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Vol. 19. Núm. 3.
Páginas 11-13 (Marzo 2000)
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La razón de ser de la farmacia
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J. ESTEVA DE SAGRERAa
a Director científico
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Las continuas controversias que afectan a la farmacia hacen que a veces no se preste suficiente atención a sus componentes científicos y asistenciales y que se haga continuo hincapié en los aspectos económicos y políticos como los márgenes, la tributación, la transmisión y la apertura de farmacias. Todo ello es importante y exige a los farmacéuticos cada vez más tiempo y dedicación. Hay quien se ufana de ser fundamentalmente un gestor de recursos económicos, un empresario, un experto en comunicación, planificación y gestión. Nada que objetar si no se olvida la calidad de la prestación ofrecida a los usuarios y, sobre todo, la dimensión sanitaria de la profesión farmacéutica. Todo ello no por un purismo trasnochado, ni por puritanismo, y menos aún por reticencia a los aspectos económicos de los medicamentos. Quedó atrás, muy atrás, la época en que se especuló sobre la posibilidad de construir un modelo social basado en el apoyo mutuo, la solidaridad y el entusiasmo ideológico. Hoy no se discute que la economía precisa de incentivos, que la farmacia es un negocio y que debe serlo, pues sin la obtención de beneficios todo el edificio de la farmacia se desmoronaría. No se trata de postular un trasnochado puritanismo, sino de no olvidar que la función asistencial es la razón de ser de la farmacia y de los farmacéuticos, la única que avala la pervivencia de una profesión que hoy, pese a críticas y ataques, sigue teniendo la exclusiva en la dispensación de medicamentos y la propiedad de las farmacias.

En otros momentos, la profesión médica ha tendido a mirar con cierto paternalismo a los farmacéuticos. Hoy, muchos médicos, que han dicho adiós al ejercicio autónomo de su profesión, ven con admiración y quizá envidia que los farmacéuticos siguen siendo profesionales liberales, propietarios de sus establecimientos sanitarios. La profesión goza en España de buena salud, como lo demuestran las múltiples Jornadas y Congresos, que baten récords de asistencia y participación. La farmacia se mueve, tanto en su vertiente asistencial como empresarial, si bien conviene detenerse a veces para reflexionar un instante y recordar que en el mismo momento en que el farmacéutico dejara de ser un especialista de alto nivel indispensable para garantizar el uso racional de los medicamentos, se vería amenazado de muerte súbita, por óptima que fuese su gestión empresarial. Caso

de que sobreviviera como empresario, ya no podría llamársele farmacéutico, y la sociedad no financiaría la formación de los licenciados en Farmacia, porque habría dejado de necesitarlos. El farmacéutico necesita ser un buen profesional y un buen empresario, pero su razón de ser, aquello que la sociedad le exige, es que sea un eslabón indispensable en la atención farmacéutica que reciben los pacientes. *

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