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Vol. 4. Núm. 1.
Páginas 25-29 (Enero 2011)
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Adiós a la energía vital*
Goodbye to vital energy
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Gonzalo Fernández Quirogaa, Juan Manuel Marín Olmosa
a Dpto. Bases Teóricas, Academia Médico Homeopática de Barcelona, Barcelona, España
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En este artículo mostramos como el concepto de fuerza o energía vital, usuales en tiempos de Hahnemann, lejos de ser clarificador y beneficioso, hoy día es una rémora en nuestro intento de comunicarnos con las demás disciplinas científicas y, sobre todo, para clarificar la nuestra. A pesar de la importante función que tuvo el vitalismo en la historia de la ciencia, creemos que en la actualidad es difícil seguir manteniendo la existencia de energías oscuras y mal definidas como uno de los pilares del cuerpo teórico homeopático, que lastran nuestro desarrollo y que, más que nada, confunden nuestro objeto y nuestra singularidad.
Palabras clave:
Fuerza vital; Vitalismo; "Objeto" de la homeopatía
The present article shows how the concept of Vital Force, or Vital Energy, widespread in Hahnemann's times, is now far from being enlightening and beneficial and is rather an obstacle to our attempts to communicate with other scientific disciplines, especially when explaining our own. Despite the major role of vitalism in the history of science, we believe that it is currently difficult to maintain the existence of obscure or poorly defined energies as one of the main pillars of homeopathic theory. Instead, these energies hamper our development and confuse our objective and unique identity
Keywords:
Vital force; Vitalism; "Role" of the homeopathy
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Introducción

"En una fábula no muy conocida, un sapo estaba convencido de que los límites del mundo posible se reducían a los límites de la charca en que había nacido y vivido. Se sentía muy orgulloso por conocer toda la charca y, así, pensaba que conocía todo el universo. Cierta vez, se le acercó otro sapo que, en otros tiempos, había salido de la charca, conoció ríos e incluso llegó hasta el mar. Al intentar explicar al primer sapo que la charca no encerraba toda la verdad del mundo, fue repelido vehementemente y desacreditado por aquel sapo que juzgaba poseer todos los conocimientos necesarios y suficientes sobre el universo, ya que conocía todo sobre su charca.

La fábula termina ahí. Pero hagamos un ejercicio de creatividad (...). Imaginemos que nuestro sapo fue acometido por un espíritu crítico y resolvió abandonar su prepotencia y sus certezas y hacerse preguntas. La primera interrogación que se le ocurrió fue: "¿Y si la charca no encierra toda la verdad sobre el mundo?" Analizó la pregunta y vio que no presentaba un peligro en ningún caso: si descubriese que no había verdad más allá de la charca, se quedaría tan feliz por confirmar su convicción; pero si descubriese que había muchas más cosas en el mundo de las que podría conocer dentro de los límites de su charca se liberaría de un engaño y estaría abierto a conocer mejor el mundo. Por eso, juzgó importante sospechar de la total veracidad de su lago, inicialmente, sólo como ejercicio intelectual 1."

Muchos cambios se están produciendo en el mundo homeopático en los últimos años. Nuevas aproximaciones, nuevos abordajes, nuevas ideas y nuevos replanteamientos de las antiguas. El tiempo dirá qué queda de todo ello. Algunas de estas novedades pasarán sin pena ni gloria, pero otras han venido para quedarse. En todo caso, bienvenida sea todo esta ebullición que vivifica la homeopatía y que, afortunadamente, coincide además con una actitud de mayor unidad entre las distintas corrientes homeopáticas.

Un ejemplo reciente de estos cuestionamientos fue el último seminario organizado por la AMHB hace poco. El Dr. F. Master reivindicó constantemente el concepto de lo que para él es "homeopatía clásica" (?), en contra de ciertas corrientes homeopáticas modernas que, también según él, "van a acabar con la verdadera homeopatía".

Bien, pues es este mismo autor el que confirmó de nuevo lo que ya se ha publicado sobre la ley de Hering, uno de los aparentes supuestos básicos de la teoría homeopática: que Hering no hizo ninguna ley, que la ley de Hering no existía, que era un invento de Kent (según sus palabras) y que su experiencia (de "homeópata clásico") de más de 30 años no confirmaba en absoluto los preceptos de dicha ley, excepto la dirección de los síntomas de los órganos más importantes a los menos que era de Hahnemann.

Nada nuevo en realidad. El Dr. A. Saine 2 ya lo había publicado hace varios años con profusa información, como comentó uno de nosotros 3 en un artículo en esta misma revista. ¿Se ha asumido el significado de este ejemplo concreto dentro la comunidad homeopática? Nosotros diríamos que no. ¿Cambiará su enseñanza esta misma comunidad de manera que se hable, en todo caso, de reglas u observaciones (no de ley) y abandonando o matizando mucho los preceptos de su contenido? Seguramente tampoco. Y es que los cambios siempre son difíciles...

Visto así es hasta gracioso que nos quejemos del inmovilismo de muchos sectores de la medicina convencional sobre la homeopatía, cuando más o menos hacemos lo mismo en cuestiones no ya discutibles sino bastante claras y documentadas.

Bien, pues ¿qué hay de las energías, fuerzas vitales y demás? En cuanto a nosotros hace ya varios años que por diferentes caminos hemos ido llegando a las mismas conclusiones. En efecto, después de los libros y artículos del Dr. P. Marchat 4-7 (traducidos por los Dres. J. Mora y J.M. Marín), de los del Dr. G. Fernández 8,9 y la reciente ponencia presentada en el IV Congreso Nacional de Homeopatía 10, creemos que los argumentos están claros.

Estamos convencidos de que, tarde o temprano, estos argumentos se irán consolidando en la teoría homeopática. En la teoría y en la práctica, pues creemos que, al igual que con la ley de Hering, estas consideraciones no son sólo una discusión técnica para entendidos sino que tiene indudables efectos en la práctica clínica diaria, y en la apertura y divulgación social de la homeopatía.

Las reacciones a estas propuestas que hemos ido observando hasta ahora varían mucho, como es lógico, y van desde el entusiasmo a que por fin se haga público algo así hasta los que consideran que es una especie de traición a la "sagrada" homeopatía. Curiosamente, en este último caso, son de tipo más emocional y visceral que racional y argumentada. Es como si percibiesen que se les está quitando "algo" esencial como homeópatas, a pesar de que siempre insistimos en que en nuestra opinión estamos siguiendo a Hahnemann (y no lo decimos por decir, porque si no fuera el caso no nos importaría afirmarlo también).

Bien, pues para clarificar todo esto aún más vamos a resumir toda nuestra argumentación, de alguna manera ya expuesta en los trabajos citados los cuales recomendamos para una mejor comprensión.

A nuestro juicio, las conclusiones, para empezar por el final, vienen a ser:

— La explicación "energética" (energía vital, fuerza vital, etc.) en la actualidad es perjudicial, para decirlo sin rodeos y de forma contundente, para la homeopatía.

— El vitalismo científico, en la actualidad también, no es un buen referente para la homeopatía.

Los por qué

Enumeremos y expliquemos brevemente las razones que nos llevan a pensar de esta manera:

Porque los conceptos vitalistas eran una herramienta y no un fin

Como ya se ha dicho, los conceptos de energía o fuerza vital eran usuales en tiempos de Hahnemann. El mundo científico y médico de aquella época era ampliamente vitalista.

Hahnemann experimenta con sustancias de una manera determinada y cree comprobar unos hechos que le confirman el viejo fenómeno de la similitud mencionado por Hipócrates y, a partir de ahí, a pesar de estar en contra de las especulaciones como comenta en la nota al primer parágrafo del Órganon, intenta explicar esos hechos en varias notas y parágrafos posteriores y, como él mismo dice, lo hace de la manera que a él le parece "más verosímil" en aquel entonces: "... queda, por consiguiente, establecido el hecho; importa poco cuál sea la explicación científica de cómo tiene lugar; y no doy mucha importancia a los esfuerzos hechos para explicarla..." S. Hahnemann, Órganon, par. 28.

Para reforzar más esta idea veamos lo que dice el mismísimo Kent comentando este parágrafo: "... Hahnemann ha dado una explicación de la ley de curación. Él mismo la preludia diciendo que no le da mucha importancia. No tenéis ninguna obligación de estudiarla y, generalmente, la omitimos en este curso." J. T. Kent, Filosofía homeopática.

El vitalismo ha tenido en la historia de la medicina un papel trascendental al oponerse a la preponderante y grosera visión mecanicista de lo biológico. Pero si ha acusado siempre a ésta, y con razón, de fomentar el tan pernicioso dualismo mente-cuerpo, al enfatizar y exagerar tanto la preeminencia de lo mental sobre lo material no ha hecho más que convertirse en otro dualismo. De ahí la frase tan crítica y un tanto humorística del escritor A. Koestler cuando dice que el mecanicismo entiende el universo y el cuerpo humano como una máquina, pero el vitalismo en esencia es lo mismo, lo único que aquí la máquina está comandada por un fantasma (la energía vital).

¿Se puede, pues, ser homeópata y no ser vitalista? A nosotros no nos cabe ninguna duda de que la respuesta es afirmativa. Pero, incluso para el director de la "clásica" EMHA (la escuela de Paschero), la respuesta también es afirmativa."

¿Puede defenderse una terapéutica homeopática y no ser vitalista? Aunque sorprendente, esto es posible... Puede emplearse el término "fuerza vital" en forma instrumental, sin comprometerse en forma realista con él." Dr. Gustavo Cataldi, EMHA, Acta 77.

Obviamente, aquí nosotros no la emplearíamos ni como instrumental, simplemente la desterraríamos para evitar confusiones.

Queda claro, pues, que, en nuestra opinión, todos estos conceptos de fuerza o energías vitales no eran un fin en sí mismos sino una herramienta usual de la época de la que se sirve Hahnemann para explicar algo, la similitud. Y nos da la sensación de que muchos homeópatas han tomado la herramienta por el concepto básico.

Aquí podría aplicarse aquello de "no muerdas el dedo y mira donde señala".

Porque explica todo y no explica nada

Dicho lo anterior, es también claro que los conceptos de fuerza y principio vitales son una explicación "ad hoc" de un fenómeno, el de la vida, que los conocimientos de la época no conseguían explicar. Como se decía en uno de los artículos de la bibliografía 8, fue Bateson el que habló de los "principios dormitivos", o sea, los conceptos que quieren explicar algo pero no explican nada. Y lo ejemplificaba con una obra de Molière en la que un tribunal médico le pregunta a un estudiante el por qué el opio hace dormir a la gente y el estudiante, tras una profunda reflexión, contesta que hace dormir porque tiene un "principio dormitivo".

Trasladándolo a nuestro caso, ¿por qué algo está vivo? Porque tiene un principio vital. Es una respuesta que no responde nada a nuestro entender y que nos hace pensar que no necesitamos en absoluto la nueva figura que surge de esa explicación, el principio o fuerza vital.

Porque pertenece a un modelo científico antiguo

A medida que la ciencia va afinando en su conocimiento muchas de estas explicaciones ad hoc van siendo sustituidas. Que la vida aún tiene algo de misterio es cierto, pero hoy día hay abordajes más ricos, sutiles y precisos a ese fenómeno.

Pensemos en el golpe que recibió el vitalismo en química cuando en 1828 se sintetizó la urea (producto de excreción animal) a partir de sales inorgánicas, puesto que se pensaba que eso no podía ser posible, o cuando se siguieron sintetizando más moléculas orgánicas a partir de elementos inorgánicos.

Hoy día, la diferencia entre química orgánica e inorgánica es más académica que científica. Hoy día se habla de sistemas 11, de sistemas autopoiéticos, que se hacen a sí mismos, autoorganizadores, autorregulados 12.

Hoy día, los vitalistas, con esa antigua definición, tendrían muchos problemas para explicar qué es algo vivo y qué no.

Hoy día, por último, y aunque sea un tanto caricaturesco, no podemos seguir diciendo que algo está vivo porque está vivo.

Porque no sirve para explicar la complejidad de lo vivo

En un precioso artículo de 1810, "El espíritu de la doctrina médica homeopática", ya se ve claramente que Hahnemann no es en absoluto mecanicista. En efecto, ahí se lee que: "... la vida humana no es de forma alguna regulada por las leyes que son puramente físicas, las cuales sólo rigen entre las sustancias inorgánicas. Las sustancia materiales que componen el organismo humano no siguen ya, en su combinación vital, las leyes a las que están sujetas las sustancias materiales en su condición inanimada sino que son reguladas por leyes peculiares a la vitalidad tan sólo..."

En realidad, lo que está diciendo es que la vida no se puede reducir a las leyes de la cantidad y la medida. Esto es muy moderno y muchísimos físicos, biólogos y científicos en general (y de primera línea), estarían totalmente de acuerdo en ello. Pero si empezamos a añadir que todo esto está comandado por una "fuerza vital" (obviamente desconocida para la ciencia) es cuando empezaríamos a tener problemas explicativos

Los para qué

¿Cuál es la finalidad y qué queremos conseguir con todo ello?

Para hablar un mismo lenguaje científico

Si queremos formar parte de la ciencia a la que tanto apelamos y maldecimos cuando no coincide con nuestros presupuestos, debemos hablar en su mismo lenguaje o, como mínimo, usar conceptos que sean exportables, tal como hacen geógrafos, geólogos, arquitectos, economistas y otros, lo cual les permite desarrollar proyectos e intercambiar experiencias.

La energía, sea cual sea, en física es algo concreto que se mide y que tiene una especificidad concreta. Cuando nosotros hablamos de energía se trata de una energía (vital) desconocida para la ciencia, lo cual sólo puede dar lugar a confusionismo.

Confusionismo no sólo para los científicos, que no saben bien de qué hablamos, sino incluso para la sociedad. En la actualidad, cuando se habla de "energías" parece que nos remitamos al chamanismo u otras técnicas terapéuticas (muy respetables, por supuesto) que a nuestro parecer utilizan esos conceptos, y otros tomados de la física y la química, de manera muy poco rigurosa.

Ya mencionamos, además, los efectos perniciosos de un uso inadecuado de estos conceptos energéticos, tal como ya ha pasado en homeopatía 8. En efecto, se empieza por equiparar esas "energías" a otra de tipo total y universal, aunque impersonal. Después a otra "espiritual" (el paso es fácil). De ahí a algún tipo de deidad más personal, al bien y al mal, al pecado y al consiguiente sermón moralizador disfrazado de científico.

Lo mismo sucede cuando hablamos de que nuestros medicamentos (¿dejamos ya de hablar de "remedios"?) al ser diluidos y sucusionados "van despertando la energía latente que tienen dentro". El lector convendrá con nosotros que la explicación es muy pobre, no sólo en un ámbito científico sino en el divulgativo al que cada vez más estamos expuestos.

La verdad es que no sabemos cómo actúan los medicamentos homeopáticos. Y algunos colegas acuden a conceptos de física o química modernos sin mayor rigor y ofrecen explicaciones (energéticas la mayoría de veces) a cada cual más peregrina.

Hay teorías e investigaciones prometedoras, pero hasta ahora son sólo eso. La de la información es una buena teoría, pero tampoco aquí cabe mezclarla como también se hace, con la energética. Información y energía son 2 cosas distintas, siendo, a priori, la información un mejor referente para nuestro propósito puesto que, al igual que la vida, no puede medirse y aun así tiene muchísimos efectos.

Para evolucionar sin perder nuestra singularidad

Insistimos en que desprendiéndonos de conceptos como energía y fuerzas vitales no perdemos nada que sea esencial a nuestra idiosincrasia. Son conceptos ad hoc que no necesitamos.

A nuestro juicio, no podemos seguir diciendo, aunque lo haya escrito Hahnemann, que "la enfermedad es una perturbación de la energía vital miasmáticamente afectada". Y donde dice miasmática, quizá hay que leer "infectocontagiosamente" afectada.

Puestos a definir lo que es enfermedad, nos quedamos claramente con la siguiente definición del mismo Hahnemann, que también repite con pocas variaciones en la introducción y en más parágrafos del Órganon: "... [la enfermedad] no es sino el resultado de modificaciones en la manera viviente que el hombre siente y actúa un cambio dinámico, una clase nueva de existencia,... un nuevo orden...". S. Hahnemann, Espíritu de la doctrina médica homeopática.

Creemos que hay una gran confusión entre la consideración de la enfermedad como perturbación de la energía vital y la consideración de ésta como una perturbación de la vitalidad. Y esta confusión tiene indefectiblemente repercusiones clínicas y docentes, y añade dificultades comunicativas con otros abordajes terapéuticos y, en especial, con el resto de disciplinas biosanitarias, como ya hemos comentado.

Estamos de acuerdo con P. Marchat 13 en que: "Aprehender la enfermedad en el nivel vital en modo alguno es partir a la búsqueda de no se sabe qué desarreglo de una fuerza vital indefinida e imposible de encontrar (una especie de qué), sino volver a tener en cuenta y a identificar cómo el enfermo está enfermo, cómo se manifiesta la enfermedad en el plano de lo que él vive. Hacer la observación consiste en estudiar lo más precisa y finamente posible la vivencia del enfermo, en sentido fenomenológico estricto, es decir "ceñirse" a lo más próximo de eso que siente y experimenta."

Para clarificar nuestros conceptos

Lo más importante para nosotros no es tanto, como se adujo en alguna pregunta a la ponencia del IV Congreso Nacional de Homeopatía, el adaptarnos ("vendernos" fue la palabra exacta) a la ciencia desprendiéndonos de conceptos más o menos incómodos para ella sino, y sobre todo, la de clarificar los presupuestos teóricos y prácticos de la homeopatía.

Si no tenemos muy muy claro qué es lo esencial de la homeopatía (el "objeto" para Marchat) todo lo demás se vuelve confuso. Y, al revés, si eso está claro nuestras dificultades para comprender y explicar qué es la homeopatía se desvanecen.

Y ¿cuál es nuestro objeto? Pues precisamente el que decía Hahnemann: las sensaciones y funciones moralizadas, además de todos los demás datos objetivos clínicos (el "cuerpo vivido" de Marchat en contraposición al "cuerpo objetivado" del abordaje convencional). Y no por nada sino por algo muy sencillo, porque nuestros medicamentos producen, sobre todo, sensaciones y funciones modalizadas y mediante el fenómeno de la similitud los aplicamos en la clínica.

Por ello, nos interesa remarcar que no estamos hablando de un cambio cosmético, un cambio de palabras para adaptarnos, más o menos, a algún tipo de criterio de la ciencia actual. Nada de eso. Se trata, como bien se ve, de un cambio de conceptos, un cambio en la manera en que se han explicado y se han entendido ciertos supuestos "principios fundamentales homeopáticos".

Y pensamos que estos cambios tienen una indudable derivación práctica. No entenderlo así es seguir mordiendo el dedo y seguir actuando como si no pasara nada.

Reflexión final

Durante demasiado tiempo en homeopatía se han ido repitiendo tópicos y lugares comunes no sustentados en la práctica y que no resisten muchos de ellos, en la actualidad, una revisión crítica (p. ej., el artículo del Dr. Lara 14 sobre los mitos en posología). Y todas las disciplinas evolucionan, revisan si es el caso e incorporan nuevos elementos a la luz de los avances científicos.

Es cierto que los medicamentos homeopáticos no cambiarán de manera ostensible sus indicaciones (en todo caso sólo las aumentarán), y que eso es una gran ventaja en comparación con la mayor parte de los medicamentos convencionales.

Es cierto que el significado profundo de la aportación homeopática en el abordaje y comprensión de la enfermedad tampoco cambiará independientemente de las palabras utilizadas porque forma parte, a su vez, de una corriente tan antigua que empieza ya con el nacimiento del primer acto médico. Un significado basado en la similitud, la globalidad y la armonía con los mecanismos propios de la naturaleza y de la vida.

Pero es cierto también que, en nuestra opinión y sin extendernos más, la mayor parte de los supuestos principios homeopáticos necesita de una urgente revisión por razones científicas, sociales, prácticas y, sobre todo, homeopáticas.

Quizás no sea fácil por los comunes (y seguramente necesarios) mecanismos de resistencia al cambio presentes en todo individuo y en todos los ámbitos, y que van más allá de cualesquiera que sean las personas o asuntos que se traten.

Es también gracioso, pero con el tiempo, y para nuestra sorpresa, cada vez se nos va haciendo más real y convincente aquella aparente "boutade" del Dr. Jan Scholten acerca de nuestra disciplina: "la homeopatía es similitud y todo lo demás es discutible..."

(Aunque bueno, y por volver al principio, siempre puede uno seguir bañándose en las plácidas y conocidas aguas de la charca...).


Recibido el 10 de octubre de 2010; aceptado el 23 de febrero de 2011

*Ponencia presentada en el IV Congreso Nacional de Homeopatía de Barcelona (AMHB). Junio 2010.

Correo electrónico:24428gfq@comb.cat; 25558jmo@comb.es

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