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Vol. 33. Núm. 9.
Páginas 636-637 (Noviembre 2015)
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Brote de botulismo en Castellón
Botulism outbreak in Castellón (Spain)
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Helena Buj-Jordáa, Alberto Arnedo-Penab, Jordi Usó-Blascoc, Francisco Pardo-Serranoa,
Autor para correspondencia
pardo_fra@gva.es

Autor para correspondencia.
a Servicio de Microbiología, Hospital General Universitario de Castellón, Castellón de la Plana, España
b Sección de Epidemiología, Centro de Salud Pública de Castellón, Castellón de la Plana, España
c Unidad de Enfermedades Infecciosas, Hospital General Universitario de Castellón, Castellón de la Plana, España
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En el periodo 1997-2013 se produjeron 151 casos de botulismo en España, 6 de ellos en la Comunidad Valenciana1. El botulismo alimentario se adquiere por la ingestión de un alimento contaminado con neurotoxinas (BoNT) que producen Clostridium botulinum, C.baratii y C.butyricum2.

Describimos un brote con 3 casos ocurrido en julio de 2014 en Castellón.

Los pacientes, un hombre de 59 años y su hija de 37, presentaban un cuadro de sincope, ella con vómitos y dolor abdominal. Minutos después ingresó un hombre de 54 años, encontrado caído en la calle con disminución de conciencia, que resultó ser esposo de la anterior. Los 3 eran rumanos, sin antecedentes de interés; referían una única comida conjunta y negaban el consumo de alcohol o drogas. Estaban conscientes, mucosas secas, debilidad general, parálisis flácida, visión borrosa, tendencia a cerrar los párpados, sin fiebre ni diarrea. Tras lavado gástrico con carbón activado sin mejoría clínica se decidió su ingreso con diagnóstico de probable botulismo, el último en UCI y los primeros en Medicina Interna. Se solicitó al Servicio de Farmacia antitoxina botulínica, administrándose en las primeras 18h la forma trivalente equina (Behring®, dosis única de 250ml en 2 pacientes y 500ml en el ingresado en UCI)3,4. A los 3días del ingreso fueron dados de alta, estando asintomáticos. No se encontraron hallazgos significativos ni en la TAC craneal ni en el EMG. Del primer suero extraído se realizó el bioensayo en ratones, siendo la detección de toxina botulínica, transcurridas 72h de la inoculación, negativa5. La rápida mejoría clínica y el alta hospitalaria no permitieron el análisis de las heces de los pacientes.

Se informó a Epidemiología del Centro de Salud Pública, y el estudio epidemiológico de campo, realizado pocas horas después del ingreso, demostró que los pacientes vivían en condiciones insalubres (chabola sin agua corriente ni luz eléctrica) y que, recién llegados de Rumanía, no traían alimentos de su país ni habían consumido conservas de preparación casera. La única comida realizada fue un guiso casero de tomate, cebolla, condimento y alubias cocidas procedentes de un supermercado cercano y que prepararon en una sartén-paellera encontrada en un basurero. Se presentaron como factores de riesgo la inadecuada conservación de los ingredientes, la escasa cocción del guiso, la manipulación incorrecta y la limpieza limitada de los utensilios utilizados. Se encontraron restos del alimento en la sartén-paellera, que se mandaron al Centro Nacional de Alimentación (CNA, Majadahonda), que informó positiva la detección de toxina botulínica («Presencia/50 gramos», tipo no especificado).

Entre el 30-40% del botulismo alimentario declarado en España está confirmado por detectarse la toxina, pero en algo más de la mitad de estos se desconoce su tipo; la BoNT pocas veces se encuentra en los alimentos estudiados. Los alimentos asociados más frecuentemente son conservas vegetales, carnes y conservas de pescado, siendo la mayoría de elaboración casera6. El número de casos que se suelen dar en los brotes es usualmente pequeño, si bien los brotes en los que se puedan implicar productos comerciales podrían producir un elevado número de casos, por lo que se considera una emergencia en salud pública7,8.

En resumen, encontramos un brote de botulismo alimentario en 3 pacientes cuyo origen fue un guiso preparado en condiciones insalubres debido a las carencias de los afectados. Con una incubación de unas 9h, inferior a la media habitual9, presentó una tasa ataque del 100% y una evolución buena.

El diagnóstico inicial fue clínico, apoyado por un alto grado de sospecha dado el parentesco familiar y el consumo conjunto de alimentos y confirmado por el hallazgo de toxina botulínica en el guiso casero, hecho infrecuente, ya que en general resulta poco fructífera su detección en el alimento sospechoso.

En nuestra provincia no se ha producido ningún caso de botulismo alimentario en los últimos 30años; en 2011 en Barcelona, y después de 25años sin casos, se describieron 2brotes10.

Dado que la prevención de esta enfermedad se basa en la adecuada preparación, higiene y conservación de los alimentos, es admisible que la actual condición de crisis económica haga probable que la exclusión social nos pueda llevar a la aparición de patologías que has estado ausentes durante muchos años.

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