Una vez más, el verano ha sido la estación esogida por el Ejecutivo para realizar nuevos recortes que afectan directamente al sector farmacéutico. Las farmacias asisten al enésimo ataque a sus ya mermados beneficios, si beneficios se puede llamar a un sueldo para el farmacéutico titular que, en muchos casos, no alcanza el salario mínimo interprofesional. Ya no se trata de ganar más o menos, de poder invertir en infraestructura, en personal o en formación, ni tan siquiera de mantener un stock mínimo que permita, como hasta hace poco tiempo, que el usuario pueda acceder, en un 90% de los casos, al medicamento que precisa en el momento en que lo precisa. Se trata ya de que muchas farmacias se encuentran en una situación desesperada. Se trata ya de que en algunos pequeños, y no tan pequeños, municipios se han visto en la necesidad de cerrar para no seguir sufriendo pérdidas.
Por primera vez desde que, hace 11 años, con la aprobación del Real Decreto 5/2000, se inició el rosario de medidas restrictivas que tan duramente han castigado al sector, la prensa no profesional se ha hecho eco de esta sinrazón y avanzado titulares del tipo: «Se estima que 1 de cada 10 farmacias se encuentra en una situación comprometida», o «La farmacia de la localidad X solicita el cierre».
Por primera vez desde que ejerzo en farmacia comunitaria, mis clientes empiezan a preguntarme «¿Cómo está el sector aquí?», refiriéndose a la comunidad autónoma en la que ejerzo. Por primera vez veo que están preocupados ante la posibilidad de que su farmacia de barrio, que puede ser la mía o la de cualquier otro compañero que esté situado a menos de 150 metros de su casa, pueda cerrar y tenga que andar 300 o 400 metros para encontrar la siguiente.
Y si esto ocurre en una ciudad de más de un millón y medio de habitantes, ¿qué estará pasando en pueblos en los que sólo sobrevive una farmacia?
No se si hemos hecho las cosas mal o no nos hemos sabido explicar, pero sólo ante la posibilidad de que pueda quedarse sin el suministro inmediato y cercano de los medicamentos y, sobre todo, del consejo de su farmacéutico, la sociedad está preocupada.
Algo está cambiando.