En sus primeras declaraciones, el nuevo director general de Farmacia del Ministerio de Sanidad y Consumo se ha mostrado partidario de potenciar la atención farmacéutica en lo que se refiere al seguimiento de los pacientes para prevenir problemas derivados del uso de los medicamentos y reducir su impacto económico en el sistema sanitario público. Para la nueva Administración sanitaria, lo más urgente es la elaboración de una política farmacéutica integral que permita controlar la calidad del servicio y el gasto, haciéndolo sostenible.
Hasta el momento, todas las medidas encaminadas a reducir el gasto público en medicamentos se han mostrado ineficaces o incluso han terminado favoreciendo lo contrario de lo que perseguían, es decir, han contribuido a aumentar la factura. Se habla en estos momentos de introducir alguna forma de copago o de romper con el clásico sistema de pensionistas y trabajadores en activo, para impedir que los denominados «jubilados de oro» tengan los medicamentos gratis y que los trabajadores que sufren «contratos basuras» deban pagar el 40% de los medicamentos. En ausencia de medidas estructurales que hagan compatible la calidad del servicio con su sostenibilidad, es bueno que Sanidad considere que son los farmacéuticos quienes, mediante la atención farmacéutica, pueden contribuir al uso racional de los medicamentos y a importantes ahorros en farmacia sin que se resienta la calidad del servicio.
El farmacéutico es un experto en sanidad y medicamentos muchas veces desaprovechado. Resulta esperanzador que desde la Administración se adviertan las posibilidades de la atención farmacéutica, no entrando en colisión con los médicos, sino desempeñando funciones específicamente farmacéuticas que permitan emplear los medicamentos más seguros y eficaces al menor coste posible para los pacientes y para la comunidad.
Nada será más beneficioso para la profesión que su contribución al uso racional de los medicamentos, haciendo compatible la calidad farmacéutica y la sostenibilidad del sistema, de modo que disminuyan las incidencias relacionadas con el mal uso de los medicamentos. Se abre así un camino prometedor para la colaboración entre la Administración sanitaria, los farmacéuticos, las demás profesiones sanitarias y los pacientes, que repercutirá en beneficio de todos.
J. Esteva de Sagrera
Director