Desde el año 2004 he tenido el privilegio de pertenecer al Comité Editorial de la revista Endocrinología y Nutrición con lo que he podido participar en los avatares y diferentes etapas del desarrollo de la misma. Cuando me incorporé al Comité era una revista, que siendo muy querida por los socios de la SEEN, tenía un perfil bajo y su proyección era mínima lo cual nos frustraba a los socios, sobretodo teniendo en cuenta el dinamismo y progresión de otras revistas biomédicas. Todo ello nos creaba auténticos problemas de identidad1 y así se intentó el que fuese incluida en la base Medline ya que considerábamos que era un requisito indispensable para la visibilidad y progreso de cualquier revista; lo hicimos en dos ocasiones previas que resultaron fallidas y todo ello se llevó a cabo con el esfuerzo abnegado de los sucesivos miembros del Comité Editorial. Lo intentamos todo en fases sucesivas, incluso expandirnos a Latinoamérica, para que la revista fuese el órgano de expresión de un buen número de países; la percepción inicial de la iniciativa tanto aquí como en la Sociedad Panamericana de Endocrinología fue buena pero no pudo ser; era demasiado amplio el proyecto y se desarrollaría dentro de una diversidad de naciones con actitudes y sensibilidades diferentes, todo lo cual acabó malogrando la iniciativa. Curtidos por las dificultades, la soledad y los fracasos, incidimos de nuevo en la salida natural para Endocrinología y Nutrición, Medline, porque además pensábamos que un país como el nuestro y con el nivel científico alcanzado por la especialidad, debería estar allí representado2. Así pues, basandónos en la segunda valoración que recibió la revista por parte de la National Library para entrar en Medline, urdimos un proyecto metódico y planificado que fuese capaz de cubrir y mejorar las deficiencias observadas, es decir las notas más bajas que presentó la evaluación en los diferentes apectos que consideraba. Su desarrollo fue difícil porque se necesitaban numerosos artículos y de calidad, y como dijimos en la editorial posterior a la aceptación, nos apoyó una inmensa minoría, que seguía creyendo en la revista, en sus posibilidades y futuro y que fue aportando tanto su material para publicación como su ilusión. Como consecuencia de este proceso de búsqueda sistemática, el objetivo al final se alcanzó y entramos en Medline3 con lo que la revista cambió totalmente, tanto su nivel como sus contenidos, recibiendo artículos de forma espontánea de gran calidad y de países diversos, aumentando el número de citaciones externas de los artículos publicados, etc. Todo ello lo hemos ido percibiendo todos con satisfacción pero no nos conformábamos con lo obtenido; así pues dentro de la clásica disputa de si publicar la revista en castellano o en inglés, optamos por hacer el esfuerzo de hacerlo en los dos idiomas y se consiguió que desde 2011 la publicación sea en ambas lenguas y simultánea, con la versión inglesa en línea4.
Por lo tanto recorrimos las etapas con rapidez yendo a la búsqueda del tiempo perdido de forma que poco después, hace casi tres años, la sometimos a examen por la empresa Thomson Reuters que es la que concede el factor de impacto, aunque aún estamos pendientes de su decisión.
En medio ha habido otras iniciativas como la creación de la sección de Diabetes y Obesidad que ha servido para consolidar la revista así como otros proyectos más que están aún por concretar pero que la agrandarán.
No obstante y pese a esta trayectoria progresiva y admirada, tiene problemas de otra índole y derivados de la crisis económica profunda y que también recae sobre las publicaciones médicas.
Creo que todo ello se podrá superar y que nuestra revista seguirá adelante y con más fulgor que el que ha presentado hasta ahora para lo cual se introducirán cambios los cuales se irán indicando a medida que se vayan produciendo. Lo que no tengo duda, ahora que dejo la revista, es que quedará en muy buenas manos con los editores Drs. Dídac Mauricio, Albert Lecube y la nueva editora Dra. Irene Halperin que proseguirán la tarea emprendida y los nuevos retos y proyectos con el apoyo unánime de la Junta Directiva de la SEEN y de los editores de la empresa Elsevier.
Con todo lo expuesto creo que ahora tenemos una revista a nuestra medida, valorada y estimada por todos los socios de la SEEN, que constituye una ayuda importante para la asistencia, investigación y docencia, que ya está siendo el órgano de expresión auténtico de la SEEN como reza la cabecera de la revista y en la que además participa y de la que se beneficia una inmensa mayoría de nuestros socios.