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Vol. 23. Núm. 6.
Páginas 22-27 (Junio 2004)
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Vol. 23. Núm. 6.
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Juan José de Torres. Presidente de la Asociación Nacional de Consumidores y Usuarios de Servicios de Salud (ASUSALUD)
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Desde su creación, la Asociación Nacional de Consumidores y Usuarios de Servicios de Salud (ASUSALUD) se ha mostrado muy crítica con las medidas adoptadas por la Administración sanitaria en materia de política farmacéutica. Se ha opuesto a ellas con datos, argumentos evaluados y opiniones en defensa de los intereses de los ciudadanos y de una asistencia de calidad. El máximo representante de esta asociación, el farmacéutico Juan José de Torres, ha explicado para Offarm el porqué de alguno de sus posicionamientos y la importancia de luchar por mantener la vigencia del modelo farmacéutico mediterráneo.

BIOGRAFÍA PROFESIONAL

Juan José de Torres nació en Almería en 1951. En 1979 se licenció en Farmacia por la Universidad de Granada. Desde entonces regenta una oficina de farmacia, primero en Nacimiento, un pueblo almeriense de 700 habitantes, donde ejerce su profesión hasta 1996, año en el que se traslada a la localidad de Santa María del Águila (El Ejido).

De Torres se incorporó en el año 2000 al movimiento promovido por Salvador Ibáñez en defensa del modelo mediterráneo de farmacia. Un año más tarde asumió el cargo de presidente de ASUSALUD. Actualmente, compagina esta actividad con su labor de boticario y con su participación activa en la Plataforma para la Defensa del Modelo Mediterráneo de Farmacia.

Debe financiarse el medicamento que realmente ha demostrado su eficiencia y seguridad, y no lo que parece que va a funcionar

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Para situarnos, ¿puede explicarnos qué es ASUSALUD?

ASUSALUD surge del mayor movimiento ciudadano registrado en España en defensa del medicamento, el auspiciado por la Proposición de la Ley de Iniciativa Popular, que pretendió llevar a la legislación la consideración del medicamento como bien esencial. El apoyo ciudadano al proyecto, que fue respaldado por un millón trescientas mil firmas, nos obligó a pensar que, en el campo de la asistencia sanitaria, había muchas asociaciones de pacientes pero no había ninguna que enfrentara el problema global de la asistencia sanitaria en España. Esta consideración se vio reforzada ante el temor de que, como consecuencia del cierre del traspaso de la gestión de la sanidad a las diecisiete comunidades autónomas, pudieran producirse desigualdades en las prestaciones o en el acceso a éstas que perjudicaran a los consumidores. Si a ello se suma el hecho de que, también en sanidad, estamos ante un determinado tipo de consumo, queda completo el cuadro de las razones que nos movieron a crear ASUSALUD.

¿Cómo valora su experiencia al frente de la asociación?

Se resume en dos palabras: ilusión y decepción. Cuando empecé a entender el mundo del asociacionismo y el del movimiento consumerista en particular, me di cuenta de su complejidad, pero al mismo tiempo comprendí el papel decisivo que se podría llegar a tener en defensa de nuestro sistema. Me ilusionó la enorme tarea que teníamos por delante. Después, el conocimiento más profundo de los problemas me ha producido un sentimiento de cierta decepción, al comprobar el poco sentido que los consumidores tienen de sí mismos como tales. Puede ser un tópico, pero el español se implica poco. De todos modos, conservo, acrecentada, la ilusión primera, porque estoy convencido de que vamos a conseguir ese gran objetivo de que cada español tome conciencia clara de su decisivo papel como consumidor.

¿Cuáles son los objetivos que persigue ASUSALUD?

Considero vital que el consumidor se sienta informado y tome parte activa en la defensa de sus derechos. La información es lo que hace a un ciudadano auténticamente libre. Es preciso que todas las asociaciones de consumidores aunemos esfuerzos para fomentar el espíritu consumerista.

ASUSALUD defiende el modelo farmacéutico español. ¿En qué situación se encuentra éste actualmente?

Nuestro modelo, calificado de «mediterráneo», defiende la bondad de la regulación frente a la liberalización, lo que descalifica a quienes defienden una liberalización a ultranza, punto que sería nefasto para el mantenimiento de nuestro sistema sanitario. Con la Ley de Iniciativa Popular logramos transmitir un claro mensaje en ese sentido, pero no podemos bajar la guardia. En cuanto a la disparidad de políticas farmacéuticas en las distintas autonomías, todos los que se han adentrado en su estudio están de acuerdo en que ésta no es buena, fundamentalmente para el consumidor. Un consumidor cuya residencia sea fronteriza entre dos comunidades autónomas, lo que le permite el desplazamiento fácil de una a otra, tiene distintos derechos asistenciales. Es lo que se llama «efecto frontera», que no concuerda con la igualdad plasmada en nuestra Constitución. El hecho autonómico es una realidad positiva, pero hay que velar porque las desigualdades no se produzcan y todos podamos tener el mismo nivel de calidad en la asistencia farmacéutica y el mismo acceso a los medicamentos, independientemente de la comunidad autónoma en que vivamos.

Es vital que el consumidor se sienta informado y tome parte activa en la defensa de sus derechos

¿Cómo han acogido los usuarios las últimas medidas adoptadas por la Administración sanitaria en política farmacéutica?

En general, ha habido poca opinión, sea ésta crítica o no, quizá por su complejidad, que impide que la gente entienda de qué estamos hablando o, quizá, porque se ha admitido la lógica de las medidas. Hay una importante carencia de información pública al consumidor y al paciente, y las instituciones no informan adecuadamente de las consecuencias de sus decisiones. ASUSALUD es la única asociación que se ha pronunciado ante cada una de las medidas y reformas legales, tanto en sus fases de desarrollo como a su entrada en vigor. No sólo porque no estuviéramos de acuerdo con algunos de sus contenidos, sino porque los consideramos contrarios a los derechos de los ciudadanos. Ahora, sin bajar la guardia, vamos a seguir de cerca cómo se aplican algunos contenidos y qué consecuencias van a tener para los ciudadanos cuyos intereses nos hemos comprometido a defender.

El ciudadano tiene que saber claramente qué le da y, en consecuencia, qué puede reclamar al Sistema Nacional de Salud

Parece ser que se han confirmado sus sospechas y denuncias respecto a los efectos del sistema de precios de referencia...

Fueron tantas las advertencias que hicimos que ahora no nos sorprende lo que está pasando. Como dijimos, no se ha logrado desacelerar el crecimiento del gasto público en medicamentos. Los ciudadanos no podían ver más allá de la decisión de rebajar el precio de los medicamentos genéricos, porque éste era el mensaje que las instituciones públicas les daban. Sabíamos que la medida anunciada iba a propiciar el desvío de la prescripción hacia los medicamentos considerados innovadores, normalmente los nuevos y de mayor precio, con lo que la factura farmacéutica seguiría creciendo. Y es lo que está ocurriendo. Debe financiarse el medicamento que realmente ha demostrado su eficiencia y seguridad, y no lo que parece que va a funcionar. Seguiremos defendiendo que se prescriba por principio activo, pues no entendemos que exista una promoción por marcas.

También afirmaron que la enmienda introducida por el Grupo Popular en la Ley de Acompañamiento referente a la introducción de la receta electrónica en el Sistema Nacional de Salud «es un instrumento para eliminar el derecho fundamental a la intimidad de las personas por la puerta de atrás».

La advertencia caló hasta en la Agencia de Protección de Datos, que se pronunció porque se tuvieran en cuenta nuestras consideraciones. Estamos enormemente preocupados por el asunto, pues la receta electrónica permitirá capturar y almacenar en soporte informático datos de los pacientes tales como nombre, DNI, fármaco prescrito e información acerca de si la prescripción es única o reiterada, datos que podrían llegar a manos de terceros sin que el paciente pueda hacer nada para evitarlo. Su planteamiento no se ajusta a la letra ni al espíritu de la Ley de Autonomía del Paciente.

Asimismo, se han opuesto a la regulación que generaliza la utilización de unidosis en los medicamentos utilizados en enfermedades agudas. ¿A qué responde su rechazo?

Es un rechazo bastante pensado y fundamentado, pues la dispensación por dosis unitarias somete al paciente a una especie de ensayo clínico y, por tanto, debería exigirse su consentimiento. El paciente debería saber quién controla el estudio y cuáles son los resultados. Además, los resultados conocidos del plan piloto revelan, por un lado, que se han conseguido pocos ahorros y, por otro, que la mayoría de las prescripciones se ajustaban al contenido de los envases preparados por los laboratorios. Tras esta medida podría esconderse un deseo de cambiar nuestro modelo sanitario.

¿Cuáles serían las medidas adecuadas que deberían adoptarse para erradicar el uso irracional de los medicamentos?

En primer lugar, debería adoptarse la prescripción por denominación común internacional (DCI), lo que nos liberaría a todos, médicos y consumidores, de la esclavitud de las marcas. Y, en segundo lugar, debemos luchar por una auténtica política de medicamentos genéricos. ASUSALUD va a luchar porque desaparezcan las marcas de los genéricos, que es un claro contrasentido. Esas dos medidas, por sí solas, harían más fácil la comprensión de los medicamentos y ayudaría a su uso racional. Si el profesional sanitario distingue claramente una DCI de una marca comercial, tiene una información rápida y clara que le permite una mayor libertad de selección de los medicamentos, eligiendo adecuadamente la especialidad farmacéutica que más se adecue a cada situación individualizada, y el consumidor también se beneficia de ello. También abogamos por una reforma seria y en profundidad de la visita médica y la introducción de la conocida como «cláusula de economía sanitaria», pues ha llegado la hora de excluir amplias categorías de medicamentos en los que la eficacia no justifica su financiación.

Son todo críticas. ¿Hay algún aplauso?

Por supuesto. No ignoramos que desde el Gobierno, el actual y el anterior, la defensa del Sistema Nacional de Salud como instrumento de igualdad social ha estado patente en todas las intervenciones; es decir, se ha cerrado el debate ideológico sobre la sanidad. Lo que nos preocupan son aquellas medidas puntuales que puedan encerrar un doble sentido y acabar con el que, sin duda, constituye uno de los activos más importantes de los ciudadanos: un sistema sanitario público universalizado. La crítica tan sólo es una muestra de preocupación, no una valoración negativa de lo que tenemos y queremos conservar.

ASUSALUD aboga, como solución para la contención del gasto público en medicamentos, por una decidida política de medicamentos esenciales para países desarrollados...

Según la OMS, los medicamentos esenciales son los que satisfacen las necesidades prioritarias de salud de la población. Frente a la falsa creencia de que los medicamentos esenciales son sólo para países en vías de desarrollo, la realidad es que son válidos para todos los países. Cada Estado elabora sus propias listas en relación a su situación económica y sanitaria, nada más. Estos medicamentos deben tener una rentabilidad suficiente para que la industria se interese en su comercialización.

Últimamente se está viviendo un crecimiento de la publicidad de productos de parafarmacia que incumplen de manera sistemática la normativa sobre la publicidad de medicamentos, y los principales perjudicados son los ciudadanos. ¿Qué puede hacerse al respecto?

Éste es uno de los más graves problemas a los que nos enfrentamos. La publicidad de productos parafarmacéuticos, seudofarmacéuticos, alimentos... Al presentarse con propiedades curativas, deberían ajustarse a la normativa europea y española sobre la publicidad de medicamentos. Pero también nos acecha otro peligro: la publicidad directa al consumidor de los medicamentos «éticos». Son modelos que no benefician a nuestro sistema sanitario, pues se incita al consumo, con lo que se acaba con la racionalidad que reclamamos para el uso de estos productos.

Defender una liberalización a ultranza sería nefasto para el mantenimiento de nuestro sistema sanitario

¿Cuáles son las principales quejas y deficiencias advertidas y denunciadas por los usuarios de los servicios de salud?

Principalmente hay una preocupación por los tiempos de espera para entrar en consulta, los trámites burocráticos y la dificultad de conseguir cita para acceder al especialista.

¿Cómo se gestionan estas quejas?

Contamos con una pequeña estructura organizativa interna que, para determinados estudios, debe recurrir a organismos externos especializados en aquellos puntos que nos interesa desarrollar. Se promueven encuentros y, en ocasiones, se encargan trabajos, que realizan sus técnicos bajo nuestra supervisión, a fin de que respondan a los planteamientos que queremos desarrollar. Y cuando no es así, los desechamos.

Por último, ¿cree que veremos cambios relevantes tras el reciente cambio político?

Si admitimos que el debate ideológico está cerrado, sólo esperamos mejoras. En principio, somos optimistas. La primera mejora que consideramos esencial es fijar los límites del sistema, pues de otro modo su financiación cada vez será más difícil. El ciudadano tiene que saber claramente qué le da y, en consecuencia, qué puede reclamar al Sistema Nacional de Salud, pues no se le puede pedir todo. Ahora bien, lo que da debe darlo sin demoras.

Respuestas sobre...

El protagonismo de la oficina de farmacia

Me parece fundamental que centros de salud como las farmacias sirvan para informar al consumidor y para recoger sus sugerencias y críticas

¿Qué visión se tiene desde ASUSALUD del sector farmacéutico en estos momentos?

Lo que más nos preocupa son aquellos intentos que, de vez en cuando, se lanzan de cara a lo que podría devenir en un cambio de modelo no sólo de la farmacia, incluida la distribución mayorista, sino de todo el sistema asistencial. El otro gran problema es atajar el gasto público en medicamentos y, curiosamente, en contra de la opinión generalmente aceptada, pensamos que es posible lograrlo definitivamente. No como se ha pretendido hasta ahora, sino siendo razonables y sin pérdida de derechos por parte de los pacientes. Una peculiaridad de este gasto es que, así como otros gastos sanitarios están muy poco sometidos a las matemáticas, éste es muy fácil de calcular.

¿Cómo pueden colaborar los farmacéuticos de oficina con la labor emprendida desde ASUSALUD?

De una manera muy sencilla, plasmada en el acuerdo que firmó con el COF de Valencia, según el cual las oficinas de farmacia de esa provincia colaborarían tanto para la difusión de las actividades de la asociación como para recibir, a través de ellas, las quejas y denuncias por supuestas irregularidades y fallos percibidos por los pacientes en el sistema sanitario o en relación con las prestaciones asistenciales. Ese acuerdo significa el compromiso de las farmacias que lo deseen para acreditarse como agentes de ASUSALUD, a fin de recibir en sus farmacias las quejas y denuncias de los ciudadanos para hacerlas llegar a los servicios técnicos de la asociación, que se responsabilizarían tanto de responderlas como de iniciar las actuaciones pertinentes para su solución. Me parece fundamental que centros de salud como las farmacias, que son los más próximos al ciudadano y en los que los consumidores tienen puesta su máxima confianza, sirvan para informar al consumidor y para recoger sus sugerencias y críticas. El paso es decisivo.

ENTREVISTA REALIZADA POR:

EUGENIA GARRIDO

FotografÍas: Luis Domingo.

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