Buscar en
Farmacia Profesional
Toda la web
Inicio Farmacia Profesional Curso básico. El farmacéutico ante las afecciones comunes de las vías respira...
Información de la revista
Vol. 24. Núm. 6.
Páginas 49-56 (Noviembre 2010)
Compartir
Compartir
Descargar PDF
Más opciones de artículo
Vol. 24. Núm. 6.
Páginas 49-56 (Noviembre 2010)
Acceso a texto completo
Curso básico. El farmacéutico ante las afecciones comunes de las vías respiratorias superiores
Visitas
18981
Adela Emilia Gómez Ayalaa
a Autora y Directora. Doctora en Farmacia. Máster en Atención Farmacéutica Comunitaria.
Este artículo ha recibido
Información del artículo
Texto completo
Descargar PDF
Estadísticas
Figuras (1)
Tablas (1)
Tabla. I. Novedades terapéuticas en el ámbito de la gripe
Texto completo

Objetivos generales

Las infecciones y los procesos patológicos que afectan al tracto respiratorio superior generan un gran volumen de consultas, indicaciones y dispensaciones en el mostrador de la oficina de farmacia. Este curso pretende actualizar los conocimientos del farmacéutico para que pueda hacer frente a estos actos profesionales en las mejores condiciones.

Objetivos específicos

Tras el seguimiento de este curso el alumno debería ser capaz de:

• Describir la epidemiología, la clínica, las vías de transmisión, los factores de riesgo y los métodos diagnósticos de los siguientes procesos patológicos: resfriado común, rinitis alérgica y vasomotora, faringitis, laringitis, sinusitis, amigdalitis y gripe.

• Identificar los datos de farmacología clínica más relevantes de los medicamentos disponibles para el tratamiento sintomatológico o etiológico de los procesos descritos.

• Identificar nuevos lanzamientos presentes en el mercado de la oficina de farmacia en el ámbito trabajado, tanto en el terreno de la farmacoterapia de prescripción médica, como en la de indicación farmacéutica y en la parafarmacia.

• Seleccionar la información que debe trasladar al paciente afectado de alguna de las condiciones descritas como parte de su labor de educación sanitaria (prevención, estilos de vida, dosificación y posología de fármacos, efectos adversos, interacciones medicamentosas o medicamentoalimento, uso racional de medicamentos, etc.).

Metodología

El curso se articula en 6 temas, que se publican en los 6 números de FARMACIA PROFESIONAL que aparecen en 2010, también en su versión electrónica en www.dfarmacia.com. La inscripción es gratuita para todos los suscriptores.

Evaluación

Para realizar los test de autoevaluación de cada tema (diez preguntas con respuesta múltiple) es necesario registrarse y acceder a: www.dfarmacia.com. El alumno recibirá la calificación de apto o no apto de forma automática, tras la realización del test correspondiente a cada tema. Al final del curso se dará acceso a las respuestas correctas razonadas y el alumno apto podrá descargarse el diploma correspondiente.

Sumario

Tema 1. Catarro común.

Tema 2. Rinitis alérgica y vasomotora.

Tema 3. Faringitis y laringitis.

Tema 4. Sinusitis.

Tema 5. Amigdalitis.

Tema 6. Gripe.

Más información: www.dfarmacia.com


Curso básico

El farmacéutico ante las afecciones comunes de las vías respiratorias superiores

AUTORA Y DIRECTORA: DRA. ADELA-EMILIA GÓMEZ AYALA

Doctora en Farmacia. Máster en Atención Farmacéutica Comunitaria.

Tema 6

Gripe

La gripe es una enfermedad viral aguda de las vías respiratorias superiores, que aparece bruscamente con un cuadro de fiebre elevada, acompañada de mialgias, cefalea intensa, odinofagia y malestar general, entre otros síntomas. Su abordaje ocupa la sexta y última entrega de este curso.

La gripe ha acompañado al ser humano con el paso de los siglos y cada año aparece con distinta virulencia afectando a la población en todo el planeta. A pesar de ser una enfermedad conocida ancestralmente, se considera una infección emergente, ya que el virus que la causa muta, como se ha dicho, anualmente, lo que supone la aparición de nuevas variantes antigénicas, causantes de las epidemias anuales, que algunos años aparecen como auténticas pandemias. De hecho, la primera pandemia identificada tuvo lugar en el año 1580, y desde entonces se han detectado varias: en el pasado siglo XX destacaron las pandemias de 1918 (gripe española), 1957 (gripe asiática), 1968 (gripe de Hong Kong) y 1977 (gripe rusa). La epidemia de «gripe A» de la temporada 2009-2010 también fue catalogada por la OMS como pandemia, aunque su impacto real en términos sanitarios aún es objeto de controversia.

Epidemiología

Las infecciones de las vías respiratorias causadas por virus suponen un 50% del total de las infecciones agudas. A su vez, la gripe es la causa más frecuente de infección respiratoria aguda.

La gripe, al igual que otras infecciones respiratorias virales, es más habitual en niños que en adultos. Sus consecuencias sociales y económicas son sumamente llamativas, ya que constituye una causa importante de absentismo, tanto escolar como laboral.

Habitualmente, la gripe aparece en forma de epidemias, con intervalos variables que oscilan entre 1 y 3 años, afectando aproximadamente a un 15% de la población, lo que supone que en España se infectan, anualmente, entre 3 y 3,5 millones de personas. El tiempo que tarda esta infección en difundirse por la comunidad oscila entre 6 y 8 semanas.

La gripe es una infección de carácter estacional, con un claro predominio de aparición en los meses fríos. Es habitual que la gripe ocasione entre 5 y 6 días de actividad limitada, entre 3 y 4 días de restricción de actividad en cama y alrededor de 3 días de absentismo laboral o escolar.

La mortalidad anual relacionada con la gripe oscila entre 250.000 y 500.000 fallecimientos a nivel mundial. Aproximadamente el 85% de las muertes asociadas a la gripe ocurren en personas cuya edad supera los 60 años.

Etiopatogénesis

La gripe es producida por virus ARN monocatenarios pertenecientes a la familia Orthomyxoviridae; en la que se incluyen los orthomyxovirus humanos y animales. Los virus de la influenza engloban los tipos A, B y C, pero los A y B son los de mayor relevancia clínica, mientras que el virus de la influenza C no parece asociarse a enfermedad alguna.

Estos virus contienen ARN de cadena simple, segmentado y de polaridad negativa; su forma suele ser esférica, es típico su gran pleomorfismo y su tamaño medio oscila entre 50 y 120 nm. Presentan simetría helicoidal y están cubiertos por una membrana de naturaleza fosfolipídica en la que se ubican las epículas de naturaleza glicoproteica: epículas de hemaglutinina y epículas de neuraminidasa. Ambas epículas tienen poder inmunógeno y junto con la proteína M2 constituyen los antígenos superficiales de los virus de la gripe.

Por otra parte, estas epículas en los virus gripales A permiten distinguir varios subtipos antigénicos: el A (H1N1) (fig. 1), el A (H3N2) y el A (H1N2), los tres subtipos que han estado circulando de forma más global desde el año 1977. Como consecuencia de la deriva antigénica propia de estos virus, dentro de cada subtipo antigénico del virus gripal A existen cepas de virus que son variantes menores. Para los virus gripales B no existen subtipos antigénicos, únicamente hay variantes menores.

Fig. 1. El virus de la gripe A (H1N1)

Una de las peculiaridades de estos virus es su variabilidad genética, que constituye un auténtico problema desde la perspectiva inmunológica, ya que obliga a preparar una vacuna antigripal específica para cada año. La variabilidad genética puede tener lugar por los siguientes mecanismos:

• Deriva antigénica: son pequeñas mutaciones que afectan a los antígenos hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N); este tipo de mutación conlleva la aparición de un virus con unas epículas H y N suficientemente distintas a las del virus anterior, frente a la cual la población solo tiene una inmunidad parcial por exposiciones a cepas anteriores parecidas. Este tipo de mutaciones permite que el virus escape a la inmunidad de grupo. Los virus gripales A y B pueden experimentar estos cambios, cambios que constituyen el mecanismo de producción de las epidemias.

• Cambio antigénico: este mecanismo es menos frecuente y afecta únicamente a virus gripales A; este proceso genera un virus totalmente nuevo, con epículas H y N nuevas; ese nuevo virus es el resultado de una mezcla de partículas virales procedentes de 2 cepas distintas en el interior de una misma célula huésped. Éste sería el mecanismo de producción de las pandemias.

Los virus gripales A infectan al hombre y a diferentes especies animales: aves (salvajes y domésticas), cerdos, caballos, focas y ballenas, animales estos en los que el virus se replica, lo que supone la propagación de la enfermedad.

A diferencia del anterior, el virus gripal B sólo infecta al hombre y únicamente es responsable de epidemias regionales.

Contagio

La fuente de infección está representada por los individuos enfermos, sobre todo, con las formas clínicas menores, ambulatorias e inaparentes, que, siendo mucho más frecuentes, constituyen el foco de infección más importante.

Los virus gripales A pueden tener como reservorio diferentes especies animales, tanto domésticas como salvajes: patos, gallinas, cerdos, pavos y caballos, en los cuales esos virus provocan infecciones respiratorias de diversa gravedad. Si bien se requiere cierta adaptación del virus al huésped, está totalmente demostrado que es posible que se produzcan infecciones cruzadas entre diferentes especies, y entre éstas con el hombre, especialmente en los cerdos y en las aves. No obstante, conviene subrayar que el hombre rara vez se infecta directamente de los animales; de hecho, las epidemias que tienen lugar anualmente ocurren porque el virus se propaga de persona a persona.

La transmisión de la gripe se produce fundamentalmente por vía aérea mediante microgotas que se originan al hablar, toser o estornudar, por parte del enfermo y que alcanzan a una persona sana, aunque susceptible de contraer la gripe. El virus se encuentra en las secreciones rinofaríngeas ya durante el período de incubación, aunque es durante los tres primeros días de enfermedad cuando la capacidad de contagio es máxima. En el caso de los niños, estos pueden transmitir la gripe incluso durante más de 7 días tras haber aparecido los primeros síntomas. Riesgo

El riesgo que tiene una persona de presentar la gripe depende de diversos factores:

• Cepa circulante, que puede ser más o menos virulenta.

• Estado inmunológico del individuo que, a su vez, está condicionado por el nivel de salud y por la exposición antigua a este virus o por la vacunación.

• Condiciones ambientales. El riesgo de transmisión es superior en espacios cerrados o confinados (colegios, residencias...).

• Edad de la persona, pues esta infección es más habitual en niños y en ancianos.

Habitualmente, la gripe se presenta en oleadas, y es frecuente que en la primera afecte a niños y a estudiantes, seguidamente se contagien los adultos, y por último, se infecten las personas de salud débil, ingresadas en instituciones cerradas, etc. En sucesivas oleadas epidémicas, se observa como la tasa específica por edad más elevada se desplaza a cohortes etarias de más edad, lo que indica la persistencia de una inmunidad adquirida en el grupo etario más afectado en la primera oleada. Este hecho justifica el que la mortalidad asociada a la gripe sea mayor en el segundo brote de la epidemia.

Finalmente, la diferencia entre sexos que a veces se observa en el desarrollo de infecciones gripales no es propiamente atribuible a factores ligados al sexo, sino a una diferente exposición a la enfermedad.

Clínica y complicaciones

La sintomatología propia de gripe aparece tras un período de incubación de 1-4 días, aunque puede ser mayor en sujetos inmunocomprometidos.

Por otra parte, la popularidad del proceso gripal hace que la población identifique fácilmente los síntomas que acompañan a esta infección y, en muchos casos, se banalice el proceso. De ahí que convenga dejar bien claro que no existe un cuadro modelo y que a menudo no todos los síntomas consignados como identificadores (véase más adelante) no están presentes. Al mismo tiempo, el estado de salud previo del afectado, condiciona enormemente el estado general y la evolución del proceso mórbido.

Habitualmente la gripe debuta con un cuadro agudo en el que destaca la fiebre elevada (38-40 ºC), acompañada de marcada diaforesis, facies congestionada e irritación conjuntival. Es usual también la presencia de mialgias generalizadas, cefalea, congestión nasal y faringodinia, malestar general, tos seca y falta de apetito. En algunos casos también aparecen nauseas, vómitos y diarrea. La fiebre y las mialgias suelen durar entre 3 y 5 días, mientras que la duración de la congestión nasal y de la astenia puede ser de hasta 2 semanas.

Por otra parte, determinados síntomas de la gripe son más específicos en ciertos grupos de edad: en los niños son más frecuentes la otitis media o las molestias abdominales (náuseas, vómitos, diarreas); por el contrario, en los ancianos predominan los cuadros de dificultad respiratoria o aumento de la producción de esputo. En pacientes inmunocomprometidos se ha observado una mayor duración de la enfermedad.

Las complicaciones derivadas de un cuadro gripal son bastante numerosas, y, además, son especialmente frecuentes en determinados colectivos: mayores de 65 años, niños y enfermos crónicos (enfermedad pulmonar crónica, valvulopatías, insuficiencia cardíaca). Esas complicaciones pueden ser de varios tipos:

• Complicaciones pulmonares: bronquiolitis, bronconeumonía, neumonía (neumonía primaria por virus gripal, neumonía por infección combinada, neumonía bacteriana posgripal), edema pulmonar agudo, infarto pulmonar hemorrágico, pleuritis.

• Complicaciones cardíacas: miocarditis, pericarditis.

• Complicaciones neurológicas: síndrome de Reye, encefalitis, síndrome de Guillain-Barré, mielitis transversa.

En general se ha comprobado que durante las epidemias de gripe aumentan las hospitalizaciones debidas a accidentes cerebrovasculares o cardiovasculares e infecciones agudas.

Diagnóstico

El diagnóstico de la gripe en el contexto de las epidemias anuales suele ser fundamentalmente clínico. En este sentido, la coexistencia de fiebre, tos y comienzo repentino tiene un gran valor predictivo clínico. Ese valor aumenta cuando se sabe que el virus está circulando en la comunidad. No obstante, el diagnóstico basado únicamente en la sintomatología puede ser difícil, ya que la clínica inicial es común a la que aparece en otras infecciones respiratorias virales (adenovirus, virus respiratorio sincitial, virus parainfluenza, rinovirus) o bacterianas (Mycoplasma pneumoniae, Legionella).

Ante esta situación, el único diagnóstico de certeza es el diagnóstico virológico, diagnóstico este que es especialmente importante para establecer un tratamiento y conocer el origen del brote. Este diagnóstico puede realizarse por diversos métodos: detección de antígeno viral en células procedentes de la nariz o de la garganta, cultivo del virus o pruebas serológicas. El crecimiento del virus en cultivo es útil para conocer los subtipos y especies circulantes de cara a diseñar las vacunas del año siguiente, así como para detectar posibles resistencias y para identificar otros virus que podrían causar la enfermedad o generar un brote epidémico.

En general, se admite que el diagnóstico virológico debe reservarse para casos graves, para grupos especiales de riesgo y para fines epidemiológicos, sobre todo de cara a poder prever los efectos sociales de una epidemia gripal y preparar la vacuna utilizando cepas adecuadas.

Hace algún tiempo que se dispone de pruebas de diagnóstico rápido que permiten detectar el virus de la gripe en un período comprendido entre 30 minutos y unas pocas horas. No obstante, su elevado coste económico hace que su uso no sea habitual.

El diagnóstico diferencial debe establecerse frente al resfriado principalmente, aunque también hay que destacar un posible cuadro alérgico (rinitis alérgica).

Los criterios de gravedad en la edad adulta, que implicarían derivación al medio hospitalario, son los siguientes:

• Temperatura inferior a 35 ºC o superior a 38 ºC que no responde a tratamiento antitérmico.

• Frecuencia cardíaca superior a 100 latidos/min.

• Presión arterial sistólica menor de 90 mmHg o presión arterial diastólica menor de 60 mmHg.

• Patrón respiratorio anormal.

• Fiebre que persiste más allá del cuarto día de comienzo de la enfermedad.

• Fiebre que reaparece a partir del séptimo día.

• Cianosis en piel y mucosas.

• Alteración del nivel de conciencia, desorientación, agitación o convulsiones.

• Saturación arterial de oxígeno inferior o igual al 92%.

• Radiografía torácica con imágenes de derrame pleural extenso, infiltrado intersticial bilateral, condensación neumónica multilobar o cavitación.

• Presencia de 3 o más vómitos en 24 h.

• Anomalías en la auscultación o dolor torácico.

• Reagudización de la enfermedad preexistente.

Abordaje terapéutico

El tratamiento de la gripe es fundamentalmente sintomático y su finalidad, eliminar la fiebre y minimizar los síntomas acompañantes. Sin embargo, la circulación de nuevos virus de la gripe de consecuencias desconocidas hace que cada día haya un mayor número de recomendaciones acerca de la conveniencia de usar fármacos antivirales. Al mismo tiempo, conviene recordar la utilidad que tiene la vacunación, especialmente en determinados grupos poblacionales.

Al igual que en cualquier otra enfermedad, respecto a la gripe también hay una serie de medidas de carácter no farmacológico que son básicas para su prevención o tratamiento y se detalla en el apartado dedicado a la educación sanitaria.

Seguidamente se aborda la farmacoterapia de la gripe, con tres grupos perfectamente diferenciados. La tabla I recoge una relación de productos que han sido lanzados al mercado farmacéutico en los últimos meses y tienen relación con el tratamiento sintomático o la prevención de la gripe.

Terapia sintomática

La farmacoterapia sintomática está indicada cuando aparece la clínica de la gripe. Esta opción terapéutica es la más usada: su finalidad es eliminar la fiebre, aliviar el dolor (mialgias, odinofagia...) y combatir los restantes síntomas del proceso gripal. Los fármacos incluidos en este apartado son los siguientes:

• Analgésicos y antipiréticos.

• Descongestionantes.

• Antihistamínicos.

• Antitusígenos.

• Mucolíticos y expectorantes.

• Antisépticos bucofaríngeos.

Estos compuestos pueden usarse de forma individualizada, aunque también existen productos antigripales que combinan varios de estos principios activos en un único preparado.

La terapia etiológica de la gripe se basa en el empleo de fármacos antivirales que pueden reducir la duración de la enfermedad siempre y cuando se administren en los primeros días tras el inicio de la clínica

Analgésicos y antipiréticos

Los analgésicos-antipiréticos tienen como objetivo combatir la fiebre y los diferentes cuadros álgicos que acompañan la gripe (odinofagia, cefalea, mialgias...); los principios activos usados son paracetamol (fármaco de elección), ibuprofeno, salicilamida y ácido acetilsalicílico (no aconsejado en niños por su asociación con el síndrome de Reye).

Descongestionantes

Los descongestionantes, actuando sobre los receptores α-adrenérgicos, causan una vasoconstricción que se traduce en un alivio de la congestión nasal. Deben utilizarse siguiendo las pautas aconsejadas para evitar la congestión de rebote. Los principios activos empleados son xilometazolina, efedrina, fenilefrina, tramazolina y oximetazolina.

Antihistamínicos

Los antihistamínicos previenen los efectos resultantes de la liberación de la histamina, que se produce como consecuencia de la respuesta inmunitaria a la invasión viral. Su uso en el contexto de la gripe se basa en la acción antihistamínica y anticolinérgica de estas sustancias, cuyo resultado final es la disminución de la producción de moco y el alivio de la rinorrea. El compuesto más usado es la clorfenamina, aunque también se emplean otros tales como bromfeniramina, triprolidina y doxilamina. Habitualmente estos compuestos forman parte de los preparados antigripales.

Antitusígenos

Los antitusígenos, en el contexto de un cuadro gripal, sólo están indicados cuando la tos seca, por diversos motivos, interfiera en el bienestar del paciente. Los compuestos más usados atendiendo a su eficacia empírica y a su bajo perfil de efectos adversos son dextrometorfano y cloperastina.

Mucolíticos y expectorantes

Los mucolíticos y los expectorantes disminuyen la viscosidad de la secreción y estimulan la eliminación, respectivamente. De ellos se hace un uso empírico, a falta de evidencia clínica contundente respecto a su utilidad. Los principios activos más usados son N-acetilcisteína, carboxicisteína, bromhexina, ambroxol y guaifenesina (expectorante).

Los antisépticos bucofaríngeos y los anestésicos locales tienen como finalidad aliviar el dolor de garganta que acompaña a muchos procesos gripales. Suelen formularse de diferentes formas: comprimidos, nebulizadores, colutorios, gargarismos, pastillas...

Terapia etiológica

La terapia etiológica de la gripe se basa en el empleo de fármacos antivirales que pueden reducir la duración de la enfermedad siempre y cuando se administren en los primeros días tras el inicio de la clínica. Estos compuestos requieren prescripción médica. Se clasifican en dos grupos:

• Inhibidores de la proteína M2: amantadina, rimantadina.

• Inhibidores de la neuraminidasa: zanamivir, oseltamivir.

Estos fármacos no están indicados en niños con un cuadro clínico de gripe sin signos de gravedad ni complicación.

Inhibidores de la proteína M2

La amantadina inhibe la proteína M2, específica del virus gripal A, evitando la autoproducción y la extensión de la infección. Está indicada como tratamiento preventivo y etiológico de la gripe producida por el virus influenza del serotipo A en pacientes de alto riesgo, en los cuales la vacunación está desaconsejada. Diferentes estudios han demostrado su efectividad en la prevención y en el tratamiento de la gripe originada por el virus que se acaba de mencionar. Sus principales efectos adversos incluyen náuseas, insomnio y alucinaciones.

La rimantadina es un derivado sintético de la anterior. Su mecanismo de acción es muy similar al de la amantadina y sus indicaciones son las mismas, sin embargo, tiene un mejor perfil de efectos adversos en relación con su antecesora. Se ha comprobado que los virus que desarrollan resistencia frente a la amantadina también la producen frente a este compuesto, y viceversa.

Inhibidores de la neuraminidasa

El zanamivir se presenta como polvo predispensado en un sistema Diskhaler, de administración por vía inhalatoria. Está indicado para el tratamiento de la gripe producida por el virus gripal A, así como para la producida por el virus gripal B, en adultos y adolescentes de edad igual o superior a 12 años, cuando se ha detectado la presencia del virus en la comunidad. El tratamiento debe iniciarse cuanto antes, a ser posible en las 48 h que siguen a la aparición de los síntomas. Actualmente su uso sólo se recomienda en pacientes con alto riesgo de presentar complicaciones. Está desaconsejado en pacientes con afección respiratoria.

El oseltamivir es un compuesto similar al anterior, aunque de más reciente comercialización; está formulado en cápsulas de administración por vía oral. Su eficacia es similar a la del zanamivir, siempre y cuanto se administre en las primeras 12 h tras el inicio de los síntomas. Sus indicaciones son las mismas que las del compuesto anterior.

Vacunación

La vacunación es la medida más eficaz para prevenir la gripe en individuos con alto riesgo de presentar graves complicaciones. La inmunización debe repetirse anualmente debido a la frecuente variación antigénica que experimenta el virus.

La vacunación se asocia con una reducción cercana al 30% de los procesos respiratorios secundarios a la gripe; también reduce en un 80% las hospitalizaciones y en un 50% la mortalidad en pacientes de alto riesgo. Está recomendada en los siguientes casos:

• Personas mayores de 60 años.

• Niños y adultos con enfermedad crónica cardiovascular o pulmonar; se incluyen también los niños con asma.

• Niños y adultos con enfermedad metabólica crónica (diabetes), insuficiencia renal, hemoglobinopatías o inmunosupresión.

• Personas residentes en centros de larga estancia o residencias.

• Niños y jóvenes que reciban tratamiento prolongado con ácido acetilsalicílico (riesgo de síndrome de Reye tras una gripe).

• Personal sanitario.

• Contactos domiciliarios de personas de alto riesgo.

• Trabajadores que prestan servicios comunitarios esenciales (policías, bomberos...).

• Estudiantes y otras personas de centros institucionales que compartan dormitorios comunes.

• Personas infectadas por el VIH.

• Viajeros de alto riesgo.

La fecha de comienzo de la campaña de vacunación depende de la época en la que habitualmente comienza a circular el virus en la comunidad, que aproximadamente coincide con los meses de octubre-noviembre. Su efecto se inicia aproximadamente a los 15 días de haber sido administrada.

La vacuna utilizada en España, Estados Unidos y la mayoría de los países se elabora con virus inactivados o muertos, por lo que carece de capacidad de infección. Se administra por vía intramuscular y puede ser administrada a personas de 6 o más meses de edad. Su uso está permitido en embarazadas.

Todas las vacunas antigripales contienen trazas de la proteína del huevo, por lo que no deben administrarse a personas alérgicas a esa proteína.

Los antitusígenos, en el contexto de un cuadro gripal, sólo están indicados cuando la tos seca, por diversos motivos, interfiera en el bienestar del paciente

La efectividad de la vacuna depende de la edad y del estado inmunitario de la persona a la que se administra, así como del grado de similitud existente entre el virus de la vacuna y el virus circulante.

El efecto secundario más habitual es la aparición de escozor en el punto de inyección.

Educación sanitaria

La educación sanitaria relativa a la gripe debe incluir dos grandes apartados: por un lado, las medidas higiénicas que son básicas para su prevención, así como para evitar su diseminación una vez que la infección ya ha sido contraída; por otro lado, las medidas no farmacológicas, que ayudan a paliar la sintomatología de la gripe.

Hábitos higiénicos

• Evitar el contacto con personas enfermas, al menos durante los 2-4 primeros días del proceso gripal.

• Lavar las manos con frecuencia.

• Es aconsejable que el enfermo descanse en su domicilio, manteniéndose alejado de personas a las que podría contagiar.

• Protegerse del frío y evitar los cambios bruscos de temperatura.

• El enfermo debe taparse la boca y la nariz con pañuelos de papel al estornudar o al toser.

• Evitar el contacto de las manos con los ojos, la nariz o la boca.

• Evitar los lugares cerrados y llenos de gente, así como el tabaco.

• Humidificar el ambiente empleando vahos balsámicos o humidificadores.

• No compartir con el enfermo o viceversa, utensilios destinados a la boca o a la nariz.

Medidas no farmacológicas

• Seguir una dieta sana y equilibrada, rica en frutas y verduras, que proporcione un aporte adecuado de vitaminas y minerales.

• Reposo en cama y abundante ingesta de líquidos, en caso de fiebre.

• Evitar el tabaco.

• En población pediátrica con fiebre, es aconsejable no abrigar demasiado al paciente, darle baños de agua tibia (37 ºC), refrescar con un paño húmedo y moderar el uso de calefacción, ya que reseca el ambiente.

• Usar agua de mar o suero fisiológico (aspirador nasal en bebés) para aliviar la congestión nasal.


Bibliografía general

Anónimo. Resfriado y gripe. Panor Act Med. 2004; 28 (276): 802-9.

Díez M, González G, Fernández I, Abollado M, Escribano G. Gripe. Semergen. 2006;8:382-9.

Encabo B. Protocolos de atención farmacéutica. Gripe y resfriado. Farmacia Profesional. 2004;11:32-42.

Esteva E. Gripe. Etiología, síntomas y tratamiento. Offarm. 2007;9:52-8.

Hernando P. Gripe. Fármacos antivirales para el tratamiento y la prevención (v. 2/2008). Guía_ABE. Infecciones en Pediatría. Guía rápida para la selección del tratamiento anti-microbiano empírico (en línea), (actualizado el 20/11/2008; consultado el 20/07/2010). Disponible en: http://infodoctor.org/gipi/ guia_abe/

Martín-Aragón S. Gripe estacional. Prevención y tratamiento con antivirales. Farmacia Profesional. 2007;10:56-60.

Marès J, Rodrigo C, Moreno-Pérez D, Cilleruelo MJ, Barrio F, Buñuel JC, González MP et al. Recomendaciones sobre el tratamiento de la gripe en Pediatría (2009-2010). An Pediatr (Barc). 2010;2:144.e1-144.e12.

Pérez-Frías J, Cordon A. Eficacia de los antivirales en el tratamiento de la gripe. An Pediatr Contin. 2004;4:238-43.

Redondo J, Molero JM, Muñoz J, García G. Problemas infecciosos. En: Casado V et al. Editores. Tratado de Medicina Familiar y Comunitaria. Barcelona: Semfyc; 2007. p. 629-30.

Rodríguez-Novoa S, Jiménez-Nácher J, Barreiro P. Antivirales. Medicine. 2006;59:3830-7.

Rosas MR. Gripe y resfriado. Clínica y tratamiento. Offarm. 2008;2:46-51.

Vidal J. La gripe. Enfermedad histórica, infección emergente. Vacunas. 2005; 6:113-5.

Villena A, Téllez JM, Ayuso MC, Ponce I, More-no S, Martínez M. Cinco preguntas claves en la gripe: una revisión de guías. Rev Clin Med Fam. 2009;8:412-25.

Opciones de artículo
Herramientas
es en pt

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?

Are you a health professional able to prescribe or dispense drugs?

Você é um profissional de saúde habilitado a prescrever ou dispensar medicamentos