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Vol. 28. Núm. 4.
Páginas 258-259 (Abril 2010)
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Artritis por Burkholderia cepacia
Arthritis caused by Burkholderia cepacia
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M.S.. María Soledad Rodrígueza,
Autor para correspondencia
ssrodriguez78@live.com.ar

Autor para correspondencia.
, Javier de la Fuentea, Javier Monteroa, M.. María Irene Rodríguezb
a Servicio de Medicina Interna, Hospital Povisa, Vigo, Pontevedra, España
b Servicio de Microbiología, Hospital Povisa, Vigo, Pontevedra, España
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Sr. Editor:

La Burkholderia cepacia es un bacilo gramnegativo, aerobio, no fermentador, al que descubrió Bulkholder en 1949 como patógeno causante de la plaga agrícola denominada skin onion rot (pudrición de la piel de cebolla). Su papel patógeno en humanos es bien conocido, con infecciones respiratorias graves que afectan principalmente a pacientes con fibrosis quística. Asimismo, puede contaminar diferentes dispositivos y soluciones antisépticas, y provocar infecciones nosocomiales en pacientes ingresados. La afección articular se ha descrito escasamente. Por este motivo hemos creído interesante comunicar un caso de artritis séptica por B. cepacia en un paciente sin los factores de riesgo comúnmente asociados.

Se trata de un varón de 86 años con antecedentes de demencia vascular, hipertensión arterial y dependencia total para las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, que ingresó por picos febriles de 3 días de evolución y tumefacción en la rodilla derecha. En la exploración física, la presión arterial era de 120/70mmHg con 88 latidos por minuto y la temperatura era de 38,7°C. La rodilla derecha se presentaba tumefacta, con aumento de la temperatura y eritema local. Una ecografía mostró la presencia de líquido intraarticular y un aneurisma de la arteria poplítea sin signos de complicación. Se realizó artrocentesis diagnóstica y evacuadora, y se obtuvo un líquido serohemático que contenía 78.000células/mm3 (el 95% de polimorfonucleares) y glucosa de 0mg/dl. Al ingreso se solicitó un hemograma que mostraba 13.100leucocitos/mm3 y una velocidad de sedimentación globular de 54mm en la 1.a hora, el resto de la analítica era normal. Se inició tratamiento empírico con ceftriaxona y gentamicina, con mejoría clínica, desaparición de la fiebre y disminución de la tumefacción articular. En el cultivo del líquido articular en medio enriquecido se aisló B. cepacia sensible a ciprofloxacina, meropenem y trimetoprima, moderadamente sensible a imipenem y a piperacilina tazobactam y resistente a amikacina, astreonam, ceftazidima, cefotaxima, cefepime, gentamicina, piperacilina, ticarcilina y tobramicina, según método de microdilución en caldo. Los hemocultivos y el urocultivo fueron negativos. De acuerdo con el antibiograma se cambió la pauta antibiótica a levofloxacino (500mg/día), se completaron 4 semanas de tratamiento sin requerirse nueva evacuación de líquido articular. Una tomografía de control de la rodilla derecha realizada un mes después descartó la presencia de líquido intraarticular o persistencia de colecciones.

La B. cepacia es un microorganismo que se encuentra comúnmente en el agua y el suelo, y puede vivir durante largos períodos en ambientes húmedos. Tiene la característica de ser altamente transmisible e intrínsecamente muy resistente a múltiples antibióticos. Se postula la capacidad del microorganismo para sobrevivir en el medio intracelular, lo que da origen a infecciones de curso prolongado y difícil resolución1. Su papel como agente patógeno está descrito clásicamente en pacientes con fibrosis quística. Otros grupos vulnerables son los portadores de enfermedades granulomatosas o inmunosuprimidos por diferentes causas2. Los pacientes con fibrosis quística pueden transmitir la bacteria a personas sin esta enfermedad3. En los casos de septicemia por infusión de solución glucosada contaminada con B. cepacia, los pacientes que experimentaron las peores consecuencias eran los que tenían mayor grado de inmunosupresión4. A pesar de ello, hay aislados casos reportados de infección por B. cepacia en pacientes sin los factores de riesgo clásicos: un absceso cerebral en un varón de 35 años sin factores de inmunosupresión5 y una bacteriemia por Burkholderia fungorum, un miembro de la familia B. cepacia, en una niña de 9 años sin factores de riesgo aparentes6. La localización articular de la infección es poco frecuente y en la literatura médica hay sólo un caso de artritis espontánea en un paciente con linfoma de células T y trasplante alogénico de stem cells, que recibía tratamiento inmunosupresor7. Otros 2 casos de artritis ocurrieron tras la inyección intraarticular de glucocorticoides contaminados8,9. Si bien la mayoría de las infecciones articulares tienen su origen en el torrente sanguíneo o la inoculación externa, en nuestro caso no hubo evidencia de origen del foco infeccioso y tampoco antecedentes de inoculación. Con respecto a los factores predisponentes, nuestro paciente no presentaba ninguno de los enunciados anteriormente, excepto la edad avanzada. Este hecho puede haber contribuido a la buena evolución con rápida resolución de los signos de flogosis sin evidencia de recurrencia de la infección.

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