El día 18 de julio de 2022 fue un día enormemente triste para la pancreatología española, y para todos los que tuvimos la suerte de conocer y trabajar con el Dr. Luis Aparisi, quien falleció después de una prolongada enfermedad que supo llevar con extraordinaria dignidad, y en la que protegió desde el principio a los suyos conocedor como era del desenlace que conllevaba su diagnóstico.
Nació en Valencia el 27 de marzo de 1940, se licenció en el año 1965 en Medicina, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia, y tras un periodo de formación complementaria en Marsella con el profesor Henri Sarles, obtuvo en el año 1975 el Doctorado en Medicina por la Universidad de Valencia. Con una dilatada carrera investigadora, sus líneas de trabajo abarcaban diferentes ámbitos de la gastroenterología y hepatología, contando con 147 publicaciones en revistas y 31 capítulos de libros, que se inician con una publicación el mismo año de su licenciatura en la revista Medicina Española y llegan hasta su extraordinaria y enormemente citada publicación de Gut en 2005, basada en un estudio multicéntrico que dirigió magistralmente a lo largo de varios años.
Jefe Clínico desde 1984 en el Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico Universitario de Valencia, fue uno de los grandes pioneros de la pancreatología en España, y durante su trayectoria profesional siempre se inclinó hacia las pruebas funcionales digestivas, desarrollando protocolos rigurosos y reproducibles de acuerdo a su espíritu metódico y crítico a la vez. De hecho, una de sus primeras tesis doctorales como director fue sobre el valor diagnóstico del test de PABA y dilaurato de fluoresceína. Introductor de los nuevos métodos diagnósticos funcionales en pancreatología en el Hospital Clínico de Valencia, convirtió su pequeño laboratorio en centro de referencia del funcionalismo pancreático en España, donde recibió a numerosos pancreatólogos a los que ayudó de forma siempre generosa a desarrollar las pruebas en sus respectivos hospitales. Fue esta misma pasión por la enfermedad pancreática y la falta de un marco donde poder compartir y discutir los conocimientos y avances de la pancreatología en nuestro país, la que le llevó en 1989 junto con los doctores Salvador Navarro y Gonzalo de las Heras, y tras analizar de forma exhaustiva la situación de la pancreatología a nivel nacional, a convocar a los profesionales españoles que en los últimos años se habían destacado más significativamente, con el fin de crear las condiciones que pudieran dar cauce a estas necesidades. Así el 6 de mayo de 1989, en Valencia, se efectuó una reunión con la participación de 9 especialistas en medicina y cirugía del aparato digestivo, donde se acordó fundar una asociación científica de carácter nacional dedicada al estudio de todos los aspectos relacionados con el páncreas. En esta reunión estuvieron presentes los doctores Luis Aparisi (Valencia), Fernando Borda (Pamplona), Gonzalo de las Heras (Santander), Fernando Carballo (Guadalajara), Laureano Fernández-Cruz (Barcelona), Luisa Guarner (Barcelona), Ernesto Meroño (Madrid), Salvador Navarro (Barcelona) y Miguel Pérez-Mateo (Alicante). Se acordó denominar a esta Asociación Nacional para el Estudio del Páncreas (ANEP). Posteriormente la asociación pasó a denominarse Club Español Bilio-Pancreático y ya más recientemente Asociación Española de Pancreatología (AESPANC). Fue organizador de 2 congresos de dicha sociedad, la de 1992, todavía como ANEP y la de 2005 ya como Club Español Bilio-Pancreático, ambas en Valencia. Sin duda ha sido un referente durante décadas en la pancreatología española, y un extraordinario ejemplo como médico y como científico.
Un hombre honesto, de valores elevados, generoso y de gran cultura. Una gran persona. Amante de la naturaleza en sus diferentes aspectos, los que tuvimos la suerte de compartir con él no solo sus conocimientos médicos sino esa otra parte de fascinación por la naturaleza, aprendimos con él: botánica, geología, entomología y a apreciar la belleza que la naturaleza es capaz de ofrecernos. En los últimos años, además de cuidar de su familia, trabajar en su huerto y su masía, la historia y la filosofía centraron sus lecturas, buscando con su permanente espíritu crítico, las causas de los acontecimientos actuales en la historia pasada.
