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Sr. Director: En relación con el trabajo de Pazo et al 1, quisiéramos hacer constar nuestra experiencia. En nuestra serie de 50 pacientes diagnosticados de enfermedad celíaca en edad adulta desde el año 1986 hasta el año 2006, 7 pacientes (14%) presentaban elevación de las cifras de GOT y/o GPT en el momento del diagnóstico, siempre con unos valores inferiores a 100 U/l. La edad media de estos pacientes era de 43,5 años (desviación estándar [DE] = 14,8), con una proporción de mujeres del 71,4%. En este grupo de pacientes, los síntomas clásicos (diarrea, síndrome de malabsorción) aparecieron en 3 pacientes (42,9%) como forma de presentación de la enfermedad, mientras que 4 pacientes (57,1%) presentaban síntomas atípicos: un paciente tenía ferropenia y en los 3 restantes fue la elevación de GOT y/o GPT lo que llevó al diagnóstico de enfermedad celíaca. Los 7 pacientes con hipertransaminasemia tenían una biopsia duodenal compatible con enfermedad celíaca (atrofia vellositaria parcial, subtotal o total), y presentaron mejoría clínica, tras un período variable con dieta sin gluten (5 meses [DE = 2,23]), y/o histológica. La serología (IgA antiendomisio) fue positiva en el 66,6% de estos pacientes. Tras un seguimiento de 6 meses (DE = 3,08), se ha comprobado la normalización de los valores de transaminasas en el 100% de los pacientes. A todos ellos se les ha realizado un estudio completo de hipertransaminasemia sin encontrar otro motivo que la enfermedad celíaca, aunque a ninguno se le ha realizado una biopsia hepática. Como Pazo et al 1, creemos que la serología de la enfermedad celíaca se debe incorporar al estudio de elevación persistente de las transaminasas. También creemos que debe complementar el de las hepatopatías autoinmunes 2,3 y el hígado graso no alcohólico 4, aunque el diagnóstico de la enfermedad celíaca debe confirmarse con una biopsia de duodeno o yeyuno 5,6.