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Vol. 23. Núm. 9.
Páginas 110-122 (Octubre 2004)
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Medicina y remedios tradicionales del Caribe
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Manuel Pijoan
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Tabla 1. Plantas medicinales utilizadas simultáneamente en varios países y regiones caribeños
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La extensa y compleja terapéutica criolla

Si se considera el Caribe en su acepción más amplia, la etnobotánica medicinal de esta región del mundo es tan amplia como numerosas son las etnias que pueblan sus islas, sus orillas continentales y sus zonas de influencia. Pero si por Caribe se entiende tan sólo las Antillas, el tema se limita en gran parte, ya que, tanto la farmacopea de estas islas como la medicina tradicional que se practica en ellas son expresiones de una cultura criolla*, típicamente caribeña y resultante de una compleja herencia amerindia, africana, europea y asiática.

La uva caleta, una planta herbácea muy común en las playas caribeñas, se utiliza como antidiarreico y para tratar las afecciones respiratorias.

Debido a la complejidad de la herencia cultural amerindia, la farmacopea caribeña no deja de ser muy extensa, sobre todo en las grandes islas antillanas, donde a una mayor diversificación de la flora se suma el hecho de que la gran mayoría de la población tiene escaso acceso a los productos farmacéuticos de síntesis y trata sus enfermedades con plantas. Así por ejemplo, en Cuba, la mayor de las Antillas --y una de las islas cuyos habitantes tienen menos acceso a los fármacos sintéticos--, se utilizan corrientemente cerca de 900 especies medicinales1, mientras que en la Martinica, una isla mucho más pequeña que pertenece a Francia, el número de especies que se emplean comúnmente apenas supera las 2502. Por lo demás, esta última cifra no deber estar muy alejada de la realidad, ya que el inventario de las plantas medicinales martiniquesas fue efectuado en toda la isla por un equipo interdisciplinario compuesto por un etnólogo, una enfermera, un agrónomo y varios farmacéuticos. Una vez determinados los «conceptos patológicos» definidos y utilizados por la población criolla, y tras dividir la isla en ocho zonas «etnológico-climático-florísticas», los miembros del equipo hicieron una exhaustiva encuesta entre las familias de estas zonas para obtener la información más precisa posible sobre los tratamientos empleados para cada dolencia, al tiempo que recogían las plantas medicinales para su identificación ulterior.

Una de las manifestaciones culturales más características de los indios cuna son las molas, piezas de tela de una gran carga simbólica que llevan las mujeres adosadas a sus vestidos.

El programa TRAMIL

Tal como se había hecho previamente en otras islas caribeñas, los miembros del equipo de la Martinica siguieron la metodología del programa TRAMIL, una metodología que prefiere poner el énfasis en los usuarios de los remedios caseros y las personas que los administran que en los curanderos o médicos tradicionales, cuya práctica está a menudo imbuida en exceso de conceptos mágicos. De acuerdo con esta metodología, los investigadores entrevistaron sobre todo a madres y abuelas ya que, mucho más que los padres y por supuesto que los varones solteros, son ellas quienes más participan en la supervivencia de la medicina tradicional dentro de la unidad familiar.

Curandera de la etnia guajira de la costa caribeña de Colombia.

El cuestionario empleado en la isla francesa, también de acuerdo con el programa antes citado, incluía cuestiones sobre las plantas empleadas para tratar una enfermedad, tales como su nombre vernáculo, su modo de obtención, las partes utilizadas de cada planta para preparar el remedio, la dosis, la forma y el modo de administración y las posibles contraindicaciones o los peligros potenciales. Dado que en todos los casos a la persona entrevistada se le permitía elegir la enfermedad sobre la que se centraría la encuesta, el enfoque de este estudio también se adecuó a uno de los objetivos esenciales del programa, a saber, el de valorar los tratamientos tradicionales de las enfermedades familiares más comunes para poder comunicar luego los resultados de estas valoraciones a las familias y a sus comunidades.

Una mujer guajira colombiana durante el rito de iniciación al curanderismo.

El programa TRAMIL de investigación aplicada sobre medicina tradicional para las islas caribeñas (Tradicional Medicine for the Islands) nació en 1982, en la República Dominicana, de un esfuerzo común entre la ONG ENDA-Caribe, el laboratorio de sustancias naturales de la Facultad de Medicina y Farmacia de Puerto Príncipe y una federación de asociaciones campesinas dominicanas. Posteriormente, en 1994, con fondos del IDRC (International Development Research Centre), se estableció una oficina regional para Centroamérica, desde Belice hasta Panamá. Desde entonces, el programa TRAMIL ha crecido sin tregua, de forma que hoy su radio de acción abarca desde la costa caribeña de Yucatán (México) hasta las costas de Venezuela e incluso de la Guayana francesa --que ya no es caribeña, sino netamente atlántica--, pasando por la mayoría de las islas y de los países antillanos. La lista de las instituciones que han participado en investigaciones científicas del programa es larga e incluye algunas de gran prestigio internacional, como las universidades de Estrasburgo, de Leyden (Holanda) y Uppsala (Suecia), el Max-Plank Institut de Alemania, el Museo Nacional de Historia Natural de París o el Jardín Botánico de Missouri (EE.UU.), además de muchas otras de ámbito regional.

Momordica charantia es una cucurbitácea que se emplea como vermicida, antifebrífuga y para tratar la hipertensión arterial.

La aristoloquia es una planta que los indios garífuna emplean como antifebrífugo y analgésico.

Los chamanes de la etnia kogi utilizan el trance como herramienta terapéutica complementaria a la fitoterapia.

La sensitiva (Mimosa pudica) se utiliza para tratar los trastornos ginecológicos y afecciones cutáneas.

Desde sus inicios, el objetivo del programa ha sido el de dar alternativas comprobadas científicamente a los fármacos sintéticos mediante la mejora y la racionalización de las terapéuticas populares basadas en el uso de plantas medicinales. Sin negar la importancia de la medicina institucional, indispensable para el tratamiento de los casos más graves, los científicos del programa intentan conocer más a fondo las prácticas tradicionales para poder diferenciar lo que es mera creencia de lo que es útil y eficaz, y permitir así que la gente del pueblo pueda solucionar con eficacia y a bajo coste la mayoría de sus problemas de salud.

La biodiversidad vegetal de la flora dominicana es una de las más altas de las Antillas.

Diferenciar entre simples creencias y tratamientos eficaces no es un asunto baladí cuando se trata de medicina criolla. Esta práctica se rige, en efecto, por principios tan alejados de la ciencia actual como la estrategia preventiva de conservar el equilibrio entre lo «caliente» y lo «frío» --un concepto neohipocrático cuya transgresión daría origen a la enfermedad-- o la doctrina denominada de las signaturas, según la cual la práctica terapéutica, al igual que la magia, debería basarse en la analogía entre la enfermedad y su tratamiento. Un buen ejemplo de esto último es la administración de las flores rojas de la acantácea Justicia secunda para intentar que mejore la circulación sanguínea del paciente. Ejemplos de trasgresión del equilibro entre lo caliente y lo frío --más allá de prácticas de sentido común, verdaderamente relacionadas con la temperatura, tales como abrigarse cuando hace frío y no beber líquidos casi helados cuando hace mucho calor-- son las «inflamaciones» causadas por un calentamiento de la sangre tras una larga o fatigosa exposición al sol; el consumo de comidas «frías» como los plátanos o la piña cuando uno se siente «caluroso», lo que puede provocar escalofríos y fiebre «al convertirse la sangre en agua», líquido este último que ya no es apto para calentar el cuerpo; o, en términos más generales, el cambio de un estado frío a otro caliente, que puede causar esa enfermedad misteriosa que los martiniqueses rurales denominan «imprudencia». Si a estas doctrinas, más o menos precientíficas, se suma el hecho de que la medicina popular está impregnada de creencias y prácticas mágicas y religiosas tales como hechizos, males de ojo y su pretendida curación por la brujería, se comprende todavía más la necesidad de separar lo que es realmente efectivo de lo que no es más que simple superstición. Así, no es de extrañar la importancia que los miembros del programa TRAMIL otorgan al estudio, no sólo etnológico, sociológico y botánico, sino también fitoquímico, farmacológico y medical, de las plantas medicinales de uso popular para poder determinar su verdadera eficiencia terapéutica. Una de las importantes herramientas con que cuentan los investigadores para llevar a cabo este enfoque multidisciplinario la constituyen las encuestas etnofarmacológicas antes citadas, dirigidas sobre todo a madres y abuelas, cuyo punto de partida no son las plantas, sino los síntomas o problemas de salud tal y como son percibidos por los grupos humanos que responden a los cuestionarios.

Además de los estudios efectuados en Martinica entre septiembre de 1990 y diciembre de 1995 --y después de las primeras encuestas llevadas a cabo en 1984 en la República Dominicana y en Haití, que se completaron luego en otras zonas geográficas de ambos países--, los colaboradores del programa TRAMIL han realizado encuestas en Antigua, Barbados, Belice, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, Granada, Guadalupe, Guatemala, Guayana francesa, Honduras, Nicaragua, Panamá, Quintana Roo (Yucatán), Puerto Rico, San Andrés, Santa Lucía y Venezuela, y prevén efectuar otras en Jamaica, Trinidad y Tobago y San Vicente. Para el análisis de estas encuestas se aplicaron los mismos criterios cuantitativos de selección que se habían utilizado en las encuestas iniciales y que fueron afinándose en los sucesivos seminarios del programa, desde el primero convocado en Haití en noviembre de 1986 hasta el último realizado en Mérida (México), en marzo de 2003. Entre otros criterios cualitativos, cabe citar la definición del número de encuestas mediante una estadística basada en el número de habitantes de la zona y, una vez efectuadas estas encuestas, la selección de las especies medicinales utilizadas en el tratamiento de una dolencia dada en función de la frecuencia de citación por los grupos encuestados.

Los resultados de todas estas encuestas, así como los de los numerosos trabajos de caracterización química, toxicológica y farmacológica de las plantas medicinales caribeñas, y de los distintos estudios de validación científica de terapéuticas a base de muchas de estas plantas, han sido publicados en innumerables artículos e incluidos en bancos de datos informatizados tales como Biosis, CNRS, Medline y NAPRALERT. Por lo demás, los investigadores de TRAMIL no han desdeñado los aspectos más formativos del programa y, además de publicar varias obras divulgativas sobre fitoterapias ya validadas por ellos y de transmitir los resultados de los cuestionarios a las familias encuestadas, se ocupan de formar a médicos, farmacéuticos y otras personas relacionadas con la sanidad básica, de hacerles participar en sus investigaciones siempre que lo deseen y de mantenerles informados sobre sus últimas investigaciones mediante las redes antes citadas, los boletines informativos del programa y las actas de los 10 seminarios realizados hasta la fecha.

Tan lejos y tan cerca

Joven muchacha de la etnia cuna, que habita en el archipiélago panameño de San Blas.

Alejados de la cultura criolla, los pech y mestizos de Honduras sólo usan 11 de las especies vegetales empleadas por los martiniqueses (sobre un total de 92 plantas enumeradas por Lentz et al), en tanto que los cuna de San Blas, todavía muy aislados en un mundo étnico que sigue bien estructurado pese a su gran dependencia del turismo y de la economía panameña, sólo emplean seis de estas plantas sobre un total de 90 especies reseñadas por el equipo de Gupta.

Ya totalmente aislados de la cultura criolla y de sus raíces africanas, los mayas yucatecos muestran escasas coincidencias entre su farmacopea y las floras medicinales antillanas: tan sólo dos de las plantas de uso común en Martinica sobre un escaso total de 48 especies evaluadas en Yucatán, concretamente el cedro mesoamericano (Cedrela mexicana) y el sapote (Manilkara zapota), especies ambas muy utilizadas en gran parte de México. La evaluación de Ankli et al, justo es decirlo, se limita a una simple fracción de las 360 plantas medicinales documentadas en un estudio etnobotánico previo, lo que explica la relativa parquedad de su lista; por lo demás, si uno no baja del nivel taxonómico del género --por ejemplo, dando por válida la coincidencia entre Chrysophyllum mexicanum y su congénere antillano el caimito, C. cainito--, esta cifra ya asciende hasta 9.

Fitoterapias caribeñas

La gran complejidad de la etnobotánica caribeña, más abrumadora si cabe desde que los investigadores del programa TRAMIL tomaron cartas en el asunto, obliga a concentrarse en unos pocos de los varios centenares de artículos publicados sobre este tema hasta el presente: además del estudio ya citado sobre la Martinica, en el de Gupta MP et al3 sobre la farmacopea vegetal de los indios cuna del archipiélago panameño de San Blas; en el de Lentz DL et al4 sobre las propiedades antimicrobianas de las plantas medicinales utilizadas por los indios pech y mestizos de la aldea El Carbón en la vertiente caribeña de Honduras; en el de Coe FG y Anderson GJ5 sobre las plantas medicinales de los indios garífuna del este de Nicaragua y su interés en la búsqueda de nuevos compuestos bioactivos, y en el de Ankli A et al6 sobre la evaluación etnofarmacológica de algunas plantas utilizadas por los mayas de la península mexicana de Yucatán.

La elección de estos artículos, además de la también citada obra de Roig JT1 sobre las plantas medicinales, aromáticas o venenosas de Cuba, obedece en parte a la presencia en ellos de listas exhaustivas sobre la flora medicinal de la población o del grupo étnico estudiado. El carácter exhaustivo de estas listas permite establecer comparaciones y destacar numerosas coincidencias, no sólo en las plantas medicinales utilizadas, sino también en algunas de sus aplicaciones. Para simplificar este arduo proceso comparativo conviene elegir como pauta la lista de las plantas medicinales que se utilizan comúnmente en la Martinica, no sólo porque esta relación que incluye 251 especies identificadas sobre un total de 261 plantas recogidas debe ser muy exhaustiva, sino también porque, más que las de otros grupos étnicos todavía bastante aislados en su amenazada pureza, las creencias, las costumbres y los conocimientos de la población criolla de esta isla, con sus importantes raíces africanas, mestizas y europeas, constituyen un verdadero epítome de la cultura caribeña.

En la tabla 1 destaca que el mayor número de coincidencias en el uso farmacológico de especies vegetales se da entre Cuba y Martinica. Esta gran simultaneidad no es de extrañar, no sólo porque los pobladores de ambas islas tienen muchos puntos en común pese a la diferencia idiomática --las mismas raíces africanas y europeas, la misma pertenencia a una cultura criolla y además isleña, una flora no tan distinta pese a la gran diferencia de tamaño y, por tanto, de biodiversidad existente entre ambas islas--, sino también, porque las listas de especies facilitadas para ambos países son muy exhaustivas. En realidad, y aun cuando este aspecto no se recoge en esta simplificada tabla, la coincidencia entre la farmacopea cubana y la de Martinica es de unas 110 especies, es decir de algo más del 40% de las 251 descritas para esta última isla (sobre un total de casi 900 especies cubanas).

En la tabla 1 también se aprecia una gran coincidencia entre las especies vegetales utilizadas en la Martinica y las que emplean los garífuna de Nicaragua. Pero si esta comparación se hace entre las listas completas de ambas zonas --o más cómodamente, en la tabla mucho más larga que recoge todas las plantas que coinciden en al menos dos listas y que ha servido para elaborar la tabla 1--, las coincidencias son bastante menores que en el caso de Cuba: no más de 49 sobre un total de 229 especies descritas por Coe y Anderson.

Otro tipo de comparaciones que permite realizar la tabla 1 es el de las coincidencias o diferencias en el uso de un mismo remedio vegetal. Al analizar esta tabla, lo primero que uno observa es que no hay un solo caso en que exista una coincidencia completa para todas las aplicaciones de la planta medicinal. Así por ejemplo, el mango (Mangifera indica), que se utiliza como febrífugo en las tres culturas que se valen de este medicamento vegetal, es un antidiarreico en Cuba y entre los garífuna de Nicaragua, pero no lo es en la Martinica; por el contrario, esta misma planta se utiliza como remedio de enfermedades y molestias respiratorias, y también como remedio hepático, en Cuba y en la Martinica, dos coincidencias que parecen apoyar la similtud de ambas culturas.

Además de otros febrífugos como la caña de limón (Cymbopogon citratus), el anamú (Petiveria alliacea), el café (Coffea arabica) y la lima (Citrus aurantifolia), otras plantas que tienen en común una de sus aplicaciones en tres culturas distintas son el cedro mesoamericano (Cedrela mexicana) y la menta americana (Lippia alba) como remedios respiratorios, la euforbiácea Jatropha curcas como vermífugo o remedio contra los parásitos intestinales, la uva caleta (Coccoloba uvifera) como antidiarreico y la sensitiva (Mimosa pudica) como medicina de uso ginecológico. La sensitiva, por lo demás, es la única planta de estas listas que recibe la misma utilización en cuatro de las seis culturas observadas, como bien se observa en la tabla si incluimos, como es lógico, su uso como abortivo en la ginecología. La lima, por su parte, como todos los cítricos que se consumen en zumo, es también un remedio universal contra el resfriado y de ahí la coincidencia de esta aplicación en las tres culturas implicadas. Y la euforbiácea Jatropha curcas, por último, parece que inhibe en gran medida los efectos citopáticos inducidos por el virus del sida con un grado muy bajo de citotoxicidad9.

En este mapa se pueden apreciar las zonas donde los investigadores del programa TRAMIL han efectuado estudios fitoterapéuticos.

La mayoría de las demás plantas medicinales, entre ellas la papaya (Carica papaya), el cundeamor (Momordica charantia), el ricino (Ricinus communis), el maíz (Zea mays), la canela (Cinnmomum zeylanicum), el aguacate (Persea americana) y la guayaba (Psidium guajava), coinciden en una de sus aplicaciones en al menos dos de las culturas estudiadas. Frente a estas plantas de uso en parte común, otras como Asclepias curassavica, la «yerba de la niña» (Chamaesyce hirta), la granadilla (Passiflora quadrangularis), el sapote (Manilkara zapota) y el tabaco (Nicotiana tabacum) tienen aplicaciones completamente distintas en todas las culturas en las que se ha registrado el uso de estas plantas. Una muestra más de la gran diversidad de esa vasta región geográfica que es el Caribe, incluso cuando se trata de culturas con bastantes puntos en común como son la martiniquesa y la cubana.

El mango (Mangifera indica), que se utiliza como febrífugo en las tres culturas que se valen de este medicamento vegetal, es un antidiarreico en Cuba y entre los garífuna de Nicaragua, pero no lo es en la Martinica

*Criolla en el sentido de «peculiar de Hispanoamérica» o incluso en el antiguo sentido de «negro nacido en América», es decir equivalente al francés créole, y no alusivo a los descendientes de padres europeos nacidos en el continente americano.


Abreviaturas

Ab = abortiva

As = astringente

C = dolencias cutáneas

Db = diabetes

De = problemas dentales, extracción de dientes

Di = diarrea

Diu = diurética

Dl = dolores, en general

Em = emética

F = fiebre

Ga = trastornos gástricos y digestivos

Gi = trastornos ginecológicos, problemas relacionados con el embarazo, el parto y la lactancia

He = dolencias hepáticas

Hi = hipertensión

In = inflamaciones

Lo = lombrices (ascáridos) y otros parásitos intestinales

Lx = laxante, purgante

M = malaria

O = infecciones y otros trastornos oculares

P = picaduras de artrópodos y de serpientes

Q = quemaduras

Re = enfermedades respiratorias

Rm = reumatismo

Sa = sarampión

Se = sedante

To = tónica, antianémica

Tr = torceduras

Ve = enfermedades venéreas

Vo = vómitos

Vu = vulneraria, cicatrizante

Bibliografía
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Quinlan MB, Quinlan RJ, Nolan JM..
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A search for anti-viral properties in Panamanian medicinal plants. The effects on HIV and its essential enzymes..
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