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Vol. 46. Núm. 9.
Páginas 317 (Noviembre 1999)
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FJC SORIGUER ESCOFETa
a Servicio de Endocrinología y Nutrición. Hospital Civil. Complejo Hospitalario Carlos Haya. Málaga
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Historia de la endocrinología española

La reciente publicación por la Editorial Díaz de Santos del libro Historia de la endocrinología española del Prof. Antonio Orozco Acuaviva es un acontecimiento singular. Aunque pueda parecer sorprendente, de no ser por el trabajo del profesor Orozco la endocrinología española hubiera entrado en el próximo milenio sin conocer su propia historia, pues sólo de manera fragmentaria se había abordado tal empresa. Sólo un historiador podría enfrentarse a tamaño empeño. El Prof. Orozco es catedrático de Historia de la Medicina y Presidente de la Real Academia de Medicina de Cádiz. Hombre de saberes extensos y profundos ha tenido que rastrear por archivos y bibliotecas para construir desde las fuentes esta primera historia de la endocrinología. Los que le hemos seguido de cerca sabemos de las dificultades que ha tenido que arrostrar y del mérito de la empresa. Gracias a él los endocrinólogos del siglo xxi volverán a conocer a Marañón como el prócer de la endocrinología española, pero también descubrirán (estamos descubriendo ya) que hubo otra serie de personalidades que, como por ejemplo el malagueño Gómez Ocaña, fueron construyendo con sus trabajos y con su docencia la etapa preendocrinológica a lo largo del siglo xix. Junto a Pi i Suñer en Cataluña, Marañón en Madrid (y Hussay en Argentina), van surgiendo a lo largo de la primera mitad del siglo xx contemporáneos de los citados que crearán escuelas y formarán grupos en distintos hospitales y universidades que irán formando el denso entramado de lo que en el libro se reconoce como las escuelas catalana, madrileña, valenciana, santanderina, etc., que desde mediados del siglo actual se imponen no sólo desde el punto de vista investigador, sino también asistencial y social para terminar construyendo una especialidad clínica profundamente instalada en el mundo médico español. No le fue fácil, sin embargo, a la endocrinología, el reconocimiento del estatuto de disciplina autónoma y es merecido el reconocimiento y el homenaje que este libro proporciona a la lucha pionera de los predecesores para asentar esta nueva ciencia como especialidad de la patología médica, lucha brillantemente analizada por Glick (citada y comentada por L. Ferreiro Aláez y F. Escobar del Rey: "100 años sobre la literatura sobre bocio endémico en España". Endocrinología 34: 10-25, 1987). Estos predecesores debieron enfrentarse con una fuerte oposición de sus coetáneos fisiológicos y clínicos, quienes destacaron los aspectos más desfavorables que frecuentemente acompañan a una ciencia naciente. Hoy día esta lucha y esta duda sobre la consideración de la endocrinología como una verdadera especialidad puede parecer extraña a muchos jóvenes endocrinólogos formados por la vía MIR en los centros de referencia, pero no lo es todavía para buena parte de los endocrinólogos españoles que herederos de aquellos pioneros han tenido que ir construyendo estos servicios y estos centros acreditados, con la oposición, cuando no con la enemistad manifiesta, de quienes vieron en este crecimiento (inevitable por otro lado) de la endocrinología a un competidor para sus intereses asistenciales, académicos o de representación. Un ejemplo y un estímulo para quienes aún hoy dudan sobre el protagonismo y el papel que la endocrinología debe desempeñar en la medicina del próximo milenio. El 3 de noviembre de 1950 fueron aprobados por la subsecretaría del Ministerio de Gobernación los estatutos de la reciente creada Sociedad Española de Endocrinología, integrándose en su seno la Sociedad Catalana de Endocrinología y Nutrición, a la que se le reconoce su carácter predecesor, y cuyo artículo 1.o dice así: "La Sociedad Española de Endocrinología se constituye con el objeto de agrupar y facilitar el estrecho contacto de todos los médicos españoles interesados en el estudio de los problemas endocrinológicos, al tiempo que establecerá las relaciones más íntimas posibles con las similares constituidas en el extranjero y de forma muy especial con los países latinos". La primera reunión de la Sociedad Española de Endocrinología tiene lugar en Granada, bajo la presidencia de Gregorio Marañón y la dirección de Ortiz de Landázuri. Ésta y otras muchas cosas como los orígenes de esta misma revista (hoy órgano de expresión de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición) y antes, Acta Endocrinológica Ibérica primero y después, Revista Ibérica de Endocrinología, hasta su transformación en la actual Endocrinología y ahora en Endocrinología y Nutrición, pueden conocerse en este libro imprescindible para quienes amamos la especialidad.

La voz del Prof. Laín, entre otros muchos, ha advertido del riesgo de la deshumanización de las profesiones modernas bajo el peso de una tecnología sofisticada y omnipresente. El Prof. Laín propone que la humanización del saber práctico debería comenzar, al menos, por el conocimiento de la propia historia de cada disciplina. Ésta es la contribución que con su saber y con su trabajo ha hecho el Prof. Orozco a la Sociedad Española de Endocrinología. Gracias a él y a este libro podemos afirmar sin jactancia que la endocrinología española entrará en el próximo milenio con historia.

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