La prolongación de la vida humana es uno de los rasgos característicos de nuestra era tecnológica y determina un escenario para cuestionamientos filosóficos, algunos de los cuales empiezan a encontrar respuestas en el campo de la Bioética. Uno de los más importantes es la denominada institucionalización en los cuidados prolongados o confinamiento, y se plantea entonces si se trata de una opción bioéticamente correcta. Una apreciación positiva de la vejez es parte de las raíces mismas de la cultura occidental; sin embargo, en las sociedades tecnológicamente avanzadas comienza a cargarse con matices negativos: lejos de otorgar un valor positivo a la vejez, se ha dado forma a un nuevo mito antiético: el del hombre «joven», «productivo». La sociedad suele privar a los ancianos de casi todas las obligaciones, relegándoles cuando su trabajo ya no es deseado El enfoque bioético ante el paciente geriátrico privilegia el respeto que se le debe como ser humano por encima de la lástima, la compasión o la caridad. Algo parecido puede decirse de la hospitalización, que ha demostrado tener efectos negativos sobre la capacidad funcional de los ancianos. En particular esa práctica aumenta uno de los factores más negativos en la vida del anciano, es decir, la soledad. Para combatir dicha soledad existen algunas posibilidades, la primera de las cuales es la de poner a la persona anciana en contacto con otras personas. Además, hay nuevos instrumentos para combatir la soledad del adulto mayor: la risoterapia y la robótica social. De estos damos una breve descripción, discutiendo también las condiciones bioéticamente relevantes de su adopción.
The prolongation of human life is one of the characteristic features of our technological era and establishes a scenario for philosophical questions, some of which begin to find answers in the field of Bioethics. One of the most important is the so-called institutionalisation in prolonged care, or confinement, and the question is whether this is a bioethically correct option. A positive assessment of old age is part of the very roots of Western culture, however in technologically advanced societies it begins to be accompanied by negative nuances. Far from giving a positive value to old age, a new unethical myth has surfaced: that of the «young», «productive» man. Society often deprives the elderly of almost all obligations, relegating them when their work is no longer desired. The bioethical approach to the geriatric patient grants the respect owed to them as human beings instead of pity, compassion or charity. Something similar can be said of hospitalisation, which has been shown to have negative effects on the functional capacity of the elderly. In particular, this practice increases one of the most negative factors in the life of the elderly, loneliness. To combat this loneliness there are some possibilities, the first of which is to put the elderly person in contact with other people. In addition, there are new tools for combatting the loneliness of the elderly: laughter therapy and social robotics. A brief description of these is presented, as a well a discussion on their adoption.