Vascular access is the most common invasive procedure in hospitalized patients, with over 90% requiring intravenous therapy. Despite its routine nature, improper selection and management of acceso vascular devices (VADs) can lead to complications such as infections, thrombosis, and device failure. Preserving the integrity of the vascular system is essential for ensuring safe and effective treatment delivery across healthcare settings.
This paper describes the key principles of the Vessel Health and Preservation (VHP) model, highlighting its implementation as a structured, evidence-based clinical pathway for optimizing vascular access outcomes, preserving vascular integrity, and reducing complications. It also outlines a stepwise approach to vascular access planning, device selection, management, and escalation based on patient-specific factors and risk profiles.
The VHP model is structured around four main stages: assessment and device selection, insertion, management, and outcome evaluation. Key findings and recommendations include early device planning within 24h of admission and placement within 48h, daily reassessment to align access with evolving treatment needs, use of clinical pathways to guide device selection based on diagnosis, therapy type, and duration, emphasis on minimizing the number of device lumens, choosing the least invasive device, and using vascular access teams for assessment and the identification of high-risk patients requiring specialty placement and escalation to interventional radiology or surgical teams.
Implementing a VHP program across institutions requires leadership support, interprofessional education, and integration into electronic health records. Adopting this proactive model improves first-attempt insertion success, reduces delays in therapy, and lowers complication rates. In complex cases, timely advancement to specialty placement ensures continued vascular health while maintaining access to essential treatments.
El acceso vascular constituye el procedimiento invasivo más común en pacientes hospitalizados, siendo necesario en más del 90% de los casos para la administración de terapia intravenosa. A pesar de su carácter rutinario, la selección inadecuada y el manejo deficiente de los dispositivos de acceso vascular (DAV) pueden conllevar complicaciones como infecciones, trombosis y fallo del dispositivo. La preservación de la integridad del árbol vascular resulta fundamental para garantizar una administración segura y eficaz de los tratamientos en todos los niveles asistenciales.
El presente artículo describe los principios fundamentales del modelo de Preservación de la Salud del árbol Vascular (en inglés, Vessel Health and Preservation, VHP), destacando su implementación como una vía clínica estructurada y basada en la evidencia para optimizar los resultados del acceso vascular, preservar la integridad vascular y reducir la aparición de complicaciones. Asimismo, se expone un enfoque escalonado para la planificación del acceso vascular, la adecuada selección del dispositivo, su manejo y la escalada terapéutica, teniendo en cuenta factores específicos del paciente y perfiles de riesgo.
El modelo VHP se organiza en torno a cuatro fases principales: evaluación y selección del dispositivo, inserción, gestión y evaluación de resultados. Entre las recomendaciones clave se incluyen la planificación temprana del acceso dentro de las primeras 24 horas desde el ingreso y su colocación en un plazo máximo de 48 horas, la reevaluación diaria para adaptar el acceso a las necesidades terapéuticas cambiantes, el uso de vías clínicas que guíen la elección del dispositivo en función del diagnóstico, tipo y duración del tratamiento, así como la priorización de dispositivos con el menor número de luces, la elección del dispositivo menos invasivo y la participación de equipos especializados en acceso vascular para la evaluación y detección de pacientes de alto riesgo que requieran colocación especializada o derivación a equipos de radiología intervencionista o cirugía.
La implantación de un programa VHP a nivel institucional requiere el respaldo de la dirección, formación interprofesional y la integración del modelo en los sistemas de historia clínica electrónica. La adopción de este enfoque proactivo mejora la tasa de éxito en la primera punción, reduce los retrasos en la administración de la terapia y disminuye la incidencia de complicaciones. En los casos complejos, la derivación oportuna a dispositivos especializados garantiza la preservación de la salud vascular sin comprometer el acceso a tratamientos esenciales.




