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Vol. 25. Núm. 5.
Páginas 48-54 (Mayo 2006)
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Exposición solar
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Laura González Bosqueta
a Farmacéutica.
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Beneficios, riesgos y prevención

El sol no es sólo una gran fuente de energía que hace posible la vida en el planeta Tierra, también influye decisivamente sobre la salud del ser humano. La incidencia de la radiación solar sobre la piel causa diversas alteraciones que dependen de su intensidad, del tiempo de exposición y del tipo de radiación. La autora aborda, entre otros, aspectos como las características de las radiaciones solares, sus efectos nocivos sobre la piel, el factor de protección solar y la amplia gama de productos relacionados con el bronceado y la fotoprotección.

Sabemos que para que se produzca la vida en nuestro planeta es indispensable que éste reciba la radiación procedente del sol. Aparte de proporcionar ese tono dorado que resulta tan favorecedor, esta radiación hace posible procesos muy importantes para la vida y el desarrollo de los seres vivos. Uno de ellos es la síntesis de vitamina D a través de sus precursores. La vitamina D tiene una acción antirraquítica que favorece el buen estado de los huesos, especialmente en la edad adulta, ya que ejerce un efecto protector contra la osteoporosis y evita la osteomalacia. Asimismo, también se conoce el efecto antidepresivo de la radiación solar al actuar sobre ciertas funciones cerebrales, lo que influye directamente sobre el estado de ánimo. Además, hace posible la fotosíntesis y gracias a ésta que se produzca el oxígeno necesario para la respiración. Tampoco hay que olvidar el efecto terapéutico que ejerce la radiación ultravioleta (UV) sobre algunas enfermedades cutáneas, como la psoriasis, la ictericia del recién nacido y la dermatitis atópica.

Sin embargo, aunque es indispensable para la vida, si nos exponemos de forma incontrolada a la radiación del sol nuestra salud puede resentirse, como veremos a continuación.

Radiación solar y su efecto en la piel

Las radiaciones solares son radiaciones electromagnéticas de las que sólo una pequeña parte llega a alcanzar la superficie terrestre (sólo las superiores a 280 nm).

Las de longitud de onda superior son más energéticas e incompatibles con la vida en nuestro planeta y se absorben en las capas más altas de la atmósfera. El espectro solar se clasifica en distintas zonas en función de su longitud de onda:

* Infrarrojo: 780-1.400 nm.

* Visible: 380-780 nm.

* Ultravioleta A: 315-380 nm.

* Ultravioleta B: 280-315 nm.

* Ultravioleta C: 180-280 nm.

La radiación UVC la absorbe la capa de ozono situada a 60 km de altura, lo que es indispensable para la vida en nuestro planeta, ya que este tipo de radiación es incompatible con los seres vivos.

Cuando la radiación solar incide sobre la piel se producen alteraciones que dependen de la intensidad de ésta, del tiempo de exposición y del tipo de radiación. Además de los efectos beneficiosos que ya hemos visto en el apartado anterior, un exceso de radiación sin la protección adecuada puede causar desde una simple quemadura hasta alteraciones más graves, como el fotoenvejecimiento o incluso el cáncer de piel. Cuanta más radiación absorba la capa córnea y menos llegue a las capas más profundas de la piel, menos daños se producirán. Ello depende de la longitud de onda de cada radiación.

Radiación UVB

Causa las quemaduras y el engrosamiento de la capa córnea. También es la causante de la disminución de las defensas del sistema inmunitario. El eritema puede ir desde un ligero enrojecimiento de la piel hasta su descamación o la aparición de ampollas.

Radiación UVA

Aunque tiene más poder de penetración en el interior de la piel, tiene escasa capacidad de producir quemaduras. No obstante, sí puede producir, a largo plazo, una degeneración de las fibras elásticas de la piel y su envejecimiento prematuro.

Producción de radicales libres

Tanto la radiación UVA como la UVB tienen la capacidad de originar especies reactivas oxigenadas, conocidas como «radicales libres». Producen una oxidación de la bicapa fosfolipídica que constituye las membranas celulares y alteraciones de la función enzimática, que interviene en la síntesis de proteínas y de los ácidos nucleicos.

La acción de los radicales libres está implicada tanto en el fotoenvejecimiento como en el cáncer cutáneo y una gran cantidad de fotodermatosis.

Fotoenvejecimiento

El envejecimiento prematuro de la piel o fotoenvejecimiento se caracteriza por una intensa sequedad cutánea, falta de elasticidad, arrugas marcadas, hiperqueratosis, presencia de manchas hiperpigmentadas y aparición de lesiones premalignas e incluso malignas. En cuanto al cáncer de piel, puede originar desde lesiones precancerosas a cánceres de gran capacidad invasiva (como el melanoma).

Fotosensibilidad

Otra de las consecuencias negativas de la radiación solar son las reacciones de fotosensibilidad. Estas reacciones se originan cuando la radiación solar entra en contacto con algunas sustancias que se encuentran presentes en la piel y que han llegado a ella bien sea vía tópica o sistémica. Estas sustancias fotosensibilizantes pueden ser los perfumes, esencias y productos con alcohol, los psoralenos y también ciertos medicamentos, especialmente los antihistamínicos, antimicrobianos, antihipertensivos, diuréticos, antidepresivos y antiinflamatorios no esteroideos.

Tipos de piel y exposición solar

Para valorar los efectos del sol sobre la piel, también hay que considerar el límite de tolerancia que tiene ésta a la radiación solar. Para ello, hay una clasificación que agrupa los distintos tipos de piel en 6 fototipos distintos.

Fototipo I

Se trata de una piel que se quema siempre y no se broncea nunca. Corresponde a una piel lechosa y frecuentemente con pecas, con ojos azules o verdes. Habitualmente se presenta en las personas rubias o pelirrojas.

Fototipo II

Se quema casi siempre y se broncea mínimamente. Corresponde a una piel sensible, clara, con los ojos azules o pardos y el pelo rubio o castaño claro.

Fototipo III

Se quema fácilmente y se broncea de forma gradual. Propio de la raza caucásica. Corresponde a una piel ligeramente morena y color de pelo rubio o castaño y ojos castaño.

Fototipo IV

Esta piel se quema mínimamente y se broncea siempre fácil e intensamente. Es propia de la raza mediterránea. Corresponde a individuos de ojos y cabellos de color oscuro y piel mate.

Fototipo V

En esta piel el eritema pasa casi inadvertido y el bronceado es muy intenso y persistente. Corresponde a individuos árabes, indios y de algunas zonas de Asia y Oceanía, cuya piel es amarronada y los ojos y el cabello son oscuros.

Fototipo VI

Pertenecen a este fototipo los individuos de raza negra, que no se queman y cuyo bronceado es máximo.

Protección solar natural

La piel responde de varias formas frente a la radiación solar. Por un lado, la capa córnea reacciona con un aumento de grosor para evitar que las radiaciones penetren a través de la piel. Asimismo, ésta se protege de la radiación gracias a una sustancia, secretada por las glándulas sudoríparas, llamada ácido urocánico, y que actúa como un filtro natural. Pero el principal mecanismo de protección que tenemos frente a la radiación solar es la formación de la melanina, a partir de los melanocitos situados en la capa basal. La melanina es un pigmento que da lugar al bronceado de la piel y lo estimulan la radiación UVA y la UVB. La radiación UVA produce un bronceado inmediato, que se origina unos 30 min después de la exposición al sol y se atenúa en poco tiempo. Esta radiación es la causante de la pigmentación directa de la piel. Por otro lado, la radiación UVB origina la pigmentación indirecta de la piel y un bronceado más duradero, que requiere varios días de exposición. Se inicia a los 2-3 días y pasa por un enrojecimiento de la piel.

Factor de protección solar

El factor de protección solar (FPS) indica el múltiplo del tiempo que tarda una piel protegida en desarrollar un eritema con respecto al tiempo que tarda esa misma piel en conseguir el mismo efecto sin aplicar ninguna protección. Por ejemplo, si una persona puede permanecer 10 min expuesta al sol sin quemarse, un FPS de 15 nos indica que esa misma piel puede estar expuesta al sol sin riesgo de sufrir quemaduras 15 veces más, es decir 10 x 15 = 150 min.

El factor de protección se define como el cociente entre la mínima dosis eritematógena (MED) de la piel protegida respecto a la MED de la piel sin protección a las 24 h de radiación.

En estos momentos el método de evaluación considerado estándar en Europa es el COLIPA (Agrupación Europea de Fabricantes de Productos de Cosmética y Perfumería). Este método nació tomando como punto de partida los anteriores de la FDA norteamericana y el método DIN alemán y se basa en el uso de una lámpara de arco de xenón.

Determinación del factor de protección solar según el método COLIPA

El método consiste en producir en la piel humana de voluntarios seleccionados una serie de eritemas, en zonas bien delimitadas (de una superficie de unos 35 cm2). Para ello se utilizan dosis crecientes de radiación ultravioleta procedentes de una lámpara de arco de xenón, perfectamente definidas en cuanto a su espectro de longitudes de onda y sus intensidades relativas.

Algunas de las zonas expuestas están protegidas por cantidades estándares de FPS conocido o con las muestras que hay que evaluar, mientras que otras zonas están expuestas a la radiación sin protección alguna. Tras 24 h (cuando el eritema producido llega a su máxima expresión) se procede a la lectura simultánea de los resultados: los de la piel tratada con el producto a evaluar, la piel tratada con el estándar y la piel no tratada. A partir de aquí, la determinación de las dosis eritematógenas de la piel tratada y la piel no tratada se realiza de forma simultánea y en condiciones comparables. Con estos datos se hace el cálculo del FPS de acuerdo con la fórmula que apuntamos anteriormente:

El número de voluntarios usado en el ensayo puede ser de 10 o 20 en función de la variabilidad del grupo, y deben incluirse como mínimo individuos pertenecientes a los fototipos III. Para la determinación de la MED se emplean métodos colorimétricos que aseguren unos valores exactos y reproducibles.

Si además quiere valorarse el grado de resistencia al agua (productos water proof o water resistant) deben demostrarse estas cualidades sumergiendo al voluntario en una piscina y determinar la resistencia del producto a la inmersión durante un período también estandarizado.

Las recomendaciones de COLIPA respecto a la unificación en la nomenclatura de los índices de protección ultravioleta (UV) de los productos solares apuntan 5 categorías fijas de protección. Estas recomendaciones tienen el objeto de aunar cifras y frenar la disparidad de FPS que vienen sucediéndose en Europa. Estas 5 categorías abarcan desde protección baja hasta ultra. También establece el 50+ (o plus) como el valor más alto que puede usarse para un producto de uso común y abarcaría a los productos con un FPS igual o superior a 60, ya que se entiende que por encima de este valor, por mucho que aumente la concentración de filtros en la formulación del producto, la absorción real de radiación varía realmente muy poco de un producto a otro. Sin embargo, habría excepciones para casos específicos de intolerancias graves al sol y antecedentes de cáncer de piel.

Así, las 5 categorías de protección abarcarían:

* Protección baja: SPF 2, 4, 6.

* Protección media: SPF 8, 10, 12.

* Protección alta: SPF 15, 20, 25.

* Protección muy alta: SPF 30, 40, 50.

* Protección ultra: SPF 50+ (igual o superior a 60).

Fotoprotectores

El uso de fotoprotectores que incluyen filtros solares de diversa naturaleza es la medida más eficaz de protegerse frente a la radiación solar. Además, hay medidas complementarias y consejos que deben tenerse en cuenta para mantener una sana y controlada exposición al sol (véase cuadro adjunto).

Filtros solares

Los filtros solares son sustancias que, en función de su naturaleza y de su mecanismo de acción, al aplicarse sobre la piel antes de la exposición solar son capaces de reflejar las radiaciones solares o de absorberlas. De esta forma se asegura una protección efectiva contra la quemadura solar, el envejecimiento de la piel y se reducen el riesgo de cáncer cutáneo y las reacciones causantes de fotodermatosis y fotosensibilidad.

Además, el producto debe ser resistente al agua y al sudor, tener buenas cualidades organolépticas, no manchar la piel ni la ropa, ser estable a altas temperaturas y permanecer inalterable tras su aplicación.

Según su composición, se distinguen distintos tipos de filtros: físicos o químicos.

Filtros físicos

Son de origen mineral y actúan reflejando la luz UV y el IR. Los filtros físicos permiten una amplia protección, con lo que reducen el riesgo de sensibilización y fotocontacto. Sus partículas minerales micronizadas opacas reflejan y difunden las radiaciones ultravioletas, infrarrojas y visibles. Son fotoestables y presentan una gran resistencia al agua. Suelen formularse asociados a los filtros químicos.

Ejemplo de ello serían el dióxido de titanio, mica, talco, silicatos (arcilla, caolín, bentonita) y óxido de cinc. Al ser opacos a la luz tienen un elevado factor de protección, por lo que pueden tener el inconveniente de que al aplicarse blanquean un poco la piel, ya que reflejan la luz visible. Actualmente, este efecto ha sido ampliamente mejorado con los nuevos preparados comerciales.

Filtros químicos

Son compuestos de estructura química compleja que actúan como cromóforos, absorbiendo la energía de fotones de longitud de onda determinada y cambiando su estructura. Por ello, su capacidad protectora depende del espectro de absorción del filtro. Pueden usarse en asociación para intentar cubrir un espectro de radiación solar lo más amplio posible. Su uso está regulado por la legislación cosmética, que establece los filtros autorizados y a qué concentraciones pueden utilizarse para garantizar su total inocuidad.

Hay también ciertas especies vegetales (p. ej., aceites de sésamo, aguacate, oliva, germen de trigo o su fracción insaponificable y los extractos de aloe, cáscara sagrada, caléndula) que tienen la capacidad de filtrar parte de la radiación solar. Éstos pueden asociarse a los anteriores para potenciar la acción filtrante. También en la formulación de productos antisolares pueden incluirse antioxidantes para evitar la formación de radicales libres y potenciar el sistema.

Actualmente, los filtros solares se encuentran presentes en una amplia categoría de productos, que abarcan tanto los destinados al cuidado de la piel como, p. ej., los cosméticos hidratantes, los productos antiedad o regeneradores, como los maquillajes y las barras labiales. También se encuentran en muchos productos destinados al cuidado y la protección del cabello frente a la radiación solar, como es el caso de acondicionadores sin aclarado, geles, espumas, lacas, aceites, etc.

Productos para después del sol

Tras haber pasado el día tomando el sol en la playa o montaña, con la debida protección, es muy conveniente aplicar un producto after sun con el objeto de refrescar, hidratar y calmar la piel.

Para ello, encontramos en el mercado productos que se presentan en distintas formas cosméticas, emulsiones, cremas, aerosoles, geles, etc., que se caracterizan por contener principios activos que tienen la función de minimizar el eritema que se produce en la zona expuesta, como extractos vegetales de caléndula, aloe, manzanilla, regaliz y saúco, ricos en flavonoides, o moléculas activas como el alfabisabolol procedente del extracto de manzanilla. Muchas veces también puede interesar conseguir cierta acción cicatrizante y epitelizante mediante extractos vegetales de centella, aguacate, hipericón y sustancias activas como la alantoína y el pantenol. Además, también son de gran utilidad los principios activos regeneradores ricos en ácidos grasos poliinsaturados, como los derivados de la vitamina E, palmitato o acetato de retinol o aceite de borraja, algodón y onagra e insaponificables vegetales de karité o maíz.

Bronceado cosmético

Cuando no se dispone de tiempo para tomar el sol, podemos optar por un bronceado sin sol o bronceado cosmético. Para ello, hay dos tipos de productos: los autobronceadores, que permiten conseguir el bronceado por un proceso químico en el que no se da una exposición a la radiación solar y los aceleradores del bronceado en los que se produce una activación del proceso de síntesis de melanina (es decir, de la sustancia responsable del bronceado natural de la piel) y de su traslado a la superficie cutánea. Por tanto, en estos últimos se produce una exposición previa de la piel a la radiación solar y, debido a la formación de la melanina, presentan una acción protectora cutánea, algo que no se consigue con los autobronceadores.

Mecanismo de acción de los autobronceadores

El principio activo más utilizado como autobronceador es la dihidroxiacetona (DHA), que origina una reacción química conocida como reacción de Mallard, en la que reacciona con las aminas, aminoácidos libres y péptidos de las células de la capa córnea de la piel, con lo que forma compuestos coloreados y, tras sucesivas transformaciones, se obtienen unos polímeros (melanoidinas) responsables de su tono dorado o marrón. Esta coloración, al producirse sobre células externas, irá desapareciendo progresivamente debido al proceso de descamación natural de la piel, por lo que el producto debe aplicarse periódicamente si quiere mantenerse el color a lo largo del tiempo.

La DHA es un compuesto totalmente inocuo, ya que no afecta más que a las capas superficiales del estrato córneo, pero hay que recordar que no protege de la radiación solar, por lo que las personas que utilicen autobronceadores y que vayan a exponerse al sol deben utilizar adicionalmente un factor de protección adaptado a su fototipo cutáneo. La aplicación del autobronceador debe realizarse de forma muy homogénea y es conveniente realizar un peeling previo con un exfoliante para evitar que aparezcan zonas más pigmentadas que otras.

El otro grupo de productos que producen un bronceado cosmético se conoce como activadores del bronceado. En este caso, para su acción precisan la exposición solar, ya que actúan en la síntesis de melanina y, por lo tanto, a diferencia de la DHA se ejerce un efecto protector de la piel. Sus principales representantes son la L-tirosina y los psoralenos, que proceden de las esencias de los cítricos. Sus grupos cromóforos absorben la radiación UV procedente del sol y activan la formación de la melanina y su migración a la superficie de la piel.

CONSEJOS DESDE LA FARMACIA

Consejos y medidas complementarias para una exposición solar controlada

* La piel debe estar limpia antes de aplicar el producto, libre de maquillajes, perfumes, etc., ya que hay que evitar posibles reacciones de fotosensibilidad y la aparición de manchas en la piel.

* El producto se aplicará media hora antes de la exposición al sol y con la piel completamente seca. Asimismo, debe extenderse una cantidad suficiente de producto (no inferior a unas 6 cucharadas) para garantizar la protección que figura en el envase.

* Hay que tener en cuenta que la altitud incrementa el riesgo de quemadura, por lo que hay que extremar la protección en alta montaña. La presencia de nieve aumenta este riesgo, ya que la nieve y arena reflejan la radiación solar (la nieve lo hace un 80% frente al 25% de la arena).

* No hay que olvidar que las nubes e incluso la sombrilla no impiden el paso de la radiación solar, por lo que también debe utilizarse el protector solar.

* También hay que recordar que la radiación solar es más intensa en las horas centrales del día (especialmente en verano) y cerca del ecuador, ya que incide de forma perpendicular a la superficie terrestre.

* Zonas como la labial o las especialmente sensibles, como la nariz o zonas con cicatrices, necesitan una protección elevada. Hay 2 etapas en la vida en la que la piel se encuentra especialmente desprotegida: la infancia y la edad madura. En el caso de los bebés hay que evitar que se expongan al sol y mantenerlos hasta los 3 años en lugares frescos y a la sombra. Los niños deben utilizar protectores solares de elevado factor de protección y un elevado grado de resistencia al agua. Del mismo modo, en las pieles maduras se encuentran áreas especialmente sensibles al fotoenvejecimiento, como son el contorno de los ojos y labios, el escote y las manos, por lo que se debe moderar mucho su exposición al sol.

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