La sociedad vive en un proceso de cambio constante y, si queremos aprovechar las nuevas oportunidades de negocio que se puedan generar, los farmacéuticos debemos ser capaces de adaptarnos a estos cambios, antes de que otros agentes del sector salud nos tomen ventaja. De lo contrario perderíamos la oportunidad de obtener unos beneficios económicos imprescindibles para mejorar la maltrecha situación de la mayoría de farmacias españolas y podríamos dejar de ser ese eslabón de referencia entre los facultativos y el consumidor paciente/cliente.
Me refiero al creciente mercado de productos “no medicamentos” destinados a mejorar la salud física y/o psicológica y el bienestar de las personas. Este mercado abarca una amplia gama de productos naturales que los facultativos recomiendan cada vez en mayor medida al considerarlos una manera “menos agresiva” de afrontar determinadas enfermedades o problemas de salud. Además, algunas de estas dolencias no tenían un tratamiento alopático definido, como por ejemplo determinadas retinopatías, algunas patologías de la piel o del cabello, problemas de la menopausia o del deterioro cognitivo leve, dolencias musculares, etc.
La mayoría de estos productos van dirigidos a un público que no suele consumir ni medicamentos para el tratamiento de enfermedades crónicas, ni productos de parafarmacia de venta en farmacias. Son adultos sanos, de una edad comprendida entre 35 y 50 años, preocupados por mantener su salud y su bienestar físico y psíquico y, sobre todo, reacios a la medicina tradicional, que pueden convertirse en nuevos clientes de nuestra oficina de farmacia.
Formarse, dedicar el tiempo necesario a conocer los productos naturales que dispensamos tanto a través de recetas de médicos como por iniciativa del propio paciente /cliente nos permitirá seguir a la vanguardia y consolidar la tan celebrada frase “en materia de salud, consulte a su farmacéutico”.
MERCÈ PRATS
Directora