Los farmacéuticos que ejercemos en oficina de farmacia creemos en este modelo y por ello todos hemos hecho denodados esfuerzos por completar y actualizar permanentemente nuestra formación e información. La profesión ha evolucionado en esta dirección y si bien es cierto que no todos sus miembros están comprometidos con el seguimiento farmacoterapéutico o la Atención Farmacéutica sistematizados, no es menos verdad que la dispensación activa e informada es una realidad palpable.
También los farmacéuticos que ejercen en hospital y en los centros de salud, así como los que ejercen en cualquier otra modalidad de ejercicio profesional orientada al paciente, están permanentemente formándose, colaborando activamente con otros profesionales de la salud para conseguir el mismo objetivo y desarrollando día a día una gran labor para el reconocimiento de nuestra profesión en el campo de la salud. No quiero olvidar tampoco a los farmacéuticos que trabajan en el ámbito rural ni a los que velan por la salud alimentaria, y seguro que me dejo a muchos otros, porque nuestra profesión se despliega en ámbitos muy diversos.
Todos debemos persistir en este esfuerzo, porque de él emanan consecuencias muy positivas no sólo para la salud de la población, que es lo primero y más importante, sino también para la imagen y el prestigio de nuestro colectivo y su encaje en el marco global de la atención a la salud.