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Vol. 12. Núm. 2.
Páginas 106-115 (Abril - Junio 2019)
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Vol. 12. Núm. 2.
Páginas 106-115 (Abril - Junio 2019)
REVISIÓN
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Estadificación clínica en los trastornos mentales graves: trastorno bipolar, depresión y esquizofrenia
Clinical staging in severe mental disorders; bipolar disorder, depression and schizophrenia
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Lorena de la Fuente-Tomasa, Mónica Sánchez-Autetb, Leticia García-Álvareza, Leticia González-Blancoc, Ángela Velascod, Pilar A. Sáiz Martíneza, María P. Garcia-Portillaa,
Autor para correspondencia
albert@uniovi.es

Autor para correspondencia.
, Julio Bobesa
a Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM G-05); Departamento de Psiquiatría, Universidad de Oviedo; Instituto de Neurociencias del Principado de Asturias (INEUROPA), Oviedo, España
b Hospital Universitario Mutua Terrassa, Universidad de Barcelona, Terrasa, España
c Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA), Departamento de Psiquiatría, Universidad de Oviedo; Instituto de Neurociencias del Principado de Asturias (INEUROPA), Oviedo, España
d Departamento de Psiquiatría, Universidad de Oviedo, Oviedo, España
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Tabla 1. Modelos más significativos de estadificación clínica en trastorno bipolar
Tabla 2. Modelos más significativos de estadificación clínica en la depresión unipolar
Tabla 3. Modelos más significativos de estadificación clínica en la esquizofrenia
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Resumen

La estadificación clínica es una herramienta diagnóstica utilizada en otras especialidades de la medicina que surge de la combinación de un enfoque categorial y dimensional. En las últimas 2décadas, se ha planteado su aplicación en el campo de la psiquiatría, fundamentalmente como herramienta de ayuda diagnóstica, de orientación terapéutica y pronóstica.

En este trabajo se revisan los modelos de estadificación clínica que han sido propuestos hasta la fecha para el trastorno bipolar, la depresión y la esquizofrenia. Se realizó una búsqueda bibliográfica en las bases de datos PubMed y Medline. Se seleccionaron con base en los criterios de inclusión y exclusión un total de 15 estudios.

Se describen y comparan las características de cada uno de los modelos agrupados según el tipo de trastorno para el que fueron propuestos (trastorno bipolar: 4; depresión: 5; esquizofrenia: 6).

Como conclusión, identificamos la necesidad de validar empíricamente dichos modelos para así demostrar que son una herramienta útil en la práctica clínica habitual.

Palabras clave:
Estadificación
Psiquiatría
Trastorno bipolar
Depresión
Esquizofrenia
Abstract

Clinical staging is a diagnostic tool used in other medical specialties, which has resulted from the combination of a categorical and dimensional approach. In the last 2decades, the usefulness of its application in the field of psychiatry has been suggested, mainly as a tool for diagnostic help, and therapeutic and prognostic orientation.

In this paper we review the clinical staging models that have been proposed to date for bipolar disorder, depression and schizophrenia. A literature search was performed in PubMed and Medline databases. A total of 15 studies were selected according to inclusion and exclusion criteria.

Models were grouped according to the type of disorder for which staging was proposed (bipolar disorder: 4, depression: 5, schizophrenia: 6), and their characteristics were described.

As a conclusion, we identify the need to empirically validate these models to demonstrate that staging is a useful tool for clinical practice.

Keywords:
Staging
Psychiatry
Bipolar disorder
Depression
Schizophrenia
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Introducción¿Qué es la estadificación clínica?

Desde la psiquiatría y la psicología, ha predominado un enfoque categorial como forma de abordar y entender los problemas de salud mental1. Dicha óptica asume que las personas que comparten un diagnóstico son relativamente similares y presentan los mismos síntomas independientemente del momento evolutivo en el que se encuentren. Sin embargo, conceptualizar los trastornos mentales como entidades discretas resulta insuficiente, ya que factores que implican grandes diferencias pronósticas y terapéuticas, como, por ejemplo, el número de enfermedades comórbidas, los diferentes perfiles psicopatológicos o el grado de deterioro en el nivel de funcionamiento, no están siendo tenidos en cuenta2-6. Desde un enfoque dimensional, podría subsanarse esta dificultad, dado que permite clasificar a los sujetos a lo largo de un continuum de gravedad, estableciendo diferentes niveles en función de la manifestación del trastorno, así como de las variaciones que se producen a lo largo del tiempo.

Los modelos de estadificación clínica surgen de la combinación de ambos enfoques. En primer lugar, reconocen los atributos más representativos de los sujetos, clasificándolos en términos de todo o nada y, en segundo lugar, diferencian cuantitativamente dichos atributos mediante diferentes niveles de gravedad. El objetivo de la estadificación clínica es dividir el curso de la enfermedad en fases reconocibles que reflejen la progresión y sean relevantes para el pronóstico y el tratamiento. Por lo tanto, mediante una serie de marcadores objetivos y cuantificables se identifica el estadio de la enfermedad en el que se encuentra el paciente lo que, a su vez, permite: 1) determinar el alcance del trastorno; 2) emitir un pronóstico y 3) adoptar la estrategia terapéutica más adecuada. El objetivo final será prevenir la progresión a etapas más avanzadas, promover un retorno a fases menos graves o, incluso, la remisión completa7. Además, esta herramienta supone un avance con relación a la práctica diagnóstica convencional, dado que no solo define el grado de extensión del trastorno en un momento determinado, sino que también revela la ubicación en el continuum de su curso7.

En resumen, la aplicación de la estadificación clínica podría contribuir a alcanzar una psiquiatría de precisión, en la que se ajusten a cada persona los objetivos y las intervenciones terapéuticas más eficaces y menos dañinas8.

Estadificación clínica en psiquiatría

La noción de estadificación clínica en salud mental no es un concepto nuevo. Kraepelin, a pesar de no emplear el término, fue el primero en señalar que el curso de las enfermedades mentales parecía progresivo. Años más tarde, en 1993, Fava y Kellner9 introdujeron el concepto de estadificación clínica en el ámbito de la psiquiatría y, desde entonces, han salido a la luz una amplia gama de propuestas (ver tablas 1-3).

Tabla 1.

Modelos más significativos de estadificación clínica en trastorno bipolar

Autor y año  Número de estadios  Descripción estadios  Marcadores de los estadios 
Berk et al., 200711,29  7 estadios:
- 3 preclínicos
- 4 clínicos 
Estadio 0: riesgo incrementado
Estadio 1a: síntomas leves e inespecíficos
Estadio 1b: síntomas prodrómicos
Estadio 2: primer episodio del estado de ánimo
Estadio 3a: recurrencia con síntomas subsindrómicos
Estadio 3b: recurrencia con síntomas bien definidos
Estadio 4: enfermedad resistente 
Psicopatología afectiva 
Kapczinski et al., 200927  5 estadios:
- 1 preclínico
- 4 clínicos
Estadio latente: riesgo incrementado (carga genética)
Estadio 1: episodios con periodos de eutimia bien definidos
Estadio 2: síntomas residuales interepisódicos (comorbilidad y ciclos rápidos)
Estadio 3: marcado deterioro cognitivo y funcional (con cierta independencia funcional)
Estadio 4: total incapacidad funcional
Psicopatología afectiva
Rendimiento cognitivo
Nivel de funcionamiento
Marcadores biológicos (↑TNF- α, ↑3-nitrotirosina, ↓ BDNF, ↑glutatión reductasa y transferasa) 
aKauer-Sant’Anna et al., 200933  Estadios tardíos: ↓IL 6, ↓BDNF, ↑TNF-α 
aRosa et al., 201432  Estadios III y IV: peor funcionamiento (FAST) 
aGrande et al., 201431  Estadios tardíos: ↑IL 6 
aDe Goi et al., 201553  Estadios tardíos: tratamientos más complejos 
aSiwek et al., 201734  Estadios III y IV: ↑sTNFR80, ↓sIL-2R 
aReininghaus et al., 201636  Estadios tardíos: ↑MMP9, ↑sICAM-1 
aMwangi et al., 201618  Estadios tardíos: alteraciones neuroanatómicas 
aCao et al., 201619  Estadios tardíos: menor volumen hipocampal y peor rendimiento en aprendizaje verbal 
aTatay-Manteiga et al., 201735  Estadios tempranos: ↑IL-10 
Cosci y Fava, 20137  5 estadios:
- 2 preclínicos
-3 clínicos 
Estadio 1a: síntomas leves e inespecíficos (fase prodrómica)
Estadio 1b: ciclotimia
Estadio 2: primer episodio del estado de ánimo
Estadio 3: síntomas residuales interepisódicos con marcado deterioro cognitivo y funcional
Estadio 4: frecuentes episodios del estado de ánimo a pesar del tratamiento farmacológico 
Psicopatología
Rendimiento cognitivo
Nivel de funcionamiento 
Duffy, 201430  6 estadios:
- 1 preclínico
- 4 clínicos 
Estadio 0: carga genética y trastornos del estado de ánimo
Estadio 1: episodios de ansiedad y problemas del sueño
Estadio 2: episodios depresivos, distimia, ciclotimia o trastornos adaptativos
Estadio 3: episodios depresivos recurrentes
Estadio 4a: episodio hipomaníaco o maníaco (con o sin síntomas psicóticos)
Estado 4b: marcado impacto de la enfermedad sobre la salud (adicciones, comorbilidades físicas) 
Antecedentes psiquiátricos familiares
Antecedentes psiquiátricos personales
Psicopatología 
a

Validaciones parciales del modelo de Kapczinski.

Tabla 2.

Modelos más significativos de estadificación clínica en la depresión unipolar

Autor y año  Número de estadios  Descripción estadios  Marcadores de los estadios 
Fava y Kellner, 19939  6 estadios:
- 1 preclínico
- 5 clínicos 
Estadio 1: fase prodrómica (ansiedad, irritabilidad, anhedonia y alteraciones del sueño)
Estadio 2: primer episodio depresivo mayor (DEM-III-R)
Episodio 3: fase residual
Estadio 4a: distimia (DEM-III-R)
Estadio 4b: episodios depresivos recurrentes
Estadio 5: trastorno depresivo crónico (más de 2 años de duración) 
Psicopatología afectiva (importante el número de episodios previos) 
Fava y Tossani, 200738  11 estadios:
- 3 preclínicos
- 8 clínicos
Estadio 1: fase prodrómica
- 1a: sin síntomas depresivos (ansiedad, irritabilidad, anhedonia y alteraciones del sueño) acompañado de leve deterioro funcional
- 1b: con síntomas depresivos
Estadio 2: primer episodio depresivo mayor
Estadio 3: fase residual
- 3a: sin síntomas depresivos (alteraciones del sueño, ansiedad, irritabilidad anorexia y disfunción sexual)
- 3b: con síntomas afectivos (ánimo depresivo, culpa y desesperanza)
- 3c: distimia
Estadio 4a: episodios depresivos recurrentes
Estadio 4b: depresión doble
Estadio 5: trastorno depresivo mayor
Psicopatología afectiva (importante el número de episodios previos) 
Cosci y Fava, 20137  Psicopatología afectiva (importante el número de episodios previos)
Nivel de funcionamiento 
Hetrick et al., 200837  8 estadios:
- 3 preclínicos
- 5 clínicos
Estadio 0: riesgo incrementado para ansiedad o depresión (carga genética)
Estadio 1a: síntomas inespecíficos o leves de ansiedad y depresión con leves cambios en el rendimiento cognitivo y funcional
Estadio 1b: síntomas subclínicos de ansiedad y depresión con déficits moderados en el rendimiento cognitivo y funcional (EEAG<70)
Estadio 2: primer episodio depresivo mayor con deterioro de moderado a grave en el rendimiento cognitivo y funcional (EEAG: 30-50)
Estadio 3a: remisión parcial del episodio
Estadio 3b: nuevo episodio depresivo
Estadio 3c: múltiples recurrencias
Estadio 4: enfermedad grave y resistente (síntomas que no remiten, deterioro en la cognición y en el funcionamiento)
Psicopatología afectiva (importante el número de episodios previos)
Rendimiento cognitivo
Nivel de funcionamiento 
aVerduijn et al., 201539  Psicopatología afectiva (importancia del tiempo de exposición al estado depresivo)
Rendimiento cognitivo
Nivel de funcionamiento 

EEAG: Escala de Evaluación de la Actividad Global.

a

Validación del modelo de Hetrick et al. (2008).

Tabla 3.

Modelos más significativos de estadificación clínica en la esquizofrenia

Autor y año  Número de estadios  Descripción de los estadios  Marcadores de los estadios 
Fava y Kellner, 19939  5 estadios:
- 1 preclínico
- 4 clínicos 
Estadio 1: fase prodrómica (sintomatología afectiva y negativa) con deterioro del funcionamiento.
Estadio 2: episodio agudo
Estadio 3: fase residual
Estadio 4: fase subcrónica (de 6 a 24 meses)
Estadio 5: fase crónica (>24 meses) 
Psicopatología 
Lieberman et al., 200144  4 estadios:
- 2 preclínicos
- 2 clínicos 
Estadio 1: fase premórbida (alteraciones físicas leves, coordinación motora pobre, bajo rendimiento cognitivo y déficits sociales)
Estadio 2: fase prodrómica (síntomas afectivos inespecíficos, problemas del sueño, deterioro de la atención y la memoria, síntomas psicóticos leves y cambios de conducta)
Estadio 3: comienzo de la enfermedad; fase deteriorante (síntomas psicóticos, deterioro cognitivo, sintomatología negativa y déficits sociales)
Estadio 4: fase crónica/fase residual (limitada eficacia de los antipsicóticos) 
Psicopatología
Rendimiento cognitivo
Habilidades sociales
Procesos fisiopatológicos subyacentes 
Singh et al., 200545  5 estadios:
- 2 preclínicos
- 3 clínicos 
Estadio 1: fase prodrómica (P) (alteraciones afectivas, conductuales, del pensamiento, de la percepción y del funcionamiento inespecíficas)
P1: síntomas no diagnósticos presentes en grado mínimo
P2: presencia de síntomas no diagnósticos
Estadio 2: primeros síntomas psicóticos
Estadio 3: impresión diagnóstica de esquizofrenia
Estadio 4: diagnóstico definitivo de esquizofrenia 
Psicopatología
Rendimiento cognitivo
Nivel de funcionamiento
Habilidades sociales 
McGorry et al., 201042  8 estadios:
- 3 preclínicos
- 5 clínicos 
Estadio 0: riesgo incrementado de trastornos psicóticos o del estado de ánimo, sin la presencia de síntomas
Estadio 1a: síntomas leves e inespecíficos con leves cambios en el rendimiento cognitivo y funcional
Estadio 1b: síntomas moderados con cambios llamativos en el rendimiento cognitivo y funcional (EEAG<70)
Estadio 2: síntomas afectivos o psicóticos graves con un marcado deterioro cognitivo y funcional (EEAG 30-50)
Estadio 3a: remisión parcial del primer episodio
Estadio 3b: nuevo episodio
Estadio 3c: múltiples recaídas
Estadio 4: enfermedad grave y resistente (síntomas que no remiten, deterioro en la cognición y en el funcionamiento) 
Psicopatología
Rendimiento cognitivo
Nivel de funcionamiento
Marcadores electrofisiológicos (movimientos de los ojos, P50, inhibición prepulso, etc.)
Marcadores neurobiológicos (disregulación del eje HPA, marcadores estrés oxidativo)
Marcadores neuroanatómicos 
Agius et al., 201049  3 estadios:
- 1 preclínicos
- 2 clínicos 
Estadio 1: fase prodrómica
Estadio 2: primer episodio psicótico
Estadio 3: diagnóstico definitivo de esquizofrenia 
Psicopatología
Rendimiento cognitivo
Cambios neuroanatómicos 
Cosci y Fava, 20137  4 estadios:
- 1 preclínico - 3 clínicos 
Estadio 1: fase prodrómica con deterioro en el funcionamiento
Estadio 2: manifestaciones agudas
Estadio 3: fase residual
Estadio 4: fase crónica (en forma atenuada o persistente) 
Psicopatología
Nivel de funcionamiento 

EEAG: Escala de Evaluación de la Actividad Global; HPA: eje hipotálamo-hipofisario.

Una de las características que tiene que tener un trastorno para beneficiarse de un modelo clínico de estadificación implica poseer un curso clínico predecible en el tiempo10. Los estadios iniciales serán más benignos y tenderán a responder a estrategias terapéuticas más sencillas. En cambio, los estadios más avanzados precisarán herramientas terapéuticas de mayor riesgo, es decir, con mayor capacidad para producir efectos adversos o alteraciones físicas a largo plazo, así como estrategias paliativas centradas en las consecuencias y discapacidades generadas por la enfermedad11. Diversos autores1,12,13 han defendido la hipótesis según la cual el curso natural de los trastornos mentales graves se desarrolla desde un estado asintomático (en riesgo) hacia manifestaciones inespecíficas de síntomas, tales como ansiedad leve, síntomas subdepresivos y somáticos, las cuales pueden derivar finalmente en un trastorno mental específico. Asimismo, múltiples estudios han mostrado que los patrones de respuesta al tratamiento varían en función del momento evolutivo en el que se lleva a cabo la intervención terapéutica4,5,12,14.

Los modelos planteados hasta la actualidad son interesantes, sin embargo, se trata de propuestas exclusivamente teóricas. Los esfuerzos de ahora en adelante deberían dirigirse hacia su validación empírica. Además, abordan la realidad del trastorno mental de forma parcial, dado que no contemplan todas las variables que pueden tener relevancia en el transcurso del trastorno, como son el estado de salud física15,16, la calidad de vida relacionada con la salud17 o los marcadores neuroanatómicos18,19.

Método

Esto es una revisión selectiva sobre la estadificación clínica en los trastornos mentales graves, es decir, trastorno bipolar (TB), depresión y esquizofrenia. Se realizó una búsqueda general en las bases de datos de PubMed con la siguiente estrategia de búsqueda ((staging[Other Term]) AND (schizophrenia[Mesh Terms] OR bipolar disorder[Mesh Terms] OR depression[Mesh Terms])). Con el fin de encontrar otras referencias relevantes, se llevó a cabo una búsqueda manual con la bibliografía de los artículos seleccionados. A continuación, se realizó una criba en la que se seleccionaron estudios según los siguientes criterios de inclusión: 1) trabajos cuyo objetivo de estudio fuese la propuesta de un modelo de estadificación clínica para el TB, la depresión o la esquizofrenia; 2) que describiesen de forma clara los diferentes estadios propuestos; 3) escritos en inglés o español.

Resultados

De la búsqueda electrónica se obtuvieron un total de 35 artículos y de la búsqueda manual un total de 20. Utilizando los criterios de inclusión, únicamente 15 artículos describían de forma precisa un modelo de estadificación para cada uno de los trastornos estudiados, los demás o bien no describían un modelo o se referían a modelos previos.

Estadificación clínica en el trastorno bipolar

En las 2últimas décadas se ha considerado que la etiopatogenia del TB implica la presencia de un proceso activo de neuroprogresión que, al menos en parte, se encuentra mediado por procesos inflamatorios, de estrés oxidativo, apoptosis y cambios en la neurogénesis20-22. Dichas características lo convierten en un trastorno idóneo para beneficiarse de un modelo de estadificación clínica 20.

Asimismo, la evidencia clínica apoya su desarrollo desde estadios prodrómicos (preclínicos) hacia fases más graves y resistentes al tratamiento23. Ejemplo de ello sería la disminución del tiempo de eutimia, el aumento de la frecuencia y la gravedad de los episodios, el mayor riesgo de recurrencia y el aumento de la sensibilidad a los factores estresantes con el paso del tiempo24. Aquellos pacientes que han experimentado 10 o más episodios presentan con mayor frecuencia incapacidad laboral, peor funcionamiento y calidad de vida, además de una sintomatología más grave y persistente. El concepto de carga alostática, que hace referencia a los mecanismos fisiológicos de adaptación al estrés, permitiría integrar dichos hallazgos25-27. Además, los estudios que examinan la respuesta al tratamiento revelan que tanto los tratamientos psicológicos como los farmacológicos son más eficaces si se implementan en la fases iniciales14,28.

En los últimos años, se han propuesto distintos modelos teóricos de estadificación clínica para el TB (ver tabla 1). El primero, desarrollado por Berk et al.29, consta de 7 estadios y se centra en variables de psicopatología afectiva. Comienza con un periodo asintomático, en el que principalmente se identifican factores de riesgo (estadio 0, de riesgo incrementado), a partir del cual se puede avanzar hacia el estadio 1a (presencia de síntomas leves e inespefícicos), o bien, directamente al estadio 1b (manifestación de síntomas prodrómicos). A continuación, puede presentarse el primer episodio afectivo (estadio 2, primer episodio de trastorno del estado de ánimo. El estadio 3 (recurrencia) se clasifica en función del número y tipo de episodios: estadio 3a (recurrencia con síntomas del humor subsindrómicos); estadio 3b (recurrencia con síntomas bien definidos) y estadio 3c (múltiples recurrencias). Finalmente, en el estadio 4 (enfermedad resistente), los autores describen a pacientes cuyo curso clínico se caracteriza por síntomas persistentes y resistentes al tratamiento. Años más tarde, los mismos autores propusieron las estrategias terapéuticas más adecuadas para cada uno de los diferentes estadios11.

En 2009, Kapczinski et al.27 plantearon un segundo modelo de 5 estadios que, además de incluir psicopatología afectiva, incorporaba variables cognitivas, de funcionamiento y marcadores biológicos, y establecieron para cada estadio un pronóstico y tratamiento distinto. El modelo consta de 4 estadios: uno preclínico (estadio 0, latente) y 3 clínicos. El estadio 1 se caracteriza por la presencia de episodios del estado de ánimo separados por periodos claros de eutimia. A continuación, en el estadio 2, dichos periodos de eutimia se verían contaminados por síntomas residuales. En el estadio 3 se manifestaría un marcado deterioro cognitivo y funcional, cuyo agravamiento implicaría la llegada al estadio 4, es decir, la presencia de una absoluta incapacidad funcional. Años más tarde, en 2013, Cosci y Fava7 desarrollaron un modelo de 4 estadios similar al de sus antecesores, pero eliminando el estadio preclínico, ya que consideraron que las manifestaciones prodrómicas eran altamente inespecíficas y no permitían discriminar entre los diferentes tipos de trastornos. Duffy et al.30, en cambio, teniendo en cuenta la elevada heredabilidad del TB, vuelven a incluir un estadio preclínico definido únicamente por la presencia de antecedentes familiares de TB confirmados, y consideran a la descendencia de estos pacientes como grupo de elevado riesgo. Su modelo, además de incorporar este estadio preclínico, diferencia entre 2 subgrupos de pacientes: los que progresan a un TB clásico y los que desarrollan un trastorno del espectro bipolar (pacientes con síntomas mixtos o psicóticos). El modelo se compone de 6 estadios y, en función del subgrupo al que se pertenezca, se establecen diferentes marcadores clínicos30.

Por otro lado, sin llegar a proponer modelos concretos, se han identificado variables potencialmente útiles para clasificar a los pacientes con TB en función de la gravedad, como son el nivel de funcionamiento31,32 o los marcadores biológicos31,33-36. En concreto, se han observado alteraciones en varios parámetros inflamatorios en los estadios tardíos (III-IV) del TB: interleucinas 1 (sIL-2R)34, 6 (IL-6)31,33 y 10 (IL-10)35; receptor 80 del factor de necrosis tumoral (sTNFR80)34; factor neutrófico derivado del cerebro (BDNF)33; metaloproteinasa de la matriz MMP-936 y las moléculas de adhesión intercelular 1 (sICAM-1)36 (para más información ver tabla 1).

Así mismo, Mwngi et al.18 encontraron diferencias neuroanatómicas entre los pacientes en estadio temprano, intermedio y tardío. Aquellos en estadios más avanzados presentaban mayores alteraciones cerebrales estructurales, lo que apoya la hipótesis de la neuroprogresión en el TB y la utilidad de los modelos de estadificación. En otro estudio de neuroimagen, Cao et al.19 encontraron que los pacientes en estadios tardíos tenían un menor volumen hipocampal y mayores dificultades en aprendizaje verbal que los sujetos controles. Estos estudios señalan que las alteraciones neuroanatómicas parecen ser potenciales marcadores de estadificación clínica para el TB.

Estadificación clínica en la depresión

Para la depresión mayor se han desarrollado modelos de estadificación clínica con 2propósitos diferentes: clasificar la progresión de la enfermedad y la resistencia al tratamiento. En esta revisión nos centraremos en los primeros (ver tabla 2), dado que los segundos se circunscriben a las depresiones resistentes.

Con estos modelos se entiende que la aplicación del modelo de estadificación en depresión podría permitir retrasar o prevenir el inicio de la enfermedad, así como aumentar el número de personas tratadas de forma adecuada, reducir la gravedad del trastorno o impedir su progresión6,37.

Fava y Kellner9 desarrollaron el primer modelo de estadificación clínica para la depresión unipolar, posteriormente actualizado en 200738. El modelo consta de 6 estadios y se basa en la sintomatología afectiva y el número de episodios. Según estos autores, la depresión comienza con una fase prodrómica caracterizada por la presencia de factores de riesgo sin síntomas depresivos (etapa 1a) o por síntomas subdepresivos que no alcanzan la gravedad de un episodio (etapa 1b). A partir de entonces, los individuos pueden presentar el primer episodio depresivo (estadio 2). A continuación, la fase residual (estadio 3) puede consistir en un periodo asintomático (etapa 3a) o en una etapa en la cual se cumplen criterios diagnósticos para un trastorno distímico (estadio 3b). El estadio 4 se caracteriza por la presencia de múltiples recurrencias (estadio 4a) y, si la distimia ha estado presente, se propone el diagnóstico de depresión doble (estadio 4b). Por último, el estadio 5 se alcanza cuando no se dan períodos de remisión y la duración del episodio depresivo es superior a los 2 años. En 2013, proponen una nueva versión7 en la que añaden el nivel de funcionamiento como variable que determina el paso entre estadios, y dividen la fase residual en 3 etapas: 1) síntomas no afectivos tales como problemas de sueño, ansiedad o disfunción sexual; 2) distimia y 3) síntomas depresivos.

En el 2008, Hetrick et al.37 proponen una adaptación del modelo de McGorry12 para trastornos psicóticos y del estado de ánimo. Dicho modelo consta de 8 estadios y tiene en cuenta los cambios en el rendimiento cognitivo y en el nivel de funcionamiento del paciente. Los 3 primeros son preclínicos y durante los 5 subsiguientes se desarrollan los síntomas característicos de un trastorno depresivo mayor (estadio 2: primer episodio depresivo; estadio 3a: remisión parcial del primer episodio depresivo; estadio 3b: recurrencia; estadio 3c: múltiples recurrencias y estadio 4: trastorno depresivo mayor grave y persistente determinado por la gravedad de la psicopatología y su repercusión fuerte sobre la cognición y el funcionamiento). Verduijn et al.39 examinaron la validez predictiva del modelo de estadificación propuesto por Hetrick37. Con dicha investigación demostraron que es razonable el uso de un modelo de estadificación basado en estadios puramente clínicos para el trastorno depresivo mayor. Sin embargo, y en contra de lo que se pensaba, el tiempo de exposición al estado depresivo parecía caracterizar mejor las etapas clínicas que el número de episodios depresivos previos.

Con relación a parámetros fisiológicos, no se encontraron investigaciones que identificaran biomarcadores capaces de discriminar la progresión de la enfermedad40. Es más, los mecanismos fisiopatológicos implicados en la etiología de la depresión no se han encontrado asociados con su progresión clínica41.

Estadificación clínica en la esquizofrenia

La esquizofrenia es un trastorno mental complejo de larga evolución cuyos síntomas suelen emerger durante la adolescencia y la adultez temprana. Nuestros sistemas actuales de clasificación carecen de validez diagnóstica, en particular en estas primeras fases, cuando los síntomas aún están apareciendo y no se han desarrollado lo suficiente como para ajustarse a los criterios sindrómicos existentes. Esto se debe principalmente a la dificultad para distinguir entre los cambios normativos o transitorios del neurodesarrollo y aquellos que preceden al desarrollo de un trastorno mental42. La creación de modelos de estadificación que permitan incorporar estadios prodrómicos junto con estrategias terapéuticas adaptadas posibilitaría disminuir el grado de deterioro asociado al trastorno, así como prevenir la progresión a etapas más avanzadas.

Las bases para la aplicación de los modelos de estadificación clínica en la esquizofrenia partieron de la concordancia entre los estudios neuroanatómicos del cerebro (cambios en la sustancia gris) descritos por Pantelis et al.43 y aquellos basados en la clínica por McGorry et al.12. El primer modelo teórico de estadificación para la esquizofrenia fue propuesto por Fava y Kellner9 (ver tabla 3). Este modelo consta de 5 estadios basados solo en la psicopatología. Los estadios son los siguientes: estadio 1, síntomas prodrómicos (principalmente afectivos y negativos) con limitaciones del funcionamiento; estadio 2, episodio agudo; estadio 3, síntomas residuales; estadio 4, síntomas subcrónicos (duración entre 6 y 24 meses) y estadio 5, síntomas crónicos (duración mayor de 2 años). En el 2001, Lieberman et al.44 propusieron un nuevo modelo con 4 estadios que incluía, además de variables psicopatológicas, marcadores biológicos y de funcionamiento cognitivo y social. En 2005, Singh et al.45 propusieron 5 estadios en el desarrollo de la esquizofrenia: pródromos (P1: síntomas no diagnósticos presentes en grado mínimo; P2: presencia de síntomas diagnósticos), primeros síntomas psicóticos, impresión diagnóstica de esquizofrenia y estadio crónico (diagnóstico definitivo). Previamente, Cannon et al.46 habían descrito un estadio premórbido, previo a los pródromos, en el cual se podían observar signos de retraso en el neurodesarrollo que parecían indicar un aumento del riesgo de desarrollar esquizofrenia en el futuro. Años más tarde, McGorry et al.4 desarrollaron un modelo de 8 estadios cuya novedad principal fue la inclusión de marcadores electrofisiológicos, neurobiológicos y de neuroimagen. Tras numerosas modificaciones47,48, el modelo final contempló los siguientes estadios: estadio 0, riesgo incrementado de trastorno psicótico sin la presencia de síntomas; estadio 1a, presencia de síntomas leves o inespecíficos; estadio 1b, síntomas subsindrómicos moderados; estadio 2, inicio del primer episodio psicótico; estadio 3a, remisión parcial del primer episodio; estadio 3b, recurrencia o recaída del trastorno psicótico; estadio 3c, múltiples recurrencias con mayor gravedad clínica e impacto de la enfermedad y estadio 4, enfermedad grave y persistente. En 2010, Agius et al.49 propusieron un modelo de 3 estadios basado en el impacto cognitivo, neuroanatómico y clínico de la enfermedad. Finalmente, Cosci y Fava7 plantearon un modelo que integraba las anteriores propuestas y consta de 4 estadios: 1) síntomas prodrómicos con deterioro del funcionamiento; 2) manifestaciones agudas; 3) fase residual y 4) fase crónica (de manera atenuada o persistente).

En los últimos años, encontramos varios estudios que evidencian la utilidad de un enfoque basado en el estadificación clínica para la esquizofrenia. Para empezar, en el 2016 una investigación mostró que las variaciones en la adherencia celular, en particular la molécula sICAM-1, reflejaban un modelo de estadificación bioquímico en esquizofrenia50. También, Dragioti et al.51 examinaron las diferencias que había en 3 grupos de pacientes con un diagnóstico de esquizofrenia (clasificados según su edad) en la Escala del Síndrome Positivo y Negativo de la Esquizofrenia. Los resultados del estudio señalaban que el curso de la esquizofrenia parecía reflejar un proceso que va desde un funcionamiento mental coherente con conciencia de enfermedad hasta la desorganización y, finalmente, el deterioro neurocognitivo. Otro estudio reciente52 mostró que individuos con un solo episodio de esquizofrenia presentan puntuaciones menos graves en la dimensión positiva, desorganizada y en el factor de hostilidad que aquellos que han sufrido más de uno. Dichos hallazgos proporcionan apoyo empírico (validaciones parciales) a la noción de estadificación en esquizofrenia; no obstante, son necesarios más estudios que determinen marcadores clínicos y biológicos específicos para cada etapa, así como otros que tengan en cuenta la naturaleza multidimensional del trastorno.

Discusión

En las 2últimas décadas, los modelos de estadificación en los trastornos mentales graves, es decir, el TB, la depresión y la esquizofrenia, han ido evolucionando y progresando debido a la necesidad clínica de estratificar a los pacientes de cara a acercarnos a una medicina de precisión.

En este artículo realizamos una revisión selectiva sobre los modelos de estadificación para los trastornos mentales graves propuestos hasta la actualidad. Es necesario señalar que, a pesar de los modelos disponibles, ninguno de ellos ha demostrado su validez de forma empírica.

Con respecto al TB, se han identificado 4 modelos elaborados a finales de la primera década del siglo XXI: es el de Kapczinski et al.27 el que más evolución y progresión ha tenido. En este sentido, Rosa et al.32 clasificaron a 54 pacientes según el modelo de Kapczinski. Para ello, utilizaron una entrevista semiestructurada y se basaron en el curso de la enfermedad, la presencia de enfermedades comórbidas y el nivel de funcionamiento (trabajo, relaciones sociales y autocuidado). Con este estudio mostraron evidencia a favor de la estadificación clínica en el TB, ya que los pacientes en estadios iniciales mostraron un mejor funcionamiento que en estadios tardíos. Siguiendo la misma metodología, De Goi et al.53 demostraron que los pacientes en estadios precoces requerían unas estrategias farmacológicas más simples que aquellos clasificados en estadios más avanzados. Por último, encontramos otro estudio en el que demuestran que niveles bajos de sIL-2R y altos de sTNFR80 en suero son característicos de estadios tardíos34. A pesar de que pudiera parecer que estos estudios validan el modelo propuesto por Kapczinski, solo lo hacen parcialmente: unos con base en el funcionamiento, otros con base en el tratamiento y otros con base en algunos biomarcadores específicos. El resto de los estudios encontrados se limitan a identificar variables que discriminan entre estadios precoces y tardíos sin seguir ni proponer ningún modelo de estadificación en particular18,19,31,33,36.

Con relación a la depresión unipolar, se han propuestos 3 modelos de estadificación. Todos ellos definen con claridad una fase prodrómica, pero muestran discrepancias con relación al número de estadios preclínicos que la conforman. El único modelo validado empíricamente ha sido el desarrollado por Hetrick et al.37. Con dicha investigación se demostró la validez predictiva de los modelos de estadificación clínica para la depresión. Además, encontraron que el tiempo de duración de los episodios tiene un mayor poder predictivo que el número de episodios previos.

En cuanto a los modelos de estadificación clínica para la esquizofrenia, encontramos 6 propuestas teóricas. La última, de Cosci y Fava7, integró todas las propuestas anteriores y consta de 4 estadios: pródromos, manifestaciones agudas, fase residual y fase crónica. El resto de los estudios en pacientes con este diagnóstico se basan en dividir la muestra en función de los años de evolución y encontrar marcadores que discriminen entre estadios precoces y avanzados, pero no validan los modelos de estadificación propuestos hasta la fecha.

Futuros estudios deberán llevar a cabo investigaciones longitudinales y determinar el valor predictivo de los modelos de estadificación clínica para los distintos trastornos comentados. Todo ello con la finalidad de mejorar y precisar la capacidad diagnóstica (desde los estadios iniciales con la necesidad de detección precoz hasta los estadios más avanzados de la enfermedad con la necesidad de identificar complicaciones y déficits sobrevenidos: comorbilidades somáticas y psiquiátricas, y pérdidas en nivel de funcionalidad y calidad de vida), así como favorecer la aplicación de intervenciones adaptadas a las necesidades de los pacientes según el estadio en el que se encuentren.

Conclusiones

De lo señalado podemos concluir que los modelos de estadificación clínica utilizados tradicionalmente por otras especialidades de la medicina podrían ser aplicables también a los trastornos mentales y del comportamiento. En concreto, se han establecido distintos modelos teóricos para el TB, la depresión y la esquizofrenia en la última década. Sin embargo, tan solo uno de los desarrollados para la depresión ha demostrado su validez de forma empírica. Por todo ello, y a pesar de los esfuerzos realizados, resulta imprescindible validar los modelos desarrollados hasta la fecha o crear nuevos modelos de estadificación empíricos que demuestren ser válidos para la práctica clínica habitual.

Financiación

Lorena de la Fuente-Tomás cuenta con un contrato dentro del Programa Severo Ochoa de Ayudas Predoctorales para la investigación y docencia del Principado de Asturias.

Este estudio está financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, Instituto de Salud Carlos III (PI14/02037 y PI16/01761) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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