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Vol. 2017. Núm. 94.
Páginas 1-2 (Diciembre 2017)
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Una biblioteca es un acervo básico e imprescindible como fuente de información y, más allá, como un espacio de ideas y reflexión que pueden derivar en la generación de nuevos conocimientos. Este recurso, por tanto, es una estrategia orientada a brindar respaldo a los desafíos intelectuales de una comunidad académica. Los primeros volúmenes representan un legado especial y es motivo de atención en este editorial de Investigaciones Geográficas, revista del Instituto de Geografía de la UNAM. La biblioteca de esta dependencia universitaria se remonta a las primeras partidas para libros (1939) y luego de su creación oficial, en julio de 1943, a un librero en los locales que ocupó, desde este año, hasta el cambio del Centro Histórico de la Ciudad de México a la Ciudad Universitaria, en el edificio anexo a la Torre de Ciencias (hoy Torre II de Humanidades) (Moncada y Escamilla, 2009: 120).

Los primeros 100 libros adquiridos por la biblioteca del Instituto de Geografía se distinguen por incidir en las ideas centrales acerca de lo que se entendía, en ese momento, por la práctica académica de la geografía, además de la formación de las áreas prioritarias y la consulta del personal académico. En una búsqueda especial en los repositorios digitales de la UNAM se han identificado los títulos de dicha cantidad que conformaron los primeros volúmenes de la biblioteca y se han agrupado por grandes temas, a saber: la climatología y meteorología, 15 libros; la cartografía, 26 libros; la geografía física, 19 libros; la geografía regional, 28 libros; la geografía económica, 2 libros; la geografía social, 2 libros y otros temas, 8 obras en total.

Esta lista refleja la construcción de un perfil profesional del geógrafo mexicano, al interior de la Universidad Nacional, a mediados del siglo XX. Destacan tres líneas de investigación y una de aplicación tecnológica. La geografía física con los temas de la geomorfología y la geología, seguida de la climatología y meteorología; y la geografía regional o descripción de países. Por su parte, la cartografía centraba la atención en varias áreas, desde la geodesia y la topografía hasta el cálculo de coordenadas geográficas y las proyecciones cartográficas, además de contar con las referencias de mapas antiguos de Hispanoamérica, en general, a través de un catálogo editado por la American Geographical Society de Nueva York.

La existencia de esos fondos bibliográficos alude, sin duda alguna, a la apertura de tradiciones presentes en la geografía mexicana. Una de las trayectorias más largas dentro de la disciplina corresponde a la geografía física, que centraba la atención del geógrafo en la Tierra y en la descripción de las formas de relieve, a las que se sumaron el estudio del paisaje y la relación hombre-tierra. El dominio de la geografía física señalaba un camino, abierto y pujante, desde finales del siglo XIX hasta los años cuarenta, cuando la disciplina reconocía las herencias del naturalismo y enfrentaba las reticencias de la geología ante la apertura de departamentos de geografía en las universidades europeas y de los Estados Unidos. Por su parte, la climatología era impulsada bajo un enfoque dinámico y por los nuevos instrumentos, mientras que la cartografía era una tecnología con una prolongada presencia en el México moderno, a cargo de los ingenieros geógrafos, una profesión suprimida con la apertura de la Universidad Nacional, bajo un nuevo proyecto educativo y cultural a partir de 1910.

¿Qué hay detrás de esos libros para el Instituto de Geografía? La respuesta apunta hacia la búsqueda de una identidad y la consolidación de una actividad científica diferenciada de otras especialidades que, por esos años, se organizaban al interior de la Universidad Nacional. La posesión de un acervo inicial de obras era esencial dentro del sistema de aprendizaje para el personal académico, más allá de la formalidad de los estudios universitarios y las tesis. Los libros formaban parte del conocimiento de un lenguaje y de una gramática elemental de comunicación, de forma sistemática, asociada a una nueva producción de conocimientos. Los libros convalidaban el trabajo del personal académico, a través de las ideas y teorías más importantes de cada una de las líneas de trabajo antes indicadas. Los libros se convirtieron, de acuerdo con Umberto Eco, en grandes “palacios de información”, donde se abrieron las ventanas hacia los autores más importantes para cada una de las líneas practicadas dentro del Instituto de Geografía y a sus proyectos de investigación y de comunicación.

En los primeros 100 libros del acervo de la biblioteca se detectan las orientaciones de una vida institucional, algunas definidas plenamente como la geografía física, la cartografía o la climatología, y otras marginadas. Tanto la geografía económica, como la social, carecían de alcance e influencia académica en la vida institucional. En el listado de obras que se ha integrado se constata que apenas había una presencia residual para ambas líneas. Por su parte, la descripción de países y regiones del mundo ocupaban un lugar amplio del acervo, se nota que había una preocupación en este renglón. Destaca una mayor cantidad de obras procedentes de Brasil. Cerca del 15 % del total de las obras revisadas examinaban aspectos particulares de este país, como su población, economía, cultura, clima, alimentación y vegetación, lo cual puede estar vinculado a un empuje editorial y a una nueva organización universitaria. Otras obras se reparten entre América Latina, Europa, Japón y Estados Unidos.

En cuanto al idioma de los primeros 100 libros, la mayoría fueron publicados en inglés para las líneas de la geografía física, la cartografía y la geografía regional; en alemán y francés para la climatología, meteorología y la cartografía, y en portugués para las obras impresas en Brasil. En este contexto editorial y universitario el español era completamente marginal, sobre todo porque se carecía de una cultura de libros preparados y publicados en el mundo Iberoamericano. Una situación que tampoco se apartaba del aspecto presentado por las ciencias sociales y las humanidades. Se ha llevado más tiempo para su preparación y consolidación a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. En este sentido, el Instituto de Geografía se ha convertido en una opción editorial en la invención del libro universitario para la construcción y difusión de nuevos conocimientos a través de un amplio catálogo de obras que reflejan las ideas, la actualidad y las trayectorias del pensamiento geográfico.

Los primeros 100 libros del Instituto de Geografía, se puede pensar, carecen ahora de interés y parecen libros muertos, sin ninguna atención y, sin embargo, conviven al lado de los libros recién llegados al acervo bibliográfico, las obras más novedosas del conocimiento y, también, las más costosas desde el punto de vista de su valor económico. Ese legado impreso que se resguarda en la biblioteca ha quedado asociado a una época, a una práctica profesional y a unos lenguajes de comunicación, vigentes en el perfil institucional y en el comportamiento de los académicos. Para Atlántida Coll, todo esto cuenta, en la vida colectiva “no siempre se camina en línea recta. Pero lo que importa es que a la larga se van sumando los aportes, los efectos positivos, y deben destacarse los malos momentos, o los lapsos improductivos” (Coll, 2015: 49). A la educación intelectual se vincularon las primeras ediciones adquiridas en los inicios de la biblioteca que, hoy, lleva el nombre del geógrafo Antonio García Cubas (1832-1912). Los libros de la biblioteca, como grandes compartimientos de palabras, ocuparon un lugar especial en los inicios de la mirada y la alfabetización geográfica del México contemporáneo.

Referencias
[Coll-Hurtado, 2015]
A. Coll-Hurtado.
Siete décadas del Instituto de Geografía: metamorfosis del quehacer geográfico.
años del Instituto de Geografía,
Historia, actualidad y perspectiva (37-53)
[Moncada Maya and Escamilla Herrera, 2009]
J.O. Moncada Maya, I. Escamilla Herrera.
Rita López de Llergo y Seoane y la investigación geográfica cartográfica en la UNAM (1943-1965).
El quehacer geográfico: instituciones y personajes,
(1876-1964) (109-136.) Colección: Geografía para el siglo XXI. Serie: Textos Universitarios núm. 5
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