la oportunidad de sentir sin la culpa que le fue inculcada. Esta gran sensibilidad corporal le permite estar atenta a lo que le sucede. Sin embargo, está también presente el mandato social de no sentir, que se ve reflejado en la nula experimentación del placer por medio de la masturbación como una opción para satisfacer el deseo sexual, placer del que ningún otro (a) sea responsable. Al respecto de la masturbación, Hyde (1991) comenta que siendo esta una forma de experimentar libremente el placer, y de decidir sobre él como algo propio, no es culturalmente esperado para las mujeres. En la mayoría de los relatos se puede percibir una mayor conciencia de la masturbación femenina; sin embargo, también hay una resistencia a vivir la experiencia como algo propio pues los juicios externos son muy fuertes, y se asume en primera instancia la masturbación como una práctica predominantemente masculina y no como una opción para conocer el cuerpo y experimentar placer en las mujeres. De acuerdo con Miranda (1994), este despertar sexual y la manera de experimentarlo marca en forma importante a la persona de acuerdo con la reacción del entorno —familia, amigos, pareja— y vivirlo como una experiencia positiva o negativa, cargando con culpas, miedos o angustias que pueden repercutir notablemente en la sexualidad de la persona. En este sentido, la masturbación en el caso de las mujeres y de L. tiene una carga muy fuerte que ha limitado su experimentación (véase la tabla 3). Para L. podemos observar cómo en su proceso de socialización las creencias y las normas impuestas por la religión fueron internalizadas, convirtiéndose en criterios de autorregulación, tal y como lo han mencionado Ellingson, van Haitsma, Laumnn y Tebbe (2004). En este sentido, Moral de la Rubia (2010) encontró en un estudio con jóvenes universitarios mexicanos que los cristianos y las personas con religión más practicantes (a diferencia de quien no lo practicaba o había declarado no tener una religión) valoraban más la virginidad, condenaban más la pornografía y aceptaban menos la masturbación. Estas creencias son cuestionadas, pero en la vivencia y en las primeras actitudes hacia la sexualidad la guían. En los relatos de A., B. y S. podemos observar que han aprendido que la masturbación es una práctica «sucia» o bien designada para aquellas mujeres con una necesidad sexual que no ha sido satisfecha por un hombre. Como menciona Tena (2012), el cuerpo como este «debiera ser» en lo femenino cumple en el uso de la sexualidad un papel primordial, juzgado a todas luces en todas las edades. En los jóvenes varones encontramos lo que Sanz (1995) llama una «amnesia generalizada» pero gran sensibilidad genital, donde en el reconocimiento de las sensaciones corporales relativas al deseo sexual es casi nulo o nulo, pero la experimentación del placer por medio de la masturbación es una práctica común. Para la autora, el hecho de que los genitales masculinos estén al alcance de la vista y las manos, y de haya una constante referencia a ellos a través de la broma, el chiste, el albur, etc., hace que de una u otra forma tengan una presencia en su imagen corporal. Los relatos sobre la experimentación del deseo sexual de G., J. y P. están dirigidos más hacia los pensamientos que al reconocimiento de las sensaciones corporales (véase la tabla 3), influido por los mandatos sociales y culturales donde se espera de ellos que respondan eficazmente, con excepción de L., quien en su relato comenta más sobre su experimentación de las sensaciones corporales no genitales. En cuanto a la masturbación, las diferencias anatómicas en cuanto a disposición y facilidad de acceso, aunado a los aprendizajes sociales, la construcción personal del erotismo y las diferencias de género, hacen que las satisfacciones del deseo sexual tomen caminos distintos entre hombres y mujeres. Para los jóvenes hombres entrevistados, la experimentación de la masturbación es parte de un proceso «natural e instintivo» en el cual no existe un cuestionamiento social de si es correcto o mal visto hacia el exterior, a diferencia de las mujeres. Lo anterior coincide con los planteamientos de Weeks (1995) con relación a que el deseo se inserta en el cuerpo que construimos; las multiplicidades del deseo sexual nos hablan claramente de la complejidad del deseo, pero, sobre todo, evidencia cómo el cuerpo construye el deseo y lo articula de formas diferentes, dependiendo del contexto, de tal forma que este (el deseo) no viene determinado, sino que también es producto de las interacciones y los significados que le otorgamos socialmente. En algunas de las entrevistas realizadas podemos observar lo que Lamas (1986) menciona como argumentos biologicistas, que explican la subordinación femenina en términos «naturales» y hasta «inevitables», donde los mismos jóvenes siguen considerando comportamientos o características de personalidad exclusivas de un sexo, cuando se trata más bien de construcciones culturales. Los jóvenes hombres identifican la masturbación masculina como algo instintivo, propio de los jóvenes y hasta cierto punto ajeno a la vivencia de la sexualidad de las mujeres. Aunado a la influencia que ha tenido el contexto (familia, religión, amigos y medios de comunicación) en la forma en que las y los adolescentes experimentan su deseo sexual, aparecen las críticas a los mandatos sociales de género, al darse cuenta de que no hay congruencia entre lo que están experimentando corporalmente, lo que observan y lo que les fue transmitido, la idea de ligar en el caso —mayormente— de las mujeres las relaciones sexuales y el placer al ser amado y a la idea de fidelidad. De acuerdo con Bejar (2006), aun cuando la construcción de género comienza desde el nacimiento, es en la adolescencia cuando se reconstruyen las identidades y las relaciones de género toman significados diferentes de acuerdo con el contexto en que se encuentren las/los jóvenes y con los cambios físicos que esté experimentando corporalmente, y que marcan una incongruencia con aquello esperado de ellos/as en su contexto inmediato. Este tipo de cuestionamientos se dan en torno a si el deseo sexual y el amor realmente son compañeros inseparables, ¿o es acaso el amor solo un tema de mujeres, como el deseo de los hombres? El cuestionamiento a la «naturalidad» del género (Lamas, 1986) se presenta en los testimonios de las y los jóvenes, donde lo relativo al amor y al cuidado de los otros parece «natural» de las mujeres, mientras que para algunos el sexo sin amor, no poder controlarse o tener varias relaciones sin control pertenece exclusivamente a los hombres (véase la tabla 4). Prevalece esta idea de que ciertas características corresponden «por naturaleza» a hombres y mujeres, oprimiendo, por un lado, a las mujeres, irresponsabilizando a ambos de su salud sexual y negando el placer a muchas de ellas, ya que estos estereotipos parece que dejan sin movimiento, sin libertad en esta idea restringida de lo que «deben ser» o «son» hombres y mujeres. Aunque para J. es muy claro que no hay diferencias en el sentir ni en el deseo, sino que se trata, como él dice, de «estigmas sociales», aún encontramos en los relatos como el de F. ideas relativas a que las mujeres no experimentan deseo sexual o es necesario tener cierto tipo de prácticas sexuales para que puedan acceder al placer (como la penetración) y que prácticas como la masturbación no corresponden a las mujeres o no son llamativas para ellas. Para F. existe una confusión acerca de lo que pasa con el deseo en las mujeres; por un lado, niega la sensibilidad de las mujeres al placer pues es una característica «natural» de hombres —inculcada en gran medida desde el ámbito familiar— cuando se trata de masturbación, pero se sorprende del placer de las mujeres en las relaciones sexuales coitales. En el caso de las jóvenes, X., S., V., F. y B., por su parte, parecen estar en una lucha constante, en un proceso que parece llevarlas de cualquier situación de opresión, desigualdad, discriminación o exclusión hacia una situación de conciencia, autodeterminación y autonomía, que bien podría llamarse empoderamiento (Tena, 2012). Esta percepción diferenciada para hombres y mujeres suele crear confusión en el momento de relacionarse con la pareja; por ejemplo, en el relato de F. se hace evidente esta separación del amor y el deseo, donde la posibilidad de darle rienda suelta a su deseo debe ser puesta en una mujer que no pueda ser amada, pues se había configurado en el deseo la idea de lo «prohibido», lo «sucio» no apto para aquella mujer digna de ser amada. Por el contrario, en la mayoría de los relatos de las chicas, como en el de B., el deseo debe estar ligado al amor; de lo contrario, es prácticamente imposible experimentarlo (véase la tabla 4). Al respecto, Hernando (2000, en Esteban Galarza y Tavora Rivero, 2008) menciona cómo las mujeres llegan a internalizar, actuar y reproducir un conjunto de valores y actitudes a través de las cuales nosotras mismas contribuimos a perpetuar esa situación de desigualdad con respecto a los hombres. Por el contrario, en muchos otros relatos, como el de S. o el de F., existe una evolución a lo largo de los años a darse la oportunidad de experimentar el deseo sin que este esté ligado a un vínculo amoroso o el reconocimiento del deseo a través de un hombre, notando que esta percepción había estado dañando la percepción que tenían de sí mismas al experimentar placer y solía ponerlas en desventaja con los chicos. Ligar el amor al deseo sexual tiene un papel fundamental en el mantenimiento y perpetuación de la subordinación social de las mujeres (Esteban Galarza et al., 2005), así como en la opresión y la dominación de los cuerpos según Marcuse (1965, en Silva y Barrientos, 2008). Dio Bleichmar (1993, en Esteban Galarza y Tavora Rivero, 2008) analiza la importancia que puede tener en la configuración de los deseos propios el hecho de que la aparición del deseo sexual de las mujeres pueda ir aunado a la mirada de un hombre: «una experiencia común para las mujeres es situar el descubrimiento del poder seductor de su cuerpo durante la infancia o pubertad a partir de la mirada de un hombre adulto». Descubrir el hecho de que el estímulo sexual proviene del exterior y que no se inicia a partir de un estímulo interno (Dio Bleichmar, 2000, p. 195) va a influir en la construcción de una idea de ser mujer que solo por el hecho de serlo puede provocar deseo en el otro. En este sentido, S. relata cómo ella descubre la existencia del deseo a través de la mirada de los otros cuando su abuelo le hace notar que su sola presencia genera el deseo en los hombres, razón por la cual no debe mostrarse ante ellos. Esta situación genera en ella un profundo cuestionamiento (véase la tabla 4). El empoderamiento de S. y F. se hace evidente en su relato, que las lleva a salir de esa desigualdad percibida desde la historia familiar (en la opresión vivida por ellas mismas y por sus madres) o con sus pares y que las lleva a modificar su actuar ante sí mismas y ante el mundo, en este caso con relación a su sexualidad (véase la tabla 4). Relatos como los de S. y F. nos permiten observar que no ven ya el sometimiento como una manera de asegurar el amor del otro y que el interés principal sí está en sus emociones, sus sensaciones y en la búsqueda del placer, y no en la gratificación de las necesidades del otro. Estas marcadas diferencias entre hombres y mujeres en cuanto al reconocimiento de las sensaciones corporales experimentadas ante el deseo sexual y la masturbación hacen evidente la urgencia de trabajar, como indican Hurtado de Mendoza y Sandoval (2011), en que los hombres tomen conciencia de sus sensaciones corporales y sus emociones para poder sentir el resto del cuerpo y no únicamente a través de la genitalidad, y que las mujeres, por su parte, retomen la sensibilidad genital a través de la autoestimulación buscando el placer y la satisfacción para integrar en el mapa mental los genitales para recuperar la sensibilidad y disfrute de ellos, lo cual llevaría a ambos sexos a lograr un equilibrio y mayor disfrute en las relaciones sexuales.

Tabla 2.

Mujeres

Indicadores subjetivos  Relatos 
Deseo sexual: sensaciones corporales  A.: Ah pues me pongo chinita toda, hasta con un besito así en el oído ya me puse toda chinita y así, superpadre… si ves a alguien y tu corazón así (señales de palpitación) y… en los genitales (en voz bajita) de repente que llega a haber roce o algo, de repente se siente como cosquillas y es como lo que te da ganas de hacer algo más
B.: Siento escalofríos, electricidad en mi cuerpo y la piel se me pone chinita, me pongo nerviosa y empiezo a sudar, se me acelera el corazón…
X. Siento cosquilleo en el cuerpo, excitación en todo el cuerpo, incluso en los brazos como una necesidad de abrazar y acariciar a la otra persona, la temperatura sube
F.: Mariposas, se me acelera mucho el corazón, y me empiezo a imaginar muuuchas cosas, me pongo roja, más de lo normal y quiero estar siempre con esa persona
V.: Son como ganas de estar con la otra persona, así juntiiitos, una sensación de excitación..., sube la temperatura, como la boca húmeda, que me indicaría ganas de besar a la otra persona y excitación en la vagina… aunque a veces consigo que mis pensamientos me alejen de mis sensaciones corporales
S.: ¡Como cosquillas en las piernas como si se estuvieran durmiendo, mucho calor me latía muy muy rápido el corazón y me salió sangre de la nariz…no sabía porque me pasaba eso! Estábamos en el beso y ya que sentí que iba subiendo la temperatura le dije «ya vete a tu casa!», ja, ja, y me dijo «¿¡No!, ¡dame agua!», y yo «No, no, ¡ya vete a tu casa!»… ¡me espante! ¡No sabía qué hacer con lo que estaba sintiendo, me dio mucho miedo! 
Satisfacción sexual: masturbación  F.: Era así como de la cintura para abajo —no, yo no tengo permitido tocarme, no, yo no tengo permitido saber qué es eso—
B.: No sabría cómo se ve que… mmm… una mujer se masturbe… mmm… no, no se habla de eso (nerviosa), aunque tengan la misma libertad de experimentar su sexualidad y de hecho es algo natural, pero me cuesta trabajo hablarlo con alguien, con una amiga o así, por lo que puedan pensar, se habla más en relación con los hombres. Ellos con la calentura han de masturbarse… bueno igual hay chavas que también, pero una vez hice como si… y una amiga me dijo ¡ay, cochina! Por eso igual y en ellos lo veo normal…
X.: Nunca se habla de la masturbación en las mujeres, en mi casa nunca se habló de eso, ni en la escuela, pero es algo natural para hombres y mujeres, es una manera de satisfacer el deseo sexual, es un tema del que debería hablarse más
A.: ¿Masturbación? Noo… yo no sé de eso, eso es como de hombres, ¿no? No de mujeres no, nunca he oído
S.: ¿El hombre puede estarse masturbando, pero si tú lo haces es porque ya no tienes, ¿nooo? con quien y no una forma de conocerte…. una vez estaba hablando de eso con una amiga mayor y le pregunté si ella se había masturbado, y ella, no, no… nooo, yo no tengo necesidad de eso, o sea lo que me dijo que eso de la masturbación en la mujer es como una necesidad, pero de que ya estas urgida y de que no tienes quien te haga caso, ja, ja, ni quien te satisfaga ese deseo …¡Ay! ¡que te estás acariciando, cochina! Y en los hombres no es cochino… mmm una mujer no puede saber lo que le gusta porque no se conoce… 
Tabla 3.

Hombres

Indicadores subjetivos  Relatos 
Deseo sexual:
sensaciones corporales 
L.: Sudan las manos, te pones caliente, sientes un pequeño vacío en el estómago y … y mucho sudor
J.: Lo sientes cuando te da la erección, es más mental… o sea todo lo que te vas imaginando con esa chava…
G.: Más que en el cuerpo es en la psique… ah pues me atrae, pero más que sentirlo, lo piensas… ya después en el cuerpo, ya después mientras empiezo a imaginar, a lo mejor ya empiezas a tener reacciones físicas
F.: ¡Lo único que siento es que quiero estar con ella de cualquier manera… como que no lo sientes así mucho, como que nada más quieres ir y pus ya! 
Satisfacción sexual:
masturbación 
J.: Instintivo, siempre es instintivo, porque los niños están en su exploración del mundo y se empiezan a toquetear por todos lados y es cuando empieza esa parte de la exploración sexual…pues nada más como sustituto siempre buscas algo más
F.: ¡Una mujer nooo! No lo hacen tanto porque ellas no tienen mucho la necesidad. ¿No es tan fácil que solita… que tengan esa mentalidad como más morbosa… y las mujeres como que necesitan...no sé, como que más penetración o no sé para que también… sientan, no?
L.: Sí, recuerdo que veía a Pamela (Anderson de guardianes de la Bahía) y quería recrear esa sensación maravillosa pero… yo de niño era muy devoto a las confesiones, apegado a la Iglesia por mis padres y fue una confesión que hice… todavía no entraba a la secundaria, sí, o recién a segundo; una confesión donde el padre me dijo «dime tus pecados», yo, sabiendo que la lujuria es un pecado (risas nerviosas), me atreví a decirle «me masturbo»… el padre se infartó, me dice «deja de estar haciendo eso… el cuerpo es sagrado». Me recomendó que no desperdiciara mis energías cometiendo un pecado, sino que las aprovechara pensando en Dios, que utilizara esa energía haciendo otras cosas, como ejercicio… ¡hasta me espanto! De que… estoy haciendo algo muy malo, ja, ja, ja, entonces ahí viene otro candado muy fuerte 
Tabla 4.

Naturalidad del género: deseo sexual y amor. Creencias sobre cómo lo experimentan hombres y mujeres

Hombres  Mujeres 
G.: Bueno yo siento que para las mujeres no es, no, no lo hacen tanto porque ellas no tienen mucho la necesidad (refiriéndose a la masturbación), yo siento que para un hombre hay más necesidad de tener relaciones, de sentir; es que una mujer puede estar más tiempo sin tener relaciones que un hombre
J.: Yo siento que las mujeres no es que no tengan, que tengan menos deseos, o sea, si no es el mismo, pero por la misma cuestión social de que si no, no mejor no, no pues mejor me espero… son las normas sociales, ¿no?, ¡yo digo que ya es más por la norma social, nooo tú eres mujer, tú cómo!
F.: No sé si todo niño pero yo, yo pensaba que con una persona que quisiera (refiriéndose a tener relaciones sexuales), no se dio el caso pero, pero pus yo creo que sí… yo creo que las mujeres también pueden satisfacer su deseo sin enamorarse o así pero... pues yo creo que no, ¿no? por la sociedad, lo ven malo para ellas. Una mujer no está tan fácil que, que solita, ja, ja (risa nerviosa)… a que un hombre se masturbe… aparte la mentalidad yo creo de un hombre, es muy diferente de la de la mujer… yo creo que más en niños, ¿no? ¿O sea una niña pues está cañón que tenga esa mentalidad, no sé igual que los niños son como…más morbosos, no sé, no, bueno, yo creo que tienen como más sensibilidad, ¿no? Yo digo… y las mujeres, yo creo que necesitan como más penetración para que también… siento que es más difícil que sientan ellas que nosotros, siento, no sé. Yo siento que… pues tener algo dentro de ti pues está mejor, ¿no?, yo siento, como que los hombres pierden más sensibilidad pero, o sea, las mujeres han de sentir, ja, ja, mucho mejor que un hombre, ¿no? Siento y luego pues también de lo que hacen, ¿no?, gritan y esas cosas, pues yo siento que las mujeres sienten pus bien, ¿no? 
B.: Sí, yo creo que, tiene que, tiene que sentirse eso porque cuando ya no se siente eso es así como se acabó el amor o ¿qué hago con esta persona cuando no siento nada por él?
A.: Tengo amigas que tienen su novio y ya lo hicieron y tienen otro novio y lo vuelven a hacer y se me hace como muy cochino, ¿no? Siempre he dicho que no inventes, no por ellos sino por ti porque cuanto te quieres o algo así, ¿no? Porque yo soy de la idea de no sexo hasta que te cases, claro que si hay fajes como se dice, pero no más y yo creo que tu novio lo debe de saber o algo así porque si le importas va a estar contigo, ¿no? Estar casada y, no sé, ¡tener el pensamiento de estar siempre con esa persona y ya!
V.: Con relación a mis padres, siempre había como esta frase de «con amor, y por amor y no sé qué»… yo creo que tienen la base del estereotipo de que la mujer es más frágil y más eh... débil y que no sé qué, y que puede salir como más lastimada, ¿no? Si no, ve como esa, esa parte afectiva… como esta idea de que solo como que, ¡ay!, la relación sexual va a ser como lo mejor solo sí solo se hace con amor, ¿no? ¡La verdad no creo que sea así!
S.: Sí, como que tú debes estar tranquila, ecuánime, «¡No! Tú no puedes tener deseo», solamente el que tiene deseo es el hombre, y el hombre es el que si quiere te incita y tú debes de estar tranquila y si tú tienes deseo estás muy caliente, ¡o te pasas de caliente o no!, ¡estás mal! Ja, ja. Yo antes tenía la idea de que tenía que ser con alguien que yo quisiera y todo eso, y que nada más así se iba a dar y que si no era como algo malo, ja, ja, mmm…, pues ahorita creo, ja, ja, hay veces en las que no forzosamente tienes que querer a la persona, o sea, a veces lo veo con mi hermano, a veces con que haya atracción simplemente se da, no sé si sea igual en los hombres que en las mujeres pero con mi hermano si alguien le gusta va y no le importa si la quiere o no la quiere, o si ella se enamora de él, nada, o sea, a las mujeres si se nos habla o sea de «no, tú, no pienses si te va a gustar, sino piensa en lo que vas a hacer con tu vida» y de que «si te metes en esto vas a quedar embarazada», y casi, casi te dicen que te vas a morir después de eso, ja, ja, pero en los hombres es… ¡normal! ¿Y por qué?... si me hubieras preguntado eso hace como un año, te hubiera dicho «no, con amor nada más, con amor», pero ahora lo veo diferente, el hecho de yo amar a alguien no impide que se me antoje y ese «antojo», por llamarlo de algún modo, no significa que a fuerzas tenga que yo amar a esa persona. Por ejemplo, lo veo con mi mamá, mi mamá supuestamente ella, no sé, nunca había tenido nada hasta conocer a mi papá, entonces estuvo con un solo hombre, ¿un solo hombre! (sorprendida) y cuando conoce a otro, le empieza a motivar ese deseo, dice «pus ya», o sea, no sabe qué hacer con ese deseo, no sabe qué es lo que sentía, no sabe si es amor, no sabe si es solamente deseo y entonces se confunde, saber que se siente y experimentar, está muy reprimido hacia las mujeres mucho, mucho, mucho. Ya después de muchos años de ignorar mucho lo que dicen las personas y de mi propia familia, empecé a conocerme a mí, lo que yo quería, empiezas a relajarte y dices pues «no es para tanto, no es tan así…», no hay otra forma de satisfacerte como persona sino como experimentando qué es lo que te gusta, qué es lo que no te gusta, ir conociendo tus límites en todos los sentidos. De hecho me han tocado chavas que dicen «no, es que…», me da coraje hasta escuchar eso ¡aggg! «Las mujeres estamos para satisfacer a los hombres», yo así de ¡ay wey! mija no, o sea, estás en la universidad, dice: «Es que yo estoy aquí estudiando en lo que encuentro a mi hombre ideal para casarme, satisfacerlo y ser felices» y yo, ¿así cómo?, y tienes ¿cuántos años? ¿Perdón? Ja, ja, ¿y estás aquí en la UNAM?
F.: Yo mi primera vez no la hice con certeza, con amor, fue el deseo el que me llevó a hacerlo. Entonces tienen que partir de eso, o sea, de que no es necesario sentir eso, bueno, sentir como amor y de que, o sea, por ejemplo, no te dicen que siempre debes de traer un condón porque en cualquier momento vas a sentir deseo. Mi mamá se embarazó a los 19 y me dice «Es que sí vive, sí sal, porque yo no pude», que es un beneficio hasta cierto punto para mí porque gracias a eso me deja salir y yo he decidido investigar; ¡en mi familia jamás me explicaron, jamás se ha hablado de eso, o sea, pero mi mamá dejo de vivir muchas cosas y yo creo que igual me ha ayudado a ver las cosas diferentes, aunque ella no sepa hasta ahora nada, imagínate! ¡Yo le explico cómo poner un condón femenino!
X.: Pues socialmente es visto como que es una zorra o una prostituta que se anda acostando con todos, pero yo creo que, en los 2, deben de tener como el mismo derecho, ¿no?, tanto si quieren tener relaciones por amor o relaciones porque es su deseo sexual y quieren satisfacer ese deseo 
Conclusiones y discusión

De manera general, a partir de los relatos se puede concluir que, en términos de prevención y educación sexual, hay mucho trabajo que realizar desde los primeros años de vida, donde el cuidado y la exploración del cuerpo sean considerados un elemento presente y en relación directa con el deseo sexual, dado que este tiene un impacto directo sobre el conocimiento y el autoconocimiento de la propia sexualidad, independientemente del sexo. Considerar el propio discurso de los jóvenes puede constituir un factor esencial para identificar nuevas formas de incidir en estas problemáticas y desarrollar programas de prevención acorde con sus necesidades y demandas específicas de este segmento de la población (Berger, 2004).

A través de los relatos de las y los jóvenes se ha encontrado que el deseo sexual es un punto de crítica y reflexión acerca de su sexualidad; se ponen de manifiesto en estos los arcaicos mandatos sociales, las creencias y la información que son cuestionados en su mayoría con la finalidad de reconocerse, buscarse y encontrarse en una nueva forma de experimentar su cuerpo y su sexualidad, donde su salud sexual y reproductiva incorpore más que la información sobre infecciones de transmisión sexual y el uso de métodos anticonceptivos —para prevenir embarazos a temprana edad o enfermedades de transmisión sexual—, una educación emocional que conlleve una relación equitativa entre hombres y mujeres.

Una de las limitaciones del presente estudio puede ser el tamaño de la muestra y las características de la población con la que se trabajó, los cuales pudieran limitar la generalización de los resultados. Sin embargo, podría considerarse un área donde podrían generarse futuras investigaciones que arrojen mayor información y permitan desarrollar programas de educación sexual que promuevan la salud física y emocional en conexión con su cuerpo y acorde con las necesidades reales de los adolescentes, haciendo explícito el deseo sexual.

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La revisión por pares es responsabilidad de la Asociación Mexicana de Comportamiento y Salud.

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