El pasado 11 de marzo la vida se detuvo en nuestro país. Los atentados de Madrid nos hicieron conocedores de nuestra insignificancia como personas en un mundo de irracionalidad y desprecio a la vida. Nada es ni será lo mismo desde entonces, porque en Madrid todos morimos un poco. Desde aquí quiero enviar mi más sinceras condolencias a las familias y amigos de las victimas mortales y unas palabras de ánimo a los heridos, deseándoles una pronta recuperación, tanto física como emocional.
En medio de la tristeza, la vida continúa para todos. Y en España las elecciones generales del 14 de marzo nos han situado en un nuevo escenario político. Contra algunos pronósticos, asistimos a un cambio de signo en el Gobierno y para los farmacéuticos continúa la incertidumbre. ¿Tendrán los que llegan ganas de afrontar los retos de la sanidad de nuestro país? ¿Seguirán cerrando los ojos a la realidad? ¿Al incremento de usuarios de los servicios sanitarios y farmacéuticos? ¿Al aumento del número de recetas? ¿Al del precio medio de los medicamentos? ¿A la falta de control sobre la relación entre diagnóstico y tratamiento farmacológico prescrito?
Espero y deseo que quienes han accedido democráticamente al gobierno de nuestro país sepan rodearse de personas que conozcan y sepan valorar la labor de los farmacéuticos de a pie en la promoción de la salud de los ciudadanos y traten como se merece a una profesión que antepone claramente el bienestar de sus clientes y/o pacientes a su propia viabilidad económica.
Por nuestra parte, no nos resta sino dar la bienvenida a la nueva ministra de Sanidad, Elena Salgado, y reiterarle nuestra disposición a apoyar todas aquellas políticas que favorezcan la salud y la calidad de vida de todos los españoles, en la esperanza de no tener que hipotecar por ello nuestro futuro como profesionales de la salud y empresarios.
Ojalá mi esperanza se vea colmada y ello marque el desarrollo de esta nueva etapa.