Es harto conocida la relación entre los factores de riesgo cardiovascular y la incidencia de eventos cardiovasculares (tabla 1). La elevación de la presión arterial es un factor de riesgo importante que requiere de su reducción, más o menos intensa, en función de la coexistencia o no de otros elementos de riesgo, como lo acreditan las recientes recomendaciones conjuntas de las sociedades europeas de hipertensión y cardiología1. Las farmacias del grupo de alta intensidad (AI) citaron varias veces a sus pacientes para proveerles de la información necesaria; además les entregaron un aparato validado de medida de presión arterial (Omron HEM-737A), del que luego las farmacias tomaban los valores medidos por el paciente; posteriormente enviaban, si procedía, una recomendación al médico correspondiente, procediendo a elaborar entre ambos un plan de tratamiento. Las farmacias del grupo de baja intensidad (BI), aunque vieron en menos ocasiones a los pacientes, les controlaron la presión arterial que remitieron a su médico cuando era preciso (tabla 2).
Tabla 1. Estratificación del riesgo cardiovascular en función de la existencia de factores de riesgo
Tabla 2. Intervenciones realizadas en el estudio
IntroducciónEl control de la hipertensión arterial (HTA) es habitualmente insuficiente: sólo la tercera parte de los pacientes está debidamente controlado en nuestro país. El farmacéutico ocupa una posición perfecta para colaborar en la mejora de los resultados de salud de estos individuos. Por este motivo existen distintas aproximaciones al abordaje de la HTA desde la farmacia.
Los autores se cuestionaban si una intensificación de la intervención podría mejorar los resultados obtenidos2. Una vez efectuada la selección aleatoria de farmacias, para evitar la contaminación de los datos, se sometió a los pacientes que aceptaron colaborar a una intervención que varió en su intensidad en función de la farmacia.
Análisis del estudioEl estudio estaba bien diseñado para evaluar la efectividad de la intensificación de la intervención. No obstante, no se incorporó un grupo control de cuidado usual: en el grupo de comparación se implementaron unas actividades que lo diferenciaban de aquél. Por otra parte, los pacientes no fueron aleatorizados: las personas que aceptaban se incluían en uno u otro grupo en función de la farmacia a la que pertenecían, un hecho que podía producir un sesgo en la muestra analizada. Otro posible sesgo en la intervención fue el hecho de que las farmacias del grupo de AI recibían una remuneración (75 $/h), mientras que los del grupo de BI no. Finalmente, el estudio no se diseñó para analizar cual era la responsabilidad de cada una de las actividades implementadas, lo cual hubiera dado más luz a la investigación.
Tabla 3. Ficha del estudio
Un aspecto importante lo constituye la elevada proporción de recomendaciones aceptadas por los médicos, como se observa en muchas investigaciones realizadas. En el grupo de AI se hicieron recomendaciones para 57 de los 64 pacientes que formaban el grupo. Más de la mitad de las mismas, el 60%, implicaba la adición de fármacos antihipertensivos o el escalamiento de dosis de los prescritos. Las tres cuartas partes de todas las recomendaciones fueron aceptadas sin variación alguna; otro 10% de pautas se discutió con el médico, tomando entre ambos una determinación, y sólo el 14% de todas las recomendaciones fueron desechadas.
El estudio, finalmente, no demostró una reducción significativa de la presión arterial: sólo fue así respecto de la PAD. El tiempo de seguimiento fue muy corto, 3 meses, lo cual impide evaluar con detalle esta intervención, ya que sería necesario un mayor horizonte temporal para estimar el verdadero valor de la intervención. Por otra parte, cada paciente requirió una media de 100 min de asistencia, 85 min más que en el grupo de BI, por lo que sería muy conveniente entonces un análisis que evaluase la utilización de recursos frente a los beneficios obtenidos, además de un período de seguimiento amplio y un mayor tamaño de muestra.
ConclusionesLa intervención intensificada podría ser una estrategia adecuada para el manejo de los pacientes hipertensos, si bien es necesario practicar estudios complementarios que confirmen o no las tendencias observadas en éste.