Durante la sexta edición del Congreso de Oficina de Farmacia, Infarma, celebrado el pasado mes de marzo en Barcelona, tuve la suerte de poder acudir a varias mesas redondas. Lo novedoso de los temas que se abordaron en algunas me sorprendió; otras me hicieron reflexionar y en todas disfruté escuchando a los ponentes. Pero desde luego me impresionó profundamente la ponencia de Josefa Garisoáin, por entonces presidenta del Colegio de Farmacéuticos de Navarra, en pleno proceso electoral. Con una sinceridad aplastante, la candidata a la reelección fue desgranando los pormenores y las consecuencias de la Ley Foral de Atención Farmacéutica de esa comunidad autónoma, una ley que más parece pensada para desordenar que para mejorar el servicio farmacéutico navarro.
Y si me impresionaron los hechos derivados de ese texto legal (farmacias nuevas que no cumplen las expectativas con las que se abrieron, empobrecimiento de las farmacias establecidas, enfrentamientos entre «antiguos» y «nuevos» titulares, etc. ), más aún me impresionó la aparente falta de emoción en el tono de voz de la ponente y en la manera de narrar su experiencia como presidenta de «los dos bandos». Aunque la aparente frialdad de Josefa Garisoáin, tal vez debida al cansancio provocado por una atmósfera colegial tan tensa, desapareció en cuanto comenzó a responder a las preguntas de los asistentes, mostrándose como una persona profundamente motivada y dispuesta a encarar el futuro sin tirar la toalla. Desde aquí quiero expresarle mi más sincera admiración y enviarle unas palabras de ánimo, ahora que ha sido reelegida.
Por otro lado, quisiera poner sobre el tapete la propuesta que ha hecho la Aeseg (Asociación Española de Fabricantes de Sustancias y Especialidades Farmacéuticas Genéricas) a la ministra de Sanidad para potenciar el mercado de las EFG y que, entre otras medidas, sugiere reducir el margen de estas especialidades (actualmente el 33%) para los farmacéuticos al nivel del que tienen las especialidades de marca (27,9%), sin tener en cuenta que estos puntos adicionales de margen se establecieron para potenciar el uso de los genéricos y para paliar el impacto negativo de la reducción de precios. Parece que una vez más, se trata de poner un obstáculo al avance económico y profesional de la farmacia, desgastando su economía y debilitando su capacidad de responder a las demandas del futuro.