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Vol. 14. Núm. 11.
Páginas 82-89 (noviembre 2000)
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Signos y síntomas del cáncer. Autorreconocimiento
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SALVADOR GIMÉNEZ SERRANOa
a Médico de familia.
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El autor analiza las recomendaciones que, desde el punto de vista de la prevención y la educación sanitaria, incluye el Código Europeo Contra el Cáncer. Tomando como punto de referencia este documento, describe algunas pautas internacionalmente aceptadas para potenciar el autorreconocimiento de los signos o síntomas susceptibles de apuntar hacia ciertos tipos de cáncer.

El cáncer es un importante problema de salud pública y una de las causas más comunes de muerte prematura y evitable en los países de la Unión Europea. El Código Europeo Contra el Cáncer introduce una serie de recomendaciones en forma de decálogo (tabla I) que, de ser asumidas por la población y a nivel individual, podrían favorecer la reducción de la incidencia del cáncer, así como su mortalidad. Este decálogo permite, además, mejorar muchos otros aspectos de la salud desde una perspectiva global.

 

La mortalidad por cáncer afecta por igual a ambos sexos, si bien los tipos de cáncer más frecuentes en hombres y mujeres son diferentes. Así, los cuatro tipos de cáncer más frecuente que representan la mitad de la mortalidad total por cáncer en ambos sexos son los que figuran en la tabla II, ordenados por cifra de incidencia. En los países del sur de Europa como Portugal, España, Italia y Grecia se observa un menor riesgo, en general, para todos los tipos de cáncer que en los países del norte de Europa.

 

ESTILO DE VIDA SALUDABLE

Las primeras seis recomendaciones del Código Europeo Contra el Cáncer están relacionadas con la adopción de un estilo de vida más saludable y sano, que además de mejorar la salud de forma general, puede evitar la aparición de numerosos e importantes tipos de cáncer. Hacen referencia al tabaco, el alcohol, la alimentación y su contenido en fibra y grasa, la obesidad y la actividad física, el sol y las sustancias que se sabe son susceptibles de producir cáncer.

Tabaco

Se estima que el 25-30% de todos los cánceres que se dan en los países desarrollados están relacionados con el tabaco. Entre ocho y nueve de cada diez cánceres de pulmón en hombres y entre cinco y ocho de cada diez cánceres en mujeres son atribuibles al tabaco. Este producto puede matar por múltiples vías: cáncer de pulmón, esófago, laringe y cavidad oral, vejiga urinaria, páncreas, riñón y cuello de útero, además de enfermedad cardíaca, ictus o accidente vascular cerebral, bronquitis crónica y otras patologías respiratorias.

Los fumadores tienen tres veces más riesgo de muerte que los no fumadores y aproximadamente la mitad de los fumadores habituales morirán por culpa del tabaco. Muchos de ellos no son grandes fumadores, sino que se caracterizan por haberse iniciado en el tabaco en su adolescencia. En este sentido, se ha estimado una pérdida de la expectativa de vida de entre 20 y 25 años para los fumadores en comparación con los no fumadores.

En cualquier caso, está claro que dejar de fumar antes de tener cáncer o cualquier otra enfermedad grave producida por el tabaco evita la mayor parte de los riesgos a causa del tabaco, incluso si se deja de fumar en la edad adulta. Por supuesto, los beneficios de dejar de fumar a edades más jóvenes son aún mayores.

Alcohol

Existen evidencias suficientemente convincentes que relacionan el consumo de bebidas alcohólicas con un aumento del riesgo de cáncer de la cavidad oral, faringe, laringe y esófago. También parece existir una relación entre el consumo de bebidas alcohólicas y el cáncer de colon en ambos sexos y con el cáncer de mama en las mujeres.

Aunque se ha sugerido que el alcohol de las bebidas «fuertes» es más perjudicial en relación con el riesgo de cáncer, el factor clave es en realidad la cantidad total de alcohol puro ingerido. Por tanto, es la cantidad total de alcohol lo que hay que reducir y no el consumo de una u otra bebida alcohólica en concreto.

La principal recomendación consiste, por lo tanto, en limitar el consumo de alcohol --de cualquier bebida alcohólica--. Este consumo no debería ser superior a 20-30 gramos de alcohol puro al día para el hombre y algo menos --unos 10-20 gramos al día-- para la mujer. El equivalente a esta cantidad de alcohol sería el que se indica en la tabla III.

 

Alimentación

Existen numerosísimas evidencias que asocian un gran efecto protector frente a una amplia variedad de cánceres --pulmón, laringe, orofaringe, esófago, estómago, colon, recto y páncreas-- al consumo frecuente de vegetales y fruta.

Las verduras, hortalizas y frutas frescas crudas como la lechuga, las zanahorias, las crucíferas y de hoja verde, los cítricos, el brócoli, la cebolla y el ajo han demostrado una relación protectora frente al cáncer, al igual que las legumbres. La dieta mediterránea, propia de los países del sur de Europa, también ha demostrado poseer un efecto protector frente a numerosos tipos de cáncer. Las principales características de la dieta mediterránea genuina son un bajo consumo de grasas de origen animal y de carne, y un elevado consumo de pescado, aceite de oliva, frutas, verduras, fibra y cereales.

Obesidad y alimentos ricos en grasas

La obesidad es una causa importante de morbilidad y mortalidad general y se la ha relacionado con el cáncer de colon y recto, próstata, útero y cuello del útero, vesícula biliar y mama, y en menor proporción con cáncer de páncreas, esófago e hígado. Sin embargo, se trata de un problema complejo, ya que suele coexistir con otros factores de riesgo en el mismo individuo, tales como tabaquismo, consumo de alcohol, etc. Para complicar más las cosas, los diferentes tipos de grasa contenidos en los alimentos --saturada, poliinsaturada, monoinsaturada o grasa vegetal parcialmente hidrogenada-- parecen desempeñar papeles diferentes en esta relación.

Por tanto, la principal recomendación en este sentido sería la reducción del peso corporal para acercarlo al peso «ideal», así como la reducción de la proporción de grasa en la alimentación diaria, especialmente de la grasa saturada, de origen animal, sustituyéndola por grasa insaturada, de origen vegetal. Ello solamente puede tener efectos beneficiosos sobre la salud en general y las enfermedades cardiovasculares en particular.

El sol

Cada vez existen más evidencias de que el principal factor productor de cáncer de piel, el melanoma maligno, es la radiación solar. Asimismo, existe una clara relación entre la duración del tiempo en que un individuo ha estado expuesto y ha acumulado radiación solar durante su vida, y el aumento del riesgo de padecer cáncer. Pero, además, numerosos estudios han identificado otros factores de riesgo: estar «blanco» en invierno y «negro» (moreno) en verano parece ser especialmente peligroso, porque implica una sobredosis de radiación solar en un breve período de tiempo.

Por consiguiente, evitar las quemaduras solares y reducir la dosis total acumulada de exposición al sol, especialmente en niños y jóvenes menores de 15 años, es el principal mensaje a transmitir en este terreno.

Sustancias productoras de cáncer

La última revisión de marzo de 1994 ha identificado una larga lista de sustancias potencialmente productoras de cáncer --209 agentes, grupos de agentes o circunstancias de exposición--. Por tanto, es necesaria una legislación adecuada en relación con los sectores ocupacionales y de salud pública, el sector sanitario y programas de educación para la población acerca de estas sustancias, que se encuentran especialmente en el ambiente laboral y en el medio ambiente en general.

Detección precoz

Las recomendaciones siete y ocho del Código Europeo Contra el Cáncer hacen más hincapié en la detección precoz, cuyo objetivo es curar el mayor número posible de cánceres diagnosticados. La aparición de ganglios, úlceras que no curan, hemorragias inexplicables, cambios en pecas y lunares, modificaciones de los hábitos intestinales o urinarios, pérdida de peso inexplicable, tos o afonía persistente deben ser motivo de consulta médica obligada, pues pueden establecerse algunas correlaciones:

­ La presencia de sangre en las heces o en la orina, en el vómito o en una hemorragia vaginal pueden ser el primer síntoma de un cáncer en alguno de estos órganos.

­ La presencia de ganglios palpables en diferentes zonas del cuerpo puede indicar la existencia de un proceso compatible con un linfoma, un cáncer de tejidos blandos o una metástasis.

­ Un lunar que cambia de tamaño, forma o color, o que sangra, puede ser el primer síntoma del desarrollo de un melanoma en la piel.

­ La tos crónica y la afonía persistente pueden ser indicativas de un cáncer en la faringe, la laringe o las cuerdas vocales.

­ Los cambios en los hábitos intestinales o urinarios pueden hacer sospechar de la existencia de un cáncer en el aparato digestivo o en las vías urinarias.

En la tabla IV se indican algunas pautas para el autorreconocimiento de determinados tipos de cánceres, como el de piel, próstata, colon y recto.


Una radiografía especial de baja intensidad de la mama puede detectar tumores pequeños, que no se pueden percibir mediante palpación


 

 

Cáncer femenino

Las dos últimas recomendaciones del Código Europeo Contra el Cáncer están especialmente dirigidas a las mujeres con el mismo objetivo que las dos anteriores: detectar lo más precozmente posible el cáncer de cuello de útero y de mama, mediante revisiones o programas de detección precoz de forma periódica.

Cáncer de cérvix

Aunque en los países industrializados es menos frecuente, en los países en vías de desarrollo el cérvix o cuello del útero es uno de los lugares más frecuentes de aparición del cáncer, que constituye hasta el 25% de todos los cánceres femeninos.

Los programas de detección precoz del cáncer de cuello de útero han demostrado reducir la incidencia de enfermedad invasiva y avanzada y son relativamente fáciles de poner en marcha mediante la práctica regular de exploración genital y citologías vaginales.

La máxima eficacia se consigue por medio de un programa organizado de amplia cobertura en el que la detección se inicia a la edad de 25 años y se repite la exploración a intervalos de entre tres y cinco años hasta la edad de 60 años.

Cáncer de mama

Para reducir la mortalidad por cáncer de mama la principal recomendación se centra en la prevención secundaria, es decir, en el diagnóstico precoz. Su objetivo es detectar el cáncer cuando es limitado, se encuentra en las fases iniciales de su desarrollo y su pronóstico es más favorable, con lo cual se disminuye la mortalidad. Esto puede permitir, además, el uso de intervenciones quirúrgicas y otras terapias menos agresivas.

La periodicidad de las exploraciones mamográficas en mujeres entre 50 y 70 años con el objetivo de la detección precoz del cáncer mama demuestran que se puede reducir hasta un 30% la mortalidad por esta causa.

La autoexploración de la mama constituye un método sencillo de detección precoz que está a disposición de todas las mujeres. Practicada en los períodos entre los exámenes rutinarios con mamografía puede ser de la máxima utilidad.

Para detectar el cáncer de mama se cuenta con tres elementos útiles:

­ El examen físico. Se debe recomendar la visita al ginecólogo para una exploración mamaria por lo menos cada tres años entre los 20 y los 40 años de edad, y anualmente después de esa edad. Las mujeres con historia familiar de cáncer de mama deberán acudir con más frecuencia.

­ La mamografía. Una radiografía especial de baja intensidad de la mama puede detectar tumores pequeños, que no se pueden percibir mediante palpación. Según las sociedades médicas de especialistas en cáncer de mama, las mujeres mayores de 40 años deberían someterse a una mamografía cada uno o dos años.

­ La autoexploración mamaria (fig. 1). Las mujeres mayores de 20 años deberían explorar sus pechos cada mes, para detectar la posible aparición de bultos o cambios en su aspecto. No todos los tumores son cancerosos, pero sí deberían ser explorados por un médico. *

Fig. 1. Autoexamen mamario

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