21001 - ROBO DE CEREBRO. DE UNA TABLA DE CORTAR QUESO A UNA CAJA DE SIDRA: EL CURIOSO DEVENIR DEL CEREBRO DE EINSTEIN
1Servicio de Neurología. Complejo Hospitalario La Mancha Centro. Hospital de Tomelloso; 2Servicio de Neurología. Hospital General La Mancha Centro; 3Servicio de Neurología. Hospital de Tomelloso.
Objetivos: Thomas Harvey, el patólogo de guardia que realizó la autopsia de Albert Einstein, pasó a la historia por ser el “ladrón” de su cerebro.
Material y métodos: Pocos son dueños de su destino…y eso mismo es lo que le ocurrió a Einstein acerca de sus últimas voluntades. Menos de un día tras su fallecimiento fue incinerado en ceremonia privada y sus cenizas fueron arrojadas al río Delaware, cumpliendo su deseo: “Quiero que me incineren para que la gente no vaya a adorar mis huesos”. Pero no todo el cuerpo fue incinerado: su cerebro había sido extraído furtivamente por Harvey y al saberse convenció al hijo de Einstein de que lo utilizaría con fines científicos.
Resultados: Lo diseccionó en trozos que conservó en celoidina. A partir de ahí emprendió un rocambolesco y autodestructivo viaje a través de Estados Unidos transportando pequeñas muestras del cerebro del genio que cortaba con un cuchillo de cocina que dedicó a tal fin, sobre una tabla de cortar quesos y las enviaba por correo postal en un tarro de la mahonesa, que consumía compulsivamente, a algunos investigadores previo pago. Los restantes trozos del cerebro fueron a parar a una caja de sidra escondida en un sótano. Finalmente, los últimos trozos fueron devueltos a sus herederos, que los donaron a 2 museos estadounidenses (Mutter y Nacional de la Salud y Medicina).
Conclusión: De los estudios realizados al cerebro de Einstein la mayoría coinciden en que poseía una mayor cantidad de células gliales, a lo que se atribuye su especial capacidad cognitiva.



